Princesa Juliana: La maldició...

By RainaBlank

31.3K 3.1K 693

Hace mucho tiempo existió una princesa dispuesta a ensuciarse las manos para subir al trono. Ella aseguró su... More

Epígrafe
Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capitulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Epílogo
Nota de autor

Capítulo 27

358 41 6
By RainaBlank

Es momento de dar el golpe de gracia. En su pequeña mano empieza a formarse una bola de fuego que sin dudar lanza hacia el capitán. Poco a poco, el cuerpo del hombre empieza a envolverse en llamas. Los gritos debido al dolor y desesperación no tardan en aparecer. El sujeto se arquea; trata de girarse para apagar el fuego pero le es imposible.

No siendo suficiente con el acto despiadado que ha realizado, la atacante empuña la espada y la clava en la yugular. Extrae el espadín y baja su mano; la sangre carmesí empieza a deslizarse en el filo del arma homicida.


Julia siente como su corazón es destrozado. Su pecho duele cuan nunca antes había sentido. La culpa la invade, todas esas personas han sido muertas en sus manos. No hay ningún otro culpable; ella ha sido la única que se ha encargado de la ola de mortandad.

Levanta la mirada para ver nuevamente su reflejo en el vidrio que la sentencia. Ella no pedía mucho, lo único que deseaba era no hacer cosas malas como los agentes de la organización; a pesar de ello, ahora ha hecho la cosa más espantosa: matar.


A un par de pasos del sitio donde se encuentra la niña, Leonti y Nicole quitan algunas piedras que obstaculizan su paso para entrar a la habitación. Cuando por fin logran hacerse un camino, entran y ambos enmudecen ante la escena sangrienta. Los ojos de los agentes se abren por el impacto de ver a la pequeña Julia con una espada en su mano, con sus ropas y su cara con manchas de sangre y con unos ojos verdes esmeraldas que no demuestran ninguna expresión.

―¿Julia? ―Expresa Nicole sin creerlo.


Sobresaltada, por escuchar su nombre, abre sus ojos y los reconoce. Sus lágrimas se vuelven más amargas.


Unos aplausos irrumpen en el lugar. Los dos agentes dirigen sus miradas a la persona que se mofa de ellos.

―Bienvenidos Leonti, Nicole. ―Deja los aplausos―. Debo decir que han venido un poco tarde a la recepción pero... mejor tarde que nunca, ¿no? ―Una sonrisa de suficiencia se dibuja en su rostro―. Para que perciban lo bueno que soy, les ofreceré un tour. A su derecha ―levanta su mano y empieza a señalar―, se encuentran unos cadáveres cercenados y a su izquierda... estamos iniciando con las incineraciones.

―¿Qué significa esto? ―Pregunta el joven ruso alarmado sin prestar atención a las palabras del hombre―. Se supone que deberías estar...

―Tú lo has dicho, se supone ―se acerca a Julia y acaricia su cabeza―. El hacer suposiciones es el peor error que un agente puede hacer. ―Observa sonriente a Nicole y comenta―: ¿Acaso el ratón te ha comido la lengua, Niki?

El que la llame por ese apelativo la enfada. ¿Cómo se atreve a burlarse de ella? No entiende porqué está parado frente a ella pero lo que sí tiene claro, es que es hora de que le haga pagar la muerte de su padrino y lo que le está haciendo a su pupila; por ello, no se contiene un segundo más, desenvaina su espada y corre hacia él.

Dos espadas chocan contra sí. Julia también ha blandido su espada y ha repelido el ataque de su maestra. Nicole no sabe cómo están controlando su cuerpo y tampoco si es Julia o la princesa Juliana quien está haciéndole batalla. No obstante, trata de concentrarse para encontrar una solución que la haga recuperar a su pupila.

Mientras se le ocurre una mejor idea que la de utilizar la técnica de desestabilización de poder psíquico, Nicole aplica más fuerza en su espada para hacer que la niña retroceda pero, no logra que ésta se mueva ni un centímetro. Inmediatamente, retrocede para replantear la estrategia.

―¿Huyendo antes de empezar la pelea? ―dice el hombre para enfadarla.

La agente aprieta la mandíbula con fuerza. No es momento de ceder a la instigación. Hace un intento por elaborar una maniobra pero, no puede vislumbrar otra cosa que su primer pensamiento para salir vivos de esta situación y sacar a Julia del trance. Tras varios segundos, entiende que esto comprometerá su existencia pero que no hay otra solución.

