Binary Code || JinNam

By EvrenJimin

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"¿Qué quieres de mí?" "Es muy sencillo. Necesito que hackees su computadora." En donde Kim Namjoon es un hack... More

Prólogo: Lo correcto o lo necesario
Código #2
Código #3
Código #4
Código #5
Código #6
Código #7
Código #8
Código #9
Secreto #1
Código #10
Código #11
Archivo Confidencial #1
Código #12
Código #13
Secreto #2
Código #14
Código #15
Código #16
Código #17
Archivo Confidencial #2
Código #18
Código #19
Código #20
Epílogo: La fuerza de las emociones
Agradecimientos
[EXTRA #1] Recuerdos del verano
[EXTRA #2] Problemas del cansancio
[EXTRA #3] Primeras experiencias

Código #1

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By EvrenJimin

<start>       

La hora del almuerzo siempre era la más tediosa, pero aún así era sin dudas su momento favorito del día.

Todo el mundo iba y venía apresurado, intentando balancear lo que traían en las manos mientras esquivaban a medio mundo logrando, de alguna forma, no tirar nada al suelo. Él había intentado hacer lo mismo una vez, pero desde que derramó una bandeja entera de comida sobre alguien, ya no le daban permiso de hacerlo.

No estaba particularmente hambriento, pero incluso así solía meterse distraídamente algo de pasta en la boca mientras trabajaba en su laptop sentado a la mesa del cuarto y sin fijarse en nada que no fuera su pantalla.

Frente a él tenía fotos, información y perfiles en redes sociales del tal Kim Seokjin.

—Hyung, ¿Puedes dejar eso? —se quejó una voz a su lado. Namjoon levantó la mirada—. Se suponía que almorzaríamos juntos.

Sonrió un poco avergonzado. Cuando se enfrascaba en su trabajo siempre pasaban estas cosas, incluso cuando se prometía tomarse las cosas con calma nunca podía hacerlo, lo cual sacaba a medio mundo de quicio.

Cerró la laptop con cuidado y recogió su plato con una mano, usando la otra para arrastrar su silla hasta la cama de su hermano menor; Kim Taehyung no se parecía en nada a él. Tenía los ojos grandes aunque del mismo tono café, el cabello suave y fino castaño claro, un rostro casi simétrico y una nariz envidiable. A las chicas le parecía un modelo o algo así.

Sin embargo cuando te fijabas mejor notabas que su belleza no hacía más que disfrazar la verdad: piel pálida y reseca, ojeras profundas y un característico chillido bajo cada vez que respiraba. Normalmente eso se reducía con el respirador que utilizaba, pero cuando bajaba la temperatura era inevitable.

—Lo siento, Taehyungie. —dijo el mayor sentándose a su lado. El rostro de su hermano se iluminó al instante cuando finalmente Namjoon le prestó atención—. Tengo un trabajo nuevo y estoy encargándome de los detalles.

—No es nada peligroso, ¿Verdad? —inquirió Taehyung ubicando uno de los tubos del respirador tras su oreja—. Prometiste que ya no harías locuras.

Suspiró. Ninguno de los dos parecía ser capaz de olvidar aquella ocasión en la que el menor había tenido una recaída al mismo tiempo que Namjoon era llevado a la comisaría por ser hallado hackeando una computadora del estado. Era un día que aún traía pesadillas al mayor. Había defraudado a su hermano en su peor momento.

—No, solo una señorita enojada con su ex novio.

—Bueno, mejor así. Ya no te metas en problemas.

—No lo haré. Ahora come tu almuerzo, las enfermeras me contaron que andas rechazando la comida. —señaló volviendo a comer él también. Taehyung levantó un gran bocado de comida y se lo metió en la boca—. No hagas que me preocupe, por favor.

—Nunca haría nada para defraudarte. Hyung trabaja demasiado para cuidar de mí, es sólo que últimamente no tengo mucho apetito.

—¿Quieres que venga a comer contigo más seguido? —preguntó Namjoon levantando un pie contra la cama. Si alguna enfermera lo veía seguro lo regañaba por horas.

La sonrisa cuadrada de su hermano menor nunca fallaba en hacerlo sonreír también; es que animar a Taehyung era tan sencillo como eso, ofrecerle un poco de compañía o de tiempo. Para alguien como él que llevaba toda una vida en un hospital algo así era mucho, mucho más considerando lo poco que se veían por lo ocupado que Namjoon solía estar.

Le hubiera encantado que ambos tuvieran situaciones distintas, pero el mundo era así.

