Rubén y Miguel se encontraban recostados sobre el césped húmedo del patio trasero de su casa. Admiraban la luna llena y las brillantes estrellas que adornaban el oscuro cielo.
Rubén sonrió un poco y estiró su brazo hacía el cielo y con la palma de su mano, simuló tomar la luna en ella.
"Si cierro un ojo y me enfocó en mis dedos, parece que si tengo la luna en mi mano" Comentó Rubén siguiendo con la simulación.
Miguel aprovechó aquella distracción para sacar un anillo de la bolsa delantera de su pantalón y cuando Rubén volvió a extender sus dedos, Miguel acercó su mano y colocó el bonito anillo de compromiso en el dedo anular, sorpendiendolo.
Miguel se sentó y lo miró desde arriba, entrelazando sus dedos y con una bella sonrisa, preguntó;
"¿Quieres casarte conmigo?"
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