Perfecto Mentiroso | Titanes...

By RominaBlacksmith

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Kylan Hooligans también tiene tres palabras para definirse a si mismo; jodido, destructivo, y un perfecto men... More

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Random Preguntas
Curiosidades.

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By RominaBlacksmith

──────• § •──────

Marzo 28, 2017
16:44 Pm

T Y E E

Entrenamiento, entrenamiento, madrugadas, entrenamiento, mucha comida y más entrenamiento. Pocas horas para dormir y seguimos entrenando. ¿Cuánto llevo así? ¿Una semana? Quizá más. Heckler tiene razón al decir que aquí abajo los días se vuelven noches, y las 24 horas parece que durarán por siempre. Si no miras el reloj no tienes idea en que parte del día estás, y mucho menos si estás entrenado. Te acuerdas del almuerzo porque tu estómago ruge hasta el punto de no dejarte mover, y cuando ya estás demasiado cansado para seguir, es solo entonces que te vas a dormir.

—Tienes la postura, pero pareces muy reacia a aplicar la fuerza. Necesito que me golpees.

—Jamás me ha gustado usar la fuerza.

—No es cosa de gustos, si no que de necesidad. Vas a necesitar romperle la nariz a quien quiera derrotarte, pero con esos golpes no lograrás ni siquiera moverlo.

Vuelvo a golpearlo, pero tal como él dice, algo me detiene cuando estoy pensando en aplicar toda mi fuerza. Y se perfectamente que es el hecho de que la violencia solo me recuerda a mi pasado en el Burlestt. No quiero hacerle sentir a nadie lo que me hicieron sentir a mí.

Ahora intento pegarle en el estómago, pero le bastan dos movimientos y deja mi brazo en mi espalda y mi cara casi tocando la colchoneta. Finalmente me arrojo al suelo y cuando me suelta me doy vuelta para quedar boca arriba. Él me mira desde el mismo punto desde el cual hizo caer mi dignidad, luego me sonríe.

Heckler es el tipo de persona que no piensas encontrar en un lugar como este, pero que sin embargo aquí está. Cuando me está entrenando es totalmente distinto, incluso olvido de quién se trata; se vuelve estricto, serio y exigente. Pero entonces cuando necesito un descanso, me lo sede con toda gratitud y me dedica sus más sinceras sonrisa.

—Lo siento, estoy un poco cansada. No he estado durmiendo bien últimamente.

—Las pesadillas— afirma. No puedo evitar girarme a mirarlo.

—¿Como sabes de mis pesadillas?— frunzo el ceño.

—Te escucho gritar cada noche— se encoje de hombros. —No pensé que fuera un secreto.

—Claro que no lo es. Es solo que no creí que fueran tan fuertes.

—Lo son. He incluso dan miedo— me sonríe. —A veces tengo mis propias pesadillas con ellos.

No puedo evitar sonreír por su intento de hacerme sentir mejor. —De verdad lo siento.

Heckler niega con la cabeza. —no te preocupes, no eres la única que tiene pesadillas aquí— hace una mueca con los labios. —¿Tienen algo que ver con que no puedas ocupar tu fuerza?

Lo pienso unos minutos. ¿Lo tiene?

Definitivamente sí. Lo mismo que me atormenta por las noches lo hace de día. Jamás estoy a salvo.

—Puede— confieso.

—Creo que deberás aprender a vencerlas. Es la única forma de que se detengan.

—Por supuesto— contesto, y espero que se dé cuenta de la ironía que acarrean mis palabras, porque su frase es estúpida. Si superar tus miedos fuera tan fácil como suena, no serían miedos, solo serían obstáculos. Si pudiera elegir no tener aquellas pesadillas cada noche, habría dado lo que fuera. Aun así, él luce tan sereno con sus palabras que comienzo a creer que no conoce lo que son los problemas y una vida difícil. Esta aquí, pero actúa como si fuera un palacio y viviera en una cuna de oro, igual que Skyle. La diferencia es que quiero a Skyle, y a él no.

—Cambiando de tema. Supe que ya elegiste tu nombre.

