Mala influencia®

By teensspirit

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YA EN FÍSICO. La irresistible tentación está ahí: para los dos. En medio de todo el desastre, tuvimos que enc... More

Prólogo
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capitulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Epílogo
Fin
YA EN FÍSICO

Capítulo 22.

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By teensspirit


EROS.

No entiendo cómo alguien puede gastar su tiempo en hacer una película de amor donde el protagonista muere. Enserio. Y no sé cómo puede gustarle a tanta gente. Si, según Reese es porque ese tal Leonardo DiCaprio estaba muy bueno, pero después de ver Titanic te entran ganas de suicidarte, no se puede negar. ¿Enserio? ¿Es que no cabían los dos encima de la puta tabla de madera? Ah no, claro, la tal Rose tenía que tener su espacio personal.

Apago la televisión algo frustrado por el final y descubro que Reese se ha quedado dormida encima de mi pecho. Noto su respiración junto a la mía y observo su pequeño cuerpo acurrucado y no puedo evitar sonreír. Es que joder, después de ver esta película cualquiera estaría sensible.

Intento incorporarme sin hacer mucho movimiento y me levanto del sofá, dejándola a ella en este. Parece tan pequeña y tan inocente que me pregunto porque narices alguien querría hacerle daño. Al fin y al cabo, ella no ha hecho nada malo. No se lo merece.

La cargo en brazos con cuidado de no despertarla y subo las escaleras al segundo piso. Es una suerte que Bruce llegue a casa tarde, porque sino ya estaríamos los dos muertos. Reese lleva sin salir de casa una semana por el pequeño incidente de la boda, excepto para ir al instituto, claro. Y yo cómo no, tengo que permanecer a su lado. Además tuvimos que contarle una historia nada creíble como explicación por estar metidos en el conducto de ventilación en el banquete de una boda. Así que en resumen, ha sido una semana de mierda en la que nos hemos pasado viendo películas y muriéndonos de ganas de ir a investigar lo de la pequeña nota del bolso de Ariadna. La cual me gustaría meter dentro de la película de Titanic y sustituirla por DiCaprio. Bueno, tan solo al final, sino sería muy raro.

Dejo a Reese en su cama con cuidado y le doy un sutil beso en la frente. Estoy incorporándome cuando una llamada en mi móvil hace que salga de la habitación contestando casi al primer tono para no despertarla.

-¿Quien es? -pregunto intentando no alzar mucho la voz.

-Eros. -es Payton.- Son Diego y Simon, se han escapado. Yo... no sé cómo me han encontrado, le dije a Diego que esperara a tu plan, pero... -un ruido interviene en la llamada y oigo algunas voces.

-¿Peyton? -preguntó alzando la voz más de lo que debería.

-Eh Douglas, soy yo. -habla Diego con la voz temblorosa.- Es muy urgente, Simon se muere.

Siento un nudo en la garganta que cada vez se va haciendo más grande. Apoyo mi espalda en la pared del pasillo y veo a Reese apoyada en el marco de la puerta mirándome mientras se frota un ojo con la parte superior de su muñeca. Mierda, la he despertado.

-¿Donde estáis? -pregunto pasándome la mano por el pelo.

-En casa de Peyton. Saben que la conocemos, la policía nos está buscando y no tardarán en venir. No quieren que Simon vaya al hospital porque entonces harán preguntas y se sabrá el mal estado del reformatorio. Podrían despedir a el señor Russell.

Reese frunce el ceño, dándome a entender que lo ha escuchado.

-No os mováis, enseguida voy hacia allí. -digo antes de colgar.

-¿Quién...?

-¡Mierda! -exclamo dándole un puñetazo a la pared e interrumpiendo a Reese. Siento rabia e impotencia. He pasado meses planificándolo todo meticulosamente para que todo saliera bien y Simon y Diego pudieran salir del país y tener la vida que merecen. Comenzar de cero. Hasta había estado ahorrando mi sueldo para poder pagar la rehabilitación de Simon. ¿Para que? ¿De que ha servido todo eso?

-¡Eros! -grita Reese acercándose a mí para cogerme el puño intentando detenerme.- ¿Que demonios haces?

-Tengo que irme. -contesto apretando los puños y la mandíbula mientras bajo las escaleras. No me gustaría pagar mi furia con ella, y no soy famoso justamente por mi paciencia.

-Voy contigo.

-No. -pronuncio severamente girándome hacia ella antes de salir por la puerta.- Tú te quedas aquí.

-Tú no me dices lo que tengo que hacer.

