Millionaire ©®

By vcarlabianca

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| C O M P L E T A | ✔️ [+18] Después de renunciar a todo, Rose Paige decidió vender lo único que le quedaba:... More

Sinopsis
Prólogo
CAP (1) Envuélveme en la oscuridad
CAP (2)Amanecer entre sus sábanas
CAP (3) Dificultades
CAP (4). Un café
CAP (5) . Solo una llamada
CAP (6). Solo una puta
CAP (7). Atrévete
CAP (8). En tí
CAP (9). Despacio
CAP (10). Un millón de plumas
CAP (11). ¿Aceptas?
CAP (12). Detrás de tus ojos
CAP (13). Dame una razón
CAP (15). Solo trabajo
CAP (16) ¿Puedes ayudarme?
CAP (17) . Vuelo nocturno 🔞
CAP (18). ¿Quién es ella?
CAP (19). Tensión 🔞
CAP (20). Miradas
CAP (21). Reconciliación
CAP (22). Mariposas
CAP (23). Consejos
CAP (24). Borron y cuenta nueva
CAP (25). Otra
CAP (26). A tu lado
CAP (27). Dando vueltas
CAP (28). Buscando una solución
CAP (29). Secretos a la luz
CAP (30). Mentiras
CAP (31). Descubierta
CAP (32). Tu...
CAP (33). Propuesta
CAP (34). Nueva casa
Cap (35). Mala publicidad
CAP (36). Tomar actitud
CAP (37). Sin más secretos
CAP (38). Siempre a tu lado
CAP (39). Ultima noche
CAP (40). Despedida
CAP (41). A través de una llamada
CAP (42). Angustia
CAP (43) ¿Y ahora qué?
CAP (44). Familia
CAP (45). Circunstancias
CAP (46). ¿Será?
CAP (47). Era hora
CAP (48). Una rosa fuerte
CAP (49). Reencuentro
CAP (50). Tu y yo
CAP (51). Mi lugar
CAP (52). Final
Epilogo
G R A C I A S

CAP (14). Una tras otra

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By vcarlabianca




Narrativa: Rose Paige

Mientras tiraba con frustración la mitad de la ropa que tenía en el armario en busca de algo que ponerme, algo que no sea vulgar pero tampoco muy serio, escuché el timbre de la puerta. Un sonido tras otro a paso acelerado, mostrando la falta de paciencia que mi inesperada visita tenía. A paso apresurado me puse un pantalón blanco y una camisa azul que hace poco tiré en el suelo, dándome cuenta de que dentro de situaciones como esas era verdaderamente multifuncional.

Corrí hacia la puerta mientras cerraba los botones de mi camisa y al parecer mis dedos se pasan de torpes en ese día. Una vez que abrí la puerta, sentí cómo mi cabeza daba severos giros y un fuerte dolor en el hombro...otra vez había chocado con esa pared que tenía en el pasillo. Un verdadero obstáculo.

—Hola, Rosita— el semblante risueño de Natalia apareció— ¿Dónde está mi pequeño travieso?— buscó con la mirada a mi hijo. El cariño que Natalia sentía por Diego era evidente y así lo había sido desde el primer momento en el cual habían chocado sus miradas por primera vez. En realidad, sin su presencia no sé cómo hubiera manejado mi vida...

—Pasa, por favor—la invité mientras retrocedí unos pasos para hacerle camino dentro de la casa.

—¡Naty!— el grito feliz de mi hijo se escuchó en toda la casa mientras corrió hacia ella, llegando y abrazándole la pierna con sus brazos chiquitos.

—¡Ay, pequeño tormento!—comenzó a reír mientras cargó a Diego entre sus brazos—, mira lo que te traigo—señala una bolsa llena y por fin entendí de dónde provenía el olor de croissant caliente.

