Millionaire ©®

By vcarlabianca

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| C O M P L E T A | ✔️ [+18] Después de renunciar a todo, Rose Paige decidió vender lo único que le quedaba:... More

Sinopsis
Prólogo
CAP (1) Envuélveme en la oscuridad
CAP (2)Amanecer entre sus sábanas
CAP (3) Dificultades
CAP (4). Un café
CAP (5) . Solo una llamada
CAP (6). Solo una puta
CAP (7). Atrévete
CAP (8). En tí
CAP (9). Despacio
CAP (10). Un millón de plumas
CAP (11). ¿Aceptas?
CAP (12). Detrás de tus ojos
CAP (13). Dame una razón
CAP (14). Una tras otra
CAP (15). Solo trabajo
CAP (16) ¿Puedes ayudarme?
CAP (17) . Vuelo nocturno 🔞
CAP (18). ¿Quién es ella?
CAP (19). Tensión 🔞
CAP (20). Miradas
CAP (21). Reconciliación
CAP (22). Mariposas
CAP (24). Borron y cuenta nueva
CAP (25). Otra
CAP (26). A tu lado
CAP (27). Dando vueltas
CAP (28). Buscando una solución
CAP (29). Secretos a la luz
CAP (30). Mentiras
CAP (31). Descubierta
CAP (32). Tu...
CAP (33). Propuesta
CAP (34). Nueva casa
Cap (35). Mala publicidad
CAP (36). Tomar actitud
CAP (37). Sin más secretos
CAP (38). Siempre a tu lado
CAP (39). Ultima noche
CAP (40). Despedida
CAP (41). A través de una llamada
CAP (42). Angustia
CAP (43) ¿Y ahora qué?
CAP (44). Familia
CAP (45). Circunstancias
CAP (46). ¿Será?
CAP (47). Era hora
CAP (48). Una rosa fuerte
CAP (49). Reencuentro
CAP (50). Tu y yo
CAP (51). Mi lugar
CAP (52). Final
Epilogo
G R A C I A S

CAP (23). Consejos

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By vcarlabianca






Narrativa : Colin Russell

Los caminos de la vida no son tan misteriosos si decides ser valiente y abrir bien los ojos, pero no me malinterpreten, abrirlos, a veces no significa solamente tener la habilidad de mirar. A lo que yo me refiero es a ver cada detalle, como el lunar que ella llevaba en su hombro o como ese mechón de cabello rebelde que toca sus pestañas largas...

Anoche me había quedado despierto un buen rato mirándola y preguntándome cómo podría avanzar con mi investigación más rápido. Ella no se merecía permanecer más en ese mundo y mucho menos sufrir por un pasado o por malos recuerdos que ocurrirán y atravesaban su cabeza a cada instante.

Pero el día siguiente había llegado demasiado rápido y, por más que quise presionar a mi amigo, estaba consciente de que las cosas no salen tras la noche. Me levanté de la cama sin poder deslizar la mirada de ella, sintiéndome totalmente cautivado y embrujado.

Nunca pensé que una noche pagada o esa precisa noche iba a darme más de lo que una vez pedí. Nunca la juzgué, pero tampoco vi lo que era, y estaba completamente seguro del hecho de que tampoco lo había visto todo aún. Sabía que tenía sus secretos pero estaba dispuesto a esperar y buscar las respuestas que tarde o temprano iban a llegar.

Tenía que llegar a una junta y ella debía acompañarme pero preferí dejarla dormir. Muy pronto me decidí a dejarla de sacar y, más teniendo en cuenta las últimas juntas y los últimos incidentes, entendí que me volvía loco con solo ver que la miran de la misma manera que yo la miré en el pasado.

Me acerqué hacia ella y alejé el mechón de cabello que cubría su rostro, besándole la mejilla y viéndola cómo movió lentamente su nariz. Un gesto tan inocente logró hacerme sonreír.

Dos horas más tarde estaba saliendo de la junta. La primera parte había acabado y ahora solo me tocaba entrar en la segunda, la cual era y la última. ¡Por fin! Mis ganas estaban totalmente dirigidas a regresar a ella.

