Más allá de lo visible

By elvientoadentro

5.8K 864 294

Tengo algo que contarte: Todas las historias sobre fantasmas son ciertas. O al menos, eso me dijo uno de... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1: Nuevo hogar
Capítulo 2: Nuevo Instituto
Capítulo 3: Algo extraño sucede en la casa
Capítulo 4: El primer incidente real
Capítulo 5: Cuando el teléfono suene, debes contestar
Capítulo 6: Tap, tap.
00. Desde el otro lado
Capítulo 7: No tiene sentido, pero no importa
Capítulo 8: Nuevo sistema de comunicaciones
01. Desde el otro lado
Capítulo 10: El fantasma tiene un rostro
02: Desde el otro lado
Capítulo 11: Sí
Capítulo 12: Dorado y azul
Capítulo 13: Max
03: Desde el otro lado

Capítulo 9: Decidida

253 37 4
By elvientoadentro


Capítulo 9: Decidida

Esa noche, después de enterarme del nombre del fantasma viviendo en casa, no puedo conciliar el sueño. No puedo ni siquiera dimensionar qué es lo que él está viviendo.

Luciano.

Me doy vuelta en la cama y miro el techo en la oscuridad. ¿Cómo es que alguien puede estar... atrapado en una casa? ¿Cómo se sentiría ser un... fantasma? Me tapo la cara con la almohada, reprimiendo una sonrisa. Todo esto es de locos. ¿Un fantasma? Y, sin embargo, ahí estoy, acostada en mi cama, después de haber mantenido una "conversación" con un ser que no pertenece a este mundo. ¿Y que pasa si...?

En mi mente hago un repaso mental de todas las películas sobre fantasmas y demonios que he visto en mi vida y me detengo en el Conjuro 2. ¿Qué pasaría si Luciano estuviese atrapado por un demonio? Retengo la respiración un momento, repentinamente asustada. No. No podría ser, porque eso solo pasa en las películas.

¿O no?

Aun así, Luciano no parece ser un... Me causa gracia pensar en él como un fantasma. Pero él no parece ser malo. No me está asustando todas las noches ni está luchando por entrometerse en mi cuerpo para utilizarme de forma malvada. ¿Qué tal si Luciano aún no sabe qué es lo que tiene que hacer para poder irse?

A pesar de que sé que es un pensamiento infantil, decido que haré todo lo posible por ayudar a Luciano a descansar al fin.

***

Al otro día, el sol entra por la ventana de mi habitación brillando con demasiada intensidad. Hacía días que no brillaba de esa forma, como dibujando un haz de luz entre la cortina y mi cama. Mi cuerpo parece marchitarse, a pesar de que hace un buen día. He dormido tan poco el último tiempo que me cuesta muchísimo levantarme, pero cuando al fin lo consigo, vuelvo a tomar toda la ropa que usaré (esta vez del uniforme escolar) y me meto al baño con ella. A ratos me quedo dormida en la ducha, así que el baño no es tan reponedor como me habría gustado, así que bajo al primer piso rezongando. Mamá me espera con huevos revueltos (como siempre) en el primer piso, con una sonrisa de oreja a oreja. Ama comprar comida en oferta y, a veces eso significa tener que comer el mismo alimento por todo el tiempo en que duren comestibles. No me quejo, porque me ve y está feliz, al parecer, porque al fin esta casa enorme parece nuestra. Me alegra mucho verla así. Se esforzó mucho para comprarla para que los tres tengamos un buen espacio para vivir.

Sin embargo, papá no rebosa la misma alegría que mamá. Se ve cansado y frustrado.

—¿Estás bien? —le pregunto, mientras me siento en la mesa junto a él.

—Sí, corazón. ¿Por qué lo preguntas? —inquiere, mientras mamá pone huevo en su plato.

Es ella la que responde por él.

—Tu padre está preocupado porque todavía no encuentra el trabajo que a él le gustaría. Pero... ¿a que estamos bien así como estamos, Maira?

—No te preocupes, papá—le digo, poniendo una mano en su espalda y apoyo mi cabeza en su hombro—. Ya encontrarás el mejor empleo del mundo. ¡Estamos en Arboleda del Sol! ¡Aquí todo puede pasar! O eso le encanta decir a mamá—bromeo, tomando mi tenedor para comer los huevos que mamá me ha servido.

—¡La ciudad de los sueños! —dice papá, imitando la voz de mamá.

Todos nos reímos, y a mi padre no le queda más remedio que bromear con su esposa y conmigo. Al final del desayuno, ya parece más contento y tranquilo, así que se ofrece a ir a dejarme a la escuela.