—¡Si, sí, sí!— la voz eufórica de Diego, emocionado y apresurado a disfrutar del hermoso paraíso de dulces resonó en toda la casa mientras agarró una corneta con chocolate—esta muy caliente—se quejó devolviéndolo a Natalia.

—Apenas los saqué del horno, mi niño, no hagas berrinches y cómetelo—lo regañó divertida mientras lo sentaba en una silla que había al lado de la mesa—Tú también—me señaló con el dedo— A comer.

—Me encantaría pero estoy medio apresurada. Tengo una entrevista para trabajo.—le dije con orgullo mientras me miré al espejo pensando al final de todo, la camisa no era tan mala. —Si consigo este puesto, puedo decir que por fin la vida me está sonriendo— proseguí.

—Me vale un pepino, lo primero es lo primero, ven a comer—la escuché alzando la voz y me giré hacia ella—. Si no comes no tendrás fuerzas y tienes que dar lo mejor de ti hoy—me sonrío—. Aparte el chocolate es buen estímulo.

—Espero que todo salga bien—murmuré antes de sentarme y agarrar una corneta.

Me parecía de lo más extraño encontrarme en una situación como la que estaba viviendo. Toda mi vida había soñado con obtener un trabajo así, pero no podía no cuestionarme, ¿era hora de recibir algo lindo por fin o una vez más la vida iba a jugarme una mala jugada?

—Todo va a salir muy bien, querida—afirmó Natalia mientras limpió la cara de Diego, lo miró y se rió sutilmente, ya que su rostro estaba lleno de chocolate—Niño, come más despacio, nadie te los va a quitar, ¿dónde encontraste este trabajo?

—Pues no lo encontré, él me encontró a mí—confesé antes de morder nuevamente la corneta—Ayer, cuando fui a recoger a Diego del jardín, me tropecé con una señora. Al fin miró mis diseños y me extendió su tarjeta.

—Tu vida da giros inesperados—comentó mirándome con una ceja levantada—. Hablando de giros, ¿qué sucede con el viaje del que contaste?

—¡Ah, sí!—exclamé haciendo una pausa. —Pues, Colin me sugirió acompañarlo a Roma. Como...bueno, ya sabes — Me limité en hablar más de lo que debía teniendo en cuenta la presencia de mi hijo. —Puro trabajo. Obvio—añadí.

—Obvio—repitió con los ojos entrecerrados—¿Colin?

—Sí, así se llama—contesté, usando una voz relajada.

—¡Vaya!—exclamó y la miré confundida—¿Colin?—repitió—A ver, explícame algo, ¿Por qué no lo llamas cerdo, asqueroso y esos apelativos que generalmente usas?

—Porque... No es así. Digo, hasta la fecha no se mostró tal. Diría que tiene un gramo de humanidad dentro de él —me encogí de hombros—. Colin es...—mi hijo me interrumpió.

—El papá de Lana se lla...—mi hijo intentó hablar pero Natalia lo calló y comenzó a hablarle seriamente.

—Dieguito, bebe, por favor déjame hablar unos minutos con tu mamá—Diego frunció el ceño y después se bajó de la silla, pero no antes de agarrar la bolsa con dulces.

—¿Qué te pasa, Natalia?—pregunté girándome hacia ella, notando su rostro preocupado.

—¿Colin Russell?—me miró sospechosa—Rose, no quiero malinterpretar lo que te voy a decir, pero hablamos de Colin Russell. Ese hombre tiene su encanto, algo que no se le puede negar. Si tuviera unos cuantos años menos hasta yo lo miraría diferente...—comentó mientras comencé a negar con la cabeza, interrumpiéndola.

—Natalia, por Dios, a mí no me interesa este hombre como tú te lo estás imaginando. Si es un hombre atractivo, que consigue miradas con la misma capacidad con la que yo consigo deudas, que se viste de poca madre y que huele mejor que una...—me detuve de repente.

—Sigue, sigue—levantó las cejas—Precisamente, tú no lo ves así y esto es preocupante, por no decir muy peligroso.

