Mala influencia®

By teensspirit

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YA EN FÍSICO. La irresistible tentación está ahí: para los dos. En medio de todo el desastre, tuvimos que enc... More

Prólogo
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capitulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Epílogo
Fin
YA EN FÍSICO

Capítulo 13.

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By teensspirit


REESE.

-No pienso besar a nadie. -es lo primero que digo. Sus ojos me miran con una intensidad enorme, retándome.

-¡Oh vamos! -se queja Ariadna.- ¡Solo es un beso! Yo lo haría. -dice esta vez mirando a Eros, con sensualidad en la voz. Este no dice nada. ¿Por qué narices no dicen nada? ¡Es un estúpido! Tan solo bebe un trago enorme de su vaso rojo, indiferente. Yo hago lo mismo, no quiero que parezca que estoy afectada. Observo lo grande que es su mano, ocupa casi el vaso entero. Los demás se ríen.

-Ya me habéis oído. -vuelvo a repetir. Luego vuelvo a beber acabándome todo el líquido que había vertido, sintiendo el líquido ardiente pasar por mi tráquea y bajar hasta mi estómago. Sé que había dicho que no quería estar como el último día en la fiesta de Ariadna, pero ahora mismo esa promesa acaba de ir a el apartado de "cosas que dije que iba a hacer y no hice" que hay en mi cerebro, junto a aprender a patinar y comenzar a ver Juego de Tronos.

-Dejadla. -me defiende Lily.- Si no quiere hacerlo decidle otro reto, no está obligada. -le sonrío agradeciéndole y ella me devuelve la sonrisa. Y pensar que antes me había molestado con ella por hablar con Eros sabiendo sus intenciones... Dios, no me puedo creer que me esté convirtiendo en ese tipo de personas posesivas y obsesas. Ella no tiene la culpa de nada. Él si.

Often de The Weeknd comienza a sonar por los altavoces.

-Haznos un striptease. -murmura Matt, uno de los amigos de Justin. Agradezco que no haya venido la verdad, era lo único que me faltaba esta noche para que fuera perfectamente horrible. La frase que me dijo el día en que Eros le dio un puñetazo aún sigue rondando por mi cabeza y causándome pesadillas.- No hace falta que hagas un show, solo bailas y te quitas el vestido.- hago una mueca ante la estúpida ocurrencia de Matt.

-No es nada que no puedas hacer. -me anima Lily, que está sentada a mi lado.- Eres bailarina, y bueno, el sujetador es como un biquini y prácticamente todas las chicas de aquí están en biquini.

Siento los colores subir a mi cara, no me atrevo a mirar a Eros. Puede que en otra ocasión lo hubiera hecho, pero después de lo de la noticia de mi madre, el disparo, las coincidencias... Después de todo eso no consigo mantener mi mente tranquila, y tampoco es que tenga muchas ganas de fiesta.

-Ya tengo un vídeo haciendo el ridículo mientras bailo, no quiero que se repita. -digo como excusa, avergonzada.

-Entonces quítate solo el vestido. -vuelve a sugerir Matt.- Joder Reese, es lo más fácil a lo que podemos retarte. Y me muero de ganas de verte aunque sea semi desnuda.

Le echo una mirada de desprecio. Por el rabillo del ojo, veo a Eros apretar los puños y mover la pierna nervioso. Pequeñas gotitas resbalan por su mandíbula perfectamente afilada y me dan ganas de ver cómo bajan por su torso. Está guapísimo, que rabia que sea un completo imbécil.

-No seas mojigata. -dice Ariadna, cosa que me tomo más como un insulto que como un ánimo. Si, soy un poco inmadura y algo infantil, pero no soy ninguna mojigata. Y se lo voy a demostrar.

Me intento levantar y al hacer algo de movimiento, noto el alcohol haciendo efecto sobre mis sentidos. Me mareo ligeramente y cierro los ojos un momento para recuperarme. Cojo el borde del vestido y comienzo a levantarlo sensualmente, dispuesta a sacármelo por encima de la cabeza y cumplir el reto. Pero alguien me agarra por el brazo y me zarandea bruscamente.

-Ni de coña. -dice Eros con la mandíbula apretada.- No vas a hacer eso.

Mi cuerpo se pega al suyo sin querer, el cual aún está mojado, pero doy un paso hacia atrás. Todas las miradas del círculo se posan sobre nosotros. ¿Y a este que mosca le ha picado?

-¿Por qué no? -digo intentando soltarme de su agarre, nerviosa por su cercanía y aún mareada por tanto movimiento.- Hago lo que me da la gana, no eres nadie para decirme que es lo que tengo que hacer.

-Porque soy tu guardaespaldas y tengo que vigilarte. -responde en prácticamente un gruñido. La cabeza me da vueltas.

-Tu lo que eres es imbécil.

