Matryoshka.

By AlmaxAnonimax

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Ella era rusa, con un cabello tan rubio y brillante como el oro, sus ojos eran de un azul tan frío que record... More

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By AlmaxAnonimax

Me miró por un pequeño momento que para mí fueron como horas y habló de nuevo.

—Siento que te quiero. —me dijo, sentí un nudo en la garganta que se comenzaba a hacer más grande. —No quiero que beses a más personas, no quiero que veas románticamente a más personas, no quiero que le dediques canciones a más personas, si Beatriz, me di cuenta de que la canción era para mí.

Negué con la cabeza y comencé a llorar.

—No quiero que llores por mí tampoco ¡oh por Dios! Soy tonta. —tomó mis manos. —Lamento ser tan estupida y no dejar claras las cosas, estoy asustada porque me gustas, me gusta despertarme contigo por las mañanas, me gusta acariciar tu cabello. —y eso comenzó a hacer. —Me gusta tu cara, me gusta tu cuerpo, me gusta el sexo contigo ¡dios lo amo!
Me encantan las pecas que tienes por todo el cuerpo, me encanta cuando te desesperas y empiezas a hacer berrinche como una niña pequeña, pero sobretodo me gusta tu personalidad, me gusta como pareces tener más paciencia conmigo que con nadie más aunque a veces siento que quieres golpearme, y lo entiendo porque a veces soy desesperante, lo sé. —sonreí. —Y me gusta que soportes mi estupida obsesión por las películas del ratón Mickey. —eso me hizo reír. —Y si, tengo miedo porque nunca había sentido nada así, ni aquí ni en Rusia, no te lo quería decir, pero verte besando a esa mujer realmente me hizo darme cuenta de algo...
—¿De qué? —pregunté con el corazón en un puño.
—No te quiero ver con nadie más que conmigo Beatriz. —di un grito ahogado y la abracé con fuerza, eso era todo lo que había estado esperando.

Junte nuestros labios en un beso tierno, y húmedo por las lágrimas que aún salían de mis ojos.
Se separó juntando nuestras frentes, volvió a hablar en su idioma natal.

—Ты нужна мне. —tomo aire. —Бу́дешь мое́й де́вушкой?
—No te entiendo. —dije soltando una risa.
—Creo que lo haces. —me miró con intensidad, pasando su pulgar por mi labio inferior. —Te ayudaré con lo primero. Te necesito. Adivina lo demás...

Miré sus ojos en los que había una pizca de diversión, el mar se había calmado y ahora veía mi claro reflejo en él, me quería sumergir dentro.

—¿Me acabas de preguntar si quiero ser tu novia? —pregunté, aunque ya sabia la respuesta.

Una gran sonrisa cruzó su cara mientras asentía.
La besé de nuevo mientras pasaba mis manos por su cuello, ella me tomó por la cintura y me levantó haciéndome dar vueltas.

—¿Eso es un si?
—Claro que si tonta. —la abracé.
—Dios, esto es un gran cliché. —dijo soltando una gran risa. —Jamás pensé que me gustaría ser parte de un gran cliché.

Acaricie sus mejillas y pasé un mechón de su rebelde cabello detrás de su oreja mientras le sonreía.

—Vámonos. —me dijo.

Tomó mi mano y comenzamos a caminar, me sorprendí cuando pasamos de largo el lugar en el que su auto estaba estacionado.

—Kat, tú coche está estacionado por allá. —señalé.
—Lo sé Bea, solo quiero caminar contigo.
—Mi apartamento está muy lejos de aquí.
—Pero el mío no. —me guiñó un ojo y entrelazó nuestros dedos.

Era de noche, no una típica noche románica en la que las estrellas brillaban y la luna se veía más grande, no, de echo el cielo era negro y las nubes tapaban la luna; pero aún así era perfecto.
No necesitaba a una luna arriba en el cielo cuando ya tenía a la mía tomando mi mano, hablando ruso y dirigiéndome una sonrisa más brillante que todas las estrellas que pudieran existir.

Acabamos tardando más tiempo en llegar de lo que esperábamos, aunque en realidad no era sorprendente ya que nos deteníamos cada segundo para besarnos y continuar caminando.
Subimos por el elevador hasta su apartamento, nuestras manos seguían juntas, incluso maniobró para abrir la puerta con una sola mano.