—¿Dónde quieres llegar?—pregunté rodeando los ojos. —¿Piensas que me voy a enamorar de él? No, esto no pasará porque yo sé dividir mi trabajo de mi vida real.

—Realmente me estoy preguntando por qué, según mi intuición, tú si sientes algo más por él.

Y esa respuesta llegó como un puñetazo en mi cabeza, dejándome mareada y pensativa. Parecía que todo el mundo se detuvo y que lo único que había eran esas palabras resonando en mi cabeza.
Por varios momentos me quedé callada, no sabía si reírme o enojarme, lo único concreto era la sensación que mi estómago me transmitió, una descarga eléctrica combinada con unos movimientos que al final apretaron mi corazón.

—No alucines—sonreí negando con la cabeza—. Es verdad que lo admiro por su forma de ser, me parece una persona muy justa y sincera. Tiene unos principios y cualidades que no se encuentran muy fácilmente en alguien —hice una pausa, la maldita sensación que llevaba en mi estómago no quería desaparecer—También te confieso que es un hombre muy hermoso, educado y que no juzga a una persona solo por lo que se ve por fuera, él ve más allá, pero esto no cambia la realidad. Nuestras realidades no son sólo diferentes, son...

—¡Rose por Dios! ¿Tú te estás escuchando?—se cubrió la boca con sus manos, levantándose de golpe.

—¿Qué?—me levanté también, empezando a reír.

—Si realmente no te interesaría, no te fijarías en estas cualidades que el hombre posee —agarró mi mano mirándome a los ojos—. ¿Sentiste algo cuando te besó?

—Nunca me besó—contesté pensativa, al final era la verdad. Hemos pasado varias dos noches juntos, disfrutando de los tacos, del perfume y del cuerpo del otro pero nunca hemos probado un beso. Sus labios eran un terreno desconocido para mí.

—Ni dejes que lo haga— suspiró aliviada, mientras que mi mirada era de pura confusión. —Si te toca aquí—me señaló los labios—Y sientes algo aquí—bajó su dedo a mi estómago. —Es el sentimiento predictivo más fiel—añadió antes de alejarse de mí e irse por Diego, dejándome confundida en el silencio de la cocina.

Durante todo el día no había logrado alejar las palabras de Natalia de mi cabeza. Era como si se habían quedado impregnadas y no lograba borrarlas por más intentaba.

Intuí entonces que ese día iba a traerme fuertes emociones y lo comprobé en cuanto me encontré frente a la puerta de la empresa Blanco Pasión. Mis rodillas empezaron a temblar, mi estómago se apretó más y, aunque no era la cosa más importante de mi vida...se sentía tal como si lo fuera.

—Te estaba esperando—escuché la voz de una mujer y me sobresalté asustada—Alejandra Blanco— extendió una mano mientras con la otra sostenía una taza de café.

Era la misma señora de hace un día, pero parecía más sonriente, ojalá no le cambie el humor. Lo único parecido era su vestido porque en ese día también lucía maravillosa.

—Rose Paige—me presenté con timidez.

—Vamos a ver si encontramos un lugar para una rosa en nuestra empresa—inclinó su cabeza mirándome de arriba para abajo—Nunca más vuelvas a ponerte estos tacones, parecen muy baratos—hizo una pausa y fijó su mirada en mí—Y no, no me refiero al precio que pagaste por ellos. La clase no significa mucho dinero, la clase es elegancia y personalidad. Es caminar con la cabeza levantada —depositó su dedo bajo mi mentor, alzándome la cabeza—Con la espalda recta—me dio un golpe en la espalda. —Confianza y feminidad, no queremos que se nos caiga la corona—me guiñó el ojo—. Ahora sígueme.

La seguí en silencio notando su manera de caminar, sus tacones no hacían el ruido pesante y clásico, sino que parecía una melodía fina, su cuerpo se movía igual a una pluma, con feminidad y elegancia.

