Million Dollar Man » Harry St...

By harryscinnamon

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❝ Tienes el mundo entero a tus pies, pero... ¿Cuál es el precio de ello? ❞ [ Advertencias: este fanfic puede... More

Sinopsis
Prólogo
I
II
III
IV
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
Epílogo

V

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By harryscinnamon

Juntos avanzábamos por los caminillos de piedra que se extendían a lo largo del inmenso jardín trasero. Había sido una agradable cena, y ahora simplemente la cerrábamos con una pequeña caminata acompañada de una agradable conversación. Debía de admitir que la cita había sido completamente diferente a lo que podría haberme esperado, y había terminado disfrutándola mucho más de lo que pensaba. Harry me había sorprendido, y por primera vez, de una muy buena forma.

Aún no podía creerme las graciosas historias que me contaba, todas protagonizadas por él y su hermana Margareth, a quien aparentemente parecía adorar como a nadie en este mundo. Era lindo ver que el demente que me mantenía encerrada tenía un lado "dulce" oculto tras esa máscara de hombre de un millón de dólares.

-Navah... -me dijo de repente- Quiero preguntarte algo, y tienes todo el permiso para no responderme si crees que me estoy entrometiendo demasiado.

Y ahí estaba nuevamente conmigo el dominante Harry... ¿Permiso? No necesitaba su permiso, yo respondería lo que quisiera. Y, en cualquier caso, él ya se había entrometido demasiado en mi vida como para venir a refrenarse de la nada.

-Adelante, pregúntame -acepté finalmente, indispuesta a discutir.

-¿Cómo fue que terminaste bailando en ese lugar? -preguntó-. Quiero decir... Cómo, por qué.

Reflexioné bien mis palabras antes de entregarle mi respuesta.

-Siempre me gustó bailar, Harry, solo que tiempo atrás no lo hacía por dinero, sino que por diversión. Tenía una gran debilidad por el ballet -respondí, sonando un tanto más melancólica de lo que esperaba-. A los dieciocho me fui de Manchester y me vine a Londres en busca de oportunidades -agregué evitando entrar en detalles. Harry no tenía porqué saber todo lo que ocultaba tras de mí-. Las cosas no funcionaron, pronto tuve que empezar a buscar trabajos alternativos, hasta que un tipo me ofreció bailar en su local... Fin de la historia.

Simple, breve y conciso. No más de lo que debía saber, no menos de lo que había preguntado.

Harry, quien me escuchaba con toda la atención del mundo, no emitió comentarios, sencillamente me dedicó una sonrisa de medio lado que no supe cómo interpretar. Acto seguido, sumergió una de sus manos en el bolsillo de su pantalón, sacando de este una cajetilla de cigarrillos. Fruncí el ceño esperando a que me ofreciera uno, mas jamás llegó el ofrecimiento, tan solo se preocupó de buscar uno para él.

-Te hace mal -advirtió, encendiéndolo y observándome por el rabillo del ojo, para luego zafarse de la situación diciendo-: No ha sido una noche tan terrible. ¿Verdad?

-Aún no ha terminado, Styles -le corregí.

-Lo sé. Tan solo me refiero... Ya sabes, hasta este momento -se explicó, botando el humo por la boca haciendo pequeños circulitos. Mierda, se veía endemoniadamente sexy.

Antes de responder, me di un instante para despejar la nubosidad y ceguera que me había creado el ambiente. La cita romántica, combinada con la nueva y encantadora personalidad de Styles, se estaba encargando de opacarme demasiado el verdadero paisaje de la situación. Necesitaba recordar no solamente los pros de la situación, sino que también los contra. Necesitaba recordar que ese hombre que tenía enfrente me había comprado y que apostaba a que terminaríamos acostándonos juntos, o como habían sido sus palabras durante mi primera noche en ese lugar, que me tendría suplicándole a gritos que me follara.

-No, no ha sido tan terrible -concluí, incómoda intentando ignorar esos detalles que habían regresado a mi memoria-, pero Harry, eso no significa que me olvidara de todo. Realmente me gustaría poder salir de...

-Shh... No discutiremos eso ahora -me silenció-. Por favor, no arruines lo que podría convertirse en un precioso recuerdo -añadió, suplicante. La cara de cachorro abandonado con la que me colocaba, tan solo logró hacerme sonreír.

