Peligro (la mentalista #1)

By luisdiber

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[FINALISTA PREMIOS WATTY 2014] Natasha, una joven que creía ser normal, es de un pronto introducida en un mun... More

Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Epílogo
Nota del autor
Nota del autor #2

Capítulo 9

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By luisdiber

—Eso es ridículo —les dijo Natasha a los chicos mientras sacudía la cabeza—. No puedo estar leyendo las mentes.

—Claro que puedes —le respondió Alicia—. Después de todo eres una mentalista, es parte de tu amplio repertorio de habilidades.

—Pero… Esto es demasiado irreal, no puedo lidiar con esto. Tal vez lo imaginé.

—¿Y es por eso que sabías exactamente lo que pensé? —le preguntó Daniel—. No lo creo Natasha.

—No lo sé, tal vez si lo hice. No es tan difícil suponer que pensaras que estaba loca, hasta yo hubiera pensado lo mismo. Además —la velocidad de su voz aumentaba con cada palabra—, ya no estoy escuchando más “voces” tal vez haya sido algo pasajero.

—No, no lo es —intervino Alicia—. Paraste de hacerlo porque crees que no es real. Parte de nuestras habilidades funcionan simplemente porque creemos que podemos hacerlo. Trata de leer mi mente.

        Natasha cerró los ojos y se concentró en volver a escuchar las “voces”. No escuchaba ni el más mínimo murmullo.

—Nada —dijo mientras suspiraba—. Tal vez necesite práctica.

—Vamos —le dijo Alicia—. No creíste que podías hacerlo, lo sé porque lucías tensa. Trata de nuevo, y esta vez piensa que lo puedes hacer, que es tan simple como caminar.

        Natasha lo intentó de nuevo, trató de creer que era real y que podía escuchar las mentes de los demás, pero de nuevo no estaba funcionando. Luego pensó que cuando ella caminaba nunca pensaba que tenía que dar el siguiente paso, era algo natural.

        Trato de transmitir esa sensación a su mente, como si introducirse en la mente de los demás fuera la cosa más simple del mundo. Y lo logró. De un pronto a otro estaba escuchando la voz de Alicia sin que esta dijera una sola palabra. Estaba tarareando una canción.

—¿Estás tarareando? —preguntó Natasha sorprendida.

—¡Sí! —le respondió su amiga emocionada—. No puedo creer que esto esté pasando, será tan genial saber quién miente y quién no. ¡Por Dios, Natasha, serás una gran fuente de chismes!

        Natasha también estaba feliz, había escuchado todos esos pensamientos desde antes que Alicia moviera su boca, de alguna manera era genial el tener esa habilidad. Se sentía poderosa, con control. Hasta que de repente todo fue un caos. Natasha comenzó a escuchar no sólo la voz de su amiga, sino que la de Daniel y la de todas las personas que estaban en el edificio. Todo era un desorden de voces y murmullos, como si estuviera en medio de una discusión de más de mil personas.

        No puedo creer que pase me pase esto a mí, debería de pasarle a Sarah, ella ha hecho cosas peores que yo, Decía una chica cuya voz Natasha no pudo reconocer.

        ¿En serio se cree mi amiga? Por dios, no es más que una herramienta, Decía otra voz.

        Cientos de voces estaban adentro de la cabeza de Natasha y no sabía cómo sacarlas de ahí. De un pronto a otro necesitaba estar sola, lejos de todo el mundo.

—Lo siento chicos —dijo mientras caminaba—. Tengo que irme.

        No se volvió para ver las caras de preocupación de sus amigos. Subió las escaleras del lobby y fue a dar a las aulas. Descubrió que entre más se alejaba del comedor más difusos se hacían los pensamientos en la cabeza. Es como perder la recepción de mi celular, pensó mientras se seguía alejando de todos. Al final entró a un aula. Se sorprendió que estuviera abierta, pero a la vez agradeció que así fuera. Se sentó en un pupitre y puso las manos en su cabeza.

        Las voces se habían ido, pero eso no significaba que había parado de sentir malestar. De un pronto a otro se sentía exhausta, como si hubiese pasado todo el día haciendo ecuaciones complicadas. Soltó un suspiro y se quedó unos minutos en silencio, con su cabeza debajo de los brazos.

—Oye… ¿estás bien? — escuchó a una voz preguntarle.

        Levantó su cabeza y ahí estaba Paul. Llevaba una camisa de manga larga azul, que hacía que su cabello resaltara más. Natasha notó la sonrisa en su boca, no era genuina, más bien era la manera en la que disimulaba su preocupación. Lo sabía porque ella también la usaba de vez en cuando.