—¿No te molesta, Namjoon? ¿Podrías venir a estar conmigo? —es que Nam casi podía ver a Taehyung moviendo la cola como un cachorro por la emoción.

—Claro que sí, no hay lugar donde quisiera estar más que contigo.

Sonaba como una mentira cuando lo analizaba, pero lastimosamente si quería mantener a su hermano tan estable como era posible debía trabajar duro y esforzarse, lo que a veces implicaba no poder estar con él tanto como quisiera. Taehyung entendía perfectamente, tenía ya veintiún años, pero entender no quiere decir que esté contento con la realidad en la que vivían.

Todo había comenzado diez años atrás cuando la respiración del menor fallaba a tal punto que ocurrían desmayos o dolores insoportables en todo su cuerpo. Muchos médicos lo habían visto y todos decían lo mismo: uno de sus pulmones no funcionaba bien, si es que funcionaba en lo absoluto, lo que ocasionaba que no transformara el oxígeno necesario para vivir.

Ni dos años después de empezar con su tratamiento y su vida prácticamente internado en el hospital, la madre de ambos los abandonó no pudiendo soportar las deudas ni mucho menos el trabajo que conllevaba cuidar a Taehyung. Desde entonces nunca más oyeron de ella.

Pero eso no quería decir que estuvieran completamente en la oscuridad.

Namjoon sabía dónde estaba, con quién y qué estaba haciendo de su vida debido a su facilidad para robar información, pero no podía decirle nada de eso a su hermano menor, sabía lo mucho que eso le dolería. Su madre estaba casada con un millonario, vivía en alguna zona tropical junto a él y su pequeña hija, como si Namjoon y Tae nunca hubieran existido.

Por su irresponsabilidad, él había tenido que trabajar por el bienestar de ambos desde los catorce años, balanceando todo entre sus estudios y el cuidado de Tae. Hasta el día de la fecha no lograba comprender cómo habían salido adelante cuando todos los vientos iban en su contra.

Estimaban que la razón de su enfermedad era por las costumbres de sus padres a fumar como si no hubiera un mañana. Tanto cuando la mujer estaba embarazada como después de dar a luz al menor; Tae siempre había sido más débil que él, por lo que no se sorprendía de no haber contraído algo por tal descuido.

—Yo... me dejarán salir por unos días mañana, hyung. —anunció Tae tras tragar la inmensa cantidad de comida que tenía en la boca—. ¿Puedes venir por mí? Por la tarde.

Namjoon lo miró incrédulo, pero sonrió de oreja a oreja. Hacía mucho que no dejaban salir a Taehyung, y si lo hacían era porque estaba lo suficientemente estable para soportar estar alejado de tantos cuidados.

Revolvió sus cabellos afectuosamente.

—Eso es genial, Tae. Por supuesto que vendré. —aceptó Namjoon sin dejar de sonreírle. Es que Taehyung era todo para él—. Tenemos que hacer algo divertido mañana, ¿Se te antoja pastel? Puedo comprar lo que quieras.

Bueno, de poder no podía, con todas las cuentas que tenía encima era complicado, pero la ocasión meritaba darse algunos gustos. Con el pago de Jisoo se las arreglaría todo lo posible, al menos por unos días.

—No como nada de chocolate desde hace mucho. —analizó pasándole su plato vacío para que lo ubicara sobre la mesa.

—Entonces eso será.

—Gracias, hyung.

