Hubiéramos Sido Reyes.

By bellyster

9.4K 1K 1.1K

Dimitri nunca encajó en ningún lugar, hasta que los conoció a ellos y toda su vida cobró sentido. Charlie, Jo... More

Capítulo 1: Dos caras.
Capítulo 2: Sombras.
Capítulo 3: Justicia.
Capítulo 4: (Sin)Educación
Capítulo 5: Libertad.
Capítulo 6: Cuando la noche es más oscura.
Capítulo 7: Vinculo.
Capítulo 8: Quiebre
Capítulo 9: Contra ataque.
Capítulo 10: Limite.
Capítulo 11: Cenizas.
Capítulo 12: Sorpresa.
Capítulo 13: Mentiras.
Capítulo 14: Responsabilidad.
Capítulo 15: ¿Amigos?
Capítulo 16: El elefante en la habitación
Capítulo 17: No tan pasado.
Capítulo 19: Por tú bien.
Capítulo 20: Hoy por ti, Mañana por mi.
Capítulo 21: Deslealtad.
Capítulo 22: Canción de Cuna.
Capítulo 23: Terapia.
Capítulo 24: A Su Servicio.
Capítulo 25: Vuelta Equivocada.
Capítulo 26: Amigos y Secretos.
Capítulo 27: Mala Compañía
Capítulo 28: Atrevimiento.
Capítulo 29: Mapa del Tesoro.
Capítulo 30: Elías
Capítulo 31: ¿Odio o Amor?
Capítulo 32: Una pizca de mala suerte.
Capítulo 33: Las buenas intenciones no bastan
Capítulo 34: Punto de no Retorno
Capítulo 35: Parte 3
Capítulo 36: Hablemos al Respecto
Capítulo 37: Un Trato es un Trato.
Capítulo 38: Lo que soy.
Capítulo 39: Recupera el Control.
Capítulo 40: La realidad puede ser Engañosa.
Capítulo 41: Miedo y Cobardía
Capítulo 42: Demasiado tarde
Capítulo 43: No te dejaré ir.
Capítulo 44: Una visita furtiva.
Capítulo 45: La serpiente y la manzana
Capítulo 46: Y la Serpiente Comienza a Cantar.
Capítulo 47: El rey y el peón.
Capítulo 48: Voy a seguirte.
Capítulo 49: Dr. Jekyll and Mr...
Capítulo 50: Subir el Nivel
Capítulo 51: El amor no es suficiente
Capítulo 52: Se atrapan más moscas con miel...
Capítulo 53: Play the Victim
Capítulo 54: Play the Dumb
Capítulo 55: Play his Game
Capítulo 56: Tras bambalinas
Capítulo 57: Una carta desde el pasado
Capítulo 58: Dos lados

Capítulo 18: Hacer lo Necesario

153 19 120
By bellyster


1

Dimitri se sentía muy pequeño. Lo rodeaban personas de traje y él llevaba puesta su sudadera... Solo su sudadera, que caía hasta sus rodillas. Estaba sentado en una enorme silla de madera y sus pies no alcanzaban el suelo, así que los balanceaba. Frente a él estaba un hombre que conocía: El conserje del viejo departamento de Dana. Era grande como los demás y le estaba acusando.

-Este es el chico –decía, convencido. Señalándolo.

Estaban en el juzgado. Un juez sobre una tribuna sostenía en su mano un pequeño mazo listo para dictar la sentencia.

-Este es EL CHICO –repetía el conserje.

"No es verdad", quiso decir Dimitri, pero solo lograba emitir un llanto infantil y estúpido, que se atragantaba en su garganta como hipidos agónicos.

Entonces el juez rompió a reír y, uno a uno, los demás fueron sumándose.

-¿De verdad creíste que un niño podría salirse con la suya? –preguntó el Juez.

-Él fue. Él quemo los edificios- dijo el conserje.

-No eres nada más que un niño –dijo el Juez.

Y Dimitri se sentía cada vez más y más pequeño, ¿Dónde estaban sus amigos? ¿Dónde estaba Charlie?