—Vamos a dormir cariño. —besó mi nariz.

Tomé una camiseta larga de su armario y me metí a la cama, ella por su parte simplemente se quedó en ropa interior antes de acompañarme.

Su cálido cuerpo calentó el mío, no de una forma sexual, era más como el calor de un hogar, el que te hace sentir segura.
Su brazo cruzó por mi cintura, pegándome aún más a ella; por mi parte hundí la cabeza en su cuello, su olor me tranquilizaba, rosas y canela con un leve toque de cigarrillos ¿había algo mejor?
El latido de su corazón era tranquilo y armónico, me concentré en él, probablemente eso y su mano pasando suavemente por mi cabello provocó que cayera en un profundo y tranquilo sueño.

««« • »»»

Me sentía feliz a su lado, todos los días íbamos juntas a la Universidad, yo entraba primero y ella media hora más tarde, no era conveniente para ninguna que se supiera de nuestra reciente relación, podrían acusarla de favoritismo y expulsarme a mi.
Sin embargo siempre encontrábamos la forma de darnos pequeños guiños o sonrisas, incluso besos cuando creíamos que nadie miraba.

Una vez fuimos a casa de Sharon a comer, y mientras estábamos viendo la televisión en el sofá me miró a los ojos y me lanzó una sonrisa de las que sólo ella me podía dar.

—Quisiera ser bruja para hacer un hechizo y poder sumergirme en lo profundo del lago de tus ojos. —habló, la miré con confusión.
—Mis ojos son cafés. —respondí, ella solo sonrió aún más y se sentó en mi regazo.
—Entonces quiero sumergirme en el charco de lodo que son tus ojos. —abrí la boca pero de ella solo salió una carcajada, seguida por la suya.

Me silenció con un beso, el clase de beso tierno que me encantaba. Había tomado la costumbre de acariciar mi mejilla mientras me besaba, costumbre que yo amaba.

—Me alegra que sean novias, pero por favor no tengan sexo en mi sofá. —dijo Sharon al vernos, comencé a reír.
—Como si tú no lo hubieras hecho ya aquí. —le dijo Ekaterina en tono divertido, Sharon solo le guiñó un ojo.
—Si cariño, pero es mi sofá, son mis fluidos. —me levanté de inmediato haciendo un ruido de asco, mientras Kat se caía al suelo desde mi regazo, riendo como una loca.

Sharon comenzó a reír histericamente, mientras yo ayudaba a mi novia a levantarse y a tomar aire, lo que pasara primero.

—Vamos Morticia. —le dijo mi novia a mi mejor amiga.

Ahora Sharon era "Morticia" para Kat ya que según ella, mi mejor amiga era pálida por fuera, como un muerto y oscura en el interior como un murciélago.

—¿Qué pasa Rusia? —preguntó mirándola.
—Quizás quieras conocer a mi mejor amiga... está dando una fiesta hoy ¿por qué no vamos?
—Pensé que íbamos a comer... —dije con confusión.
—¿Tu amiga es guapa? —preguntó Sharon levantando una ceja.
—Claro que lo es.
—¡Vamos! Me iré a cambiar.
—Pero la comida...
—Mi amiga tiene comida en su casa matryoshka, te lo aseguro. —dijo Kat besando mi mejilla.
—¿Y mi ropa? —pregunté mirando los pantalones de chandal y el suéter que llevaba.
—Ven B. —se acercó Sharon. —Te prestaré algo.

Fue así como terminé enfundada en un vestido rojo que se ajustaba demasiado a mi cuerpo, estaba incómoda con él, pero la mirada que Kat me dirigió al verme fue suficiente para dejármelo puesto.
Nos llevó hasta una unidad de casas que se veía demasiado lujosa, y acabamos entrando a una que parecía costar más que mi apartamento y el de Sharon juntos.
Definitivamente la fiesta estaba en su apogeo, había gente bailando por todos lados, y mucho alcohol, lo que me hizo preocuparme de inmediato por las rubias que estaban conmigo, una que luchaba por mantenerse sobria día con día y la otra que se ponía borracha siempre que veía alcohol o sus derivados.

—¡Hey Alexandra! —gritó mi novia a una mujer bastante guapa que estaba entre muchas personas, al vernos se acercó con una sonrisa.