El camino hasta allá es tranquilo, pero antes de que sea capaz de bajarme, papá detiene el auto y se vuelve hacia a mí, serio.

—¿Qué te traes con ese chico chino que ha ido a la casa?

Ruedo los ojos, porque sabía que eso era lo que iba a venir.

—Tiene ascendencia japonesa—replico.

Chinojaponés, lo que sea—dice, restándole importancia con una sonrisa—. Dile a ese pérfido que no quiero que se meta con mi hija.

Escondo mi cara entre mis manos.

—Ayyyyyy, papá, por qué tenemos que estar hablando de esto.

—Porque soy tu padre y tú eres mi pequeña. Además, si ese muchacho tiene los mismos pensamientos respecto a las chicas que yo tenía a su edad, entonces, le pondré una orden de restricción. No podrá acercarse a más de diez metros a la redonda de ti.

—Papá... —refunfuño, otra vez.

—Está bien, está bien. Pero ese chico lleva al menos dos minutos parado en esa esquina, esperándote.

Levanto la cabeza y miro en dirección a la escuela. En efecto, Joaquín está parado en una esquina, afuera, esperándome al parecer. Cuando lo miro, él desvía la mirada para hacer como que no me ha visto. Y es tan evidente que sí...

—Adiós, papá—digo, bajándome del auto, avergonzada.

—Hey, espera—me llama y me hace caminar hasta su ventanilla—. ¿Sabes cuál sería una decisión muy sabia? —pregunta, poniendo voz críptica, así que me acerco a la ventanilla— Llevar siempre un preservativo en la mochila, hija.

—PAPÁAAA—reclamo, poniendo mi mano sobre su cara, mientras él ríe tras ella.

—Ya verás que en unos años te van a ser muy útiles—comenta, poniendo el auto en marcha—. Ya verás—dice, antes de irse riendo hasta su trabajo.

—Adiós—murmuro.

Cuando vuelvo la vista a la entrada del colegio, Joaquín arrastra un pie por el piso, como si quisiera quitarle una mancha al cemento. En cuanto me ve, alza sus ojos orientales y me sonríe, pasándose la mano por el pelo con incomodidad. Camino hasta él, un poco malhumorada por papá.

—¿Me estabas esperando? —le pregunto, casi a la defensiva.

—¿Ah? No, solamente estaba... caminando por aquí y te vi y... te esperé—concede al fin.

Suelto una risa corta, repentinamente divertida, mientras avanzamos por la fachada azul de la escuela.

—No te preocupes.

Emilia aparece corriendo detrás de nosotros y se pega al brazo de Joaquín. Lo observo para ver su reacción, pero parece acostumbrado a que Emilia esté siempre pegada a él. La pareja que hacen es muy dispareja. Joaquín es alto, de piel blanquecina, ojos rasgados, pelo y ojos oscuros, y lo que se diría bien parecido. Es bastante tímido y, por lo general, callado. Mientras que Emilia es todo lo contrario, siempre tiene muchísimas ganas de hablar hasta por los codos. Si uno los viera por la calle, pensaría que es extraño verle juntos, pero cuando se les conoce, se entiende por qué son amigos.

Son del tipo de personas que no saben en qué parte del mundo encajan. Exactamente igual que yo.

Durante la mañana, nos aburrimos teniendo que estar sentados toda la mañana, "aprendiendo" en clases. Diría que en la única clase en la que aprendemos es la de la última hora, con la profesora Carolina, que se dedica a insistir en enseñarnos de muchas formas diferentes y divertidas hasta que finalmente pillamos alguna que significa algo para nosotros.

Joaquín babea toda la clase por ella, mientras Emilia le patea las canillas cada vez que el oriental se queda mirando más de la cuenta a la profesora.

—Si sigues así voy a tener que construirme un barco—protesta la rubia.

—Shhh, shhh—replica Joaquín, restándole importancia con una mano.

Vuelvo a observar al par con detención y de nuevo me parece curioso que Joaquín no se dé cuenta de que Emilia lo mira con ojos de amor. Lamentablemente, en un momento, él me pilla mirándole, así que vuelvo el rostro otra vez hacia la clase.

Durante las clases, no puedo dejar de pensar sobre Luciano, razón por la que termino tomando mi teléfono y en Rostrum -la red social que todos tienen- escribo: Luciano Hormazábal. Los perfiles van desde niños de doce años hasta ancianos con el mismo nombre, sin embargo, ninguno parece tener relación con el Luciano que yo ando buscando. Presiono algunos perfiles, pero todos tienen actualizaciones recientes. Además, ¿existía Rostrum en la época en que él murió? En ese momento me doy cuenta que buscar a Luciano sería más difícil de lo que parecía. El internet es un gran recurso en esta era, pero, lamentablemente, Luciano nació en una era muy distinta a la mía. ¿Cómo harían en los años '00 para conversar con sus amigos?

