Bibliopea

By Mary-Dream

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¿Has sostenido alguna vez un libro? Uno de verdad, no de esos tan tímidos que se esconden tras las pantallas... More

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Bibliopea
Epílogo

Bajo la misma estrella

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By Mary-Dream

Todos enmudecieron al instante, como si la anciana que acababa de traspasar el umbral de la puerta se hubiera adueñado de todas las palabras. Era obvio que la señora Molina estaba disfrutando enormemente detoda la atención que estaba recibiendo, como si creyera que se la merecía. Con paso lento y tembloroso se empezó a acercar al señor Garrido. 

Aguie, con el ceño fruncido y una mueca de disgusto, la observaba con desprecio y ganas de echarla a patadas del edificio. Ella no tenía derecho a estar allí­ y arruinar su último día en ''Bibliopea''. Llevada por el mismo impulso frenético que le hizo pintar las paredes de la casa de la anciana, la niña avanzó un paso. Sin embargo, una huesuda mano sostuvo su hombro. Lina miró a la niña con tanta intensidad que no necesitaba verbalizar lo que transmitía. No era el momento, ahora no.

La niña no comprendía nada. Era mala, ¿verdad? Habí­a hecho daño, provocado lágrimas y destrozado corazones ¿Por qué no podí­a irse? ¿Por qué Lina miraba la escena con tanta intensidad, esperando algo? Incluso notó como Miguel cogí­a su temblorosa manita para retenerla. La rubita miró a su amigo con tanto desconcierto que él sólo pudo sonreí­r con cierta tristeza. Vocalizó lentamente la única palabra que ella necesitaba oí­r. 

''Familia''.

La anciana se paró a un escaso metro del señor Garrido, que parecí­a estar viendo a un fantasma. Todos podían notar como unas lágrimas cristalinas se empezaron a formar en sus ojos, las cuales no tardaron mucho en bañar sus mejillas. Con los ojos como platos y los labios entreabiertos, caminó un par de pasos hacia la anciana. Los dos se miraron sin apenas parpadear, como si tuvieran que recuperar muchos años de miradas. 

-He vuelto antes del ocaso.- dijo la señora Molina con una voz tan dulce y suave como su sonrisa. 

El señor Garrido carraspeó, intentando ocultar un sollozo.

-Has tardado mucho.- contestó él, como un niño pequeño indefenso apunto de desmoronarse.

-Sabía que me estarí­as esperando de todas maneras.- dijo ella con una sonrisa culpable.

No pudo resistirlo más, el señor Garrido, intentando refrenar sus impulsos, la abrazó. Ella no lo esperaba, sus labios agrietados dejaron escapar un suspiro de sorpresa. Con lentitud, correspondió al abrazo del señor Garrido y se permitió el lujo de dejar defingir durante el tiempo suficiente para dejar escapar una lágrima. 

Él la querí­a a ella, mucho más de lo que podía llegar a querer a cualquier otra persona. Pero ella no sentía el mismo tipo de amor apasionado que él, era sólo alguien más en una larga lista de personas que parecían perder el sentido con ella. Tení­a a su alrededor un aura que atraía a cualquier persona y la atrapaba, nublando sus sentidos, dispuesta a no dejarlos ir. Ella deseaba con todas sus fuerzas poder corresponderlos, pero parecía que le faltaba un pequeño trozo de corazón para poder amar de forma tan arrolladora. Por eso lloraba, abrazada al hombre que jamás dejaría de adorarla. 

Con delicadeza, la señora Molina se separó del agarre de su primo. Miró sus ojos, profundos por todo que habí­an tenido que ver y aguantar. Intentó mantenerse fuerte y sonrió con dulzura.

-Sólo he venido a despedirme, creo que nunca tuve la oportunidad de hacerlo correctamente.- dijo ella con delicadeza.

El señor Garrido tragó saliva, dispuesto a ser liberado, por fin, de la carga que había soportado su maltratada espalda durante tantos años. 

-Para mí­ ya ha anochecido.- dijo la anciana con cierta tristeza.- Adiós. 

