Peligro (la mentalista #1)

By luisdiber

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[FINALISTA PREMIOS WATTY 2014] Natasha, una joven que creía ser normal, es de un pronto introducida en un mun... More

Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Epílogo
Nota del autor
Nota del autor #2

Capítulo 13

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By luisdiber

—¿Qué esperas para empezar a huir? — le preguntó Natasha a Elizabeth en un tono de furia.

        La chica tenía su dedo en el gatillo y la apuntaba sin la más mínima dificultad. O al menos eso esperaba que pareciera, por dentro estaba aterrorizada. Se concentró en que su mano no empezara a temblar cuando se acercó a Elizabeth.

—De verdad me sorprendes Nat —rio la rastreadora sin el menor dejo de miedo en su voz —, te ves tan radiante con tu arma en la mano, casi que invencible… Aunque ambas sabemos que no serás capaz de disparar ¿no?

—No me tientes Elizabeth. Yo tengo el control.

—¿Estás segura de eso? — le replicó moviendo sus manos.

En ese momento Natasha recordó el poder de Elizabeth, como hacía volar a la gente por los aires con una fuerza sobrenatural, aunque parecía que solo venía de sus manos.

—Daniel —le ordenó a su amigo—. Átale las manos.

—¿Con qué? —preguntó el chico.

—No lo sé, busca algo.

—¿En serio creen que voy a dejar que me aten sin oponer resistencia? —se burló Elizabeth.

        Natasha disparó. Por un momento pudo ver el miedo en el rostro de su enemiga, quien cerró los ojos para recibir el impacto. Al notar que no sentía dolor alguno Elizabeth abrió los ojos, la bala estaba a unos pocos centímetros de su frente. Natasha la mantenía en el aire con su otro brazo.

—Yo que tú obedecería mis órdenes —le dijo Natasha a la rastreadora en un tono que aparentaba tranquilidad—. Podría ser que se me olvidara como controlar mis poderes… Y no estoy segura de que quieras una bala en tu frente.

        Natasha no entendía por qué se sentía tan bien tener el control sobre Elizabeth. Tal vez sería el hecho de que le estaba dando una cucharada de su propia medicina o que simplemente había esperado este momento desde que la había conocido en aquel callejón. Lo único que tenía claro era que Elizabeth colaboraría, no era tonta y hasta este momento no había ninguna otra salida.

        Elizabeth posó sus manos al frente de Daniel, quien las ató con el cinturón del rastreador que yacía inconsciente con una herida de bala en la pierna. Cuando estuvo seguro de que la rastreadora no era capaz de usar sus habilidades, hizo que se recostara en una pared. Natasha se movió un poco, aun apuntándola con su arma.

—¡Chicos! —exclamó una voz alarmada a lo lejos.

        Alicia y Lisa caminaron rápidamente a donde estaban sus compañeros, ambas tenían una expresión de sorpresa en sus caras.

—¿Qué demonios pasó aquí? —preguntó Alicia mientras observaba su alrededor.

—¡Liss! ¡Al! ¡Bienvenidas a la fiesta! —exclamó Elizabeth con una falsa sonrisa—. Yo las pondré al tanto chicas… Al parecer Nat sabe controlar sus poderes ahora, y me está amenazando de muerte. ¿Pueden creerlo? ¿A mí?

—¿Dónde está Oliver? —preguntó Lisa, ignorando por completo a la rastreadora.

        En ese momento Natasha recordó a Oliver, con todo el ajetreo que había pasado los últimos minutos había olvidado cuál era su propósito en ese callejón.

—Está en el auto —le respondió Daniel—. Lo puse ahí para que descansara un poco, está inconsciente.

—Y así lo estará, por mucho, mucho tiempo —se rio Elizabeth.

—Dime que le hiciste. Ahora. —Natasha pudo sentir la furia de Lisa en cada palabra.

—¿Y dónde está la diversión en eso? Creí que entendías que lo divertido era saber secretos que nadie más sabía ¿no era así Liss?

        Lisa soltó un grito y rápidamente le dio una bofetada a la rastreadora. Por un momento Natasha dejó de ver a la chica cruel y superficial con la que compartía cuarto y vio algo diferente, más letal. Elizabeth miró fijamente a su agresora, tenía su mejilla enrojecida del golpe. Al hacer contacto visual la rastreadora soltó una carcajada.

—Eso fue maleducado. Así no se trata a tu antigua mejor amiga.

— Nunca fuiste mi amiga Elizabeth. Nunca fuiste amiga de nadie. Simplemente no lo notábamos. A ti no te importa nada más que tu propio bien.