Los maestros me llaman la atención un par de veces por estar usando el teléfono en clases, así que decido guardarlo y armar un plan en mi cabeza para saber cómo proceder en la ayuda a mi fantasma personal. Me dan ganas de reír pensando en él así. El gran problema es que ni siquiera puedo ponerle rostro a su nombre.

A finales del día, decido que lo mejor es ir a conversar con la directora sobre la posibilidad de ubicar a un alumno de hace diez años en las bases de las escuelas en Arboleda del Sol. Me frustra darme cuenta de que es un pésimo plan, pero por ahora es lo mejor que tengo. Así que cuando suena el timbre que nos indica el final del día de escuela, le pido a Emilia que se lleve a Joaquín a otro lado, puesto que sé que vendrá a buscarme para caminar juntos a nuestras casas.

—No sé qué es lo que tramas—me dice Emi—, pero te ayudaré. Luego tendrás que contarme de qué trata todo.

—¡Te invitaré un helado! —exclamo, mientras corro por los pasillos hasta la oficina de la directora, puesto que no quiero perderla.

Cuando llego a la oficina, con la primera persona que me encuentro es con Amaranta, la secretaria que me recibió el primer día de clases que tuve en el instituto.

—¡Señorita Amaranta! —la llamo y ella levanta la cabeza de su computadora. A pesar de que no me reconoce al principio, después de un segundo me sonríe.

—¡Tú eres la chica nueva! ¿Cómo era que te llamabas? ¿Maite? No, era Maira, ¿no es así? —asiento, incapaz de hablar, porque ella sigue vomitando palabras—. ¿Cómo te ha ido en la escuela? ¿Los chicos te han dado una buena bienvenida?

—He estado muy bien, señorita Amaranta y espero que usted también. Pero necesito algo puntual, ¿estará la directora?

—Sí lo está, pero no estoy del todo segura de que pueda recibirte, pequeña. ¿Preferirías agendar una reunión para mañana?

¿Qué? ¿Para mañana?, me dan ganas de gritarle, pero niego con la cabeza, aumentando mi cara de preocupación.

—Es urgente, en serio. ¡Es para... un proyecto escolar!

A pesar de que Amaranta es una mujer relativamente joven, con unos hermosos ojos verdes, parece más anciana cuando entrecierra sus ojos suspicazmente. Pero finalmente decide creerme, puesto que se levanta del escritorio, pidiéndome que le dé un segundo para ir a hablar con la directora. Desaparece tras la puerta que dice "Director" y al rato, la directora Martínez saca la cabeza por la puerta.

—¿Maira? —me llama— Venga, joven. Veamos en qué la puedo ayudar.

Amarante sale después de ello, dejándome libre la entrada a la oficina de la directora.

Entro ahí con cierto recelo. No sé qué me espera, porque nunca he tenido la oportunidad de conversar con más personas del colegio. Su oficina no es lo que esperaba. Es un lugar pequeño, con una decoración muy hogareña. Hay fotos de paisajes en las paredes y en el escritorio, fotos de niños y adolescentes de otras épocas. Probablemente familiares de la directora. Ella es una mujer de unos cincuenta años, con arrugas de trabajo en la piel. Tiene ojos risueños y, a pesar de que todos chicos del Instituto Oscar Cáceres reclaman por ella, a mí desde lejos me parece una de esas mujeres que aman su trabajo y que se desviven por ello.

La directora Martínez se sienta tras su escritorio y apunta la silla que está frente a este.

—Maira Fuenzalida—dice, entrelazando las manos frente a ella, sonriéndome de oreja a oreja—. Cuéntame. ¿Cómo te ha tratado el Instituto Óscar Cáceres?

Me siento, y me encojo de hombros.

—Bastante bien.

—He recibido muy buenos comentarios sobre ti. Dicen que eres una alumna muy aplicada.

Mis mejillas cambian de color con ese comentario. Me remuevo incómoda en la silla, puesto que no estoy tan acostumbrada a esas cosas.

—Yo... bueno, no sé. Mi antigua escuela era exigente—contesto, con una sonrisa tímida.

—¡Eso está muy bien! —exclama ella con simpatía. Luego agrega: —Y bien, cuéntame, ¿qué te trae por aquí?

Suspiro, porque gran parte de lo que diré a continuación es una mentira.