Me doy la vuelta bruscamente, sin tener en cuenta que su brazo sigue sujetando el mío, cosa que hace que pierda el equilibrio. Mi pie resbala por el canto de la piscina. No no y no... En menos de un segundo estoy en el fría agua de la piscina llena de espuma. Aguanto la respiración hasta que salgo a la superficie recuperando el aire y veo a todos mirándome con expresión sorprendida mientras se ríen de mí. Se están riendo de mí, estoy haciendo el ridículo y todo por culpa de una única persona...
Eros Douglas.

Reúno toda la furia que puedo y la junto en una sola mirada, lanzándosela a él, que me mira con expresión divertida y los brazos cruzados desde arriba. Después me doy media vuelta, nadando hasta el otro extremo de la piscina y me impulso para salir. Estoy completamente chopada. El vestido blanco se me pega al cuerpo, transparentando mi ropa interior roja. Me giro y no hay ningún chico que no tenga su vista puesta sobre mi. Casi todo el mundo me está mirando. Suelto un grito de rabia y comienzo a caminar. Mis tacones de marca color beige están empapados y se me hace algo difícil llevarlos, sumando el hecho de que no puedo caminar sin tambalearme. Suspiro. Tan solo rezo para que no se estropeen.

-¡Vuelve aquí Russell! -me llama Eros. Me giro con los puños apretados. Él tiene una sonrisa picarona.

-Me voy a encargar de que mi padre te despida en cuanto vuelva. ¡Y esta vez lo digo en serio! -grito histérica. Estoy dando un espectáculo otra vez, y encima estoy borracha. Solo quiero subir a mi cuarto y cambiarme de ropa. Abro la cristalera y comienzo a caminar hacia las escaleras. A este paso ya ni me acuerdo de todo lo que ha pasado antes de que acabara en la fría y sucia agua de piscina. Oigo la voz de Eros a mis espaldas, me está siguiendo.

-Russell no seas estúpida, no puedes estar sola por aquí, no es seguro.-no le hago caso. ¿Y cómo demonios me ha alcanzado tan rápido?- ¿Es que no te acuerdas de lo que ha pasado hace nada? -dice elevando la voz, molesto. ¿Por qué narices está molesto si la que debería estarlo soy yo?

-Que me dejes en paz, Eros. ¡Todo esto es por tu culpa! -grito comenzando a subir las escaleras. Noto como se me sube el vestido por atrás, pero no me importa.

-Joder Russell... -murmura Eros desde detrás de mi, con la voz ronca.

Voy por el pasillo camino a mi cuarto y el me sigue como un perrito faldero. ¡Un perro! ¡Eso es lo que es! Suspiro agotada de subir las escaleras, el suelo comienza a moverse y el techo también. Entro a mi habitación y me agacho en el armario con las piernas estiradas, buscando algo de ropa después de quitarme los tacones y dejarlos tirados en el suelo. Vaya mierda no tener puerta para poder estampársela en toda la cara.

-Russell no sabes lo que estás haciendo... -murmura.- Deja de provocarme porque estás acabando con mi autocontrol.

Me levanto y me acerco a él cabreada e incrédula por lo que acaba de decir, aún que tampoco soy muy consciente de lo que eso conlleva.

-Mira, ni te estoy provocando ni ganas tengo de hacerlo, y ya puedes salir de mi cuarto o te daré tal puñetazo que con suerte no tendré que escucharte en una semana.

-No me toques los cojones Russell. Si estoy aquí es para protegerte. -dice enfadado y apuntándome con el dedo índice.- No tengo ganas de ir todo el día detrás de una niña mimada como tú.

Ignoro la ultima frase.

-¡Ya, claro! ¿Es que también me estabas protegiendo cuando me has tirado a la piscina? -grito.- ¿O cuando me insultas o me haces quedar en ridículo? ¡Sabes lo mucho que lo odio y aún así lo haces!

-¡Yo no hago nada de eso! ¡Si te jode que te diga las verdades a la cara no es mi culpa! -la conversación se está saliendo del tema, pero ya no sé ni por qué había comenzado. Ambos estamos gritando como locos, como si fuera a ganar la batalla quién más alce la voz. La cabeza me bombea con fuerza y la música a todo volumen en el exterior no ayuda. Siento que el vestido cada vez está más pegado a mi y los pequeños mechones de mi pelo se juntan debido al agua, cayendo por ambos costados de mi frente. Doy gracias a Dios por no haberme puesto maquillaje.

-¡Te odio! ¡Eres un idiota! -le empujo con fuerza del pecho y su espalda queda pegada a la pared. La vena de su cuello se hincha.