—¡Joder Beatriz! —dijo Sharon.
—¿Qué? —pregunté levantando una ceja.
—Es ella. —me señaló a la mejor amiga de mi novia.
—¿Ella que?
—Dormí con ella.
—¿Qué? —exclamé.
—Cuando te llame, cuando te dije que había despertado en casa de una extraña y te pedí poder ir a tu departamento. —me dijo. —¿Recuerdas?
—¿Cuál de todas las veces? —pregunté.
—La última Beatriz, la última.

Claro que recordaba, ese día había conocido a Ekaterina; la miré sorprendida y asentí.

—Estoy segura de que es ella. Dios. —exclamó.

La mujer, llamada Alexandra estaba hablando animadamente con Kat, Sharon y yo estábamos rezagadas, más por decisión de mi amiga que mía.

—Vamos. —la tome por el brazo y la intenté llevar a donde estaba mi novia.
—No no no. —negó.

Nunca había visto a Sharon de esa manera, normalmente si veía a alguien con quien hubiera dormido se limitaba a ignorarla o hacerle un guiño coqueto, pero esta vez no quería ni acercarse.

—Sharon. —insistí entre dientes.

Ekaterina ya había hecho que la atención se concentrará en nosotras porque su amiga ahora me dirigía una mirada desconfiada, el tipo de mirada que Sharon le dirigía a Ekaterina antes de conocerla bien.
Después de su inspección, nuestros ojos se encontraron y me dirigió una sonrisa honesta, que yo respondí.
Me acerqué llevando a mi amiga a la fuerza que parecía muy entretenida mirando el suelo.

—Ella es... —comenzó mi novia.
—Beatriz la afortunada. —la interrumpió Alexandra dándome un guiño y acercándose a besar mi mejilla antes de darme un abrazo.
—Hola. —dije.
—Hola, Kat me ha hablado mucho de ti, te quería conocer. Eres más maravillosa de lo que imaginaba, espero que esta loca. —señaló a Ekaterina. —No haga ninguna tontería, si lo hace avísame y te ayudaré. —me hizo reír, ella me dirigió una amable sonrisa antes de fijarse en Sharon que estaba medio escondida detrás de mi, su sonrisa amable cambio a una traviesa.

Me alejé y me paré junto a mi novia, no quería estar en medio de lo que sea que fuera a pasar ahí.

—A ti ya te conocía ¿no es así bebe? —se dirigió a mi amiga que de inmediato se puso como un tomate.

¿Desde cuando Sharon se sonrojaba de esa manera? Y la verdadera pregunta ¿que tenía Alexandra que parecía provocarlo?
Ekaterina me dirigió una mirada confusa, yo solo le hice un gesto para que me dejara ver qué ocurría.

—Hola. —habló mi amiga. —Si... si ya nos habíamos visto... —sonaba nerviosa, eso era extraño, ella nunca se ponía nerviosa por casi nada.
—Y nos hemos visto muy bien. —le guiñó un ojo, mi amiga soltó una risita.

Definitivamente Sharon estaba actuando como tonta, esa clase de actitud tonta que toma una adolescente cuando habla con la persona que le gusta, no pude evitar soltar una risita, la infame Sharon Martin había caído por la mejor amiga de mi novia.

Con una sonrisa a Ekaterina, nos alejamos de ellas y nos dirigimos a conseguir algo sin alcohol para beber.
Incluso acompañé a mi novia fuera para que pudiera fumar; fue ahí cuando le conté lo que había pasado entre mi amiga y la suya, para mi impresión no le sorprendió demasiado.

—Alexandra le dirigía miradas sexuales. —dijo encogiéndose de hombros. —Si no lo habían hecho sería cuestión de tiempo para que pasara.

Al volver Sharon y Alexandra parecían pasarla muy bien, bailando y riendo, lo que me hacía sentir feliz por mi amiga, nunca la había visto de esa manera, lo cuál me hacía sacar conclusiones que esperaba no fueran apresuradas.

—¿Qué pasa por tu mente mатрёшка? —preguntó Kat, estábamos sentadas en el sofá, o más bien ella estaba sentada en el sofá y yo encima de ella.
—Nada, creo que tienen química. —dije señalando a nuestras amigas.
—Si claro, no te acuestas con nadie con quien no tengas química. —dijo encogiéndose de hombros.
—Eres tan poco romántica. —dije riendo.
—¿De verdad? —preguntó sorprendida. —Yo pensé que era la reina de romance...
—¡Oh cállate!
—Cállame. —me retó mientras levantaba una ceja.