-Russell. -digo pensando en todas las razones por las que no debería venir. Para empezar todo esto va en contra del oficio de su padre ya que estoy ayudando a dos internos a escaparse. Está castigada y si su padre vuelve y no la ve se pondrá como loco. La policía está interviniendo en esto y se arriesga a un castigo penal. Y por último, va a hacer tantas preguntas que tendré que contárselo todo. Vuelvo a mirar su rostro el cual tiene los ojos entornados y está lleno de impotencia. Realmente no parará hasta conseguir venir conmigo. Suspiro. - ¿Sabes que? Ven si quieres, pero asume las consecuencias. -pronuncio antes de salir por la puerta.

Al fin y al cabo tendré que contárselo de todas formas.

No me sorprende oír la puerta cerrarse de portazo detrás de mi y ver a Reese siguiéndome desde detrás.

Siempre ha sido de arriesgar para ganar.

Subimos al coche antes de arrancar a toda velocidad y salir a la carretera. Mi mente ahora mismo es un lío de pensamientos y por un momento me preocupo por tener un accidente llevando a Reese dentro del coche, así que intento concentrarme en la carretera aunque mis dedos hagan suma presión en el volante.

-¿Me vas a decir que está pasando? -pregunta Reese atemorizada mientras se sujeta de los lados del asiento y de la puerta.

-Estamos a punto de hacer algo ilegal. -contesto como si fuera obvio.

-Eso ya lo he deducido yo solita, no hace falta que entres tanto en detalles. -me contesta irónicamente con cierto tono de enfado.

-Simon, el hermano de mi mejor amigo, se muere. Es un interno del reformatorio de tu padre y se acaban de fugar, están en casa de Payton y la poli los está buscando.

-Dios... eso es... es terrible. -murmura.- ¿Cuantos años tiene?

-Tiene ocho años. Ha pasado toda su vida en el puto reformatorio y él ni siquiera ha hecho nada para estar allí. Y ahora va a morir. -le doy un golpe al volante y Reese se asusta.- Ese niño... él no puede morir. -vuelvo a repetir para intentar tranquilizarme.

Reese pasa la mano por mi nuca y me acaricia el pelo.

-Tranquilízate Eros, no le pasará nada, seguro que todo sale bien. Ya verás. -dice haciendo pequeños círculos con los dedos. Su tacto logra hacer que respire hondo. Y funciona.

Aparco enfrente del edificio y salgo a toda velocidad del coche. Tengo que detenerme un momento antes de entrar al portal y suspirar al recordar la ultima vez que estuve aquí, ya que fue con Lucas. Reese me sigue y ambos entramos subiendo las escaleras lo más rápido posible.

Toco a la puerta al llegar al primer piso y Peyton aparece en menos de un segundo. Se nota que está alterada porque ni si quiera se molesta en saludarme. No hace falta que digamos nada, simplemente entramos y me dispongo a buscar a Simon con la vista. Como no lo encuentro en el pequeño vestíbulo deduzco que está en el cuarto de baño y me apresuro en llegar. Al abrir la puerta observo a Diego y le doy un rápido abrazo antes de agacharme a la altura de la bañera para ver a Simon metido dentro.

-Eh, eh chaval. -digo pasándole la mano por la nuca. El agua de la bañera está congelada y aún así, este está ardiendo.- Mira quien ha venido a verte. -intentó forzar una sonrisa cuando este abre los ojos.

Una tos sale de su garganta. Y a pesar de todo, ladea un lado de su boca, intentando formar una sonrisa.

-Eros.-murmura con su vocecilla.

-¿Que te parece si nos vamos de aquí? -pregunto intentando mantener firme la voz mientras lo levanto de la bañera. Este no tiene fuerzas para contestar y menos para colgar los brazos al rededor de mi cuello, así que simplemente lo cargo en brazos.- Este sitio, es muy aburrido, ¿no crees? -digo pasando por al lado de Reese, que observa la escena desde el marco de la puerta.- Mejor vámonos de aquí, iremos a algún sitio más guay.

-¿Que vamos a hacer? -me pregunta Diego desde detrás. Simon tiembla y le cuesta parpadear.

-Me da igual lo que pase, vamos a llevarlo a un puto hospital. No pienso anteponer la vida de Simon por un par de trapos sucios. -digo atravesando el portal.- Conduce tú, las llaves están en mi bolsillo.

Este las coge y baja las escaleras casi de dos en dos, para abrir la puerta del portal y seguidamente la del coche.

-Russell, sube detrás conmigo y tú Peyton, sube delante.

