Matryoshka.

Door AlmaxAnonimax

32.9K 2.3K 509

Ella era rusa, con un cabello tan rubio y brillante como el oro, sus ojos eran de un azul tan frío que record... Meer

[ uno ]
[ dos ]
[ tres ]
[ cuatro ]
[ cinco ]
[ siete ]
[ocho]
[ nueve ]
[ diez ]
[el fin]

[ seis ]

3.2K 213 20
Door AlmaxAnonimax

Lo primero que noté al despertar fue que estaba en una cama desconocida, después al abrir los ojos me di cuenta de que estaba en una habitación que no era la mía, yo nunca usaría cortinas con superhéroes para mis ventanas.
Entonces unos brazos no tan desconocidos apretaron mi cintura, y podía sentir una respiración tranquila y cálida en mi cuello.

Entonces el olor, la extraña mezcla de rosas y canela inundaron mis fosas nasales. Como un flashback todo lo que había pasado llegó a mi mente.
Era la habitación de Ekaterina Sokolova, eran las cortinas con cuchillos de Ekaterina Sokolova, eran sus brazos los que me apretaban a ella casi posesivamente y era su cálida respiración lo que sentía en mi cuello.

También noté que era su cuerpo desnudo el que se apretaba al mío, que estaba en el mismo estado.

Entonces al final no se había ido, se había quedado y estaba abrazada a mi cuerpo.
Con dificultad me di la vuelta, haciendo que se despertara en el acto.
La miré, no sabia que decir ni cómo empezar, pero ella solo me dirigió una hermosa sonrisa antes de inclinarse a dejar un beso en mis labios.
Se sentía tan familiar, sus manos vagando por mi espalda y después sobre mi cintura, dando un apretoncito que me causo cosquillas.

Presione un beso sobre los labios de la mujer que estaba debajo de mi, oyendo un jadeo suave cuando mordí su labio inferior antes de pasar la lengua por la marca de la mordedura.
Gemidos salían de su boca pero eso no bastaba, yo quería gritos, quería mi nombre saliendo de sus labios y siendo repetido como un mantra.
Me senté sobre ella y le sonreí.

Me incliné y comencé a dejar pequeños besos por toda su mandíbula y su cuello, deteniéndome justo en el punto donde se sentía su pulso, haciéndola retorcerse debajo de mi.

—сделайте это сейчас. —susurró. No había entendido nada pero por su tono sonaba a suplica, sonreí en su cuello.

Ekaterina levantó sus caderas desesperada por cualquier cosa que le diera un poco de alivio a su tortura, lo único que hice fue morder su cuello, sacándole otro gemido.
Sus manos llegaron a mi cabello, del que tiro para unir nuestros labios en un beso apasionado, pero corto; tome sus manos al mismo tiempo que me separaba de ella.

—¿Izquierda o derecha? —pregunté mientras las acariciaba y comenzaba a dejar besos en ellas.
—¿Qué? —dijo en un susurro ahogado.
—Izquierda... —besé cada uno de los dedos de su mano izquierda. —O derecha... —repetí la acción con la otra mano.
—Derecha. —respondió.

Levanté la mirada y le sonreí.

—Bien. —introduje dos dedos de su mano derecha en mi boca.

Un gemido entrecortado salió de sus labios, seguido de otro y de otro, mientras yo hacía el trabajo en sus dedos, pasando mi lengua de arriba a abajo.
No dejé de mirar directo a sus ojos cuando saque los dedos de mi boca y los comencé a dirigir a sus piernas entre abiertas.
Cuando tocaron su intimidad arqueo la espalda, entonces me permití acercarme de nuevo a su cuello solo para susurrar en su oído.

—Tócate como si fuera yo. —solo obtuve un grito de placer como respuesta mientras sentía como la mano que sostenía por la muñeca se comenzaba a mover, dentro y fuera, bombeando.

