Me he despertado en la madrugada y no veo nada, lo único que veo es el cabello de Tae en mi cara, (huele a caspa). Lo aparto un poco de mí ya que inconsientemente se coloca encima mío dejando todo su peso en mi espalda mientras me abraza, además de suspirarme en la cara su aliento huele a mierda literalmente. Espero que no sea así durmiendo porque dormiremos juntos (sólo hay dos habitaciones y una cama en cada uno).
En la mañana...
Me despierto con un rico olor a comida, es lindo porque anoche tuve que aguantar el aliento horrible de Tae.
Me levanto de la cama lentamente para no despertarlo, agarro ropa y me dirijo al baño, primero lo primero, y luego me desvisto y entro a la ducha. Al salir, me seco; me visto; me peino y por último, me lavo los dientes. La ropa que me he quitado, la levanto y salgo del baño para dirijirme a la cocina (donde proviene aquel olor que me hace gruñir el estómago) y ponerla en el lavarropas.
—Lindo aroma, Jin —me acerco a él a ver qué cocina —¿No es temprano para cocinar?
—Oh, hola Mirna —me sonríe—. Son las doce y media, tú te levantaste tarde, yo estoy bien de horario —ríe tímido.
—¿Puedo ayudarte?
—No te preocupes, está bien.
—Lo tomaré como un sí —sonrío divertida—. A ver... no sé que debo hacer.
—No hagas nada —me aleja de la cocina divertido.
—Enséñame —le pido tiernamente—, por favor —se sonroja.
—Uhm... y-yo, yo...
—Sí —respondo—. ¡Vamos! —agarro su muñeca y vamos a la cocina de nuevo.
—Mmm... bueno, debes ayudarme con la ensalada.
—¡Claro!
Nos ayudamos mutuamente para cortar los vegetales. Todo va bien hasta ese momento, pues Tae aparece detrás mío y me asusto, por el brinco que di me corto el dedo con la cuchilla.
—¡Ay! —suelto el objeto y miro mi dedo, este estaba sangrando.
—¡P-perdóname, Mirna! No fue mi intención —se disculpa Tae.
—E-está bien, no pasa nada —me llevo el corte a la boca y pruebo mi sangre.
—Ten más cuidado, Tae —dice Jin mirándole mal.
—Lo siento... —se disculpa de nuevo conmigo decaído.
—Repito que no pasa nada —quito mi dedo de la boca y le sonrío.
—Bueno... y... ¿qué estaban haciendo? Los veía divertirse sin mí.
—Estabas durmiendo, no quería despertarte —río—, y estábamos... ¿cocinando?
—Duh —esboza Tae.
—Por cierto, eres lindo despeinado —sonrío.
—Siempre lo soy —pone una cara graciosa que nos hace reír—, me voy a arreglar y vuelvo, ¿sí? —vuelve de donde vino.
—En fin, Jin —lo miro—, ¿me enseñas cómo cortar las papas?
—Por supuesto —me sonríe.
Se para al lado mío, sus manos se colocan al lado de los míos y se pone a explicar, con nerviosismo y yo sonrojada.
—Me siento estúpida —digo de repente.
—¿Por qué? —arquea una ceja.
—Que no sabía cocinar, ni siquiera cortar unas papas, cosa que es muy sencilla. Antes compraba la comida hecha, nunca toqué la cocina.
—No eres estúpida, hay gente que tampoco sabe. Tae, por ejemplo —ríe—. Pensé que sabías, ¿no les prestabas atención a tus padres? —suelta una pequeña risa. Mi cara cambió de una divertida a una sin expresión, me detuve a ver a la nada—... ¿estás bien? —me mira preocupado. Lo miro melancólica y lo abrazo, tapando mis ojos en su hombro.
—Mi madre murió cuando nací, y mi padre me maltrató toda mi vida —susurré. Aunque no lo vi, noté que su expresión había cambiado.
—Ah... l-lo siento... no sabía...
—Está bien —le interrumpo.
—¿Qué me encuentro por aquí? —aparece la voz de Tae de nuevo dándonos un brinco a ambos.
—¡Tae, avisa cuando estás a mi lado! —grito frustrada.
—Lo siento, otra vez —ríe—. ¿Está todo bien?
—S-sí, sí —responde Jin queriendo cambiar su expresión.
—Bien —sonríe Tae de lado—, voy a poner la mesa, ustedes sigan con lo que estaban —dice y suelta un bostezo.
—Si necesitas desahogarte aquí estaré —me susurra Jin en el oído estremesiéndome completamente sin razón aparente.
—C-claro —bajo la cabeza para que no vea cómo me ruboricé.
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Mucha imaginación no tengo :v es lo que hay xd