Le dirigí una sonrisa antes de tomarla por las mejillas y besarla, al principio fue algo suave, pero después sus manos estaban en mi trasero y sus labios en mi cuello.
Había poca iluminación pero aún así me sentí apenada y me alejé antes de que las cosas se salieran de control.

—Vamos. —me dijo Kat en cuanto pareció entender.

Tomó mi mano y me llevó hasta las escaleras, que subí con dificultad ya que su agarre en mi mano era fuerte y ella subía más rápido que yo, haciéndome tropezar de vez en cuando.
Finalmente abrió una puerta del piso de arriba y me empujó dentro, cerrándola a sus espaldas.

En menos tiempo del que imagine me tenía pegada contra la pared, sus labios peleando furiosamente con los míos y sus manos recorriendo todo mi cuerpo.

—Este maldito vestido. —dijo entre dientes mientras besaba mi cuello. —бог

Sus manos lograron sacar el dichoso vestido, que fue a parar a alguna parte de la habitación, dejando a la vista mis ropa interior de encaje, una de sus manos comenzó a acariciarme por encima de las bragas.

—Siempre estás tan mojada. —susurró.

Me empujó hasta que caí en la cama, ella se quitó el vestido de inmediato y montó sobre mi regazo frotándose contra mí.
Sentía su humedad manchar todo mi abdomen; parecía una diosa con el cabello despeinado y el labial rojo que tanto se esmeraba en perfeccionar cubriendo toda su cara.
No pude evitar reír, me miró con confusión, logré enderezarme y limpiar un poco las manchas rojas de su cara, cerró los ojos permitiéndome tocar sus largas y hermosas pestañas, y arrugo la nariz cuando di un toquecito ahí con el dedo índice, sacándome una sonrisa.

Aún había tensión sexual en la atmósfera, pero habíamos pasado del deseo animal a la brutal ternura y cuidado.
Nuestros labios se volvieron a encontrar, está vez con más lentitud.
Tomé mi tiempo para pasar mis manos por su espalda, recorriendo su columna donde los huesos sobresalían, llegue al broche de su sujetador y me deshice de él.
Me gustaba la forma en la que comenzaba a hablar en ruso cuando estaba excitada.

Besé el valle de sus senos, sacando un gemido de sus labios.
Se acostó en la cama mientras yo comenzaba a pasar mi lengua por sus pezones, dando mordidas ocasionales que la hacían dar grititos.
Mientras mi boca estaba arriba mi mano comenzó a bajar hasta la humedad entre sus piernas.
Busque su clitoris y comencé a frotarlo con mis dedos.

—Бог Беатрис —gimió. —рот

Con una sonrisa comencé a dejar besos por todo su abdomen, hasta llegar a su monte de Venus, que besé antes de penetrarla con mi lengua.
Los sonidos que estaba haciendo no podían ser nada menos que obscenos, una mezcla de palabras rusas con español.

Continúe con mi trabajo oral hasta que comenzó a mover sus caderas sin control, señal de que su orgasmo estaba cerca.

Introduje dos de mis dedos dentro de ella y comencé a bombear con velocidad, mi lengua seguía jugando con su clitoris. Fue cuando sus gemidos comenzaron a aumentar de volumen, esperaba que todos siguieran en el piso de abajo porque eran bastante audibles para cualquier persona que se hallara en el pasillo.

Llegó aullando mi nombre.
La limpie con mi lengua antes de subir y besar sus labios.
Sus manos encontraron su lugar en mi espalda donde sus uñas comenzaron a arañar levemente.

—mатрёшка —susurró contra mis labios.
—Bebé. —respondí.

Nos tomamos un minuto, solo escuchando nuestras agitadas respiraciones; que se fueron controlando lentamente.

—mатрёшка. —habló al fin Ekaterina con ánimos. —Vamos.

Se acomodó en la cama antes de intentar que me sentara en su pecho.

—¿Qué pretendes? —pregunté aunque la respuesta era algo que ya suponía.
—Te vas a sentar sobre mi cara.

Era increíble el efecto que tenía en mi, me había visto desnuda y habíamos tenido sexo más veces de las que podía recordar y sin embargo lograba que me sonrojara con esas palabras.