Descendiendo por su cuerpo me detuve para darle atención a cada uno de sus senos.
Solo cuando me aseguré de haber torturado lo suficiente a cada pezón continúe mi camino por todo su vientre, dejando besos por todos lados.
Ella seguía tocándose mientras me acercaba a dejar un beso en la cara interna de su muslo.

—Beatriz... —suplicó. —Por favor kотёнок...

Con una última mirada a Ekaterina, alejé su mano que ya estaba bastante mojada, entrelace nuestros dedos y hundí la cabeza entre sus piernas.
Arqueó la espalda y comenzó a susurrar mi nombre, después lo gritó entremezclado con palabras en ruso que sonaban tan eróticas de mil maneras diferentes.

Mi lengua se movía con habilidad para encontrar el punto adecuado, supe que lo había echo cuando soltó un gran grito seguido de una maldición.
Se comenzó a retorcer con mayor intensidad, entonces empuje su pierna sobre mi hombro para tener más libertad, enterrando mis uñas en su muslo de paso.

Cuando llegó al orgasmo tomo mi cabello con fuerza y tiró de el.
Después me empujó hacia arriba y me besó con pasión.
Estaba temblando levemente y una fina capa de sudor cubría su cuerpo; su cabello despeinado se enredaba en las almohadas y sus labios estaban rojos e hinchados. Era una diosa que me había atrapado bajo su hechizo, y ya no había salida.

««« • »»»

Estábamos desayunando en su cocina, ella solo llevaba una camisa larga puesta, dejando al descubierto sus brazos, más específicamente el brazo derecho, en el que noté una pequeña mancha.

—Tienes un tatuaje. —dije notándolo por primera vez.

Ella siempre usaba ropa con mangas largas, y además tenía un tamaño que permitía que casi pudiera pasar desapercibido, casi. Me acerqué a verlo, una matryoshka.

—Oh si... —dijo con una sonrisa.
—Nunca lo había visto...
—Cuando estamos en clase lo cubro con maquillaje.
—¿Qué significa?
—Me recuerda a casa. —se encogió de hombros mientras lo veía, pasé las manos por los bordes de tinta negra. —Sabes, por más daño que te hayan hecho, el hogar es parte de ti, nunca se irá porque son tus raíces. Esto me recuerda a lo que dejé atrás y el trabajo que me costó llegar hasta donde estoy ahora.

Levanté la mirada y le sonreí, ella se acercó y dejó un pequeño beso en mi frente.

««« • »»»

¿Todo mejoró? ¿Qué pasó con nuestra relación?
Si, todo parecía haber mejorado, al menos ahora tenía sexo seguro todas las noches, o mañanas, o tardes, y también tenía una amiga que me escuchara. Y ese era precisamente el problema y la razón por la que no podía responder la segunda pregunta.
¿Qué podía pasar con una relación que no existía?
Amigas con derechos, al parecer a eso nos habíamos reducido, a ser simples amigas que tenían sexo de vez en cuando, mejor dicho casi siempre, pero aún amigas. No tenía ningún problema con ello, o eso pensaba.

««« • »»»

Había llegado tarde a mi clase de ballet, en cuanto entre Duvignau me taladró con su mirada y me mando a cambiar de inmediato.

La noche pasada me había desvelado por culpa de cierta rubia rusa, y me había despertado tarde, así que ni siquiera me había dado tiempo de ponerme el leotardo y las mallas. En lugar de eso me puse el primer short que encontré, que al parecer ya no me quedaba porque me apretaba, o tal vez siempre había sido ajustado.

No importaba, en lugar de eso entré al vestuario y saque mis cosas de la maleta con rapidez.
La puerta se abrió y volvió a cerrar, volteé para ver a Ekaterina acercarse a mí con una sonrisa.

—Privet. —me guiñó un ojo antes de arrodillarse frente a mí y sonreír con malicia.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—Me encanta este short. —dijo inocentemente.
—No entiendo que tiene que ver eso co... —mi voz se fue en cuanto puso su mano en mi muslo y lo comenzó a acariciar. —¿Qué haces? —pregunté moviéndome con incomodidad mientras miraba la puerta.
—Mírame mатрёшка. —ordenó tomando mi barbilla y obligándome a mirarla.