—Sí, simplemente necesitaba estar sola —le respondió.

—Lo entiendo. A veces hay que alejarse de todo y de todos.

—Parece que a eso es a lo que te dedicas ¿no? — le dijo Natasha mientras recordaba a Daniel decir que Paul casi nunca llegaba a dormir.

—Algunas veces, sí —admitió el chico—. Pero cuando lo quiero hacer no me encierro en un aula, conozco lugares mejores. Podría llevarte si quieres.

—Si no lo recuerdas no puedo salir del refugio. Algo así como que soy la superdotada más codiciada del país o algo por el estilo.

—Esa es la mejor parte —sonrió Paul—. Está dentro del refugio. Ven, te aseguro que no te arrepentirás.

                                                                                   ****

Paul guio a Natasha  hasta el final del pasillo. Ahí había una puerta con una pintura blanca algo desgastada. En ella colgaba un rótulo de “No entrar”.

—¿Estamos a punto de romper las reglas? —preguntó Natasha alarmada.

—Lo dice la chica que se escapó porque no tenía ropa — las risas de Paul se intensificaron cuando Natasha hizo una cara de desaprobación —. Aunque no te preocupes, ahora me tienes a mí desde el principio. Así no te meterás en problemas.

        Natasha puso sus ojos en blanco y abrió la puerta. No estaba segura de lo que se esperaba al otro lado, pero definitivamente no era una escalera de caracol.

—Sube, te aseguro que no te arrepentirás.

        Natasha no encontró razón por la cual desobedecer esa orden, al fin y al cabo ya había abierto la puerta. No iba a retroceder ahora. Empezó a subir, era increíble lo larga que era esa escalera. Después de perder la cuenta de cuantos escalones había subido, y su respiración regular, Natasha sintió algo extraño. ¿Aire fresco? Se apresuró a terminar de subir los escalones y se sorprendió al ver que estaba en el tejado del edificio.

—Genial ¿no? —le dijo Paul mientras se incorporaba al tejado—. Siempre vengo aquí cuando necesito huir de algo.

—¿Y de qué huye el famoso Paul…? —Natasha se detuvo al darse cuenta que no conocía su apellido.

—Blaxom —dijo él mientras sonreía —.Y te sorprendería la cantidad de cosas que no sabes de mí.

—Pues ya tengo lo básico ¿no? Nombre: Paul. Apellido: Bloxam. Aficiones: Salir por ahí a rescatar a damiselas en apuros.

—Más como rescatar a la chica que es tan testaruda como para escapar dos veces de las personas que intentan protegerla. ¿No crees?

—Como ya lo dijiste. Soy una rebelde —bromeó Natasha—. Aunque en serio, no sé nada de ti. Debería de conocer a la persona que ha salvado mi vida dos veces ¿no?

—¿No podemos simplemente disfrutar de la hermosa vista? —dijo Paul con una sonrisa.

—Las vistas son aburridas. Los secretos por otra parte…

—Muy bien, pregunta lo que quieras —le dijo Paul sonriendo.

        Natasha no sabía si esta proposición era del todo cierta. No quería ejercer mucha presión en Paul, después de todo no eran tan amigos. Después de pensarlo rápidamente decidió preguntar por lo más simple.

—Alicia y Daniel son tus amigos ¿no?

—Pues son más que eso —le dijo él sinceramente—. Son mi familia, las personas que más quiero en éste mundo.

—¿Entonces por qué no pasas tanto tiempo con ellos? —preguntó Natasha.

—Pues soy un guardián, eso te quita mucho tiempo. Aunque veo que han conseguido una mejor compañía. Digo, la chica que derrotó a Jason. ¿Debería de estar preocupado por mi récord?

—Ni en lo más mínimo —respondió Natasha—. No sé si lo has notado, pero esa fue mi primera y única victoria en el casi mes que llevo en este lugar.

—No lo sé, tal vez y hasta seas una rival peligrosa.

—¡Eh! Ya veo lo que estás haciendo —protestó Natasha—. Estás tratando de cambiar el tema para que hablemos de mí. Pero eso no pasará.

—¿Y por qué no? —le recriminó Paul—. Yo tampoco conozco mucho de la damisela que he salvado del peligro constantemente en el último mes.

—Muy bien. Suena justo. Pregunta lo que quieras también.

—Esto podría resultar un gran juego —dijo Paul entre risas—. Pero como todo juego necesita algunas reglas.

—Claro, porque no hay diversión sin ellas —dijo Natasha sarcásticamente.