―Leonti, sígueme, yo...

―No ―la interrumpe con un semblante serio―, primero debemos encargarnos de él. Déjamelo a mí. Si todo sale bien, ella regresará a la normalidad.

―Por supuesto que no. ―Contradice a su compañero―. Yo iré a la vanguardia y...

―Ya te lo dije antes, no soy nada débil. ―Sonríe y sujeta su mano―. Déjame comandar aunque sea por un instante la misión. Confía en mí.

La determinación de Leonti es tanta, que su compañera no puede hacer más que asentir y por ello, al obtener su permiso, Góluveb suelta la mano de su compañera y respira profundo. Estando listo, apunta su arma y corre hacia su contrincante, sosteniendo su fiel Desert Eagle semiautomática con ambas manos.

Por otro lado, Julia trata de colocarse en su camino pero es bloqueada con la espada de Nicole. En el choque, las espadas crujen y la fricción produce chispas. La pequeña mantiene una posición de guardia, estira de forma continua su brazo derecho apuntando al hombro de su maestra. Nicole, trata de mantenerse firme, recibe sus ataques y se mantiene en la línea para evitar que Julia se entrometa en la estrategia de su compañero. Sin embargo, aquello no puede hacerlo eternamente por lo que, empieza a echar el peso hacia delante, sobre su pierna derecha para hacerla retroceder.

A unos metros de ellas, el ruso empieza a disparar contra el enemigo pero éste con una habilidad sorprendente, esquiva cada proyectil. El hombre misterioso sonríe pues no lo considera un adversario, apunta con su mano a Leonti y alrededor de su mano empiezan a formarse pequeñas bolas de fuego que las lanza hacia él.

Con prisa, Leonti salta hacia atrás y saca de su bolsillo trasero un frasco que arroja hacia el suelo, produciendo momentáneamente una especie de barrera de poder psíquico que inhibe el ataque.

―No está nada mal ―comenta su oponente.

Leonti mantiene su posición, voltea a ver a Nicole y ella en medio de su batalla, mientras trata de defenderse de las fuertes embestidas de su alumna, lo observa. El joven, da unos pasos hacia adelante y hace su mano izquierda hacia atrás para sacar de su bolsillo las municiones, mientras le hace una señal, saca su dedo meñique de la empuñadura y hace círculos con él; posteriormente, carga su arma.

La joven agente comprende de inmediato aquella señal, pero sabiendo que no será suficiente para deshacerse de su enemigo toma una rápida pero peligrosa decisión.

La verdadera pelea da inicio. Leonti vuelve a repetir su anterior ataque, se acerca desde la derecha y aprieta el gatillo en tres ocasiones. El resultado puede parecer obvio, el otro hombre esquivará de nuevo su ataque. Sin embargo, ahora hay un factor determinante.

Nicole apoya su hoja sobre la hoja de la espada de Julia, limitando su movimiento. Seguidamente, con la punta la bloquea y la espada de la niña se desliza por la de ella, apartándose a un lado. La maestra aprovecha para sostenerla del cuello de la camisa y con el dolor de hacerle daño, la arroja hacia la camilla.

Aprovechando la oportunidad, tira con fuerza la campanilla que ha estado sosteniendo todo este tiempo entre sus manos hacia su adversario. Esta campanilla Leonti se la dio cuando sujetó su mano y estaba esperando el momento oportuno para utilizarla.

La campanilla empieza a sonar mientras baila por los aires. Cuando está a unos metros del misterioso hombre, Leonti lleva sus manos hacia adelante y repentinamente, el sonido diminuto de la campana es multiplicado por seis, se produce un torbellino que hace retroceder al hombre por la fuerza del impacto.

―¡Nicole! ¡Ahora! ―ordena sabiendo que es su única oportunidad.

En cuestión de segundos, aquel torbellino de viento se esfuma y en su lugar, aparece una enorme bola de energía. El contrincante reacciona y demuestra intenciones de evadir.

―¡No te dejaré escapar! ―Grita enfadada.

