Grayson
—Jade...Jade... ¡JADE!
No he parado de gritar su nombre desde que desperté.
Al parecer estuve en coma, aunque algunos prefieren decir inconsciente, por treinta y dos horas. No me acuerdo de absolutamente nada, bueno, si recuerdo todo el accidente y de que hice lo imposible por llegar a Jade, pero por más que lo intente no puede, el mundo se volvió negro para mí y de allí no recuerdo nada más.
Ahora, después de despertar, tengo una angustia obstruyéndome el pecho por no saber nada de Jade. Me importa una mierda mi salud. Lo único que me interesa saber es que Jade está bien, pero el hecho que no me digan nada sobre ella solo empora mi angustia. Porque vamos, si ella está bien, ¿por qué no me informan de su estado?
Además, estoy casi seguro que ella estuvo aquí, a mi lado. Podría reconocer su tacto, literalmente, hasta dormido. Sé que estuvo aquí, porque aunque estaba inconsciente, pude sentir su mano en la mía y sus labios en los míos minutos antes de yo abrir los ojos.
—¡Jade! —vuelvo a gritar.
—Caray, joven, estoy aquí. Puedo escucharte perfectamente—dice la enfermera que se encuentra revisando mis signos vitales y tomándome una muestra de sangre para hacerme unos análisis—. Acabas de despertar después de treinta y dos horas, ¿acaso no te duele la garganta? ¿Quieres agua? —la enfermera a de rondar por los cincuenta y tantos, es muy dulce y todo, pero al parecer sigue sin entenderme.
—Señora, es usted muy amable, pero al parecer no me entiende. Mi novia fue ingresada a este mismo hospital, el mismo día que yo, y lo único que me interesa es saber de ella, me importa un comino mi garganta. Podría ser tan amable y darme noticias de ella, su nombre es Ja...
—Jade—me corta—. Ya lo sé, y probablemente mitad del hospital también lo sepa. Vamos hacer algo—veo como sirve un vaso de agua antes de continuar—. Tú te bebes esté vaso de agua para aliviar tu garganta y yo veo que información puedo conseguir de tu novia, ¿tenemos un trato?
—Tenemos un trato—digo afirmando con mi cara, para luego tomar el vaso que me ofrece y beber el agua—.Ya—le entrego el vaso vacío. Ansioso de que se vaya y me traiga noticias.
—Está bien. Ya vuelvo.
Pero antes de que la enfermera rodee mi cama para ir hacia la puerta, esta se abre de golpe y un torbellino rosa viene directo hacia mí.
—¡Graysooon! —es lo primero que grita Lily antes de subir a gran velocidad la silla al lado de mi cama, para saltar y lanzarse a mis brazos.
La verdad es que su gran muestra de afecto ocasiono que todo mi cuerpo magullado doliera, pero no voy a decirle eso a Lily, en realidad ella me hizo mucho falta. Sin embargo, la enfermera vio la mueca de dolor que hice y ya se dirigía hacia mí para quitarme a mi hermanita de encima, pero con una mirada le pedí que no lo hiciera. Necesito a Lily aquí conmigo.
Aunque dejé de prestar atención a mí alrededor en cuanto vi que el cuerpo de mi hermanita se veía envuelto de temblores por sus sollozos silenciosos.
—Hey...—comienzo a besar la cima de su cabeza, y con mi mano tomo su cara para que me mire— ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?
—Yo...yo...—dice hipando, pero luego toma un respiro para calmarse—estaba muy asustada, tu no despertabas y pensé que perdería a mi hermano, y eso me dolió mucho aquí...—pone su manita en su pecho—en mi corazón. Hasta fui a la capilla del hospital a hablar con Dios y le pedí que no te llevara con él, que te quedaras conmigo, y que a cambio yo dejaría de ser tan revoltosa y malcriada, y que me portaría bien.
Mi pequeña hermanita, me duele tanto que haya sufrido. Así que sin importarme el dolor en todo mi cuerpo, vuelvo a tomar a Lily entre mis brazos para un abrazo.
—Era imposible que te dejara sola. Eres una de mis alegrías, y por esa misma razón no quiero que dejes de ser como eres. Puedes seguir siendo la misma revoltosa y malcriada que me vuelve loco, es lo que necesitaré ahora y siempre.
—Bueno...—me mira con el ceño fruncido como si estuviera meditando algo—en ese caso, supongo que Dios no se molestaría si sigo siendo como soy. Total, tú fuiste quien me lo pido y debo hacerte caso.
—Claro que si—vuelvo a besarla, pero esta vez en la frente—. Te amo, Pinki.
—También te amo, Cere.
Un sollozo proveniente de la puerta nos alarma de que no estamos solos.
—¿Mamá? —digo.
—Mi bebé—es lo único que dice antes de lanzarse a abrazarme—. Estuve tan preocupada.
—Mamá, me estás apretando mucho—y vaya que aprieta muy fuerte.
—Oh, lo siento—se aparta para sentarse en la silla junto a mí y luego toma mi mano entre las suyas. Se ve cansada, con ojos hinchados y ojeras, me duele verla así.
Lily sigue acurrucada a mi costado, probablemente no se quitará de allí.
—Vaya susto nos has dado a todos, hijo—es lo primero que dice mi papa al entrar por la puerta—. ¿Te importaría no volver hacer lo que hiciste? Casi me matas de un infarto. Y para tu información soy muy joven y guapo para morir—ante eso ruedo los ojos. Mi padre siempre hace comentarios de ese tipo para aligerar la situación, pero, ¿cuántos años cree que tiene? ¿Veinte?