Se acercó y comenzó a besarme, al separarse comenzó a trazar el contorno de mis labios con su lengua.

—Kat. —jadeé. —Kat... —conforme su mano en mi muslo se movía, y sus labios chupaban mi cuello, me sentía más húmeda. —Cre...creo que ¡Oh! —su mano había logrado colarse dentro del short.

Comenzó a hacer círculos en mi zona más sensible a través de la delgada tela de encaje.

—¡Oh Kat! —chillé.
—Shhhh. —susurró en mi oído. —Tienes que estar callada o nos descubrirán kотёнок.

La posibilidad de ser descubiertas solo me mojó aún más, fue cuando su lengua comenzó a hacer estragos en el lóbulo de mi oreja que comencé a dar gritos ahogados.

—Cállate. —su voz fue más fuerte está vez, se estaba poniendo dominante lo que no ayudaba con mi excitación.

Comencé a frotarme en su mano con impaciencia. Fue cuando por fin apartó la tela ya estropeada y tocó directamente mi humedad, intenté reprimir un gemido.

—Tan mojada kотёнок. —susurró en mi oído, mordiéndolo. —Solo para mí.
—Por favor... —supliqué.
—¿Por favor qué? —preguntó, llego a mi botón de placer y comenzó a estimularlo.
—Ah... —gemí.
—¿Por favor qué Beatriz? —tiró de mi cabello, para dejar mi cuello descubierto a sus dientes.
—Por favor... —chillé. —Te necesito. —gemí.

Los movimientos de mis caderas contra su mano iban incrementando cada vez más.
Necesitaba sus dedos dentro, los necesitaba tanto como un pez al agua.

—¿Que necesitas? —susurró.
—A ti, dentro de mi. —logré articular.
—Está bien kотёнок.

Dos dedos penetraron mi entrada, solté un gran gemido que fue silenciado con su mano en mi boca.
Comenzó a moverse dentro y fuera, con una lentitud tortuosa.

—Estás caliente cariño. —me dijo con voz burlona.

Mis caderas se movieron con urgencia, buscando más velocidad.

—Muévete bebe. —susurró en mi oído.

Con una desesperación animal comencé a montar sus dedos, buscando el punto correcto.
Al encontrarlo comencé a moverme aún más rápido, ya no podía detener los gemidos bastante audibles que salían de mi boca.
Mi orgasmo llego de una forma abrumadora, la rusa me besó para acallar mi grito.
Poco a poco sacó sus dedos de mi, limpiándolos con su lengua mientras me veía provocativamente.
Tome sus mejillas y junte nuestros labios con pasión.

Justo cuando iba a comenzar a quitar su leotardo, la puerta se abrió, obligándonos a separarnos con rapidez.

—¿Qué estás haciendo Ekaterina? —llegó Duvignau mirándonos a ambas con la sospecha pintada en su cara.
—нет ничего. —respondió.

En ese momento me pregunté si el olor a sexo se podría percibir por alguien ajeno, porque en ese caso toda la habitación estaba impregnada.
Duvignau dirigió su mirada a mi, fue cuando me pude mirar en el espejo que estaba a mis espaldas.
Tenía las mejillas sonrojadas, y mi respiración era irregular, por no decir la ropa que estaba mal acomodada.
Bueno, si no podía oler el sexo, podría ver los estragos que había dejado a su paso.

—Не здесь Екатерина. —dijo Duvignau dirigiéndonos una mirada significativa antes de dirigirse a la puerta. —¡Y tú! —me señaló. —Ponte el leotardo y te quiero en la clase. En menos de cinco minutos o vendré de nuevo.

Salió y solté el aire que no se desde cuando había estado reteniendo.

—Bueno, mejor apúrate malysh. —se acercó a dejar un beso en mis labios. —Te veo allá.