Ya no podía soportarlo. Se empujó hacia adelante y cayó fuera de la silla, que parecía infinitamente lejana del piso. Tan lejana que el vértigo se apodero de él y creyó que moriría, un abismo, como el que se abría a sus pies cada vez que subía a la azotea y bailaba sobre el borde...

Entonces despertó.

Se había quedado dormido sobre su escritorio mientras investigaba. No recordaba haberse dormido, pero a través de su ventana pudo ver la franja de luz que anuncia el alba. Con un vistazo al reloj confirmó que eran casi las cinco de la mañana.

-No soy un niño –dijo en voz alta. Aun con la desagradable sensación de impotencia del sueño. Su voz salió apagada y cansada. Mayor.

Echó un vistazo a las hojas esparcidas sin cuidado sobre el escritorio. Fotos. Conversaciones de Facebook. Fondo de pensiones. Información de deudas. Permiso de conducir. Historial delictivo. Una cosa había llevado a la otra.

El nombre del hombre era Joseph Varella. Dulce. Con un dejo italiano. Pero su familia no era italiana. Trabajaba de conserje hace mucho tiempo. Antes había sido guardia de seguridad, pero un disparo en la rodilla acabó con esa etapa. No tenía estudios universitarios. Era drogadicto. Publicaba fotos con matas de hierba y docenas de botellas de alcohol. Mientras más aprendía sobre él, más desagradable le parecía.

No había pretendido... Acosarlo. Pero al llegar a casa ese día su cabeza daba vueltas y sentía que vomitaría si no hacía algo. Tenía que hacer algo.

Había comenzado entonces.

Dimitri reunió las hojas y las apiló en un montón. Luego sacó la llave que ocultaba siempre detrás del espejo. No es que pensara que una simple llave ofreciera mucha protección, pero como un acuerdo tácito, sus padres habían respetado aquel único privilegió de privacidad.

La introdujo en la cerradura del cajón inferior de la cómoda y abrió. Dentro solo había hojas de papel dobladas por la mitad y fotografías. Palabras no dichas. Muchas de ellas eran para Charlie, muchas para sus padres.

Tomó la última que había escrito y la desdobló para leerla:

"Charlie, sé que estás enojado y tienes dudas. Sé que no es fácil, aunque no estoy seguro porque. Pero por favor no me odies, por favor, por favor, por favor no me odies por lo que voy a hacer"

Clara, desesperada, patética.

Dimitri Sintió un escalofrió.

Esa mañana Dimitri no pretendía –realmente no- dar un paseo por el antiguo departamento de Dana. Es solo que la curiosidad fue más fuerte que él y no pudo contenerse.

Lo de cubrir su rostro con la capucha fue pura precaución. Mientras menos gente pudiera saber que había estado ahí, mejor que mejor. Era algo instintivo para él mezclarse lo menos posible con la luz del día. Se quedó esperando en una esquina cercana para verlo. No estaba seguro de porque, quería verlo.

Joseph Varella. El hombre que amenazaba todo el equilibrio de su mundo. El hombre que podría reconocerlos a Charlie y él.

Todo había sucedido hace tanto tiempo que era como alguien de un sueño. Alguien irreal. Quizás por eso quería convencerse de que realmente existía.

Al fin salió. Tenía el turno nocturno, así que dejaba el edificio temprano. Iba arrastrando los pies y con cara de pocos amigos. Caminaba mirando hacia abajo, sin tener cuidado de evitar a la gente. No es que hubiera demasiada, pero una joven chica de uniforme tuvo que esquivarlo para que no la golpeara.

Desagradable.

Su cabello era grasiento, como si no lo hubiera lavado. Su labio superior tenía pegado un papel blanco sobre un corte de la rasuradora.

Desagradable.

Este era el hombre que había llevado la investigación tan cerca de casa.

Paso al lado de Dimitri sin mirarlo, siguiendo su camino calle abajo y, después de contar hasta diez, Dimitri dio media vuelta y lo siguió. Llevaba las manos en los bolsillos de la sudadera y con la derecha jugueteaba con su navaja. No es que la tuviera por un propósito en particular; siempre la llevaba.

