-Mis padres -Comenzó a relatar Nagisa con expresión algo triste- Me están prohibiendo muchas cosas ahora, no quieren que te vea... Y yo quiero verte.
Karma se suponía que una de las cosas que sus padres imaginarios le iban a prohibir era verlo, porque después de todo, él lo estaba ayudando a que no pueda ver mas a esos seres de su imaginación y solo queden como un amargo recuerdo en su mente.
El psicólogo suspiro, aun no había optado por utilizar medicamentos para la enfermedad de Nagisa. Pero si los "padres" de Nagisa estaban diciéndole que no lo vea, deberá empezar a usarlos.
Se levanto con vagancia de su asiento y se dirigió a un mueble, que cuando lo abrió, se encontraban muchos medicamentos de forma ordenara y papeles pegados en ellos diciendo el nombre de aquel medicamento. Karma se giro a dirección de Nagisa, el cual, lo miraba de forma interrogativa.
-Porque medicamentos? Yo no estoy enfermo-
Y ese era un problema grave, porque depende el esquizofrénico se tomaría a bien o mal lo de su problema.
Karma no le diría que Nagisa estaba enfermo.
Aun.
-Tranquilo -El psicólogo agarro la mano de su paciente y dejo la cajita de pastillas en la mano de su paciente- Esto hará que tus padres no te prohibían cosas.
-C-Como lo hará? -Cuestionó algo nervioso el peliceleste, mirando hacia un punto fijo, que seguramente a sus padres imaginarios.
-Estas pastillas... Funcionaran como una espada contra ellos, mientras que yo, seré tu escudo para protegerte... Por eso Nagisa, nunca dejes de verme, yo te necesito como tu a mi -Y al finalizar, el pelirrojo abrazo al menor con dulzura y extremo cuidado.
Y esas palabras no eran mentiras, eran verdad.
Karma necesitaba a Nagisa porque sin que el lo sepa, lo estaba ayudando a el también.