—¡Qué aburrimiento!—exclamó Patricia levantándose de la silla.

—Veo que te encanta estar aquí—me burlé y ella caminó hacia mí subiéndose sobre el escritorio.

—Igual a ti—sonrió irónica. —Toda la junta te la pasaste con la mente en otra parte. Colin Russell, estabas ausente a lo grande.— continuó en tono divertido—No me mires así porque a mí no me puedes engañar.

—No pensaba hacerlo—admití levantándome. — Pensé que nunca íbamos a acabar con esta parte de la junta.

—Sabes que la junta puede seguir sin ti. Estás en Roma. Ve y disfrútala—sonrió levantando las cejas. —Y no, me estoy refiriendo a la ciudad.

—Ni quién te aguante— sonreí negando con la cabeza.

—Quiero conocerla mejor— espetó Patricia. —No parece una interesada pero como tú eres uno de los millonarios más sexy debo ver si no está interesada solamente en tu posición económica.

—Te aseguro que no lo está—dije serio. — Honestamente, tampoco sé si está interesada en mí, por lo menos.

—Entonces...¿Por qué te acompaño?—preguntó y después quedó en silencio pensativa.

—La pagué — repliqué en voz baja y ella me miró totalmente desconcentrada.

—¿Qué dices?—Patricia quedó estupefacta. —¿Es una dama de compañía?

—Sí.

—¿Pero cómo te atreves?—me gritó y empezó a caminar hacia mí nerviosa—¡Te voy a pegar! ¿Cómo pudiste hacer eso?

—¡Ay!, no exageres, ella no tiene nada que ver con ese mundo.

—No me importa si ella es abogada, modelo o prostituta. Eso no dice nada de ella, en cambio, de ti sí, y perdóname, pero dice mucho. ¿Sabes cuántas mujeres como ella son obligadas a mantener relaciones con hombres que no quieren?

—No la obligue—, levanté la voz recordándome una parte de lo que Rose me había contado ayer.

—Tampoco le diste la chance de escoger —replicó negando con la cabeza.

—No siempre la pagué —recordé la noche en la que se quedó en mi casa.

—Colin, eres mi amigo pero en este punto eres un idiota. Se nota que te gusta, solo espero que entiendas que para ella tú tal vez eres y quedará siendo solamente un cliente.

—No lo creo.

—Créetelo, ella puede interpretar todo así, esto cambia si tú le explicaste que te enamoraste de ella, algo que dudo de que lo hayas hecho —dijo eso y empezó a reír. —Estás enamorado.

—Tampoco exageres—me crucé los brazos.

—¿Y ahora qué va a pasar después del viaje? El viaje acabará en una semana, ¿qué harás después?—preguntó Patricia.

¡Demonios! Tenía razón, me olvidé por completo.

—Las cosas seguirán su curso normal—hablé tranquilo—. Ahora que estamos hablando de esto, ¿tú sabes algo de un tal Alberto Ferrera?

—¿Qué mierda quieres tú de ese hombre?—preguntó con el ceño fruncido. — Si estás buscando problemas, pues estás a punto de conseguirlas— me avisó.

—Habla.

—Hay unos rumores que dicen que sus negocios no son precisamente limpios—dijo en voz baja. —También dicen que está metido en cosas muy peligrosas, no sé mucho, mi padre lo mantiene a distancia, así que supongo que algo debe ser verdad en esos chismes.—hizo una pausa. —Hablan que...—se detuvo y me miró seria sin saber si debía contarme o no pero al final dio un largo suspiro y prosiguió:— Hace dos años desaparecieron unos niños y muchos dijeron que él estaba involucrado. Nunca aparecieron esos niños y, pues, las pruebas simplemente se esfumaron.

—Es absurdo—apreté el puño molesto. — Siempre hay pruebas porque todos cometemos errores, aunque sean chiquitos.

—Bájale el volumen—me advirtió Patricia. — El punto es que no te conviene ser amigo de ese hombre, o peor, ser su enemigo.

—Ya lo veremos— miré el reloj.