Siguió al hombre por calles algo alejadas, y luego cerca del borde del parque. No parecía que fuera a tomar el transporte, solo caminaba. Cruzaron justo después de la iglesia y el hombre pasó por una tienda a comprar una botella de ron. Después de eso se metieron por unas callejas estrechas y finalmente llegaron a su destino. El hombre se metió dentro de una humilde y pequeña casa que lucía descuidada y a punto de derrumbarse.

Nada sucedió.

Nada iba a suceder de todos modos.

Dimitri había memorizado cada calle y sus ojos estaban fijos en la puerta de la casa. Después de un largo silenció, dio media vuelta y llegó a la parada de autobús para coger uno que le acercara a su escuela. Llegaba tarde.

2

Daniel volvió a cerrar el cajón con las manos temblorosas y resopló. No podía creer que su medicina se hubiera acabado. Estaba seguro de que le quedaba aún para un par de días... Pero al parecer no, ¿Estaba tan desconectado de la realidad?

Quizá lo estaba.

La noche pasada se había dicho que no las necesitaba, pero acabo vomitando en el baño cerca de las cinco de la madrugada y sin haber dormido nada. Las imágenes traicioneras habían venido una tras otra, hasta que no pudo soportarlo, hasta que empezó a sentirse enfermo y a llorar. No sabía que se pudiera estar enfermo de pena, enfermo de angustia, de miedo, de dolor...

De día podía pretender que nada sucedía, pero de noche, cuando eran solo él y su almohada, las reglas cambiaban y él ya no tenía la mano ganadora. Todos los demonios que la luz alejaba, aparecían ante él para reclamar su lugar.

Su vida actual no era mala. Estaba rodeado de buenas personas que se preocupaban por él... A su manera. Tenía a Jona... Jona, que con su sonrisa de ganador era capaz de iluminarlo todo en un segundo. Tenía un techo, amigos y aun así... La nostalgia le mataba. La vida que había dejado atrás, y en la que él mismo era una persona completamente diferente.

No quedaban píldoras para dormir.

"las necesito..."

Pero pensarlo no iba a hacer que aparecieran de la nada, así que tendría que arreglárselas con lo que tenía. Saco todas las cajas cerradas que había dentro del cajón y las esparció por la cama: Ansiolíticos y Antidepresivos. Demonios, no quería tomar esas cosas con nombres tan omniosos. Algo le decía que no era buena idea, pero otra parte de sí mismo le rogaba que lo intentará. Solo por una vez, luego podría ir a la farmacia y obtener lo que necesitaba.

Al final fue eso lo que le convenció.

Solo por una vez.

Como no estaba seguro de que hacer simplemente saco una pastilla de la caja de ansiolíticos y una de la caja de antidepresivos y fue al baño para tragarlas con agua del grifo.

Regresó a la cama. Se metió entre las frazadas manteniendo los ojos abiertos, aterrado de dormir, ¿Hacían las estúpidas pastillas algún efecto? Contempló en silencio el techo de la habitación. Quizá el efecto de una sola era muy poco para sentirlo, después de todo ese tipo de tratamientos debían servir en el largo plazo. Sin pensarlo se levantó y tomo dos píldoras más.

Estaba cansado.

Decidió encender la luz porque la oscuridad le pareció muy intimidante. Observó las luces de los coches que transitaban por las calles cercanas a través de la ventana. En los edificios las luces estaban apagadas, excepto por un par, ¿Quién viviría tras esas cortinas?, ¿Qué pensaría?

¿Sería un niño pequeño asustado de la oscuridad, o un niño grande, asustado de la vida?

No supo cuánto tiempo estuvo mirando, pero si notó que estaba más tranquilo o más... Distanciado de todo. Era como cuando se está soñando y se puede ver lo que sucede como desde afuera, desde la omnipresencia. Se sentía desconectado, un poco más distante del dolor y eso estaba bien, ¡Era magnifico!, sin embargo, así como del dolor, también se sentía algo distante de la alegría. Solo existía, existía fuera de sí.