-Y tú una maldita cría consentida que se enfada cuando no consigue lo que quiere. -dice dando un paso al frente con la mandíbula apretada. Siento su calor corporal golpear mi cuerpo. Sus ojos recorren mi rostro y se posan en mis labios. A mi me tiemblan las piernas. Los suyos son más que apetecibles, son grandes y carnosos, cosa en la que ya me había fijado hace tiempo, igual que como sería besarle. Tan solo con imaginármelo me pongo nerviosa, un cosquilleo se instala en la boca de mi estómago y por todo mi pecho. Ambos estamos en silencio y solo se oyen nuestras respiraciones aceleradas y nuestras miradas furiosas y exasperantes. Miro su mandíbula y luego vuelvo a observar sus labios mojados. Mis pies se mueven solos y doy otro paso al frente, mierda, ¿por qué he hecho eso?

Sus ojos azules marinos se suavizan y esta vez, me mira directamente a los ojos con el ceño fruncido, como si intentara descifrar qué estoy haciendo. Pero ni yo lo sé. Se relame el labio inferior.

-Reese... -me advierte dando un paso atrás, como adivinando mis intenciones. Luego suspira, sin poder apartar la mirada de mis labios. Parece estar muy concentrado, así que me relamo el labio superior y pestañeo lentamente, provocándolo.- Reese no hagas...

No le dejo terminar. Mis labios se estampan contra los suyos de forma brusca y ambos chocamos contra la pared. Eros parece algo sorprendido al principio, pero tarda menos de un segundo en seguirme el ritmo y yo enredo las manos en su pelo mojado. Nuestros cuerpos se pegan como si estuvieran hechos a medida y siento su mano agarrar mi nuca con fuerza. Yo aprovecho para acariciar su mandíbula. Me besa cabreado y con fluidez, como si quisiera hacerme pagar todas las peleas y discusiones que hemos tenido hasta ahora. Sus labios son suaves y joder, sabe lo que está haciendo. Baja las manos recorriendo mi columna y pasando por mi culo y levanta mis muslos en el aire, yo enrollo las piernas al rededor de su cintura para tener un mejor acceso a sus labios ya que me saca varias cabezas. No me queda otra que sujetarme de su cuello para no caerme, clavando ligeramente mis uñas en el, cosa que provoca que suelte un gruñido que sale desde su garganta y que a penas alcanzo a oír. Dios, es demasiado sexy, tanto que todos los pensamientos que habían en mi mente han sido substituidos por solo uno: Él.

Nos separamos un instante en el que nos da la vuelta para pegarme contra la pared y aprovecho para coger aire.

-Esto no está bien... -murmura con la voz ronca antes de volver a besarme. Siento su pulso y su corazón chocando acelerado contra mi pecho y su voz desde tan cerca hace que me recorra un escalofrío la columna vertebral. Podría estar besándolo todo un maldito día. Mis manos se mueven nerviosas por su nuca, acariciando la piel caliente de su cuello y enredándose en los suaves mechones de su pelo mojado. Tengo miles de mariposas revoloteando por mi estómago y estoy nerviosísima. Y ahí entonces es cuando reacciono y me doy cuenta de lo que está pasando. Le estoy besando. Y está siendo increíblemente perfecto. No debería de ser así, yo no debería de estar sintiendo esto por él. Eros tiene razón, esto no está bien, nada bien.

Me bajo de él empujándolo y rompo el beso. Eros retrocede varios centímetros, respira aceleradamente, igual que yo, sus ojos azules oscuros brillan con deseo e impotencia a la vez. Creo que después de esto ya no queda ni un solo efecto del alcohol sobre mi. Ahora estoy completamente embriagada por él.

-Tienes que irte. -digo nerviosa. Nerviosísima más bien.

-Reese... -dice llamándome por mi nombre otra vez. Quizás nunca me llama así por lo jodidamente bien que suena dicho por él. Vale, eso no tiene sentido, pero a estas alturas ya no sé ni lo que digo.

Bajo la mirada al suelo para no tener que mirarle a los ojos y descontrolarme otra vez. O quizás para que no se note tanto el rubor que tengo en las mejillas.

-Llama a los sirvientes y diles que echen a todo el mundo. -murmuro de forma rápida. Mi corazón late tan rápido que por un momento creo que se me va a salir del pecho.

-Reese, lo que ha pasado...

-No volverá a pasar. -digo tragando saliva e interrumpiendolo.- Ahora vete por favor, voy a dormir, estaré bien.

Eros no dice nada. Yo mantengo mi vista clavada en el suelo oscuro de madera, avergonzada, hasta que oigo sus pasos saliendo de la habitación. Instantáneamente levanto la vista y observo el lugar de la escena del crimen, sintiéndome culpable. Las manos aún me tiemblan. Lo primero que se me ocurre hacer es desplazar la cómoda hasta el umbral de la puerta para evitar que nadie entre.

Después, con la respiración agitada, el corazón en un puño y los nervios a flor de piel, acaricio mi labio inferior, pensando que esta vez, la he liado pero bien.

*********
Se han besado jujuju.

PD: mil gracias por las 100k de visitas, ¡¡sois lxs mejores del mundo entero!!🌎❤️

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