—¿Quién te lo dijo?— me siento lentamente y acomodo mis brazos para que soporten mi peso.

Se encoje de hombros. —Eso de igual— A mí no me da en lo absoluto igual, me encantaría saber quién anda pendiente de cada paso que doy y porqué; aunque creo que ya se la respuesta. —Es muy interesante cuando un miembro deja de ser "El nuevo", todos comienzan a correr la voz— sonríe y se acuclilla a mi lado. —¿Cual has elegido?

—Creí que ya te lo habían dicho.

—Si, pero quiero escucharlo de ti— lo pienso por unos segundos. No es como si pudiera ocultarlo por siempre, así que decido soltarlo.

Smith & Wesson— él murmura un largo "Mmm" que no hace más que volver a recordarme a Kylan y las primeras veces que hablamos.

—¿Por qué?

—¿Por qué, que?

—¿Por qué Smith & Wesson?

—¿Por qué Heckler?— me suelta una sonrisa de medio lado, y posteriormente se encoge de hombros totalmente despreocupado.

—¿Quién sabe?— ahora su sonrisa es completa. —Son solo marcas de armas. En ese entonces me pareció buena idea.

—El nombre real es Heckler & Koch.

—Ningún nombre es real aquí— ruedo los ojos. —Además cuando yo llegue, aquel idiota ya había cogido la mitad del nombre para él.

—Que poca imaginación tienes.

—¿Me lo dice una chica que tomó un nombre de chico?

—¿Quien dijo que es así?— se ríe.

—El dueño anterior de ese nombre era un fortachón de ciento cincuenta kilos.

—¿Estoy usando el nombre de un muerto?

—El sistema lo deja disponible una vez que mueres— se encoje de hombros totalmente tranquilo, pero a mí me incomoda la idea de que alguien vaya a utilizar el apodo que elegí para mí una vez que muera, y que todo siga normal, como si jamás hubiera existido; porque todo de mi va a desaparecer. Trago saliva e intento concentrarme en otra idea.

—Admira a la nueva dueña.

—Bienvenida a BlackHand— se pone de pie nuevamente. —¡Anda ya, anímate!— me inquiere, y no sé porque sabe que estoy completamente desanimada. Alguien por ahí me dijo qué hay un componente en la luz solar que necesitamos para ser felices, y que estar mucho tiempo sin el produce tristeza. No sé si es verdad, pero el hecho de estar encerrada aquí abajo me está produciendo más desesperación y odio del que jamás sentí en mi vida. —Vamos a poner en práctica lo que te he enseñado estas últimas semanas. Ahora vas a pelear de verdad.

Casi espero que me lleve fuera y me arrojé a uno de esos ring con alguno de los fortachones llenos de músculos, sin embargo cuando por la puerta entra la pequeña rubia, quiero echarme a reír. Y no porque crea que ella no va a golpearme, sé que va a hacerlo y le va a doler a lo profundo de mi orgullo, el tema aquí, es que ella exhala una rivalidad a la cual yo todavía no le sigo el juego, y sé que cada golpe que me dé, va a gozarlo. Realmente creo que prefiero a uno de los musculitos.

Me golpea, no una ni dos veces, sino que incluso una quinta y luego una sexta. Tapa cada movimiento y me arroja al suelo como si la pequeña aquí fuera yo. El porte no es un obstáculo e incluso parece que le favorece; no estoy ni siquiera agotada, pero aun así no puedo hacer mucho, y para cuando me tira al suelo por segunda vez, me niego a volver a levantarme. ¿Para qué?, si va a patearme y lanzarme al suelo nuevamente. Es pequeña, pero tiene mucho más cuerpo que yo, y siento que me quiebra un hueso cada vez que me da.

Miren aquí, a la tía ruda de la universidad siendo aplastada por una hormiga.

—Levántate. La pelea no ha terminado— dice la chica, con la misma furia con la que me ha atacado durante toda la pelea.

—Pero yo si— contradigo, y la miro totalmente indiferente. Ella me clava el pie en el estómago, y la fuerza me dobla por la mitad. Siento un líquido que sube por mi estómago, y me sorprendo de ver que comienzo a toser sangre. —Basta— muevo mi brazo para intentar alejarla, pero lo atrapa y esta vez es su puño el que encuentra mi boca.