Sus pies le guiaron torpemente hasta la cama. Su cuerpo estaba a punto de rendirse, muy cansado y ahora sentía que quizá pudiera obtener algo de paz. Se dejó caer sobre las colchas suaves que le dieron la bienvenida como el paraíso. Tanto llorar, tanto miedo, tanto vomitar. Todo era agotador.

No se dio cuenta cuando se quedó dormido mientras colgaba suspendido sobre su cama y bebía el aire a su alrededor, dejándose mecer en su propia respiración, dejándose llevar y caer lejos de todo lo malo del mundo.

 3

Charlie marcó el número de Dimitri con una sonrisa suave, tenía muchas ganas de hablarle, de saber cómo estaba, de saber que ninguna idea extraña de culparse a sí mismo se había instalado en su cabeza y por último solo... solo quería escuchar su voz. La llamada tardó un par de segundos en conectar y cuando lo hizo inmediatamente fue arrojado (desechado) al buzón de mensajería:

"este número no tiene su buzón de voz creado, por favor, intente más tarde".

Y nada más.

4

-¿Esta seguro? –Preguntó Dany con su sonrisa más dulce -¿No puede hacer una excepción?

-¡Estoy seguro! –El farmacéutico no estaba nada contento y Dany podía entender porque. La prescripción médica era importante para las pastillas para dormir pues eran usadas como psicotrópicos, o lo que es lo mismo, para colocarse.

-Lo sé señor, de verdad lo sé, pero le pido que entienda que fue un error, no soy un adicto, soy una buena persona, es solo que las perdí y sin esas pastillas no puedo dormir. Míreme, por favor, ¿Le parezco la clase de persona que hace algo como eso?

Abrió las manos a sus lados para que el hombre le mirara bien con la esperanza de que eso sirviera de algo, intentando sacar un poco de provecho de su aspecto.

-Cualquiera puede ser un adicto. No te creas mejor que los demás por ser un rubiecito de ojos claro- Los ojos del farmacéutico centelleaban- Y ahora lárgate, antes de que llame a seguridad.

-Pero...

-¡Lárgate!

Dany le mostró las palmas de sus manos para demostrar sus intenciones pacíficas y retrocedió lentamente hasta la salida.

-Oh, dios... -murmuró una vez fuera, porque era su quinto intento y seguía obteniendo la misma respuesta –Tendré que ir a ver a un terapeuta.

5

Era medianoche y no había excusa para Dimitri no cogiera su móvil ni respondiera sus mensajes. Charlie intentó marcar una vez más, pero obtuvo la misma respuesta.

No se puede conectar. Intente más tarde. Su maldito crio no se ha dado siquiera la molestia de grabar un mensaje para mandarlo al diablo así que solo... Intente más tarde.

Charlie suspiró y dejo caer el móvil.

"Dimitri, ¿Qué ocurre?", quería preguntar, pero no tenía ningún derecho. No después de haberlo dejado solo, ignorado... No después de haberse ido esa tarde cuando sabía que debería haberse quedado a decirle que definitivamente no era su culpa.

Y como no tenía derecho de reclamar, sería paciente. Esperaría hasta que Dimitri quisiera verlo. Esperaría por él.

6

Todas las personas tienen una rutina. Es parte de establecerse en un sistema y sincronizarse con él.

Alguien que va todos los días al mismo lugar, con bastante seguridad, saldrá de casa todos los días a la misma hora, quizá con un margen de 10 o 15 minutos, y tomará exactamente el mismo camino para llegar a su destino.

Es simplemente natural, pues así se puede automatizar la propia vida. No requiere hacer ningún esfuerzo en pensar siquiera como llegaras hasta allá, pues el cuerpo ya lo sabe. Así que todos salen a la misma hora y siguen la misma ruta.

Dimitri reflexionaba sobre eso mientras esperaba sentado en la parada de autobús a que el hombre apareciera. No necesitaba esperarlo más cerca de casa, pues sabía que tomaría esa ruta. Nadie se extrañaría en la parada de ver a un chico leyendo; no se quedarían el tiempo suficiente para ello, era mucho mejor que cualquier otro lugar.

El hombre finalmente apareció a las 9:23 de la tarde. Dimitri tomó nota de ello y regresó a casa con una sonrisa. Ahora lo sabía todo, y eso le hacía sentir bien.