Miré a mi alrededor y noté que la mayoría eran mujeres. Lo primero en lo que me fijé fue la edad, no había un límite en este aspecto. Al parecer, la señora daba chances a quienes realmente lograban impresionarla. La próxima cosa que noté fue la elegancia y la decisión con la cual trabajaban todos. Sabían exactamente lo que hacían.

La puerta de su oficina se abrió y me quedé totalmente impresionada. Ahora imagínense estar en mi lugar, entrar en una oficina enorme con ventanas estilo barroco, cortinas color champán y una multitud de flores. En medio, un escritorio de vidrio con un portátil y dos tazas de café color oro. Con el siguiente paso que hacen a mi lado, ustedes también ven un maniquí que lleva puesto un hermoso vestido de novia aún no acabado.

—Ruby, llévame por favor una taza de café—la vi hablar por teléfono mientras me hizo señal de acercarme y sentarme en un sillón blanco que había enfrente de su escritorio—Y también necesito los instrumentos.

¿Los instrumentos? ¿Qué es eso? Tuve un presentimiento de que era algo que tiene que ver conmigo, no pregunté, era mejor esperar y ver lo iba a pasar.

—¿Qué sabes decirme sobre la cromática?—me preguntó tranquila, sentándose en su silla mientras miraba su teléfono.

—Nunca fallas con el blanco y negro juntos—respondí sin haber estudiado nunca nada la cromática. No sabía absolutamente nada.

La entrevista no había empezado muy bien para mí.

—¿Qué opinas sobre el color verde?—preguntó nuevamente y dejó su teléfono a un lado.

—¿Qué tipo de verde?—cuestioné con confianza—Digo, podemos hablar de verde esmeralda o verde oscuro, verde fosforescente.—añadí y vi una sonrisa en la comisura de sus labios.

—No me queda duda de que lo sabes porque lo buscaste en el internet, no hiciste ningún curso para estar preparada para esta carrera—me miró con los ojos entrecerrados—Pero claro, no todos tenemos el efectivo necesario para estudiar a una escuela de élite.

Me quedé callada, bajando la cabeza ligeramente, llena de humildad.

—Lo que no me gusta de ti es que no aprendes y no veo cómo puedo trabajar con alguien que no toma en cuenta mis consejos y mis peticiones. ¿Qué te dije hace unos minutos?—la miré confundida—Levanta la cabeza—abrió sus ojos—Las críticas no deben hacerte sentir mal. En mi empresa me encargo de ayudar y enseñar a los que respetan mis reglas. Solo una regla —apoyó su espalda en el respaldo del asiento—Mi regla es que nunca se te caiga la corona, llévala con cuidado.


La mujer se detuvo en cuanto escuchó unos finos golpes en la puerta; una mujer de unos cuarenta años entró. Tenía un cuerpo pasado de peso, no mucho, solo un poco pero aún así su confianza era increíble. Caminaba con la misma liberación y clase, con la cabeza alzada, moviendo sus caderas sensualmente.

—Aquí tiene su café doña Alejandra—le sonrió y me di cuenta de la relación cercana que tenían—. Hola—me miró con la misma sonrisa sincera— ¿Es nueva?.

—Sí...—se detuvo cuando su teléfono llamó, se disculpó mientras se levantó de la silla —Hola, mi adoración, ¿cómo estás, solecito travieso?—la escuché hablar antes de salir de la oficina.

—En unos segundos va a regresar—dijo la otra mujer que dejó una caja sobre la mesa y después se sentó a mi lado—Siempre contesta a las llamadas, más cuando se trata de su nieta. Esa niña es la luz de sus ojos—sonrió—¡Ah! No me presenté, Ruby —extendió su mano y yo hice lo mismo.

—Rose—sonreí sincera, me agradaba mucho. Ruby. —La doña Alejandra parece muy buena.