Si un pastel de chocolate bastaba para alegrarle el día, Namjoon nunca dudaría en conseguírselo.

~~~

Eran las tres de la tarde cuando se armó de valor para empezar con el trabajo.

Kim Seokjin era un muchacho de veinticuatro años como cualquiera, acababa de terminar la universidad unos meses atrás, vivía solo en un apartamento cerca del centro de Seúl y trabajaba a tiempo completo como barista en un café bastante prestigioso en una zona bastante concurrida.

También resultaba ser, casualmente, el muchacho más guapo que había visto en su jodida vida. Su rostro de porcelana parecía hecho a mano, una escultura totalmente irreal que te hacía mirarlo dos veces cuando te cruzabas con él.

Había visto sus fotos en redes sociales, pero ninguna de ellas lo prepararon para esto, tenerlo de frente era totalmente distinto. En el momento llevaba el cabello negro y corto, partido de lado ligeramente, dando un vistazo pequeño a su frente. Tenía los hombros muy anchos, resaltados por la camisa blanca que llevaba bajo un chaleco negro ajustado; ¿Desde cuándo los hombres tenían cinturas tan diminutas?

Mientras atendía a los clientes sus labios rosados y gruesos no dejaban de sonreír y sus ojos brillaban cada vez que alguien le hacía un cumplido o le respondía animadamente. En aquel ambiente tranquilo e iluminado únicamente por el sol que ingresaba por la ventana, el chico brillaba con luz propia.

¿De verdad este muchacho había hecho pasar un mal rato a Jisoo?

—Disculpa la tardanza, ¿En qué te puedo ayudar? —preguntó acercándose a él sin perder la sonrisa. Dios, ni se había dado cuenta de que estaba cerca.

Namjoon balbuceó estúpidamente por unos segundos mientras intentaba concentrarse en otra cosa que no fuera en lo hermoso que era aquel chico.

—Un americano... estaría bien... —respondió torpemente encogiéndose un poco en su silla. Ahora que lo notaba, Seokjin se sentía un poco... ¿Intimidante?

Al notar su aparente incomodidad, Seokjin dio un paso atrás y se inclinó un poco hacia él para estar a su altura, todo sin dejar de sonreír. Cuando volvió a hablar, su tono fue mucho más suave y amable que antes, pero de alguna forma más sincero.

—De acuerdo, ¿Sería pequeño, mediano o grande? —siguió el mayor anotando su pedido en una libreta. Un poco más cómodo Namjoon respondió que grande—, ¿Algo para acompañar? Tenemos pasteles, galletas, sándwiches y otras cosas.

Estuvo a punto de negarse, pero recordó la conversación que había tenido con su hermano menor aquella mañana, lo que rápidamente le hizo cambiar de idea. Seokjin esperaba su respuesta pacientemente como si no hubiera más clientes en el café que podrían necesitar de su asistencia.

—Una porción de pastel de chocolate, ¿Quizás?

—Tenemos una nueva receta, seguro que te encantará. Vuelvo en un minuto. —tras guardarse la libreta en el bolsillo del delantal, Seokjin se alejó de su mesa como si nada. Pero a unos metros se detuvo de golpe. Namjoon no le quitaba los ojos de encima—. Ah, mi nombre es Seokjin, por cierto.

—Namjoon.

—Lindo nombre. Ya regreso.

Normalmente cuando la gente halagaba el nombre de otra persona lo hacía nada más para ser amable y no porque realmente lo sintiera, pero en la boca de Seokjin sonaba terriblemente honesto, como si de verdad pensara de esa forma. Para ese punto Namjoon no sabía si este chico era demasiado bueno para ser cierto o era un perfecto mentiroso; seguro su experiencia como barista lo había ayudado a ser así.

Así como iba la cosa no estaba seguro de querer seguir con el trabajo. No le parecía coherente que alguien como él de verdad hubiera tratado mal a su novia, más bien le parecía que era todo lo contrario, sin embargo... necesitaba el dinero. Si quería el bienestar de Taehyung tendría que hacer un poco de trabajo sucio.

Jisoo le había explicado que Seokjin siempre traía consigo su laptop, que sólo necesitaría hallar una oportunidad para acceder a ella y realizar su trabajo. Con implantarle un virus al aparato Namjoon sería más que capaz de acceder a todos sus archivos desde su propia computadora, sólo faltaba implantar tal cosa.

—Aquí tienes, que lo disfrutes. —deseó Seokjin colocando su bebida y el postre sobre la mesa sin ninguna dificultad—. Si necesitas algo, puedes llamarme.

—Gracias, Seokjin.

—De nada.

En lo que disfrutaba de su pedido, Namjoon no le quitó la vista de encima, mirándolo por encima de su americano lo más disimuladamente posible. El muchacho trabajaba diligentemente, atendiendo a todos con paciencia y alegría; era fácil notar que su humor se traducía en los demás que por más malhumorados que estuvieran terminaban sonriendo al hablar con él.

