Gemas de Poder: Sobrevivir Co...

By NathalyHernandez1

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¿Qué pasaría si despertaras de una espantosa pesadilla recurrente, en medio de un ritual de atadura de poder... More

Capítulo 1. 1.991
Capítulo 1. 1.991- Segunda parte
Capítulo 2. La familia Adams. (Primera parte)
Capítulo 2. La Familia Adams (Segunda parte)
Capítulo 2: La Familia Adams (Tercera Parte)
Capítulo 2. La familia Adams (Cuarta Parte)
Capítulo 3. El Hombre Milagroso (Primera Parte)
Capitulo 3. El Hombre Milagroso (Segunda Parte)
Capitulo 3. El Hombre milagroso (Tercera Parte)
Capítulo 3. El Hombre Milagroso (Cuarta Parte)
Capítulo 4. Un anillo, una pesadilla
Capítulo 4. Un anillo, Una pesadilla (Segunda Parte)
Capítulo 4. Un Anillo, Una Pesadilla (Tercera Parte)
Capítulo 5. Verdades (Primera Parte)
Capítulo 5. Verdades (Segunda Parte)
Capítulo 5. Verdades (Tercera Parte)
Capítulo 6. Luces Inesperadas
Capítulo 6. Luces Inesperadas (Segunda Parte)
Capítulo 7. Aprendiendo a Engañar (Primera Parte).
Capítulo 7. Aprendiendo a engañar (Segunda Parte)
Capítulo 8. Sai y Val North (Primera Parte)
Capítulo 8. Sai y Val North (Segunda Parte)
Capítulo 9. De tal palo... Tal astilla
Capítulo 10. Juramento de Sangre
Capítulo 11. Aliado Sorpresa
Capítulo 12. Vacaciones Adelantadas
Capítulo 13. Vampiros
Capítulo 14. Hermandad
Extra nro. 1
Capítulo 15. Tour de Bienvenida
Capítulo 16. Semper Fidelis
Extra nro. 2
Capítulo 17. Cambios de golpe y porrazo
Capítulo 19. Espía
Capítulo 20. Orgullo culposo
Capítulo 21. La Graduación
Capítulo 22. Regresos y Reencuentros
Capítulo 23. El Accidente
Capítulo 24. Presentimientos Certeros
Capítulo 25. E.R.I.B.S.
Capítulo 26. Familia por definición y hechos
Capítulo 27. Después del Equinoccio
Capítulo 28. Solsticio de Verano
Epílogo

Capítulo 18. Tutoriales

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By NathalyHernandez1




Thaly escuchó a su hija todo el camino hasta la heladería, en la heladería y hasta que llegaron a la casa. Samantha no pudo contener su rabia y le describió con detalles a su mamá lo que había visto y cómo se había sentido. Habló de sus sentimientos sin reservas y sin temores, ya había quedado vulnerable, no podía hacer otra cosa que sacar de su pecho todo el dolor y la vergüenza que la embargaba.

Antes de entrar a la casa, Thaly tocó el tema que más le había preocupado toda la noche: la adopción y Samantha al respecto fue clara:

—Mamá yo no he cambiado de opinión. Sí, estoy molesta, y me provoca levitarlo hasta un edificio muy alto sin ascensor y escaleras y dejarlo allí un par de días, pero lo sigo queriendo. Esto no cambia nada. La rabia se me pasará, pero nunca me perdonaré si por esto no sigues con la adopción.

—Sabía que dirías eso hija, pero necesitaba escucharlo. Al final cuando te sobrepongas no dejarás de quererlo, aunque quizás ya no sea de la misma forma.

Samantha sabía que su mamá tenía razón; el dolor que sentía, por muy grande que fuera, algún día pasaría y por lo tanto no sería justo ni con Val ni con el mismo Sai que la adopción y los planes que tenía su familia con ellos se viesen perjudicados. Ellos eran sus amigos y serian como sus hermanos; ese acercamiento nunca debió darse y estaba segura de que con el tiempo se daría cuenta de que todo había pasado para mejor, aunque no podía dejar de reprocharle a Sai el modo de hacer las cosas.

* * *

«Una razón más para no ir a la Universidad» pensó Samantha mientras se alistaba la mañana siguiente. No quería ver a Markus, a sus bullkens y ahora tampoco quería ver a Sai porque no sabía si podría contenerse las enormes ganas que tenia de pegarle y gritarle. Aún no estaba lista para afrontar esa situación.

Pese a todos sus esfuerzos por llegar tarde y evitar el primer encuentro, llegó a la Universidad justo a tiempo para ver a Val y Sai terminanado sus asignaciones y a Ythan leyendo con sus audífonos a varios pasos de distancia, Samantha los vio y suspiró.

—Estarás bien —le dijo Thaly para animarla.

—No estoy acostumbrada a sentir toda esta rabia —confesó.