Me guiñó un ojo y salió, cerrando la puerta con menos violencia que Duvignau.
Esa mujer era mi perdición y no podía hacer nada contra ello.

««« • »»»

La cuarta semana de mi relación complicada con ella fue cuando ya no pude negar más las cosas. Ya no era solo sexo y besos con diversión, ya no quería que fuéramos solo amigas con derechos.

Me gustaba, a decir verdad siempre había sido así, pero todo se había hecho más real desde el momento en que decidí confiar en ella y entregarle todo de mi. Tal vez ese era mi error, entregar todo de mi demasiado rápido, y esperar que la gente hiciera lo mismo.
Al parecer Ekaterina solo era capaz de entregarme su cuerpo y su amistad.

Pero a veces la sorprendía mirándome con una ternura extraña en sus ojos, que hacía que mi corazón saltara esperanzado, haciéndome dudar de que lo nuestro era solo sexo, tal vez ella sentía lo mismo; a veces los besos que me daba no eran apasionados y en lugar de eso eran cuidadosos, como si temiera que me fuera a romper en cualquier momento; a veces me hacía dudar cuando despertábamos por la mañana y sus brazos me tomaban posesivamente por la cintura; me hacía dudar cuando acariciaba mi cabello por largas horas mientras veíamos la televisión, o cuando dejaba pequeños besos en mi cuello haciéndome reír porque me provocaba cosquillas.
Y unas cuantas veces, unas poquísimas veces, dormíamos juntas sin necesidad de tener sexo, solo abrazadas, sintiendo la calidez de nuestros cuerpos juntos.

Todo esto me hacía pensar qué tal vez solo necesitábamos hablarlo, pero las pocas veces que lo había intentando, o fingía no haberme oído o cambiaba brutalmente de tema.

Entonces decidí hacer algo al respecto, no era lo suficientemente valiente para confrontarla pero la música siempre había ayudado y el hecho de que ella siempre fuera a verme al bar parecía la excusa perfecta.

Esa noche la última canción que toque era para ella, por lo cual la comencé a mirar fijamente.

Tengo roto el corazón,
desarmada la razón,
podras tener mil romances
nunca con sinceridad.

Tengo tanto para amar
es como una enfermedad
No tengas miedo a enamorarte,
No huyas, no huyas de mi.
Dolor de amor quiero contagiarte
No huyas, no huyas de mi.

Soy un cometa que vuela
a marte esta noche

Puedo hacerte sentir bien
te necesito junto a mi,
hay quienes te prometen oro
yo te ofrezco el corazón.

Tengo tanto para amar
es como una enfermedad

No tengas miedo a enamorarte,
No huyas no huyas de mi.
Dolor de amor quiero contagiarte,
No huyas no huyas de mi.

Soy un cometa que vuela a marte.
Girando, volando de amor.
Girando, volando de amor.

Ella cambiaba su mirada de un lugar a otro, pero siempre se acababa encontrando con mis ojos.

Girando, volando por ti.
Girando, volando tu y yo.
No tengas miedo de enamorarte,
no huyas no huyas de mi.

Dolor de amor quiero contagiarte,
No huyas no huyas de mi.
Solos, solos tu y yo,
No huyas no huyas de mi.
No huyas no huyas de mi.

Girando, volando, amantes,
girando, volando, amantes.

Girando, girando por ti,
no huyas, no huyas de mi

La gente se paró a aplaudir, con una sonrisa me acerqué al público e hice una reverencia.
Al levantarme y buscar a Ekaterina de nuevo, me di cuenta que no estaba ahí.

Se acercó a mí detrás del escenario, me envolvió en un abrazo y dejó un pequeño beso en mis labios que me envió a las nubes.

—¿Te gustó la canción? —pregunté esperanzada, tal vez necesitaba un empujoncito.
—да, fue buena. —contestó. —замечательно.
—¿Solo eso? —la decepción me invadió.
—¿Qué más te puedo decir mатрёшка? —preguntó con confusión.

