-¿Q-Qué?- le dijo Bonniebel a Finn.
-Princesa, yo... No quería preocuparla pero tenía que saberlo
-Si Finn, tenía que saberlo. En este instante voy hacia el Dulce Reino.
La Dulce Princesa fue a buscar a Lady Rainicorn y le dijo que tenian que irse lo más pronto posible a casa.
Se fueron hacia el Dulce Reino, y al llegar la Princesa fue corriendo al hospital para ver a Marceline.
-¡Princesa Doctora! ¿Cómo esta Marceline?
-Esta un poco débil, pero estable. No sé cuándo vaya a despertar, no ha comido y fue golpeada, así que no sabemos que puede pasar.
-¡Oh, Dios! Esto es mí culpa -pensó la Dulce Princesa- Pero... Está bien ¿cierto?
-Sí, está bien.
-¿Puedo quedarme con ella a solas por un momento?
-Sí Princesa, claro.
La Princesa Doctora abandonó la habitación en donde se hallaban Marceline y la Princesa.
-Marcie.... Oh, Marcie, esto es mi culpa. Oh, amor... ¿Cómo pude olvidar lo que pasamos juntas? ¡Soy una estúpida, una tonta!
-¿Bonniebel?
-¡Marceline! Oh, gracias al Cielo despertaste. Estaba tan preocupad...
-Vete Bonniebel. -dijo la vampira en un tono seco, frío y distante.
-¿Q-Qué? ¿Quieres que me... que me vaya?
-Sí, eso es lo que quiero; quiero que te vayas y te alejes de mí por lo que nos resta de vida.
-Marceline...
-Lárgate Bonniebel.
-Pero yo...
-¡Vete! ¡Aléjate de mí y no me busques más!
Bonniebel salió de la habitación sin poder evitar llorar.
Antes de cerrar la puerta dirigió una última mirada a Marceline, y lo último que vio de la vampira fue una rebelde lágrima que corrió por su mejilla, cayó y se perdió en el suelo.