—Podría ser —admitió la rastreadora—, sin embargo siempre me pareció que tú eras como yo. Al parecer me equivoqué, eres igual de aburrida que los demás. —Lisa puso sus ojos en blanco, cansada de tanto parloteo—. Aunque quien sabe, tal vez esto de Oliver haga que te des cuenta que no se debe confiar en nadie más que en ti misma.

—¿Por qué no aceptas que perdiste? Tenemos a Oliver, lo llevaremos de vuelta al refugio y se recuperará. Tu plan, cualquiera que fuera, ha fallado. Nosotros ganamos.

—¡Oh cariño! —exclamó Elizabeth entre risas—. Creí que ya te habías hecho la idea de que yo nunca pierdo.

        En ese momento Natasha vio a dos autos negros aproximarse a gran velocidad.

—Parece que los refuerzos al fin llegaron —dijo Elizabeth sonriendo—, buena suerte chicos, creo que la necesitarán.

                                                                           ***

 —Debemos huir —dijo Alicia en un tono alarmado—. Ahora.

—¡El auto! —exclamó Daniel mientras enseñaba las llaves—. Podemos usarlo.

         Los cuatro corrieron hasta llegar al auto.

—Dame las llaves —le dijo Alicia a Daniel—. No es momento para que aprendas a conducir.

        El chico le dio las llaves sin protestar y se metió al asiento delantero. Lisa entró rápidamente al auto e intentó sentar a Oliver, quien estaba tirado en una posición que a Natasha le pareció extremadamente incómoda. Cuando todos estuvieron listos para partir, los autos ya estaban a unos pocos metros de llegar.

—Muy bien —dijo Alicia—. Sujeten cualquier cosa, porque esto no será bonito —y diciendo eso arrancó el auto a toda velocidad.

        Los rastreadores avanzaban a toda velocidad hacia ellos. Natasha pensó que debía hacer algo, pero de momento su mente estaba paralizada, no tenía ni la menor idea de cómo actuar. Depositó toda su confianza en Alicia y esperó que fuera capaz de sacarlos de esa situación.

        ¡Bam! Natasha escuchó el disparó y vio a la bala impactar en la pared de un edificio no muy lejos de ellos.

—Mierda —dijo Alicia en voz baja—. Esto será más difícil de lo que creí.

        El otro auto siguió el ejemplo del primero y empezó a disparar. Miles de balas rodeaban el auto, pero hasta el momento ninguna lo había impactado directamente.

—¡Esto no puede seguir así! —exclamó Lisa—. En algún momento nos tendrán que impactar, debemos perderlos o inmovilizarlos.

        Natasha sabía que tenía razón, pero no encontraba ninguna manera de ayudar. Movió su pierna de manera nerviosa hasta que sintió que su pie chocaba con algo duro, metálico. El arma de Elizabeth. No recordaba traerla consigo cuando entró al auto, pero agradeció que estuviera ahí. Rápidamente la tomó y se la enseñó a los demás.

—¿Crees que puedas disparar? —le preguntó Alicia.

—Podría intentarlo —le dijo Natasha.

—Eso no es suficiente —le respondió la chica frustrada—. Dámela.

         Natasha se la entregó. Sorprendida de ver a Alicia tan seria y determinada. Alicia la tomó mientras que con la otra mano mantenía la estabilidad del volante. Los rastreadores no paraban de disparar y esta vez lograron darle al espejo retrovisor derecho.

 —Muy bien —suspiró Alicia—. Este es el plan. Natasha detendrás a los autos y las balas con tu mente. Eso nos dará una ventaja, yo saldré y dispararé mientras Daniel hace que el auto no derrape. ¿Entendido?

—No creo que sea capaz —dijo Natasha sinceramente.

—Este no es momento para ser negativos Natasha. —dijo Alicia furiosa—. O lo haces o morimos. No hay otra opción. No quiero que lo intentes, quiero que lo hagas. ¿Entendido?

         Natasha asintió. Miró hacia atrás. Ambos autos iban repletos de rastreadores disparando. Trató de detenerlos con su mente, pero definitivamente no eran balas. Por más que intentaba que pararan, éstos seguían en movimiento. Sus manos temblaban de tanto esfuerzo.

 —¡Maldición Natasha! —dijo Alicia furiosa.

—¡No puedo! — le respondió la chica—. Por más que lo intento los autos siguen moviéndose.

—¡Hazlo! —le replicó la chica.

—¿Qué no ves que no puede? —dijo Lisa furiosa—. Dale un respiro, ella es nueva en esto.

—Si no para los autos no puedo salir a disparar Lisa, me volarán la cabeza.

—Dame eso —dijo Lisa mientras le quitaba el arma a Alicia.