—Esto aún no acaba. Levántate maldi...

—¡Detente!— lo escucho gritar, y aunque sé que está tratando de ayudarme, es la guinda que completa mi día de humillación. La chica se gira a mirar completamente sorprendida y nerviosa a un Blake que se acerca a fuertes pisoteadas —¿Qué demonios UZI? Te ha dicho que se rinde. ¿Por qué la sigues golpeando? — se sitúa junto a mí.

—Yo... Yo solo...

—¿Eres tú el entrenador?— dice hacía Heckler. —¿Por qué no la has detenido?

—El dolor también es parte del entrenamiento.

—¡Está tosiendo sangre! ¿Qué tipo de entrenamientos prácticas?

Me giro boca arriba y extiendo los brazos completamente derrotada, él me acaricia la frente y me pide que respire.

—Lo... lo siento— comienza la rubia. No sé si es cosa de la patada, pero sus palabras me provocan ganas de vomitar. Cuando Blake está frente a ella es una persona completamente diferente. Ya he visto lo bestia que puede llegar a ser, y aunque me humilló y estoy tirada en el suelo con todo el cuerpo tiritando de dolor, me alegro de que esto sirviera para que él vea aunque sea un poco de lo mala que puede llegar a ser.

—Ya está UZI, déjalo— le interrumpe Heckler. —El entrenamiento ha terminado por hoy.

UZI parece a punto de echarse a llorar porque nadie la está escuchando. Me dedica una mirada de odio cuando Blake esta lo demasiado ocupado conmigo como para verla y sale casi corriendo de la sala de entrenamiento. Heckler por su parte se da el tiempo de ordenar la sala antes de irse. Me enderezo un poco y sostengo mi estomago tratando de prohibirle que elimine más sangre de mi cuerpo. De por sí ya soy débil, no quiero averiguar lo que sucedería si se me ocurre desangrarme.

—Me alegro de haber llegado a tiempo.

—No estoy de acuerdo— reprocho. —No pudiste elegir peor momento para aparecer. Esta es una de las peores humillaciones que he sufrido.

—Ahora soy yo quien no está de acuerdo— Blake frunce el ceño. —Estas recién comenzando, Ty. Ni siquiera tu entrenador podía derrotar a alguien cuando llegó.

—Pero por supuesto que hay personas que en lo absoluto nacieron para esto.

—Nadie nació para nada. Las personas forjan su futuro de acuerdo con lo que ellos eligen ser.

—Apuesto que hay muchas personas aquí que no eligieron esto. — toma asiento en el suelo y se apoya en sus brazos para mirar el techo.

—Pero eligen que hacer al respecto— vuelve a mirarme. —Ellos son los que al final deciden si van a entrenar a muerte para conseguir ser el mejor, para simplemente sobrevivir o si se van a echar a morir. La pregunta es, ¿Qué es lo que tú vas a elegir?

—Quizá no quiero nada de esto.

No es un quizá, es un «estoy completamente segura» de que no quiero esto. Pero supongo que al final eso no lo puedo elegir. No nací libre y por eso es que quiero serlo. Las cosas prohibidas son las que con más intensidad deseo, porque es la única forma que encuentro de escaparme de lo que me ata. Muchas veces pasé por falsos momentos que creí ser libre, y entonces la vida encontró la manera de arrojarme de vuelta a prisiones de concreto, de hierro o de tierra; prisiones psicológicas, prisiones amorosas y algunas que otras aterradoras. Blake guarda silencio, y se perfectamente lo que está pensando; está buscando la manera más sutil de decirme que no tengo más opción, de recordarme que nadie está aquí por gusto propio y que nadie puede salir. Quiere volverme a la realidad sin atarme a ella, pero no quiere herirme, no quiere que me duela más de lo que ya lo hace.

—Hoy... hoy vi a Kylan— me dice, y aunque pensé que si me decía lo que yo creía que me iba a decir, me iba a doler; lo que suelta me hiere mucho más. No me mira, mantiene la mirada en el techo, y creo que es por eso.