Incluso si no planeaba hacerle nada al hombre, había una cierta sensación de satisfacción en conocerlo tan bien mientras él continuaba con su vida como si nada. Saber su dirección, donde estaría y a qué hora. Saber su historia. Así de fácil.

Ahora Joseph Varella era vulnerable.

¿Quién tiene ahora la ventaja señor conserje?

7

El móvil tenía 5 llamas perdidas de Charlie. Dimitri sonrió y acarició la pantalla. Estaba muy tentado a regresar la llamada, pero cuando pensó en hacerlo, se encontró con que sus manos temblaban y al final se dio por vencido.

-No puedo... -susurró dejando de golpe el móvil sobre el escritorio.

8

La hora exacta y el lugar exactos para un encuentro casual. Una sudadera negra, una mirada inocente, de niño, pero no había nada inocente sobre Dimitri.

Él ya se había, más o menos, echo a la idea de lo que iba a suceder.

El conserje apareció según lo previsto y Dimitri se acercó a él con una enorme sonrisa.

-Vaya, que gusto verlo, señor.

El hombre frunció el ceño, extrañado.

-Ah, tú eres...

-¿No me recuerda? –Dimitri hizo una mueca herida –Soy amigo de Dana. Ella solía vivir en el edificio en que usted trabaja de conserje, ¿Sigue trabajando ahí?

-Ah... Si.

¿Por qué dudaba en responder algo así? Era irritante. En su frente había pequeñas y asquerosas gotas de sudor. Dimitri comenzó a caminar lentamente para no seguirlo mirando y el hombre le siguió instintivamente. Él iba también por ese camino.

Las calles estaban muy desiertas, aunque aún era temprano. El frío les había hecho esconderse. Caminaron un poco en silencio.

-¿No eres muy joven para ser amigo de Dana? ¿Qué edad tienes? ¿Dieciséis? -Su voz había subido un poco de tono, como si estuviera ansioso. Debía ser porque había mencionado a Dana.

Y este era el momento de la verdad...

¿Sospecharía el hombre de él? ¿Recordaría algo?

-Tengo diecisiete. Casi acertaste- Le dedicó una brillante sonrisa.

Joseph Varella estaba retorciendo sus manos y parecía nervioso.

-¿Qué haces aquí? ¿A dónde vas?

-A la parada de autobús- Respondió Dimitri.

Joseph estaba frunciendo el ceño tan fuerte que sus cejas casi se tocaban.

Se adentraron en la calleja más oscura del trayecto, y justo a la mitad, Dimitri se detuvo y dio la media vuelta para encararlo.

-¡No quiero problemas! –dijo el hombre inmediatamente, retrocediendo un poco.

-¿Por qué estas asustado?

-Había un niño.

-¿Dónde había un niño? ¿Has vuelto a fumar?

El cuerpo del hombre se tensó.

-Tengo que irme...

-Joseph, esto es importante.

-Lo siento. Tengo que irme. Lo siento- Joseph dio la media vuelta para regresar sobre sus pasos.

Dimitri lo vio como en cámara lenta, como desde lejos. Si antes no era seguro, ahora lo era. El hombre podía reconocerlo, sospechaba de los amigos de Dana. Recordaba a "un niño". Lo recordaba a él.

Una vez más poniendo en peligro a todos.

¿Es que eres idiota Dimitri?

Todo es tú culpa.

Sacó la mano derecha de su bolsillo. Sostenía su navaja y la abrió con un hábil giro de muñeca, casi sin esfuerzo. Su peso se sentía bien en su mano. Un regalo del cielo. En control.

Sabía lo que iba a hacer un instante antes de hacerlo. Quizá podrían arrestarlo por ello, pero había tenido cuidado, todo lo posible al menos y si le dejaba ir... Iría a prisión por terrorismo. Cadena perpetua.

