Mala influencia®

By teensspirit

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YA EN FÍSICO. La irresistible tentación está ahí: para los dos. En medio de todo el desastre, tuvimos que enc... More

Prólogo
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capitulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Epílogo
Fin
YA EN FÍSICO

Capítulo 21.

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By teensspirit


REESE.

Quiero morirme.

Bueno no, no quiero morirme. Quiero ir y besarlo hasta que me quede sin aire, y luego ya podré morir tranquila.

Es que... ¡Dios mío! ¿Como puede ser legal ser tan perfecto?

-¿Reese, cariño, te encuentras bien? -me pregunta Josephine desde su asiento. Su hermana le está retocando los últimos detalles del peinado y hay un montón de productos de belleza distribuidos por el tocador.

Desvío mi vista de la ventana de la habitación un momento para mirarla.

-Eehh...Sí, claro. -digo asintiendo con la cabeza.

-Te veo algo distraída.

-No es nada importante, enserio. -digo volviendo a girarme para buscar a Eros otra vez en el patio delantero. Hay personal colocando los preparativos y las últimas sillas que faltan por colocar. Los invitados ya deambulan por el jardín decorado con flores blancas y sencillas y comienzan a sentarse. Pero no lo veo por ninguna parte.

-Pues ya estoy lista. -dice con tono de alegría Josephine.- Tengo algo viejo y azul, el pelo hecho, un vestido bonito.... Espera. ¿Es bonito el vestido, verdad? ¡Mierda! Debería de haber comprado el que no tenía mangas, pero no tenían tallas para mí. ¡Ya claro! ¡Eso no se lo cree nadie! Siempre podían hacerle algunos arreglos y...

-Josephine. -la interrumpo.- Estás preciosa. Enserio. -le digo con una sonrisa.

Su hermana suelta una carcajada.

-Tu también. -me dice ella a mí.- La verdad es que elegimos bien ese vestido, te queda de infarto.

Le sonrío en señal de agradecimiento. En realidad el vestido no está nada mal. Al principio pensé que era demasiado llamativo, pero luego pensé que no habían muchas ocasiones para ponerte un vestido rojo de dos partes con el cual enseñabas parte de la barriga y también con escote. Y ahora se que he hecho bien en ponérmelo.

Vuelvo a mirar por la ventana, asomándome ligeramente mientras frunzo el ceño. ¿Donde narices se habrá metido?

-Tengo que irme, he dejado a Michael solo con los tres niños. -se disculpa su hermana limpiándose unas pequeñas lágrimas que le habían saltado.

-De acuerdo. -dice Josephine levantándose también.

Antes de que su hermana pueda abrir la puerta, tres golpecitos suenan detrás de esta. Al abrirla, aparece Eros con su perfecto smoking negro y su pajarita, y sinceramente, no me creo que hace tan solo unas cuantas horas yo estaba besando a este chico el cual parece que acabe de bajar del cielo. Y no, no estoy exagerando ni un poco.

-Tengo un mensaje para la novia. -dice con una sonrisa.

Josephine le sonríe antes de míralo de arriba abajo.

-Chico, espero que no vayas a decirme que deje plantado a Patrick en el altar y me fugue contigo, porque tendríamos un serio problema. -dice antes de soltar una carcajada. Yo me río antes de mirar pícaramente a Eros, que me devuelve la sonrisa.

-No. Vengo a decirte que ya está todo listo. Los invitados están esperando. Siento mucho rechazar la oferta. -ella ríe y luego cambia la expresión.

-¡Ay dios! ¡Voy a casarme! -dice cogiéndome de ambas manos.

-Seguro que todo sale perfecto. -la animo.

-Si, seguro que si. Claro. -dice dándose pequeños toques en el pelo.- Bueno, será mejor que me vaya yendo. -dice saliendo por la puerta y respirando hondo.- Deseadme suerte.

Cruzo un pie por delante de el otro, tambaleándome ligeramente mientras agarro el bolso de mano por delante de mí y veo cómo desaparece por el pasillo. Eros mira hacia atrás y cuando desaparece definitivamente, cierra la puerta poco a poco para no hacer ruido. Al girarse, camina hacia a mí despacio, lamiéndose el labio inferior. Como un depredador a punto de atacar a su presa.

-Pero que tenemos aquí... -pronuncia con la voz ronca mirándome de arriba a abajo. Cosa que hace que mis nervios aumenten y se me acelere el pulso.

Suelto una carcajada antes de tirar el pequeño bolso de mano al suelo y envolver mis manos alrededor de su cuello. Llevo tacones, por lo tanto soy casi igual de alta que él. Y digo casi porque Eros sigue siendo más alto.