-¿Recuerdo de qué? -quise saber.

-Yo lo llamaría... Algo así como la primera vez que estuvimos tanto tiempo juntos sin discutir.

-Eres un idiota -bromeé, odiando y amando esa repentina confianza que sentía a su lado. Era todo muy engañoso, y a su vez, sumamente seductor. No debía dejarme llevar así, no tan rápido.

(...)

-¡Quieto! -escuché gritar a una voz proveniente del pasillo- ¡Quédate ahí!

Confundida y somnolienta, me revolví entre las sábanas, deseando aún continuar durmiendo.

-¡Oh, por favor, quédate quieto! -reconocí esa voz y ese acento como el de Trudy. Rápidamente, me levanté de la cama. Cuando me disponía a abrir la puerta, recordé que esta tenía seguro. Por supuesto que una cita aparentemente no sería suficiente como para que Harry confiara en mí. Las medidas de seguridad seguían siendo las mismas, tan estrictas como las del día anterior.

-¿Trudy?, ¿Estás bien? -pregunté a través de la puerta, preocupada por lo que pudiese estar pasando allá afuera.

-¡Señorita Navah!, ¡No se preocupe! -me respondió, al tiempo en que introducía las llaves en la cerradura para abrir e ingresar al cuarto. Suspiré de alivio cuando me encontré con Trudy, que traía la bandeja con el desayuno listo. Esto último me hizo asumir que Harry estaba muy ocupado trabajando, otra vez.

-Buenos días, señorita Navah -saludó, recobrando el aire.

-¿Qué era todo ese escándalo? -pregunté, volviendo a mi cama para sentarme y recibir la bandeja.

-Un regalo para usted, del señor Styles. Acaba de llegar esta mañana -explicó, encogiéndose de hombros.

-¿Otro regalo? -primero el vestido y ahora... Lo que fuera que fuese que había hecho gritar a Trudy-. ¿Y dónde está?, ¿Puedo verlo?

-Le aconsejaría que lo viera después de desayunar... -dijo ella, de una manera que solo hizo que me entrara aún más curiosidad por saber de qué se trataba.

-Puedo desayunar después -sonreí, dejando la bandeja a los pies de la cama, siendo esto suficiente como para que la ama de llaves rodara los ojos y se marchara de la habitación en búsqueda del regalo. A los pocos segundos la vi volver tironeando de una correa con sus manos, y amarrado a esta, un precioso perro de pelaje dorado y de raza mixta.

-¡Debes estar bromeando! -exclamé, en cuanto el perro se lanzó hacia mí, moviendo la cola y haciéndome gracias. Sí, era adorable, pero... ¿Cuál demonios era la intención de un obsequio como ese?- ¿Porqué diablos me regalaría un perro?

-Supongo que para acompañarla.

"Porqué no compró otra persona, una amiga quizás. Nadie se lo impide" pensé, con el sarcasmo penetrando en mi mente.

-¿Cómo se llama? -pregunté. Trudy se encogió de hombros y se acercó a revisarle el collar al perro, el cual la obligó alejarse con un simpático ladrido-. Déjame ver a mí -sonreí, antes de chequear y leer la medalla que colgaba del collar-. "Chester". Ese es un nombre horrible.

-... Para un perro horrible -concordó, Trudy, dejando a la luz su evidente desagrado por el animal. No pude evitar reírme-. Bueno, el señor Styles dijo que hoy podría salir a recorrer los jardines con... Chester.

-¿Sola? -pregunté, abriendo los ojos de sobremanera.

-Con Chester -me recordó, Trudy. Sonreí ampliamente, de seguro que el perro solo era una excusa para que pudiese salir. ¿Sería acaso que Harry se estaba ablandando? No lo podía creer.

-Creo que eso es suficiente para mí.

(...)

Con Chester merodeando a mi alrededor constantemente, me levanté para iniciar mi día. Tenía que admitir que estaba muy entusiasmada con la idea de poder salir a conocer los jardines sin necesidad de tener alguien a mi lado vigilándome. Después de todo, era un pequeño avance, ¿No? Salir de esa habitación a un lugar que no fuesen solo los pasillos de la maldita mansión, era emocionante, sin importar lo patético y triste que sonara, era a lo que mi realidad había terminado limitándose.