Atrae sus manos hacia su pecho, y tira de los tres hilos de poder psíquico que tiene en cada mano. Seis bolas de energía aparecen de diferentes direcciones y se aproximan a toda velocidad contra el cuerpo del hombre. El individuo coloca al frente sus manos y crea una enorme bola de fuego que rompe las dos bolas de energía delanteras, ahora sólo tiene que esquivar las demás pero, una detonación se escucha y las demás esferas desaparecen.

―¿Piensan que me matarán con esto? ―Empieza a reírse mientras observa su brazo.

En las caras de Leonti y Nicole aparece una sonrisa. El brazo del hombre empieza a ser invadido por un color morado. La bala que lo ha impactado es especial, contiene una fuerte dosis de veneno.

―¿Qué es...?

El individuo aprieta su hombro con fuerza, su respiración empieza a cortarse, sus latidos disminuyen. De pronto, cae al suelo pero la sonrisa de su rostro no se borra.

―No importa, todo salió a la perfección. ―Ambos agentes lo miran con incredulidad, pensando en que sus palabras son un delirio―. Asesinar a alguien es una salida fácil, hay otras formas de sacarlo del juego y...―tose sangre―, dañarlo psicológicamente es mi favorito.

De inmediato, da su último suspiro. Todo parece estar bien hasta que el gemir de Leonti rompe la calma. Nicole voltea a verlo y queda impactada cuando observa que su compañero es sostenido por el cuello, le es arrebata su arma y le disparan con ella en los brazos y piernas para luego arrojarlo contra una vitrina.

Su compañera intenta correr para socorrerlo pero una explosión la lanza hacia atrás. En el lugar que fue lanzado Leonti, hay contenedores con líquidos inflamables que han caído al suelo y al hacer contacto con el cuerpo que estaba en llamas, ha explotado.

De un momento a otro, Nicole siente como su cuerpo es atravesado y cae al suelo con una espada incrustada en su costado; vomita una gran cantidad de sangre.


―¡Tía! ¡Leonti!... ¡Ellos no!... ¡No! ―grita con todas sus fuerzas sintiendo que su garganta arde―. Ella no. Mi tía no.


Los pedazos de pared caen, el lugar está envuelto en llamas. Un joven de piel blanca camina imperturbable, abriéndose paso entre los escombros y las llamas. Se para justo frente a la niña que aún clava su espada en el costado de Nicole. Sus ojos permanecen en ambas y acerca su mano para posarla en la mejilla de Julia.


El ruido de algo rompiéndose la asusta. El lugar oscuro en el que se encuentra empieza a sufrir fisuras, las grietas aparecen por doquier junto con rayos de luz. Las cadenas que sujetan su pequeño cuerpo y el de la princesa son rotas.


La niña fija sus orbes negros en la neblina, ahí encuentra otro par de ojos pero de un hermoso color miel. Alguien está ahí junto a ella, un niño de cabello castaño rizado que probablemente sea unos años mayor que ella.

La luz empieza a bañar todo aquel lugar.


Sus ojos se empiezan a abrir batiendo un par de veces sus largas pestañas. Un olor extraño entra a su nariz y vuelve a cerrar sus ojos al empezar a asfixiarse. Lleva sus pequeñas manos hacia su boca y nariz para no sentir con tanto ímpetu el humo. Hace otro intento por abrir sus ojos y lográndolo, queda estática.

Las lágrimas ruedan por sus ojos, su mundo se ha roto en mil pedazos; deja de cubrirse la boca y coloca sus manos frente a ella, un terrible escalofrío recorre su cuerpo. Sus manos están llenas de sangre y tiemblan, trata de limpiarse en su vestido pero éste también contiene aquel líquido carmesí. Ahora está convencida de su realidad, la sangre de su maestra y de muchas otras personas bañan su cuerpo. Se inclina al suelo y con su voz quebrada dice:

―¿Qué hice? Perdóneme, yo no quería... yo no... ―Baja su rostro y se lleva las manos al rostro.

―Tranquila, ahora todo está bien ―dice con voz apenas audible.

La señorita Carroll trata de llevar su mano hacia la espada para quitársela pero, su poca fuerza no se lo permite. Suspira agotada mientras observa como la niña llora desconsolada. Cierra por unos segundos sus ojos, recordando la escena de la mañana.


―Julia, cuídate mucho. ―La madre besa con ternura el cabello negro de su hija mayor―. Obedece a la tía Nicole.