Él baja las manos por mi cintura hasta dejarlas en una zona aún más baja y que está más hacia atrás y acercarme hacia a él.

Entreabro los labios y levanto la cabeza para intentar alcanzar los suyos pero él la inclina hacia detrás, haciendo que me desespere aún más.

-Tenía entendido que era un idiota y que me odiabas. -dice con una mueca. Deslizo los brazos por sus hombros y los cruzo por detrás, pegándome más.

-Y lo eres. Te odio. -pronuncio lentamente antes de volver a intentarlo. Esta vez, quedando tan solo a milímetros.

-En ese caso... -murmura con la respiración agitada. Siento su cálido aliento chocando contra mis labios y juro que nunca he tenido tantas ganas de besar a alguien.- Yo también te odio, Russell.

No me da tiempo a contestar porque estampa sus labios contra los míos y me impulsa hacia detrás, haciendo que pierda un poco el equilibrio por los tacones, cosa que hace que me ría a mitad del beso. Sigo su ritmo, frenético y ansioso, igual que esta madrugada, pero algo más dulce. Y joder, ya se porque tiene nombre de Dios. Y es que sus labios son el puto cielo.

Suenan unos golpes en la puerta y al ver que Eros no tiene intención de parar, soy yo la que rompe el beso.

-Reese, ¿estás ahí? -pregunta mi padre al otro lado de la puerta.

Me separo de Eros bruscamente, como si su contacto ardiera de repente.

Santísima mierda.

Eros levanta las cejas, pero no deja de sonreír, como si esta situación fuera graciosa. Y lo peor, lleva todos los labios manchados de labial rojo. Exactamente el mismo que llevo yo.

-¡Si! ¡Espera un momento! ¡Me estaba poniendo el vestido! -grito empujando su pecho hasta el armario. Al abrirlo, veo que no hay nada de espacio. Está lleno de bolsas y encima hay un cajón, por lo tanto no puede esconderse ahí.

Recojo el bolso del suelo y me miro al espejo para retocarme rápidamente el maquillaje y que no se note. Eros se aguanta la risa.

Vuelvo a empujarlo hasta el hueco que queda cuando abres la puerta e intento limpiar su labio con mi pulgar, sin éxito.

-Arregla eso. -susurro severamente. Él levanta las manos en señal de paz.

Estoy apunto de abrir la puerta cuando me coge de la mano y me vuelve a arrastrar hacia él.

-¡Estate quieto! -digo intentando no gritar.

-Es que estás muy guapa. -murmura apoyado contra la pared.

Ay dios. ¿Como se respiraba?

El manillar de la puerta se abre y me doy prisa en cogerlo y hacer como que yo también estaba abriendo la puerta.

-Hola papá. -digo con una sonrisa inocente.

-Hola. -dice no muy convencido. Levanta un poco la cabeza y mira por detrás de mi. - ¿Sabes donde está Eros? -pregunta sin ni si quiera mirarme.

Miro hacia mi derecha. Lo veo observándome mientras se muerde el labio.

-Ehmm... No. ¿Por qué? -cuando veo que tiene la intención de entrar a la habitación doy un paso hacia detrás y doy una vuelta sobre mi misma.- ¡Mírame! -exclamo más alto de lo que pensaba.- ¿Me queda bien el vestido?

Parece que mi padre se distrae un poco de su búsqueda al mirarme y me sonríe cariñosamente.

-Estás muy guapa. Aunque creo que has esperado mucho para ponértelo.

-No quería que se estropeara. -contesto caminando hacia la puerta rápidamente y enganchando mi brazo con el suyo, casi arrastrándolo hacia el pasillo.- ¿Has visto cuantos hijos tiene la hermana de Josephine? -le pregunto para intentar distraerle. Él vuelve a mirar hacia detrás, pero al no ver nada, parece que se convence.

-Pues Michael me ha contado que Fiona esta embarazada otra vez. -hago un falso sonido de exclamación y cuando estamos a punto de bajar las escaleras, soy yo la que mira hacia detrás. La verdad es que no me importa demasiado lo que me está contando, así que no puedo evitar sonreír al mirar hacia el pasillo y recordar lo que acaba de pasar, aún con el pulso acelerado y las piernas temblando por la adrenalina.

(...)

Normalmente, suelen decir que las bodas son algo mágico y especial. Se supone que cuando te casas tiene que ser el día más feliz de tu vida. Tú eres la protagonista o el protagonista y todo gira entorno a ti. Pues dejarme deciros, que eso visto desde fuera, es un rollo. Enserio. Se me han ido las ganas de casarme después de haber asistido a esta ceremonia. Ha sido más aburrida que una clase del Mr. Turner, y eso ya es decir.