Negué con la cabeza. Nos quedamos en silencio unos momentos hasta que ella retomó la palabra.

—Entonces ¿iremos a ese lugar que me dijiste hoy por la mañana? —si, le dije que la llevaría a un bar.

Al parecer no había entendido mi indirecta, o probablemente no sentía lo mismo y prefería no mencionar nada.
Con un suspiro sonreí tristemente y asentí, no podría decirle que no a una noche con ella, por más hiriente que pareciera.

Al llegar, no pude evitar preocuparme, era un bar gay, de hecho era el mismo al que Sharon me había llevado la primera vez para superar a la rusa que estaba a mi lado; seguramente mucha gente se acercaría a Ekaterina, es decir, era hermosa, o incluso se acercarían a mí y no tendría ni idea de cómo reaccionar.

—No estamos en una relación, te puedes divertir con quien quieras. —me dijo Ekaterina cuando le presenté mi duda mientras aplaudía  emocionada con una sonrisa.

Seguramente no se dió cuenta de lo hiriente que sonó eso para mí. Me limité a poner una falsa expresión de felicidad en mi rostro.

Al entrar muchas miradas se dirigieron a ella, como lo supuse; aunque no parecía preocuparle mucho.
En lugar de eso tomo mi cintura y nos dirigimos a una mesa, ella pidió refresco ya que no tomaba alcohol, mientras yo por mi parte pedí una cerveza, necesitaba coraje líquido para sobrellevar lo que nos trajera esa noche.

Después de mi segunda cerveza, nos paramos a bailar.
Ella parecía darse cuenta de que algo estaba mal, ya que me dirigía una mirada de preocupación.

Claro que algo estaba mal, las mujeres pasaban a su lado dirigiéndole miradas lascivas, y yo no podía hacer nada porque "no estábamos en ninguna relación."
Y me dolía, y me hacía sentir incómoda estar a su lado de esa manera.

—¿Estás bien Принцесса? —preguntó.
—Si, claro. —mentí.
—Escucha, necesito un cigarrillo, ¿me acompañas? —ahí estaba mi salida, necesitaba alejarme de ella, solo por unos minutos.
—¡No! —negué de inmediato. —Te esperaré.

Me dirigió una mirada de confusión pero asintió, tomando su bolso y dejando un beso en mi mejilla se fue.
En cuanto desapareció del campo de vista me levanté de la mesa y me dirigí a la barra, tal vez necesitaba algo más fuerte que cerveza está vez.

—¿Qué desea?
—Vodka, con jugo de piña. —pedí.

Vodka, venía de Rusia, que ironía.
Cuando me lo entregaron y lo pagué, le di un trago de inmediato.

—Hola bonita. —esa voz me sorprendió, fue cuando vi a Victoria, si, esa Victoria.
—¡Oh! Hola...
—¿Aquí de nuevo?
—Claro. —asentí.
—¿Sola? —levantó una ceja.
—Pues... —dudé, no iba sola pero por otra parte...
—Tal vez podríamos divertirnos un poco. —ella me propuso mientras me atrapaba contra la barra.

No se porque me sentía culpable, después de todo no tenía ni siquiera una relación bien establecida con Ekaterina, era solo sexo y nada más, no importaba lo mucho que quisiera que las cosas fueran diferentes.

Victoria acercó sus labios a los míos, entonces tenía dos opciones, empujarla y decirle que no iba sola, o besarla y olvidar por un momento que había una rusa en mi corazón.
Me incliné por la segunda opción, así que dejé que nuestros labios se encontrarán.

No sentía las mariposas que Ekaterina me provocaba al besarla, ni tampoco me erizaba la piel, de hecho no sentía nada, pero daba igual.

Algo tomó con fuerza mi muñeca, fue el esmalte de uñas rojo lo que me hizo reconocer las manos de mi rusa favorita.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó con enojo en su tono.