—En serio, Colin, no busques problemas si no las tiene. Recuerda que tienes una hija que crecer.

La miré pensativo, ¿qué tantas relaciones podría tener ese hombre en salir limpio de un escándalo tan grande?

—Yo me voy, ¿Quieres salir con nosotros más tarde?—pregunté y ella sonrió.

—Con nosotros.—repitió picara—Bueno, si, pero llevaré a un amigo, no quiero estar sola en medio de tanta pasión y testosterone.

—Te llamaré—me acerqué a ella para darle un corto abrazo. —Y gracias.

—Colin, mantente alejado por más que puedas de ese hombre o ...por lo menos escondido.

Después de hablar con Patricia entendí dos cosas, primero, Rose sabía algo de Alberto y no era nada sin importancia. Dos, me esperaba una muy larga plática con ella, realmente no entendía qué tenía en la cabeza acerca de nosotros dos.

Abrí la puerta de la habitación lentamente, quería verla sin saber que estoy allá, quise estudiarla, tal vez contemplarla. Y la encontré acostada en la cama, leyendo un libro, el que más odié en mi juventud. Siempre envidié ese libro por ocupar un lugar tan especial en las manos de mi madre pero hoy estaba celoso, porque estaba en las manos de la mujer más hermosa que vi en mi vida.

Un par de minutos después, ella dejó el libro en la cama y notó mi presencia. Sonrió tímida y después borró su sonrisa.

Maldita bruja Patricia, tuvo razón.

—¡Buenos días!—le sonreí aun mirándola y viéndola tan extraña ante esa situación.

—¡Buenos días!—me devolvió la mirada y luego miró a su alrededor recuperándose el valor—¿Cuándo llegaste?—preguntó mientras empecé a caminar hacia ella.

—Hace unos minutos—contesté, y de cuando me senté a su lado.

—¡Ah!—sacó un gemido sorprendido. —¿ Y qué hacía allá?—señaló el rincón donde me había observado hace rato.

—Mirándote—me incliné hacia ella lentamente, disfrutando de su tensión que crecía con cada segundo. —Extrañé esto—moví mi nariz sobre sus labios inferiores , hacia arriba, hasta que mis labios quedaron a unos centímetros de los de ella.

Deposité mis manos en su cintura y las subí lentamente, acariciándole la parte externa de sus senos en el camino. No me detuve mucho y subí a su cuello, sintiendo cómo su cuerpo se tensó.

—Mucho—añadí y puse fin a mi tormenta, acercando mis labios a los de ella.

En cuanto mis labios la tocaron, sentí una descarga y mis deseos insaciables aumentaron. La pasión se desataba entre nosotros dos y el beso se tornó más intenso. Tomé sus manos con ternura, pero al mismo tiempo con una decisión difícil de controlar, y las coloqué alrededor de mi cuello. Regresé a su cuerpo, enredé mis dedos en su cabello y tiré de él hacia mí. Cuando por fin la sentí cien por cien conectada, empecé a perderme en ella, en su boca y en su olor.

La acosté con cuidado, intentando no fijarme en sus manos que temblaban en mi cuello por lo que iba a ocurrir en ese momento.
Corté el beso y la miré mientras me acomodé sobre su cuerpo, controlando el lenguaje corporal. Lo que menos quería era darle otra impresión equivocada. Sus ojos miraban a todos lados y de vez en cuando sus ojos me buscaban, tímidos para que después los girara hacia otra dirección.

Alcé la mano para acariciarle la mejilla y noté la calidez de su agitación. Me deleité con la forma en la que ella inclinó la cabeza hacia mi mano, cerrando los ojos. Me enternecí ante su gesto, por sus manos sabía que temblaba como una hoja. Por eso me incliné y rocé mis labios con los de ella en una suave caricia. Y el siguiente. Y... Besos furtivos y rápidos mientras nuestros corazones latían al unísono y los nervios daban paso a la pasión de nuestros cuerpos y sentimientos.