—Hablo en serio —dijo Paul—. Primera regla: se puede preguntar lo que sea, no importa si es personal o tonto. Segunda regla: No se puede repetir la pregunta. Una vez hecha, ninguno de los dos la puede volver a usar. Tercera regla: Nada de lo que digamos sale de este tejado.

—¿Eso es todo?-—bromeó Natasha—. Creí que ibas a escribir una ley o algo.

—¡Oh, Cállate! Dado que tú hiciste tu primera pregunta es mi turno. Veamos…—dijo mientras fruncía el ceño de manera pensativa—. ¿Cuál es tu color favorito?

—Rojo —respondió Natasha sin pensar—. ¿Lugar favorito?

—Este tejado —dijo Paul instantáneamente—. ¿Tú momento más embarazoso?

—¡Hey! —protestó Natasha—. Creí que estábamos haciendo preguntas sencillas.

—¿Y dónde está la diversión en eso? —dijo Paul entre risas.

—No pienso responder eso —protestó Natasha.

—Lo siento, primera regla. No quiero que tengas que ir a un juicio… Es por tu propio bien.

—Muy bien —dijo Natasha algo molesta—. Una vez cuando tenía ocho años mojé mis pantalones en la escuela.

—¡Natasha! —exclamó Paul mientras explotaba de la risa—. Supongo que deberías haber continuado con los pañales ¿no?

—¡Ya cállate! —le dijo Natasha con falsa molestia—. Ahora tú ¿tu secreto más profundo?

—Pues esa está difícil —dijo Paul mientras pensaba—. Tal vez este lugar, o que en realidad soy una famosa bailarina de ballet.

—Creí que estábamos hablando en serio —dijo Natasha molesta.

—¡Oh, hablo en serio! — le respondiò Paul en un tono desafiante—. Podría hacer un cabriole en este momento si me lo pidieras.

—Hazlo —lo retó Natasha.

—El juego es de preguntas, no de retos. ¿Cuál es la mayor mentira que has dicho?

—Supongo que no decirle a mi madre toda la verdad del por qué no quería vivir con ella. Bien, mi turno ¿Peor miedo?

—La muerte.

—Eres un cliché ¿lo sabías?

—¡Como si tú no lo fueras! Dios, mentirle a tú madre, orinarse en los pantalones. ¿Qué sigue? ¿No haber besado a nadie?

        Natasha se sonrojó.

—¿Es en serio? —dijo Paul entre risas—. Muy bien. Natasha, esta es tu pregunta. ¿Alguna vez has besado a alguien?

—No —respondió ella mientras se sonrojaba más y más.

—Eres increíble.

         Natasha se molestó por la manera en la que Paul se burló de ello. Para ella un beso no era tan importante y nunca había pensado que el no haber dado uno le afectaría, pero al parecer era algo que todo el mundo había hecho ya. De repente sintió la necesidad de irse de allí, el juego había perdido su diversión.

—Natasha espera —dijo Paul mientras la alcanzaba—. Perdóname ¿sí? Juro que no fue con mala intención.

—¿Por qué siempre estás ahí para salvarme? —dijo Natasha molesta—. Y no puedes decir que en otro momento. Ya evadiste esa pregunta una vez.

—Porque creo que es algo obvio — murmuró Paul.

—No. No lo es. Y si me lo dijeras todo sería más simple.

—Esa es la única respuesta que recibirás —dijo Paul en un tono desafiante.

—Muy bien, entonces fin del juego.

Mientras Natasha caminaba hacia la escalera escucho a Paul murmurar. Pregúntaselo, anda no seas cobarde, decía este en su mente, es solo una simple pregunta. Natasha no entendía de qué hablaba, pero supuso que sería otra pregunta humillante.

—¡Espera! —le dijo el chico mientras la alcanzaba—. No he hecho mi última pregunta. Tengo el derecho ¿no?

—¿Y cuál es esa pregunta? —dijo Natasha aún algo molesta.

—¿Irías a mi fiesta de cumpleaños éste viernes?

—¿Y por qué debería ir? — dijo Natasha en un tono desafiante.

—Porque será divertido.Además, Alicia y Daniel estarán allí. Apuesto a que les encantarían que fueras.

—Lo pensaré —dijo Natasha mientras bajaba las escaleras.

Antes de que la chica bajara del todo, escuchó un murmullo. O más bien la mente de Paul, ya estaba empezando a detectar la diferencia. Y además… el que tú fueras sería el mejor regalo, dijo el chico en su mente. Natasha no pudo evitar sonreír.

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