Con paso vacilante, depositó un trémulo beso en la mejilla del señor Garrido, tan ligero como una mariposa. Después, volvió a sonreír, aliviada de poder haber saldado su última deuda. 

El señor Garrido sonrió a su vez, de la manera más brillante y feliz que había sonreí­do en mucho tiempo. Su sonrisa habí­a vuelto a nacer.

Aguie seguía sin comprender mucho, pero, ahora, estaba segura de una cosa. Ninguna persona era tan mala si era capaz de despertar sentimientos tan buenos en los demás. 

Sólo ella era capaz de entrar en una habitación y desbaratar todo a su alrededor. Ella habí­a entrado dispuesta a conmocionarlos a todos, y acabarí­a saliendo totalmente aturdida. 

La niña no pudo evitarlo, se deshizo del agarre de Lina y Miguel y salió del lugar tras la anciana. La encontró mirando la fachada de la librería, con cierta añoranza que logró conmover a la niña. En silencio, se colocó a su lado, y observaron juntas el letrero mal pintado que rezaba el nombre de aquel mágico lugar, ''Bibliopea''.

-¿Sábeslo que significa ''Bibliopea''?- preguntó la anciana sin apartar lavista del edificio.

-No.-contestó la niña de manera escueta.

-Félixy yo tardamos casi una semana en ponernos de acuerdo sobre comollamarla.- contó la señora Molina suspirando.- Podía ser el mayorestudioso y lector de toda la familia, pero en aquellos días suimaginación era nula. Yo elegí el nombre, aunque me costó muchoconvencerlo.

Laanciana se quedó callada con una sonrisa nostálgica, como sipudiera ver ante sí todo lo que añoraba.  

-''Bibliopea''significa ''el arte de hacer libros''- anunció con orgullo la señoraMolina.

Laniña miró el letrero de la tienda, para ella aquella palabrasiempre serí­a imposible de definir en un diccionario. Era unconjunto de meses, momentos, personas y canciones. Bibliopea erainefable. 

-Quierohacer un trato con usted.- dijo la niña rompiendo el silencio que sehabí­a instaurado entre las dos lectoras. 

Laseñora no apartó la vista del local, pero asintió, dando aentender que la estaba escuchando. 

-Prometoir a verla cada semana, si me jura que no volverá a acercarse a estelugar o al señor Garrido.- dijo la niña con tanta solemnidad quechocaba con su edad. 

-Yame he despedido, no tengo otro motivo para volver.- dijo la anciana,algo confusa por el ofrecimiento de la niña.

-Noquiero arriesgarme a otra sorpresa como la de hoy.- dijo la niñamanteniendo su rostro inexpresivo.

-¿Porqué querría que me visitaras?- preguntó la señora con suspicacia. 

-Anadie le gusta estar sólo.- dijo la niña con simpleza.  

Finalmente,la anciana apartó la vista de la fachada para mirar a la niña

-Ágata,naciste para ser escritora.- dijo con mucha admiración la señora

Laniña pudo permitirse sonreír al recordar como le dijo algo parecidoal visitar por primera vez su casa. Con lentitud se volvió hacia laanciana y con la sonrisa más dulce que pudo formar dijo:

-Sillego a publicar un libro, se lo dedicaré. 

Traspronunciar aquellas palabras con su aguda voz infantil, Aguie volvió a entrar en la librerí­a, dejando tras de sí­ a un señora mayor conuna sonrisa nueva.




*****************************************************************************************

Hola, personitas de Wattpad. La señora Molina por fin se ha despedido como debe de ser, a pesar de que no se mereciera esa oportunidad. Al fin de al cabo, la familia es la familia. Sin embargo, la fiesta está lejos de acabarse aquí ¿Qué es lo que creéis que pasará a continuación? A pesar de lo tentador que es dar pistas, me voy a resistir *se pone cinta aislante en la boca* 

Por cierto, voy a dejar un poco de auto-spam por aquí. Hace poco que ''Una vida de papel'' llegó a las 4k lecturas y estoy muy feliz, en cuanto lleguemos a las 5k haré un especial de curiosidades en Twitter. 

Espero que os esté gustando esta novela tanto como a mí. Muchas gracias por leerme.

Besos,

La escritora









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