-No, no es buena idea que vaya. -indica esta. Simon vuelve a toser y veo que expulsa un poco de sangre. Mierda.- Si la poli viene aquí y ve que no estoy en casa o que no contesto me meteré en un lío.

Asiento con la cabeza.

-Está bien, gracias por todo. -pronuncio antes de subir a los asientos traseros del coche con Simon al brazo. Peyton vuelve a mirar a la carretera antes de ofrecerme una sonrisa floja y desaparecer por el portal. Si no hubiera sido por ella quizás Simon ni hubiera tenido la oportunidad de salvarse, así que de verdad se lo agradezco. Reese se sienta a mi lado y entre los dos cargamos a el niño. Diego arranca a toda velocidad, haciendo chirriar las ruedas del coche.

-Cuando te pongas bien, voy a enseñarte un montón de cosas. -le digo mientras sujeto su cabeza.- En la casa en la que vivo, hay una televisión enorme, más grande que la cama del reformatorio. Y puedes ver lo que tú quieras sin que nadie te quite el mando. -a Simon se le cierran los ojos y tengo que sacudirlo un poco. No puedo dejar que los cierre del todo. - ¿A que si, Reese?

-Claro. -le dice ella con la voz algo temblorosa y provocando que este vuelva a abrirlos.- También tengo una piscina enorme. ¿Te... te gustan las piscinas Simon? -pregunta ella. Este asiente con la cabeza y vuelve a toser, esta vez, expulsando más sangre.

-Mierda Diego, esta sangrando. -informo a su hermano el cual conduce con la mandíbula apretada y la respiración acelerada. Tiene los nudillos blancos y se nota que está nervioso.

-No puedo ir más rápido joder, ya nos hemos fugado y no necesitamos más cargos.

Y justo después de decir eso, sonidos de sirenas de coches policía llegan a nuestros oídos.

-Genial. -respondo irónicamente.- ¿Has visto eso Simon? ¡Nos sigue la poli! ¡Como en las pelis que te gustan! -exclamo un poco más alto para llamar su atención. Hay que mantenerlo despierto sea como sea.

La cara de Reese es todo un cuadro. Esta pálida y no deja de mirar hacia atrás, y hacia los lados, seguramente temiendo por su vida.

-Todo saldrá bien. Os lo prometo. -digo fijando mi vista en la de Reese. Esta asiente con la cabeza, no muy convencida.

-No prometas cosas que no sabes si puedes cumplir. -murmura mirando a Simon. Este a cerrado los ojos.

-¡Simon! -exclamó sacudiéndolo.- Eh pequeño, vamos, mírame. -por suerte los abre justo antes de que Diego hable.

-Ya hemos llegado. -dice aparcando de mala manera en la puerta del hospital.

La policía también para los coches y salen de estos sujetando sus armas, pero nosotros vamos con ventaja y conseguimos entrar cargando a el pequeño niño en brazos, el cual creo que está inconsciente.

-¡Necesitamos ayuda!-grita Reese nada más entrar.

La gente que hay en la sala giran sus cabezas algo asustados para mirarnos. Diego me arrebata a Simon del brazo y se acerca hasta recepción.

-Escúcheme, este niño necesita ayuda urgente. Está muy grave. ¿Me oye? -la voz de Diego podría darme algo de miedo si no lo conociera, y justo parece que causa ese efecto en la señora de la recepción, porque esta asustada descuelga el teléfono blanco de su pequeña oficina y llama a todos los enfermeros, que entran a la sala con una camilla.

En eso la policía entra por las puertas automáticas y nos apuntan con las pistolas. Como acto reflejo coloco a Reese detrás de mi para protegerla en caso de que pudieran disparar.

-¡Suelten a ese niño! ¡Es de la propiedad federal de la policía! -gritan causando que todas las personas de la sala levanten las manos en el aire, algo preocupadas. Todos menos nosotros, evidentemente, y un médico bastante joven que detiene la camilla de Simon para hablar.

-No es un objeto, es una persona, y se está muriendo. Mi deber es salvarlo si queréis arrestarme después, eso ya lo discutiremos más tarde. -pronuncia antes de comenzar a arrastrarla junto a las enfermeras y los otros médicos.

-¡Detengan la camilla! -grita el policía. Pero ya es tarde, estos han desaparecido por el pasillo.

Diego aprovecha para correr hacia donde se han llevado a Simon y yo rodeo a Reese con un brazo antes de seguir su dirección. Esta está de brazos cruzados y mira hacia el suelo. Sé que va a tener muchas preguntas después de esto, pero creo que se merece que las conteste, así que cuando se haya calmado el asunto, lo haré.