Empecé a desabrocharle el vestido y a descorrer la cremallera, dejando cada vez un poco más de su piel al descubierto y sentí ganas de darle la vuelta y besarla en todos esos puntos. A cambio, deslicé el vestido por los hombros y brazos, lentamente. Disfruté de cada pedazo de su cuerpo.

No quería desvestirla de la ropa, sino desvestirla con besos.

Hasta que por fin la tuve desnuda a mi lado.

Noté sus intentos de soltarme los botones de los ojales de la camisa, cómo las temblorosas manos lidiaban con ello.

Con las dos manos agarré su rostro y la cubrí de una nueva hornada de besos que se morían por probar de nuevo esos labios y piel delicada . Seguí regalándole besos por todo el cuerpo, bajando por el cuello, dejándolos en los hombros para volver al centro y seguir descendiendo al corazón de sus pechos, tomándolos entre mis manos, encajaban perfectamente y recorriéndolos con los labios hasta que arqueó su espalda y seguí hasta que llegaron duros e inflamados.

Percibí los intentos de ella por quedarse quieta, pero supe que su cuerpo reaccionaba y, una parte, buscaba el alivio para esa necesidad que la embargaba, para esa humedad que estaría filtrándose a través de ella.

Continúe mi camino entrelazando nuestras manos para llegar a una zona. La besé sin exigirle y volví arriba, colocando mi cuerpo sobre el suyo sin que tuviera todo el peso pero sí para notar cómo la acaricié con él.

Nuestros cuerpos estaban incendiándose juntos, volcando la pasión en los besos, caricias y demostraciones de afecto que nos llevaban a querer más.

Me aparté por un momento, deshaciéndome del pantalón y de la ropa interior mientras la contemplaba.

Llegué hasta la cinturilla de sus braguitas y la besé de nuevo antes de hacerme cargo de que desaparecieran, despojándola de la última pieza que nos separaba.

Busqué sus labios temblorosos y la metí en la espiral de placer que podría ofrecerle mientras, mis manos, la recorrían cada vez más cerca de su centro de feminidad. En el momento en que uno de mis dedos ahondó en ella buscando un punto que estaría inflamado ya, la cabeza de ella se echó hacia atrás, dejándose llevar a otro lugar, uno donde los colores brillaban.

—¿Qué me estás haciendo? —preguntó confundida en tono bajito.

Me incliné hacia su oreja y le dije:

—Quererte...

Le abrí las piernas y me situé entre ellas, mis manos buscando las de ella para notar una parte ya preparada para el momento culminante. Las retiró con premura en el momento en el cual lo notó y me reí ante la confusión de ella.

Cuando no pude más, la tumbé sobre la cama, flexionando sus piernas y situando mi centro en el de ella, ambos juntos y predispuestos, mis ojos sin ser abandonados por ella, empujando tan lentamente que parecía una caricia tan suave y gozosa que sacó de sus labios unos gemidos y una sonrisa de complacencia.

Seguí avanzando lentamente, viendo cómo su rostro empezaba a brillar, mirando cómo su cuerpo envolvía el mío.

Un ligero movimiento, impulsos suaves y pausados, esperando que se habituara a su intrusión, a su avance y retroceso. Una vez. Dos. Tres... La unión entre ambos, física y mental, su gozo en ese momento, llegando a un paraíso.

Satisfecho, me tumbé a su lado en la cama, atrayéndola hacia mí y abrazándola.

—Creo que debo aclararte algunas cosas—hablé y me giré con la cabeza hacia ella.

Sus ojos verdes me miran cansados pero aun así asintió con la cabeza mientras que sus pestañas largas forman una sombra en cada una de sus mejillas, preparando para escucharme.

—Lo de ayer...—empecé a hablar lentamente pero con su rapidez en intuir cosas malas me cortó la frase.

— Queda olvidado—sonríe falsamente, diciéndolo como algo casual.

—¿Olvidado?—pregunté y ella no reaccionó en ninguna manera, quedando totalmente inquieta. —¿Eso es lo que quieres?— y su mirada cambió, poniéndose interesada pero aun intentando mantener un rostro frío e inexpresivo.