Advertida por Trudy con el frío viento que corría afuera, me coloqué unos leggings, una polera de color crema, y sobre esta una campera de cuero marrón. Sobre mis pies, unos cómodos botines del mismo color. Agradecía millones contar con esa ropa más propia de mi estilo, algo más común y menos excesivo. Días atrás le había pedido a Trudy que por favor me comprara algo que cubriera mis piernas, ya estaba harta de tener que andar revelándolas con esos carísimos vestidos que invadían mi walk in clóset.

Una vez lista, Gertrudy regresó a mi habitación para escoltarnos a los jardines y luego dejarnos ir solos. Sonreí al encontrarnos en completa soledad, frente a la inmensidad de pasto y árboles que se exhibían a mis ojos. ¿Qué tan eterno podría ser el jardín de la mansión? Ya tendría tiempo para averiguarlo.

Con Chester siempre delante de mí, empezamos a caminar hasta que finalmente perdimos de vista la silueta de la residencia, la cual se ocultaba entre los montones de árboles y arbustos, y estuvimos así durante un buen rato, yo siguiendo al perro sin saber muy bien a dónde diablos ir y él caminando hacia donde se le diera la gana. En el fondo, quería encontrar algo, algo así como los límites de la mansión, descubrir cuándo era que acababa, dónde diablos se separaba mi prisión con mi libertad.

-Un momento, Chester... -dije agotada, tirando un poco más fuerte de la correa para que el perro viniera conmigo. De seguro que llevábamos una hora caminando o algo así. Nos devolvimos hacia un árbol, y tomé asiento a su alrededor, para apoyar mi espalda en el tronco de este. Chester se posó a mi lado, sin dejar de mover la cola. El jodido animal tenía una energía infinita.

Mientras mi mano acariciaba el pelaje de su espalda, mis ojos divagaban por el paisaje que se me exhibía en frente. No había nada más que un montón de árboles. Árboles y árboles y... ¿Una reja?

Cogí la correa de Chester y la amarré al tronco.

-Quédate aquí y no hagas ruido -advertí, como si el perro me fuese a entender alguna mierda de lo que decía.

Rápidamente empecé a caminar hacia la reja, y en cuanto di el primer paso, Chester empezó a ladrar, con una evidente desesperación. Y mierda, sus ladridos eran jodidamente fuertes, pero no lo suficiente como para distraerme de mi tarea. Ignorando por completo a mi nueva mascota, fue que por fin pude descubrir la reja en su totalidad. Era enorme, pero de seguro que podría escalarla con un poco de esfuerzo. Si podía bailar pole dance, de seguro que podría hacer eso.

Estaba nerviosa, ni siquiera me había percatado del temblor de mis manos, de lo acelerados que eran los latidos de mi pecho. De un segundo a otro la adrenalina se había liberado para correr libremente por mis venas. Estaba consciente de que esta era mi única oportunidad para escapar. Tenía que hacerlo.

-A la mierda todo -pensé, antes de comenzar a trepar.

El escándalo que había armado el perro aún hacía eco en mis oídos, mas traté de ignorarlo, concentrándome en mi objetivo, aunque la verdad esto se me estaba dificultando de sobremanera. Mis manos me dolían por causa del fuerte agarre, y ni siquiera había avanzado demasiado. Empezaba a creer que no podría lograrlo.

Entonces, los ladridos de Chester se silenciaron, y cuando iba a voltearme a observar qué diablos le había sucedido, me encontré con la más inesperada -y simultáneamente predecible- de las sorpresas.

-Baja de ahí en este mismo instante, Navah -frente a mí, un Harry autoritario me observaba con el ceño fruncido y con un tono de voz que amenazaba con explotar a gritos. A su lado se encontraba mi delator, Chester-. Fallaste tu primera prueba, muñeca. Me acabas de demostrar que no puedo confiar en ti.

Nota de la Autora: lamento si me he demorado mucho en actualizar. Necesitaba descifrar cómo escribir este capítulo, si agregar la existencia de Chester en la historia o no, pero bueh, aquí está. Les prometo que el próximo estará mejor, srsly, lo siento si este les pareció muy tonto, pero era importante -ya descubrirán porqué-. Como siempre, muchas gracias por los votos. Al costado, en multimedia, les dejo una foto de Navah y Chester.

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