—¿Ah sí?— pregunto intentando disimular el nudo que tengo en mi garganta.

Blake asiente con la cabeza. —Me pregunto por ti.

—¿Te pregunto o te obligo a que le dijeras dónde estoy?— Él suelta una risa seca.

—Algo así.

—No sé por qué no me extraña— niego con la cabeza. —Debe estar jediéndole no tener a quien soltarle mentiras.

—No lo había visto en Dreamsfield en las últimas semanas. Debió salir hace poco de la cárcel.

—¿A quién le importa? De todas formas.

—A mí no tienes que mentirme.

—No te estoy mintiendo. Por mi puede hacer lo que quiera— me encojo de hombros lo más despreocupada que puedo e intento no lucir tan rígida como me siento.

Jamás fui buena mintiendo, y mentir sobre algo que me importa tanto como él, es una de las cosas más difíciles que he hecho después de ignorarlo cuando se lo estaban llevando.

Mentirle a alguien es una cosa, pero mentirte a ti mismo es otra totalmente distinta. No importa cuánto te lo repitas, no hay manera de que llegues a creértelo, porque cada vez que lo dices, algo se te retuerce por dentro, y entre más lo repites, más duele.

—Me preguntó cómo estabas— me mira entonces, está completamente serio. Intenta tomarse esto como un asunto delicado, eligiendo precariamente las palabras.

¿Cómo demonios creen que estoy? —¿Que le dijiste?

—Que estabas en proceso de superar todo esto.

—Ya— me limito a responder. —Pues para la otra puedes decirle que ya estoy completamente bien, que supere todo, que sigo yéndome de fiesta y que me lío con tíos estando borracha.

—Eso lo volvería loco.

Me encojo de hombros. —Quizá se lo merezca.

Blake suelta una sonrisa de medio lado. —Si, quizá sí.

Y me encanta que esté de acuerdo conmigo.

Guardamos un minuto de silencio y espero, espero a la nada, a mis pensamiento, a mis ideas. A ver si encuentro en mi interior una razón para seguir con esto, una motivación, algo que me impida tirarme desde el sexto piso para intentar volar y acabar con todo. Busco fuerza para conseguir superar los entrenamientos, para vencer a la maldita de UZI y evitar que Koch vuelva a humillarme.

—Cuando podré salir.

—¿Salir? ¿Donde?

—Afuera. A caminar, a correr, a la universidad, a una maldita fiesta. No lo sé, joder. Da igual dónde, solo necesito respirar un poco de aire y emborracharme en una plaza o algo así.

—Yo... verdaderamente no lo sé, Ty. Solo soy tu amigo; es Hellion quien decide eso.

—No se cuanto más pueda con esto, Blake. Siento que me estoy ahogando aquí abajo. Siento que de pronto ya no encontraré energías para levantarme de la cama en esa oscura habitación.

—Lo sé. Es difícil los primeros meses. Tu tan solo llevas unas semanas, pero prometo que haré lo que sea necesario para sacarte de aquí pronto. Solo te pido que seas paciente.

Asiento y lo miro de reojo.

—Gracias.

Se pone de pie tan rápidamente que me marea el intentar seguirlo. —¡Tengo una idea!

—Creo que no quiero saberla— me río un poco nerviosa.

—¡Anda ya! ¡Ponte de pie!— me anima. Me pregunto si ya se ha olvidado de que hace minutos atrás estaba tosiendo sangre. No creo poder actuar con la misma intensidad que él. —Ve a tu habitación, dúchate y espérame allí. Te tengo una sorpresa.

Es tierno de su parte, pero, ¿Tiene idea de cuanto odio las sorpresas? Me desespera esperar a descubrirlas. Por eso prefiero que las sorpresas sean sorpresas en secreto.

Me pongo de pie lentamente y lo sigo en el camino hasta mi habitación. Cuando yo ingreso, él espera hasta que yo cierro la puerta para irse. Su sonrisa alegre es lo último que veo.

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Muchas gracias por leer.
Las quiero.

Octubre 3, 2017.

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