Se abalanzó por la espalda de Joseph y con toda la fuerza que pudo enterró la navaja en su nuca. No se sintió mal. Una oleada de euforia salvaje le recorrió de pies a cabeza cuando lo hizo. Estaba orgulloso de sí mismo, de haber lanzado un ataqué mortífero de buenas a primera. Sintió en todo su cuerpo como la hoja se abría paso en la piel, musculo, y tocaba el hueso. Ofreció mucha más resistencia de la esperada. No era como cortar mantequilla, pero lo había logrado. Intentó retirar la navaja, pero estaba atorada.

Joseph se sacudió alejándose de él. Dimitri observó fascinado como intentaba seguir caminando mientras su cuerpo daba sacudidas y boqueaba como un pez. Definitivamente dañado, pero vivo.

No podía dejarlo medió muerto.

Esto era todo o nada.

No quería ir a prisión.

Y esto era un poco... Divertido.

Debía darse prisa. Le dio un empujón. En su estado, eso basto para que perdiera el equilibrio y callera en cuatro patas. Dimitri rio de eso para sí mismo, y volvió a intentar retirar la navaja de su nuca; hacía arriba, usando el contrafilo. Se ayudó un poco con el pie y lo logró.

Joseph gimió de dolor intentando llevar las manos a su nuca. Una de sus manos alcanzó la tela del pantalón de Dimitri e instintivamente él dio una patada con una oleada de repugnancia recorriéndole. Recordó cuando había atacado al hombre aquel día en el departamento de Dana. Esta era la segunda vez, y debía ser la última.

Apuñalar. Bajar el arma contra su espalda con toda su fuerza y retirarla. Era difícil, a veces no atravesaba la ropa, a veces no entraba muy profundo. Pero cada golpe era una descarga de adrenalina. Uno, dos, diez. Pronto estaba jadeando como un perro enloquecido. El hombre se había desplomado y ya no se movía, Dimitri hundió la hoja en el cuello, esta vez por el costado, y la sangre comenzó a manar como si se tratara de una fuente.

Entonces escuchó un gritó agudo. Alzó la vista y se encontró con una dama entrada en años que dejó caer de la impresión su bolsa de compras.

-Demonios... -Susurró Dimitri observándola correr. A sus pies había un verdadero charco de sangre. Sus manos estaban cubiertas, Joseph había dejado de moverse hacía varias puñaladas y ahora no era más que un saco de carne –Demonios.

9

"Importante testigo del caso de los cinco reyes asesinado brutalmente"

La noticia se esparció como pólvora. A penas la vio, Charlie sintió como si un balde de agua fría se derramara sobre su cabeza.

Dimitri aun no respondía sus mensajes.


*******************************************************************************************************************************************************************************************************************************************

Hey! Saludos! 

Lamento mucho la demora con este cap, pero aquí esta! 

Esta vez acompañado de una adorable canción de Hollywood Undead xD.  

Como verán este cap tiene un poco de varias cosas y esta escrito en un formato un poco diferente. Espero que esto no les desagrade. Quizá habría sido mejor tomarnos más capítulos... PERO HABRIA SIDO REYENO y fuck it, vamos a la acción. 

¿Que hiciste Dimitri? 

Creo que este ha sido sin duda el asesinato más torpe que podría haber escrito xD

Continue Reading

You'll Also Like

161K 13.9K 49
Un AU inspirado en el Minecraft Extremo. En donde un joven llamado Ángel Misael más conocido como Missa llega hasta un lugar en donde solamente se ti...
4.4K 592 83
Ella era la hija ilegítima de la familia Gu de la ciudad N y una cobarde sombría a los ojos de todos. Era un genio incomparable en el mundo de las fi...
32K 1.3K 16
𝐽𝑒𝑜𝑛 𝐽𝑢𝑛𝑔𝑘𝑜𝑜𝑘 𝑙𝑖́𝑑𝑒𝑟 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑓𝑖𝑎 𝐽𝑒𝑜𝑛 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑑𝑒 𝑖𝑟 𝑎 𝑢𝑛 𝑝𝑟𝑜𝑠𝑡𝑖́𝑏𝑢𝑙𝑜 𝑑𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑒́ 𝑎 𝑡𝑎�...
29.4M 2.3M 43
Emily Malhore es hija de los perfumistas más famosos del reino de Mishnock. Su vida era relativamente sencilla, pero el destino le tenia otros planes...