—Es eso lo que es—contestó a mi pregunta.

—Mi pregunta fue otra—repliqué y ella se negó a mirarme. Bueno, vamos bien. — No actúes así, estamos desnudos de ropa, pero ¿qué tal si nos desnudamos por completo? Abre tu mente y tu corazón. Déjese conocer tu delgadez.

—¿Qué quieres?—preguntó.

—Hablar contigo, intentar llevar una discusión con la mujer que aún no descubrí por completo y a la cual quiero conocer más profundo.—le aclaré y al instante sentí su miedo.

Noté su rostro y entendí que no iba a obtener ninguna respuesta de ella .

—Me gustas—confesé y sus labios se abrieron ligeramente—No te sorprendes, eres una mujer hermosa, inteligente y atractiva.

—Eso es imposible—tartamudeó sin dar créditos a los que había escuchado. —Tú...—dejó la frase cortada sin decir nada.

—Yo...¿te gusto a tu? — sonreí mirando sus ojos que buscaban con desesperados una posible salida —Si te gustó— me giré más y me deposité sobre su cuerpo desnudo, sosteniéndome en los brazos.

—Pero tú no me conoces.—replicó de repente.

—Tú tampoco me conoces.— le dije —Créeme, es algo casual que les pasa a todos antes de empezar a tener algo.

—¿Algo?—preguntó aún más sorprendida y empecé a reír.

—Que todo fluya.



Narrativa : Rose Paige



Si es un sueño, no me despierte para nada en el mundo, déjenme soñar un ratito más.

Estaba que gritaba por la emoción en una confusión eufórica, no sabía si reírme y abrazarlo o llorar y besarlo, porque cuando un sentimiento supera el nivel de felicidad conocido, se vuelve loco y no sabe cómo exteriorizarlo todo.

Mi corazón latía con tantas fuerzas que en unos momentos pensé que iba a salirme del pecho, e igualmente él me decía: "Sí, inténtalo, sé feliz" mientras mi cerebro insistía en : " Escondes más secretos que el mar y así uno no puede ser feliz. Lo dañarás tarde o temprano. Aléjate."

—Rose.—escuché mi nombre salir de sus labios.

—Mi vida es...— intenté hablar pero fue él quien me prohibió hablar.

—En este momento me importa más "nuestra vida", tu pasado lo vamos arreglar de poquito a poquito, con calma, despacio y perseverancia.

Sus palabras eran como el sonido del piano y su inteligencia las notas que hizo la música.

Colin Russell era perfecto en su imperfección.
¿Qué es más perfecto que un hombre perfecto en un amor perfecto?

—¿Y si cambias de opinión en el momento en el cual descubres todo de mí?—pregunté con miedo.

—Sería un perfecto imbécil dejarte a ti por culpa de algo que una vez pasó en tu pasado
. Me aclaró mientras rozó su nariz con la mía.

Temblaba por emoción, por sentimientos, por miedo y confusión, pero a pesar de esto me sentí protegida por primera vez.

Sin nada más que hacer, rodé mis brazos alrededor de su cuello, atrayéndolo y abrazándolo. Todo parecía un cuento, todo era tan normal, sin drama.

—¿Mía?—me susurró al oído.

—Tuya.—hice lo mismo sonriente y contenta de las mariposas que se formaron en mi estómago.

Hemos quedado dormidos, de modo abrazados, o por lo menos eso recordé en cuanto abrí los ojos.

Y ahí fue cuando la realidad me pegó, él no estaba allá, no estaba. Lo que yo más temía era real, todo había sido un sueño.

Me aguanté las ganas de llorar y me giré hacia la otra parte de la cama donde pude ver las estrellas. Fueron las estrellas más hermosas, o bueno, las flores más hermosas y la realidad más alegre.
Sentí cómo mis ojos se humedecieron mientras miré con insistencia el ramo de flores rojas que hacía sobre su almohada.

Extendí mi mano hacia ellas, acariciando sus pétalos y agarrando la nota que había entre ellas.

La miré con ojos soñolientos y leí :" Día 1 de todas las que seguirán."

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