La pequeña asiente y luego, su padre la carga entre sus brazos para darle otro beso. Posterior, la acerca a su hermana Anne para que también pueda despedirse de ella.

―Cuida a mi pequeña princesa, por favor.

Entrega a Julia en los brazos de Nicole y ambos se dirigen afuera. De repente, Caroline regresa y le sonríe a su amiga.

―He estado pensando y... hoy están presentando una obra muy buena en el teatro. ¿Te gustaría ir con Grayson y conmigo?

―Lo siento, hoy me toca resguardar el turno de la noche.

―Por eso no hay problema. ―Interviene Leonti detrás de ellas―. Yo podría tomar tu turno y cuidar a las niñas para que ustedes se diviertan

―¡Perfecto! ―Exclama Caroline con felicidad―. Inclusive, cuando regresemos del teatro podríamos hacer noche de chicas.

―¿Chicas? ―Preguntan los hombres al unísono.

―Sí, y ustedes dos podrían beber un poco y ver algún partido.

―No tengo ningún inconveniente con ello. ―Menciona Grayson y besa a su esposa―. Debemos irnos, se nos hace tarde.


La vida gira demasiado. De un día que hubiese sido bueno, ¿tuvo que resultar esto? Tanto perdió por ser orgullosa y obstinada. Perdió por un período a su amiga que era como una hermana. Perdió el ver nacer y crecer a su sobrina.

«Sobrina». Esta palabra resuena en su cabeza. Después de todo, Julia es su sobrina.


―¿Qué haremos hoy, señorita Carroll? ―Pregunta sonriente.

―Seguirás con tu entrenamiento para absorber energía. ―Dedica una mirada a Leonti y éste asiente, sabiendo sus planes―. Debo irme para encargarme de un asunto, sin embargo, Leonti estará a cargo de tu adiestramiento. Él y John te cuidarán mientras regreso.

Con sus tiernas manos, Julia hace un ademán para que su maestra se acerque a ella, ésta lo hace y la pequeña le da un tierno beso en la mejilla.

―Cuídese mucho, señorita.


El pecho de Nicole duele. A ella le gustaría pasar más tiempo con Caroline y su familia. Lastimosamente, no puede devolver el tiempo. Su estancia con los Byington ha sido corta pero en este poco tiempo aprendió a querer a Julia. ¿Y cómo no hacerlo? Ella es una niña tierna y dulce pero, ¿qué hará a partir de ahora?

Los sollozos de Julia no paran. Sus manos tiemblan mientras trata de limpiar desesperadamente la sangre que emana de la herida de su maestra con su vestido. Su inocencia de niña no la deja ver que ya no hay nada que pueda hacer.

―Es momento de que te vayas.

Julia levanta su cabeza sin poder creer las palabras de Nicole. Ella por su parte, se limita a sonreír y a acariciar su cabello.

―Yo no puedo, yo...

―Dile a Caroline y a Grayson que lamento haberles hecho tanto daño y... hoy, arruinar nuestra noche. ―Toma una pausa y respira profundo para seguir diciendo sus últimas palabras―. No te olvides de luchar para quedarte con tu cuerpo, sé que puedes ganarle a la princesa. ―Sonríe y voltea a ver al joven―. Gracias por hacerla regresar.

Su semblante serio no cambia, sujeta a Julia del brazo y la jala bruscamente.

―¡Suéltame! ―Le grita dirigiéndole una mirada llena de dolor e ira, trata de empujarlo pero como él no la suelta empieza a patear―. Yo no me voy a ir. Tía no me deje, por favor. Me quedaré con usted, yo...

Un golpe en su nuca la deja inconsciente. El joven la carga entre sus brazos y se da media vuelta.

―Erich, cuídala mucho, por favor. Sé que estará en buenas manos.

Continue Reading

You'll Also Like

143K 3.7K 40
One shots de futbolistas. PEDIDOS CERRADOS.
19.7K 2.2K 19
#Es un lugar increíble, pero al interior de esa alegré fábrica ocurrían actos horrorosos...+ #🦕# ©Está ob...
1.7K 323 59
Habían obstáculos que impedían que ambas se amarán... El peligro era inminente y ella lo sabia, no quería que la lastimen. Mientras que la otra solo...
5.7K 481 18
El club de los poetas anónimos #2 Caribe pasó un verano memorable, excepto el final, ese que terminó con Alessandro. El encontrarselo otra vez solo...