—Fuera de la escuela estoy participando en un taller de investigación, y quiero enfocarme en las leyendas urbanas—comento, tratando de verme segura—. ¿Sabía usted que hay una casa en el barrio Nativo que la gente dice que está embrujada?

La directora cambia de posición en la silla, incómoda. Creo que sabe a dónde irá la conversación.

—Tengo entendido que esa es tu casa ahora—observa.

Levanto la cabeza, porque no me esperaba que ella supiera eso. Sin embargo, trato de utilizar aquello a mi favor.

—Sí. Por eso mismo. La gente dice que mi casa está embrujada, por lo que quiero investigar medianamente qué fue lo que pasó para que la gente creyera eso.

La directora Martínez suspira con aprehensión.

—Maira, no sé si debería decirte esto—duda confidencialmente—. Pero supongo que si vienes con esta intención es para saberlo... Y probablemente ya lo sabes—agrega, más para sí misma—. En tu casa murió un chico de esta escuela.

Abro mis ojos con sorpresa. No esperaba que hubiera asistido a este instituto.

—Luciano Hormazábal... —susurro.

La directora sonríe tristemente.

—Un chico impresionante. Muy bueno en los deportes y las matemáticas. Fue una terrible noticia cuando nos enteramos de su partida. El Instituto estuvo de luto por alrededor de una semana. Era un rubio muy apuesto. Imagínate todas las muchachas a las que les rompió el corazón conocer la noticia. Lo peor es que saber que fue asesinado... Los muchachos tan jóvenes no merecen ese tipo de muertes. —Habla tan tristemente que me doy cuenta de que tengo que tragar saliva para deshacer el nudo en la garganta que traigo. —No me gusta despedir alumnos si no es para el día de la graduación... Y lo de Luciano fue muy triste para todos. —Me quedo sin palabras durante un momento, así que la profesora al ver mi cara sonríe, tratando de destensar el ambiente—. No quería deprimirte, pequeña. ¿Te cuento un secreto-no-tan-secreto? No tengo hijos. Así que me alegro y sufro con estos chicos tal como si lo fueran.

—Lo lamento—expreso, sin saber qué más agregar a su perorata—. Debe haber sido un momento terrible.

—No lo lamentes. Ya han pasado diez años desde eso y no es tu culpa en lo absoluta—me tranquiliza, sonriendo maternalmente.

—Usted... ¿usted tendrá alguna foto de él? —pregunto, tanteando.

La directora pone su mano en su barbilla, recordando y súbitamente mira hacia su izquierda, en la pared donde cuelgan cuadros con un montón de generaciones de estudiantes.

—Estoy segura de que debe haber una de él por aquí... —asevera, poniéndose de pie y caminando hasta las fotos. —Sí... aquí está. Acércate, pequeña. —El corazón comienza a bombearme muy fuerte mientras me acerco. No conozco el rostro de Luciano y tampoco me lo había planteado demasiado, así que no sé con qué me encontraré, lo que me pone muy, muy ansiosa.

El dedo de la señora Martínez apunta el rostro apenas visible de un muchacho con ojos muy claros y un pelo rubio y brillante que reluce al sol y su sonrisa... su sonrisa es la más... más... hermosa que he visto jamás.

_____________

Wattpaders: 

¡Gracias por la espera! 

Aquí les dejo una foto de cómo yo veo a Luciano. ¿Qué tal les parece? 

Por cierto, ¡únanse al grupo de facebook! 

Búsquenlo como: Historias de Youngbird93


Con cariño, 

P. 

Continue Reading

You'll Also Like

1.2M 142K 199
Este es un fanfiction. El trabajo original, así como los personajes pertenecen a la autora china Meatbun Doesn't Eat Meat. Datos de la obra original ...
756K 89.6K 6
¿Y si nada terminó con la pregunta? «¿Damián?, ¿quién es Damián?» Eso es lo último que Padme Gray recuerda, junto al hecho de que despertó de nuevo...
8.9M 1.2M 37
[COMPLETADA] Libro II en la Trilogía Almas Perdidas. ¡Almas Perdidas: El nuevo mundo, está disponible en librerías! Puedes comprarlo accediendo al li...
28.7K 1.9K 26
𝐂𝐡𝐥𝐨𝐞 𝐄𝐦𝐦𝐚 𝐅𝐫𝐚𝐲 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐬𝐞 𝐬𝐢𝐧𝐭𝐢𝐨́ 𝐧𝐨 𝐪𝐮𝐞𝐫𝐢𝐝𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐬𝐮 𝐦𝐚𝐝𝐫𝐞 𝐉𝐨𝐜𝐞𝐥𝐲𝐧 𝐲 𝐬𝐮 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐚 𝐦𝐞�...