—Vamos. —me dirigió una sonrisa confiada.

Di un último beso en sus labios antes de acomodarme como ella me lo pedía, en ese momento fui completamente consciente de la humedad que había entre mis piernas.
Su lengua experta comenzó a hacer maravillas conmigo, en cuestión de segundos ya estaba gritando.
Una de sus manos estaba en mis pechos, pellizcando mis pezones, y la otra estaba sujetando firmemente mi trasero.

Llegué en menos tiempo del que esperaba.

««« • »»»

Suaves labios dejando besos por toda mi cara me despertaron por la mañana, al abrir los ojos vi a Ekaterina sonriéndome.

—доброе утро malysh. —dejó un beso en mis labios.
—¿Buenos días? —pregunté, ella asintió.

Me senté mientras ella se acomodaba mejor en mi regazo.

—Creo que deberíamos irnos. —dijo.
—¿De verdad? —pregunté.
—Si, Elina me mandó un mensaje, tengo que ir a la Universidad. —se encogió de hombros.
—¡Pero es sábado! —grité indignada.
—Pero es mi trabajo kотёнок —dijo riendo con diversión. —A menos que me quieras mantener... —me guiñó un ojo y me volvió a besar.

Cuándo nos separamos me tiré en la cama y me cubrí con las sábanas.

—Bea... —dijo Kat con diversión.
—Estoy tan bien aquí. —suspiré, sentí como se levantaba.
—Bueno, ¿que piensas del sexo en la ducha?

Salí de mi escondite de inmediato y la miré, estaba en una puerta que no había visto antes, el baño.
Tenía una ceja levantada y una mano extendida hacia mi, me levanté con rapidez y tomé su mano mientras ella reía.

—No siempre me vas a poder comprar con sexo. —dije mientras la seguía.
—Si, pero mientras funcione lo haré. —se acercó a mí y tomo mi mejilla dejando un beso en mis labios.

Me llevo de la mano a la ducha, donde agua caliente ya estaba saliendo de la regadera.
Tenía una sonrisa en su cara.

««« • »»»

—Tal vez esto es mala idea. —dije retorciéndome en el asiento del copiloto del auto de mi novia.
—No es el momento de echarse para atrás. —apretó mi mano.

Después de salir de la ducha, habíamos decidido que la acompañaría a la Universidad, para decirle a Duvignau que éramos novias.
Todo había sido tan repentino, además una no podía tomar una decisión seria después de haber tenido dos orgasmos.

Ahora, recuperada, me había puesto a pensar en las consecuencias, justo cuando ya estábamos en el estacionamiento de la universidad.

—Podemos decirle después. —insistí.
—Escucha... —su teléfono la interrumpió, me hizo un gesto y respondió.

"Está bien." le decía a la persona que estaba en el teléfono. "Si, entiendo." asintió riendo. "¡Oh y Elina!" me dirigió una sonrisa. "Llevo a mi novia conmigo" no podía escuchar lo que le decía mi profesora pero parecía divertirla mucho. "Si, una novia. Te veo en unos minutos, adiós."

—Ya no hay vuelta atrás. —me dijo.

Con un suspiró baje del auto y caminé a su lado, rumbo a mi salón de clases.
Al llegar a la puerta ella se detuvo y me miró.

—Espera aquí. —besó mi frente y entró.

Por mi parte me recargué en la pared, había comenzado a morder mis uñas pero opte por alejarlas de mi boca.

"Todo va a estar bien idiota, contrólate." me dije a la vez que secaba mis manos sudorosas en mi pantalón.

—No se porque no entró contigo. —esa era la inconfundible voz de Duvignau que se acercaba cada vez más.

Sentí como el pánico comenzaba a desatarse por todo mi cuerpo, tal vez era mejor irme, sí.
Me di la vuelta y me alejé con rapidez, aunque no la suficiente.

—¡Ah! —mi profesora gritó, me di la vuelta con lentitud y la vi parada mirándome con los ojos abiertos.

Ekaterina estaba detrás de ella, parecía igual de nerviosa que yo.

—¡Lepori! ¡Lepori! —gritó, no parecía enojada, solo en shook. —Ekaterina Sokolova ¿Beatriz Lepori es tu novia? —preguntó mirando a la rusa.
—Si. —contestó con simplicidad.