—Lo es, todos la aman aquí. Ella sabe que la vida no es fácil y por eso ayuda siempre a la gente. Conoció la pobreza y su vida no siempre fue como la de hoy —apretó sus labios suspirando—Pero la vida la recompensó, tiene una empresa hermosa, empleados que la aman, una nieta preciosa y un hijo... ¡Uy!—levantó las cejas y empezó a reír.

Sonreí en cuanto vi la expresión chistosa de su rostro. Quería quedarme en esa empresa, trabajar en ese lugar mágico al lado de gente maravillosa.

La puerta se abrió nuevamente y la señora Alejandra entró llevando una risa muy grande.

—Imagínense que mi nieta es una traidora, me dijo que no quiere que le haga yo el vestido porque alguien más se lo hará—, dijo riéndose mientras retomó asiento.

—Esa niña es un huracán—habló Ruby antes de levantarse—Yo me iré, ¿Necesita algo más?

—Ruby, querida, mejor vete a pasar tiempo con tu esposo. Créeme, sé hacerme y sola el café—soltó una carcajada la señora.

—Buena suerte, Rose. Espero que pronto trabajemos juntas.—acarició mi hombro con ternura. — Nos vemos mañana, Alejandra.

—Bueno, Rose— me sonrió mientras agarró la caja que Ruby dejó sobre el escritorio.

Sacó un papel blanco, un lápiz, pinceladas, pintura y extendió su vaso con agua que tenía sobre el escritorio.

—Libera tu mente y hazme un poco de arte. Quiero que pintes un vestido donde saques toda la felicidad que tienes y la tristeza. Quiero pasión y recuerdos. Un vestido digno de una princesa.

Una vez que acabó de hablar, se levantó y caminó hacia una pequeña biblioteca que tenía en su oficina, agarró un libro y se sentó sobre el sofá.

—Avísame cuando acabes, yo me voy a deleitar con mi hermoso Victor Hugo. No te apures, no te presiones.

Por más difícil que me parecía hacerlo, liberé mi mente y agarré el lápiz, los rayos de sol caían sobre mi papel blanco ayudándome a encontrar la inspiración.
Un mundo de recuerdos apareció en mi mente, desde la infancia hasta el presente. Mi mano se movía con rapidez, mi mente descubría nuevas ideas y mi corazón se sentía feliz.

Jugué con colores, piedras y brillos, cambié las pinceladas cada tres segundos, mi imaginación flotaba. Y al final la imagen completa llegó...

—Listo—dije después de un tiempo, mordiéndome el labio inferior.

Por primera vez miré mi diseño por completo, hasta ahora solo me concentré en los detalles. Algo faltaba, podría verlo, algo esencial que cuando empecé a pintar había. Algo que desapreció. Los rayos de sol sobre mi diseño. Levanté la cabeza hacia la ventana y me sorprendí al ver la luna y las estrellas.

—¿Ya?—la escuché decir—. Vengo—la melodía que hacían sus tacones se escuchó como un eco en el despacho—. Vamos a ver—su voz tranquila me hizo relajar.

Agarró el diseño entre sus manos y caminó con él hacia la ventana. Lo estudiaba en detalle, lo miraba con los ojos entrecerrados, ¿será que no le estaba gustando?

—Tenemos que trabajar en algunas pequeñas cosas, tienes que mejorar las proporciones, pero definitivamente el talento lo tienes—se giró hacia mí— ¡Bienvenida a Blanco Pasión!—sonrió y sentí cómo unas lágrimas se deslizaban por mis mejillas.

¡Lo había logrado!

Me desconcerté en el momento en que mi teléfono empezó a vibrar, un mensaje.

"Gracias por arreglarle el cabello a mi hija, no tienes mi talento pero nada malo"

Saqué una carcajada y metí el teléfono en la bolsa, iba a contestarle más tarde.
Hoy sí que iba a ser buena con todos.



/Eñ diseño de Rose.

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