Cuando llegamos a la sala de urgencias encontramos a Diego pegándole un puñetazo a la puerta de emergencias que lleva al quirófano, la cual está cerrada mediante un sistema en el que nadie puede entrar excepto los médicos.

-Eh hermano. -digo cogiendo su cara entre mis manos para intentar que se centre.- Simon es fuerte, seguro que se pone bien. -digo balbuceando un poco.

-Se está muriendo, Douglas. Y no puedo hacer nada... Tendría que haber hecho algo antes. Todo esto es culpa mía. -dice con los ojos llorosos.- Tendría que haberlo sacado de esa puta cárcel para niños en cuanto empezó a encontrarse mal.

-No, no es culpa tuya, joder. Es culpa de gente como esa a la que solo les importa el dinero.- digo haciendo un gesto con el dedo refiriéndome a la policía.- Pero ahora ellos ya no pueden hacer nada, así que lo mejor será que te sientes y te tranquilices. Si le das por culo a los médicos que intentan salvarle la vida a tu hermano solo empeorarás las cosas. -explico arrastrándolo hasta la silla. Este se sienta y hunde su rostro en las palmas de sus manos.

Reese observa la escena de pie, con una mueca entristecida. Me acerco hasta ella y escondo dos mechones de pelo detrás de sus orejas. Ella apoya el rostro en mi pecho, cerrando los ojos y rodeando mi espalda con sus brazos. Yo hago lo mismo, abrazándola.

-¿Estás bien? -le pregunto sin soltarla.

-Dios... Me siento tan mal... -dice separándose y pasando una mano por su pelo.- Eso debería de preguntártelo yo a ti. Y sin embargo tú estás ahí dirigiendo la situación como si estuvieras acostumbrado y yo no podía ni formular una palabra.

-Es que lo estoy. -pronuncio casi en un suspiro. Básicamente toda mi vida he tenido que escapar de situaciones similares a estas, en las que la poli nos seguía o amigos míos sufrían sobredosis. Por suerte yo siempre he sabido controlarme.

Sus ojos se clavan en los míos y juro que no me gusta nada lo que reflejan. Es otra vez esa mirada.

-No hagas eso. -digo separándome un poco.

-¿El qué?

-Mirarme con compasión. Lo odio. Es mi deber dirigir la situación en estos casos si nadie más puede. -intento explicarme.

-Lo sé. Se nota que quieres mucho a Simon. Lo tratas muy bien. -dice ladeando un poco los labios. Sus ojos me miran con brillo y hacen que sienta algo en el estomago. Observo su rostro teniéndola tan cerca, y hasta en estás situaciones sigue igual de atractiva. No sé cómo lo hace.

-Es mi familia. -contesto.

-Ojalá se ponga bien. -dice volviéndose a acercar. Su labio inferior sobresale un poco y sus ojos vuelven a clavarse en los míos.

Mis manos envuelven su cara sin darme tiempo a pensar en lo que estoy haciendo y la acerco hasta la mía lo suficiente como para notar su cálido aliento sobre mis labios, incitándome para que acorte la distancia. Sus ojos están cerrados y su boca entreabierta. Es como lo único que necesito en estos momentos para salir adelante, así que después de unos segundos que se me hacen casi eternos, presiono mis labios sobre los suyos y suspiro. Reese me envuelve en un beso cálido y cariñoso, muy diferente a la mayoría de los anteriores. Y debo admitir que se siente jodidamente bien.

Su teléfono comienza a sonar interrumpiéndonos. Así que esta lo saca de su bolsillo y mira la pantalla entes de enseñármela. Su expresión cambia radicalmente y abre los ojos con sorpresa mientras traga saliva.

"Papá".

Sin duda, hemos vuelto a liarla.

******

Muchísimas gracias a todxs por el apoyo que estoy recibiendo a pesar de no haber actualizado y la paciencia que estáis teniendo. Sois lxs mejores lectorxs del mundo, enserio❤️

No os voy a entretener ni a preocupar con mis problemas porque al fin y al cabo entráis aquí para leer, así que simplemente deciros que ya estoy mucho mejor y que voy a seguir actualizando todos los miércoles y voy a subir el capítulo de Tóxicos y la nueva novela de la que os hablé. Tal y como dije.

Una vez más, muchísimas gracias por leer, votar y comentar. No os puedo querer más ❤️💛💚💙💜💗

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