Camino hasta situarse a mi lado y tomar mi mano.

—Bien bien. —habló para sí misma mientras se mordía una uña. Nos miró de nuevo con los ojos muy abiertos. —¿El otro día, ustedes dos estaban... —nos señaló. —estaban... ¡en los vestuarios!

No pude evitar sonrojarme hasta la raíz, definitivamente había sacado la conclusión.

—Si. —respondió Ekaterina de nuevo, haciéndome sonrojar aún más.
—Bien... déjame pensar. —tomo aire y se tocó la frente. —No estoy enojada. —aclaró de inmediato. —Solo estoy... supongo que sorprendida. ¿Por qué no me dijeron antes?
—Porque no. —respondió Ekaterina.
—No te hagas la chistosita Ekaterina, ahora no. —la apunto con el dedo. —No después de decirme que te tiraste a una de mis alumnas en los vestuarios.

Ya había roto el récord de que tan sonrojada me podía poner.

—Está bien. —soltó un suspiro. —Quiero hablar contigo Lepori. —me señaló, poniéndome nerviosa. —A solas Ekaterina. —le dijo a mi novia, ella solo asintió y besó mi mejilla.

Cuando ella entró y cerró la puerta, dejándome sola con mi profesora me puse nerviosa de inmediato.
Había visto a Duvignau enojada, pero esta vez estaba aún más asustada, porque ni siquiera se veía ardiendo en furia, tenía una expresión que no podía descifrar y no sabía si eso era bueno o malo.

—Escucha Lepori. —me dijo Duvignau con un suspiro. —La quiero como no tienes idea, es como una hija para mí. —asentí. —Y desde que llegó noté que algo había cambiado en ella, parecía más... feliz. Y después, de la nada la felicidad se evaporó y noté como parecía confundida e incómoda, intenté preguntarle que pasaba y levantó un muro entre nosotras.
¡Y después! —añadió cuando vio que iba a comenzar a hablar. —Después te atacaron Lepori, Verónica Blake te atacó, y cuando Ekaterina vino a decirme nunca la había visto más enojada en su vida.

La miré con sorpresa, me estaba diciendo cosas que yo no sabía.

—Y te juro que tuve que evitar que fuera a golpear a Blake, debí de saber que todo tenía que ver contigo desde ahí, pero yo supuse que solo estaba enojada por lo injusto de la situación.
Pero déjame decirte, su estado de ánimo pareció mejorar desde entonces, y de ahí fue para arriba hasta que la comencé a ver radiante y sonriendo siempre y eso es algo que nunca había visto en ella tampoco.
Y ahora entiendo que todo tiene que ver contigo.

Asentí mirando a los ojos de mi profesora, desde que la conocía jamás habían expresado tanta honestidad.

—Me alegra verla de esa manera, y no quiero que cambie, así que Lepo... Beatriz. —corrigió pronunciando por primera vez mi nombre, me tocó un hombro. —No la lastimes, no la hieras, no huyas de ella, supongo que sabes por lo que ha pasado... —asentí. —Cuídala. —asentí de nuevo, está vez con más seguridad. —Y lo mismo para ella, si te hiere de alguna manera o hace algo que no debe, avísame. —me guiñó un ojo y me sonrió, sacándome una sonrisa.
—Gracias. —dije.
—Ahora vamos dentro que debe de estar mordiéndose las uñas pensando que te maté o algo.

Entré con mi profesora, efectivamente Ekaterina estaba caminando de un lado a otro, moviendo las manos nerviosamente.
Al vernos se detuvo y se dirigió directamente hacia mi, le sonreí con seguridad, parece que su burbuja de tensión se desinfló en cuanto lo hice.

—¿Y bien? —preguntó.
—Todo bien. —dijo Duvignau. —¡Y no quiero más sexo en mi salón de clases! Ni en los vestuarios, ni en ningún lado del que yo esté cerca. —dijo con expresión de asco, haciendo reír a Kat.
—обещанный Lina. —dijo animada mi novia.
—Bien.

Todo salió mejor de lo que esperaba. Siempre era así con Ekaterina, todo era mejor.

««« • »»»

El domingo por la noche nos encontrábamos sentadas en el suelo, comiendo sushi que Kat había comprado, no era una cena romántica pero aún así parecía la cosa más especial del mundo.