-Va genial, los ingresos han subido un treinta por ciento y el consejo de estudiantes ya está preparando la fiesta de primavera. -explica mi padre a sus amigos los ricachones mientras disfrutan de los aperitivos del banquete.

Por desgracia para mí, estoy obligada a permanecer aquí ya que si me piro en medio de la conversación estaría siendo maleducada. Y mi padre no quiere que sea descortés cuando tiene que causar buena impresión.

Hecho una mirada a la sala repleta de mesas. Llevo sin hablar con Eros desde nuestro encuentro en la habitación de la novia y parece que el universo quiere que siga siendo así, porque no nos ha tocado juntos ni en los coches que venían de camino aquí ni en las mesas para comer, ni si quiera en la misa. He estado pegadita a mi padre todo lo que llevamos de boda, y sinceramente, ya estoy un poco cansada. Bueno, un poco bastante.

-Reese cielo, ¿te importaría traerme más Champagne? -me pregunta mi padre con una sonrisa tendiéndome la copa.

Le sonrío y la cojo.

-Claro papá.

-Es una joven encantadora. -oigo que le dice una señora a mi padre en cuanto me doy la vuelta. Seguro que lo dice por puro compromiso, porque he estado hablando con ella durante todo el banquete, o mejor dicho, ella ha estado hablando conmigo, y podría jurar por sus preguntas incómodas que no le caigo nada bien. Ha habido una ocasión en la que ha dicho que iba demasiado "provocadora" para asistir a una boda. Me han dado ganas de tirarle el caviar por encima, pero me he contenido.

Ruedo los ojos y sigo caminando hasta la mesa del bufete.

Estoy a punto de coger la botella cuando unos chistidos llaman mi atención. Giro la cabeza pero no me parece ver a nadie.

-Reese. -susurra alguien. Me vuelvo a girar hacia el otro lado y veo a Eros llamándome desde el pasillo.

No puedo evitar sonreír al mirarlo. Este mueve el dedo índice haciéndome una señal para que vaya con él. Niego con la cabeza y levanto la copa, indicándole que estoy ocupada. Se encoge de hombros y se sube a una silla que hay en medio del pasillo para después levantar los brazos y quitar uno de los cuadrados que forman el techo.

-Oh dios. -susurro sin dejar de mirarlo. Cuando me doy cuenta, noto que el champán se está saliendo de la copa y dejo corriendo la botella en la mesa. - Eros. -susurro intentando llamar su atención.- ¡Eros! -digo un poco más alto. Este se gira y me guiña un ojo.

Maldito idiota.

Miro a mi alrededor asegurándome de que nadie lo está viendo.

-¿Que narices haces? -le susurro. Este no me contesta.- Espérame. -le digo haciendo gestos antes de beber un sorbo de champán para que no se desborde y llevárselo a mi padre.

-Aquí tienes. -le digo con una sonrisa nerviosa.

-Gracias pequeña.

Me doy media vuelta antes de que la señora comience a interrogarme sobre mi vida de estudiante o sobre si ya tengo novio. Pero la voz de mi padre me detiene.

-¿A donde vas?

-Al baño. -digo sin ni si quiera pensar.

-Pero el baño está hacia el otro lado. -dice algo confuso.

-Es que... yo no voy a ese baño. Voy al otro baño. -murmuro con una risa nerviosa. Mi padre asiente con la cabeza algo extrañado y yo me apresuro en volver corriendo hasta dónde está Eros.

Cuando llego el techo está bien puesto y este está fumando un cigarrillo sentado en la silla.

Mi primer instinto es darle un manotazo al cigarrillo y tirarlo al suelo.

-No puedes fumar aquí.

Eros levanta las manos en el aire mientras expulsa el humo.

-Relájate. Tampoco podemos besarnos y lo hacemos.

Abro la boca y luego vuelvo a cerrarla, ya que no tengo nada que decir sobre eso. La verdad es que tiene razón.

-¿Que demonios estabas haciendo? ¿Es que acaso has perdido la cabeza?

-Estaba saliendo de este sitio sin que tu padre me obligue a permanecer con esa panda de viejos ni quedarme más rato viendo como los novios van a cortar la tarta. Estoy hasta los huevos de esta boda. -dice antes de levantarse.

-¿Y pensabas salir por ahí? -pregunto con el ceño fruncido cruzándome de brazos.

-¿Por donde sino?

-¿Por las puertas traseras quizás? -le respondo en el mismo tono.