Entonces unos minutos después, Seokjin desapareció por la cocina y cuando salió de nuevo, lo acompañaba un muchacho mucho más joven, alto y ligeramente musculoso, de cabello castaño. Pero lo más importante era que en las manos del mayor estaba una laptop, rosa pastel como le había dicho Jisoo durante su encuentro.

Tembló en su lugar. ¿De verdad tenía que hacer esto? Bueno, ya sabía que sí, pero no pensó que tendría que hacerlo tan pronto.

El chico más joven salió a atender a los clientes mientras Seokjin se instalaba en la barra con su laptop, observándola con muchísima atención mientras tecleaba. La mirada de Namjoon debió ser muy fuerte, porque repentinamente los ojos cafés del mayor estuvieron en él y aunque lo miró seriamente por un instante, no tardó en sonreírle.

Seokjin se puso de pie sin cerrar la laptop y se acercó a él con su andar tan tranquilo y alegre, como si nada en el mundo le preocupara.

—¿Está todo bien, Namjoon? —inquirió sonando increíblemente dulce y familiar con él.

No pudo evitar estremecerse en su silla.

—Oh, sí. Es sólo que... —tenía que pensar rápido antes de que levantara sospechas en él y Namjoon no era bueno inventando mentiras. A los segundos se le prendió la lamparita—. Ustedes... ¿Toman pedidos de postres?

Ahora fue el barista quien pareció sorprenderse. ¿Acaso estaba esperando otra cosa? Si así era Namjoon no podía imaginarse de qué sería, mucho menos con lo poco que lo conocía hasta el momento. Al final, Seokjin volvió a adoptar su faceta profesional.

—Resulta que sí, ¿Tienes algo en mente?

—Bueno, mi hermanito sale del hospital mañana y me pidió pastel de chocolate, —explicó dejando su americano sobre la mesa para mirar a Jin a los ojos—, me preguntaba si es posible preparar uno para mañana por la tarde. Es una ocasión muy especial.

El rostro de Seokjin se ablandó de una forma tan evidente que por un segundo a Namjoon le pareció que su anterior expresión no era del todo real. Era un poco extraño, porque antes de verlo de ese modo le había parecido muy sincero, ahora ya no estaba demasiado seguro de ello.

Bueno, todo el mundo tiene que crear una faceta en sus empleos, ¿No? Tampoco era para tanto.

—Eso es muy lindo. Y no hay problema, voy a tomar tu pedido. —sacó su libreta del bolsillo de su delantal y escribió rápidamente—. ¿Cómo se llama tu hermano?

—Taehyung.

—Ok. Voy a necesitar un adelanto, asumo que estará listo para las dos de la tarde más o menos. —afirmó Seokjin guardándose una vez más la libreta—. Si quieres puedes...

Un estruendo horrible resonó en todo el café y ambos voltearon a mirar de dónde había provenido tal escándalo. El chico que había salido junto a Jin de la cocina estaba arrodillado en el suelo con una bandeja y sus contenidos desparramados en el suelo además de un cliente que estaba a su costado. Instantáneamente el damnificado comenzó a quejarse y regañar al chico por lo que había sucedido, mientras éste permanecía mudo en su lugar.

Seokjin se movió como un rayo hacia ellos y ayudó al menor a ponerse de pie, todo sin quitar los ojos de encima del cliente.

—Por favor disculpe a mi compañero. Es nuevo en el trabajo y está un poco nervioso. —se disculpó sonriéndole al muchacho que tenía en frente—. Soy el gerente y me encargaré de reprenderlo por su error, sé que no arreglará nada, pero ¿Desea un postre como compensación? La casa paga.

El cliente se calmó al instante, tratando a Seokjin con extrema amabilidad como si no acabara de gritarle un montón de barbaridades al otro barista. Namjoon oyó decir que lo acompañaría al baño para ayudarlo a quitar la mancha del café que le había caído encima mientras Jungkook le traía el postre.

Antes de darse cuenta ya estuvo de pie.

Toda la atención de los otros clientes volvía a estar en sus propios asuntos y no había otro empleado alrededor, por lo que se movió disimuladamente hasta la barra, donde la laptop de Seokjin aún estaba abierta y desbloqueada.

Fijándose en que nadie estaba viniendo, Namjoon sacó un USB de su bolsillo y lo conectó a uno de los puertos del aparato. Un mensaje apareció en pantalla al instante y tras escribir unos códigos, vio una barra indicándole que el virus se estaba descargando. Temblaba mientras veía el porcentaje subir, asustado de que alguien lo atrapara en lo que estaba haciendo.

Un minuto después, apareció una ventana diciéndole que el virus había sido descargado. Suspiró aliviado y volvió a su asiento lo más tranquilo posible.

Ahora sólo tenía que llegar a casa para poder explorar los archivos del muchacho para finalmente terminar con el trabajo extenuante que tenía y preocuparse por su hermano. Seokjin apareció junto al cliente de nuevo y en el camino a la mesa del mismo, le guiñó el ojo a Namjoon, haciendo que casi tirara su americano en toda la mesa.

Definitivamente tenía que terminar esto lo antes posible.

Pero,obviamente, nada nunca era fácil para él.

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