—Cántame algo ребенок. —pidió mi novia.
—Esa es nueva ¿que significa? —pregunté.
—Bebé. —respondió. —¿Me cantarás una canción ahora?
—Siempre me escuchas cantar en el bar...
—No es igual, ahí hay mucha gente que te ve, aquí solo estamos tú y yo. —tomó mi mano y la apretó. —Por favor Bea ¿me cantas una canción? —suplicó haciendo ojos de cachorro.

Suspiré y asentí, no podía decirle que no a esa mirada. Ella aplaudió emocionada levantándose para ir por mi guitarra.
Cuando me la entregó se sentó a mi lado y esperó pacientemente a que comenzara.
Le sonreí y besé su mejilla antes de comenzar a tocar.

A veces pienso que te miento
cuando te digo que te quiero,
porque esto ya no es querer.

A veces creo que he muerto
cuando no estás y yo despierto,
porque sé que esto ya no es querer.

Es algo más, algo que me llena,
algo que no mata ni envenena,
es algo más, algo más que amar.

Es algo más que la distancia,
que el dolor y la nostalgia,
sabemos que eso no nos va a separar.
Es darte un beso cada noche,
que tus manos me enamoren,
y que lo nuestro crezca cada día más.
Porque somos algo más.

A veces creo que he vivido
más de mil años contigo,
porque sé que esto ya no es querer.

A veces pienso que es mentira
por cómo entraste en mi vida,
porque sé que esto ya no es querer.

Es algo más, algo que me llena,
algo que no mata ni envenena,
es algo más, algo más que amar.

Es algo más que la distancia,
que el dolor y la nostalgia,
sabemos que eso no nos va a separar.
Es darte un beso cada noche,
que tus manos me enamoren,
y que lo nuestro crezca cada día más.
Porque somos algo más.

Y yo sé que no es querer,
porque en tus ojos yo me puedo perder,
contigo olvido lo que es temer,
¿Acaso no sabes que tú eres para mí?

La noche, el día en mi vivir,
la sangre en mis venas, lo doy todo por ti,
contigo el mundo no tiene final,
y el tiempo no se nos va acabar.

Es algo más que la distancia,
que el dolor y la nostalgia,
sabemos que eso no nos va a separar.
Es darte un beso cada noche,
que tus manos me enamoren,
y que lo nuestro crezca cada día más.
Porque somos algo más.
Porque somos algo más

Terminé con una sonrisa, ella me miraba de una forma especial, tenía una intensidad en la mirada que pocas veces dejaba ver.
Se acercó y me besó, con gusto le respondí.
Estábamos por llegar a segunda base cuando mi teléfono sonó, hastiada me levanté a responder.

—¿Si?
—Señorita Lepori. —esa era la voz de la mujer que estaba en la recepción de mi edificio.
—¿Si? —pregunté confundida.
—Tengo un sobre que dice su nombre desde ayer pero se me olvido decirle, ¿podría bajar por él?
—Claro. —respondí antes de colgar.

—¿Qué pasó malysh? —preguntó mi novia.
—Tengo que bajar a la recepción, nada importante. —espero. —No tardaré.

Le di un beso en la mejilla.
Entonces me dirigí a la puerta y baje por las escaleras, al llegar a la planta baja y dirigirme a recepción la mujer me entregó un sobre con mi nombre escrito en una letra cursiva elegante.
Lo miré con confusión y le agradecí; subí por el ascensor y en cuanto iba a tocar mi puerta Ekaterina la abrió.

—¿Estabas observando por la mirilla? —pregunté divertida.
—Esperaba que llegaras матрешка. —beso mis labios con ternura.

El sobre seguía en mis manos, y cuando se fijó en el frunció el ceño y lo señaló.

—Что это —habló. —¿Qué es eso?
—No lo sé. —confesé.

Me dirigí a la cocina con ella detrás de mi, abrí el sobre y por fin pude leer lo que venía dentro.

"Angelique Scheider la invita cordialmente a la celebración que se hará por su cumpleaños."

Me quede ahí, había más letras pero no pude continuar leyendo, estaba como de piedra.
Ekaterina que tenía la barbilla sobre mi hombro y también había leído preguntó.

—¿Quién es Angelique Schneider?

Mierda, mi ex novia.

•••

¡Hola!
Espero que les guste❤️
Hasta la próxima 💓
-Anónima D. 🌸

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