         La chica saco la mitad de su cuerpo por la ventana y comenzó a disparar. A Natasha le pareció que le era difícil dar al blanco, pero la chica no paraba de hacerlo. Después de unos cuantos intentos logró darle a la llanta de un auto. Haciendo que este derrapara.

        Natahsa sonrió, al menos ya se habían deshecho de uno. Le agradeció a Lisa por ser tan valiente y salir a un campo abierto de balas. Su sonrisa no duró mucho. Los rastreadores del otro auto comenzaron  a dispararle a Lisa. Natasha vio cómo su brazo se llenaba de agujeros de bala, pero la chica no soltaba el arma. Entró al auto antes de que una bala impactara su cabeza.

 —Listo —dijo Lisa entre jadeos—. Ahora sólo tienes un auto del que encargarte.

        La chica se recostó en el asiento. Natasha la vio pálida y grave. No entendía por qué sus amigos no estaban tan preocupados como ella.

—Tranquila —le dijo Lisa sonriendo—. No es la primera vez que me pasa. Además, observa, es sólo un rasguño.

        Natasha dirigió la vista al brazo de su compañera y soltó un grito ahogado. Uno a uno. Todos los agujeros de bala se iban cerrando, algunos expulsaban el resto de plomo que había en el interior, mientras que otros solo se cerraban. Poco a poco las heridas profundas se convirtieron en rasguños, los rasguños en cicatrices e inclusive éstas desaparecieron para dar paso a una piel completamente sana, igual a la que Lisa tenía antes de salir.

—Muy bien —le dijo Alicia al ver que estaba completamente sana—, ¿preparada para salir otra vez?

—No lo creo —dijo Lisa mientras miraba el cartucho—. Sólo queda una bala y no creo que sea capaz de dar en el blanco. ¿Volvemos al plan original?

Alicia abrió la mano, esperando que Lisa depositara el arma y suspiró.

—Muy bien Dan ¿Estás listo? —dijo mientras acariciaba el gatillo.

        El chico asintió.

—A la cuenta de tres soltaré el volante, saldré por la ventana y dispararé al auto. Uno… —dijo mientras zigzagueaba para evitar las balas— Dos… ¡Tres!

        Para Natasha, esos cuatro segundos que les tomó deshabilitar el otro auto le parecieron eternos. Pudo distinguirlo todo, desde a Alicia sacando rápidamente su torso del auto hasta Daniel tomando el volante con sus manos. Observó cómo Alicia presionaba el gatillo e inevitablemente le dio al conductor en la cabeza. El auto, al no tener quien lo dirigiera, derrapó y cayó en medio del bosque, en donde Natasha no tenía ni la menor idea de cómo habían llegado.

        Todos celebraron cuando perdieron de vista a los rastreadores. Al fin el peligro había pasado. Podían volver al refugio.

—Debemos buscar un lugar para quedarnos —dijo Alicia.

—¿Qué? —preguntó Natasha— ¿no podemos volver al refugio?

—¿Y arriesgarnos a que nos rastreen? No gracias —le respondió la chica mientras hacía que el auto siguiera la carretera.

—¿Y hacia dónde iremos? —preguntó Lisa—. Oliver no está en el estado ideal para estar en un auto todo el día. Debemos buscar un lugar para que descanse.

—¿Y dónde creer que podemos encontrar un lugar que acepte como huéspedes a cinco adolescentes, uno inconsciente y los otros cuatro sucios, que vienen en un auto lleno de agujeros de bala? —replicó Daniel irónicamente.

        Natasha miró por la ventana mientras la conversación seguía. Observó que ya estaba amaneciendo, el sol comenzaba a impactar en la carretera. Algo en esa carretera le parecía familiar. Los árboles del mismo color, que al parecer no se podrían diferenciar de los que se verían en el próximo kilómetro; el poco tránsito que ahí fluía, tan diferente de la ciudad y lo más importante, el aire totalmente fresco que allí se respiraba, sin el humo de la ciudad.

        De repente supo dónde estaba y deseó con todo su corazón estar equivocada.

—Lo único que digo es que deberíamos buscar un lugar adecuado para descansar —dijo Lisa, continuando con la discusión.

—Y yo te digo que es imposible encontrarlo —le repitió Alicia.

—Yo sé dónde podemos quedarnos —dijo Natasha en voz baja.

—¿Qué? —dijo Alicia mientras desviaba su atención de Lisa hacia ella.

—Dije, que yo sé dónde podemos quedarnos. Sigue directo —le ordenó a su amiga—, yo te guiaré.

         Y con cada centímetro que recorrían se arrepentía de haberlo dicho. 

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