Es el mejor padre de todos, me da mucha confianza y me da muchos consejos. Aunque nunca sobrepasa esa franja padre-hijo que debe haber, ya que cuando debe ser duro lo es. Pero a veces cree que puede regresar a sus años de juventud.
—Oh, Bill, cállate—lo amonesta mi mamá, ya un poco más tranquila.
—¿Y Sam? —pregunto.
—Estoy justo aquí—dice el mencionado entrando a la habitación—. Gracias a Dios despertaste, ya estaba a punto de irme.
—No te creo. De seguro fuiste uno de los primeros en volverte loco por creer que podría irme de este mundo, a mí no me engañas— le digo muy seguro, a lo que el tira la mirada a otro lado. Ja, sabía que tenía razón.
—Tal vez, si—dice Sam mirándome esta vez—. Pero en mi defensa es horrible ver a tu hermano postrado en una cama y no poder hacer nada.
Wow...ehm... supongo que tiene razón. Se me paso un poco la mano con el comentario, no quiero ni imaginar la angustia por la que pasaron todos.
—Lo siento, hermano. Tienes razón—digo un poco arrepentido.
—Olvídalo—dice este sonriendo—. Lo importante es que reaccionaste.
Saber que ellos siempre estuvieron a mi lado me hace feliz, aunque no me sorprende, son mi familia y era de esperarse que estuvieran junto a mí en un momento así. Y no quiero ser malagradecido pero, de verdad necesito saber cómo esta Jade.
—Mamá...—comienzo, mirando a los ojos—¿Dónde está Jade? ¿Cómo esta ella?
De repente algo en su mirada cambia, es como si estuviera ocultando algo. Se endereza en la silla y puedo notar como su cuerpo se tensa mientras su miranda rehúye de mí.
Al recorrer la mirada por la habitación puedo notar que mi padre y Sam tienen exactamente la misma expresión. Algo me ocultan, estoy casi seguro, y para impedir que yo mire la culpa en sus ojos ellos evitan mirarme.
—Hijo...—la voz de mi madre hace que vuelva a girar mi cara hacia ella. Dejando de indagar en la mirada de mi padre y Sam—Jade se fue. Ella se recuperó rápidamente de sus pocas lesiones, las cuales solo era unos cuantos rasguños, y se fue. Ni siquiera dijo Adiós o pregunto por ti. Solo se fue.
—¿Me estas queriendo decir que hace casi dos días que Jade no está aquí? —ya sé que mi voz es de incredulidad absoluta, pero me niego a creer que lo que dice mi mamá es verdad. Aunque, ¿por qué me mentiría? —No. —Busco ayuda, o alguna otra respuesta, en la mirada de mi papá y Sam, incluso miro a Lily, pero todos evitan mi mirada—¿Están jugando conmigo?
—No, hijo. Lo siento—no sé qué es peor, que mi madre eludiera mi mirada o, como ahora, me mire con lastima.
Siento una quemazón en mi ojos que sé son las lágrimas que no estoy dispuesto a derramar por Jade, y un nudo en mi garganta que obstruye mi voz.
¿Acaso le causé tanto dolor con esa estúpida fiesta sorpresa? ¿Tan poco fue su supuesto amor por mí que al momento de recuperarse se largó sin mirar atrás? ¿Si quiera nuestro amor fue real? Sé que mi amor por ella si fue real, pero ahora dudo del amor de ella hacia mí.
—Sam...¿Podrías prestarme tu teléfono un segundo? —le digo sin siquiera mirarlo. Mi mente está pensando en otra cosa, en otra persona mejor dicho, pero gracias al cielo me pasa su celular sin rechistar. Aunque aún no lo tengo por completo en mis manos yo ya comienzo a escribir rápidamente el número de Jade.
Al tercer repique contesta.
—¿Sam? —antes escuchar su voz era como música para mis oídos, pero ahora solo está provocando que este dolor que siento crezca más. ¡Yo la amo por un demonio! ¿Cómo pude ser tan estúpido como para pensar que yo sería capaz de cambiar a Jade? ¿Cómo fui tan imbécil como para pensar que podría hacer que ella me amara?
—Para tu desgracia, no. Soy Grayson, ¿si me recuerdas? —solo escucho un jadeo de sorpresa por su parte. Sé que mi voz está destilando rencor, pero francamente me importa una mierda lo que pueda sentir Jade ahora. Algunas personas dicen que amar es destruir, y tenían razón, porque mi amor por Jade me está destruyendo en este instante.
—Grayson...Yo...
—Ahórratelo. No me interesa nada que quieras decir ahora. ¡Te fuiste, Jade! —puedo ver por el rabillo de mi ojo como mis padres y Lily salen de la habitación, quedando Sam solamente—Te fuiste aun sabiendo que te necesitaría. Lo hiciste siendo consiente que al irte me estabas matando en vida. Sabes... yo te amaba. Te amaba de una manera inexplicable y de la cual sé nunca volveré a amar. Y digo amaba porque... no sabes cuánto me estoy arrepintiendo de haberte conocido, de haberte amado tanto esperando lo mismo de ti. Cuando la verdad es que... tú no sabes lo que es amar.
Supongo que la verdad duele, pues la única respuesta que recibo de su parte es la cancelación de la llamada.
—Grayson...—comienza Sam—¿No crees que fuiste muy duro con ella?
—No, no lo creo... ¿Sabes qué? Estoy muy cansado... ¿Podrías dejarme a solas?
Pude sentir sus ojos en mí antes de irse, pero no le pongo atención. Mi mirada está en algún punto de la pared, pensado en una sola cosa. Y es que no sé cómo, pero voy a olvidarme de que alguna vez me enamoré de Jade Thompson.