-Están cerradas, doña "soy la más lista". -dice haciendo comillas en el aire e imitando mi voz.

-¿Y por eso tenemos que salir por el conducto de ventilación, señor "me creo espía"?

Eros da un paso más hacia a mí, mirándome desde arriba y cruzándose de brazos. Me está desafiando, cosa que odio.

-¿Acaso se te ocurre una idea mejor?

Entorno los ojos hacia él y luego miro hacia otro lado.

-No. -murmuro cabreada.

-¿Como dices? -vuelve a preguntar poniendo una mano en su oreja.- Creo que no te oigo.

-He dicho que no, estúpido sordo.

-Vale, ahora dame un beso. -dice rodeando mi cuerpo y colocando sus manos en mi espalda baja.

-No quiero. -me niego apartando la cabeza. Aunque en realidad sí que quiero, joder, me muero de ganas. Pero mi orgullo siempre va por delante de mí.

-Claro que quieres. Además, he ganado yo, es mi premio.

Miro sus labios y sin pensármelo dos veces estampo los míos creando un beso corto pero bastante intenso, el cual hace que se me inunde el estómago de una sensación extraña que me hace cosquillas. La verdad es que se me hace raro besar al mismo Eros Douglas, mi estúpido guardaespaldas, pero sinceramente podría acostumbrarme.

-Venga, vámonos.

Primero subo yo a la silla y Eros me ayuda a impulsarme para subir al conducto, después el se sube y vuelve a colocar el cuadrado. El conducto es bastante ancho, pero hay que caminar a cuatro patas para poder desplazarte. Por suerte está bastante limpio y no ensuciaré mi vestido. Sé que hay que ir hacia la derecha para poder salir ya que por ahí están las puertas así que comienzo a desplazarme, con Eros siguiéndome desde detrás.

-¿Cómo lo llevas? -me pregunta.

Fuera, o mejor dicho abajo, se escuchan las voces de los invitados y los novios vitoreando algo.

Estoy a punto de contestar cuando apoyo otra vez la mano por delante de mi y uno de los cuadrados cae hacia abajo.

Ahogo un grito y me tapo la boca con la mano cuando veo a donde va a caer.

Nada más y nada menos que encima de la tarta.

Todo el mundo comienza a exclamar cosas y Josephine chilla cuando toda la tarta salpica su vestido, justo al mismo tiempo que el fotógrafo toma la foto, ya que los novios estaban cortándola. Una vela sale disparada y cae en la cabeza de una señora, justo la misma que estaba hablando con mi padre, la del banquete. Lo más sorprendente es que su pelo se prende fuego y comienza a chillar como una loca antes de quitárselo y lanzarlo por los aires. Lo cual me da a deducir que es una peluca.

-¿Que coño ha pasado? -pregunta Eros.

El hombre de al lado, pensando que aún la lleva puesta derrama su copa de champán en su cabeza, empapándola, y está le pega con su bolso. Y lo mejor es que la peluca ardiendo cae encima de los regalos, los cuales también comienzan a prenderse.

-¡Los regalos! ¡Apagar los regalos! -grita Patrick cogiendo el bol de ponche el cual supongo que quiere utilizar para apagarlos.

Josephine comienza a llorar y el fotógrafo no deja de tomar fotos. Seguro que les saldrá un álbum precioso.

Juro que me reiría. Pero al bajar la vista y ver la mirada de furia de mi padre cuando dirige su cabeza hacia arriba y se encuentra con la mía metida dentro del conducto de ventilación se me van todas las ganas que tenía. Es aterradora. No puedo describir mi cara en ese instante, pero hago lo posible por forzar una sonrisa y le saludo como una idiota.

-¿Russell? -vuelve a preguntar Eros.

-Douglas, creo que nos hemos metido en un buen lío.

*****

¡¡Buenaaas a todxxxxxs!! ¡Ya somos 300k! ¡Muchísimas gracias! ¡Os quiero! ❤️

La novela ya ha subido puestos en su categoría y los votos han mejorado, así que enserio os lo agradezco muchísimo, ¡estoy súper contenta!

Ya sé que la mayoría pensabais que era por el tiempo de actualización o seguís pensando que tardo demasiado. Pero vuelvo a decir lo que digo siempre, si de verdad pudiera actualizar más seguido, lo haría. Además tendría más votos o más visitas así que si no actualizo es por qué d verdad no puedo. Lo siento❤️

¡Y esto es todo! ¡Muchas gracias por leer, votar y comentar! ¡No olvidéis seguirme! Hasta el próximo miércoles bebes ❤️💛💚💙💜💗

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