Nunca la había visto de esa forma, con las mejillas encendidas y sus ojos centelleantes de furia, nunca la había oído hablarle a nadie así.

—Estábamos...
—Aléjate de ella. —le dijo a Victoria.
—¡Hey! ¿Te conozco al menos? —preguntó Victoria con desdén.
—No te lo diré dos veces. —repitió la rusa aún más enojada. —Держитесь подальше

Victoria soltó una risa y me miró.

—Cuando te libres de la ruski, búscame. Podemos pasarla igual de bien que la vez pasada. —besó mi mejilla.
—¿De que estás hablando? —preguntó Ekaterina.
—Dormimos juntas. —respondió Victoria con un guiño. —Buenas noches. —se alejó de nosotras.

En ese momento vi muchas cosas reflejadas en los ojos de Ekaterina, vi una tormenta desatarse en el mar azul; y al final dolor.

—¿Dormiste con ella? —me preguntó.
—¿Importa? —pregunté yo.
—Vámonos. —tomó mi mano y me sacó a la fuerza del establecimiento, al salir la empujé.

—¿Qué sucede contigo? —pregunté con enojo.
—¡Se estaban besando! —gritó. —Эта глупая блондинка
—¿Y que? —me crucé de brazos.

Ahora yo también estaba enojada, podía besar a quien quisiera, no estábamos en ninguna maldita relación, y todo era culpa de Ekaterina.

—¿Y qué? ¿Y qué? —repitió enojada. —¿Qué hay de mi?
—¿Desde cuando somos exclusivas? —pregunté enojada. —¡Solo tenemos sexo! Ni siquiera pareces tener maldito interés en avanzar.
—дерьмо —dijo en ruso.—No entiendes ni un poco.
—¿Qué quieres que entienda Ekaterina?
—No quiero que beses a otras personas. —respondió.
—No estamos en ninguna relación, tú lo dijiste.

Frote mis brazos protegiéndome del frío que pegaba más fuerte que de costumbre.

—No quiero que beses a otras personas. —repitió para sí misma.

Ya no había furia en sus ojos, solo vulnerabilidad, se acercó a mí y tomo mis mejillas entre sus manos, mirándome directo a los ojos.

—Por favor no beses a otras personas. —suplicó
—¿Por qué me haces esto? —pregunté. —No quieres tener nada serio conmigo pero me pides que no bese a nadie más ¿cuál es el punto?
—Jamás dije que no quiero tener nada serio cont...
—¡Lo dijiste! Dijiste que no te quedas nunca, que para ti solo es sexo.
—No no. —negó. —Lo era.
—¿Qué pasó?
—Tú pasaste. —respondió acariciando mi mejilla. —La pura verdad es que la primera vez me fui por qué por primera vez me quería quedar a lado de alguien, y ese alguien eras tú Beatriz. Huí porque estaba asustada de lo que sentía, aún estoy asustada de lo que siento.

Mi corazón estaba loco, había sufrido tantas caídas, roturas y enmendaduras en los últimos meses que en este momento sentía lástima por el pobre. Ahora estaba latiendo con más rapidez que nunca mientras miraba a los ojos de Ekaterina, que reflejaban la luz de la luna, y miles de cosas que me quería decir pero no salían de su boca.

—¿Qué sientes? —fue lo único que salió de mis labios.

•••

¡Hola!
Gracias por leer ❤️
Espero que les guste!
Hasta la próxima!
—Anónima D. 🌺

Ga verder met lezen

Dit interesseert je vast

990K 51.9K 37
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...
81K 4.2K 18
Para lenna el solo era el mejor amigo de su hermano aún si ella quería que fueran más. Para alessandro ella era más que que la hermana de su mejor a...
10K 518 17
Abatida en el suelo, Maya Bishop queda inconsciente, al tiempo que sus compañeros luchan contra el fuego que ha devastado el hogar de los Grey. La te...
14K 1K 52
"Amar a quien no te ama duele pero lo que más duele es llamarla amiga "