—Recuerda que si lanzamos al mar una hoja, no siempre podremos volver a recuperarla, porque las olas se encargaran de alargar las distancias.

—No es fácil mamá. Me siento tan traicionada. No se cómo manejar esto—confesó

—Dale tiempo—atinó a decir Thaly— pero ten en cuenta que la distancia que se cree entre tú y Sai, quizás no puedas recuperarla cuando se te pase la rabia.

Con esas palabras de su mamá Samantha se bajó del carro. Dio un largo suspiro mientras imaginaba como Sai se iba alejando poco a poco de ella y sabiendo que cuando ya no sintiese rabia por él, quizás la amistad quedara arruinada sin reparación. El tiempo y el espacio no siempre eran los mejores aliados.

Aún así se dirigió primero a Ythan, no podía permitir que lo sucedido volviera a apartar a Ythan de las personas. Se paró frente a él y cuando la miró ella le tendió la mano y lo levantó del piso.

—Ya basta de ser un ermitaño —le reclamó— por lo general eres una persona agradable, lo serías más si no te la pasaras solo.

A duras penas lo llevó hasta la mesa donde estaban Val y Sai. Ver separados a sus amigos, como extraños, le dio la fuerza que necesitaba para asegurar de que no podría mantenerse alejada de Sai, «solo porque éste ha sido un perfecto estúpido», se dijo a sí misma.

Samantha se sentó junto a Val y le dedicó una sonrisa que su amiga respondió acompañado de un suspiro que dejó claro que ella estaba tan asustada como Samantha de ver al grupo separado. Sai, se sonrojó pero no despegó su mirada del libro. El también quería evitar a Samantha por sus propias razones.

Sin pensarlo mucho, Samantha agarró una borra que estaba sobre la mesa y se la tiró a Sai con toda su fuerza directo a la frente. Le dejó una marca roja. Él la miró perplejo pero ni preguntó, ni se quejó. Ella le sonrió para su sorpresa. Él no estaba seguro de si debía sonreírle, pero una pequeña sonrisa bailaba en la comisura de su boca. Su ceño fruncido desapareció y retomó la lectura, aunque no leía en realidad. Mientras pasaba la vista por las palabras la sonrisa se le escapó y Samantha lo notó.

Cuando la última clase del día terminó se volvieron a reunir. En cuanto Sai se sentó Samantha le dio con un libro por el brazo.

—Lo lamento, no puedo evitar verte sin querer pegarte —le explicó encogiéndose de hombros sin que fuese en realidad una disculpa.

—Me lo merezco —concedió Sai con una voz abatida, aunque otra vez su rostro dibujaba una sonrisa que forzaba su salida.

Tenía sentimientos mezclados. Por un lado, Sai se sentía miserable por lo que había hecho, así que era sincero cuando decía que se lo merecía, pero no podía evitar alegrarse de que Samantha no lo estuviese evitando. Pasó el fin de semana sin dormir, cavilando sobre cuán dañada estaba su amistad, si es que seguía existiendo. El solo hecho que ella interactuara de esa forma con él representó un alivio muy difícil de disimular.

Sai tenía una cara triste, era palpable que estaba deprimido, tenía ojeras marcadas debajo de sus ojos y Samantha lo notó y se compadeció de él.

—No te odio. Estoy molesta y quiero pegarte, pero no te odio —habló Samantha como si se encontraran a solas.

Ythan y Val al final se iban a enterar de esas cosas, así que mejor que las presenciaran así no debían repetir el cuento.

—También merezco que me odies —Sai miraba sus manos—. Puedo explicarte —se apresuró a agregar.

—Sí, mereces que te odie, pero aún así no lo hago. Y no, no quiero explicaciones Sai, solo quiero pasar la página, no quiero que me expliques, o saber por qué me mentiste, ni en que estabas pensando. Pudiste hablar conmigo, y no fue justo que me enterara de esa forma. Odio las mentiras, lo sabes, sabes lo que pasó con mi familia y sin embargo lo hiciste. Así que no quiero escuchar tus explicaciones porque no habrá nada que pueda justificar la mentira, y eso fue lo que más me dolió.

Las palabras que dijo fueron tal y como se las había repetido el fin de semana. Cada palabra estaba llena de dolor y, si bien le estaba reprochando sus actuaciones, estuvo claro que la lealtad que esperaba de él hacia ella no era por una relación, era por la amistad que los unía. Cuando terminó de decir en voz alta todo lo que había interiorizado, sintió que se había quitado un peso de encima, uno que la había estado oprimiendo desde el momento en que vio ese beso.

—Pero yo si quiero saberlo —agregó Ythan enderezándose. Su hostilidad retenida salía a flote.

—No, si no hace falta que me explique a mí, mucho menos a ti —Samantha le dedicó una mirada que daba punto final.

—Yo solo digo que si él me hubiese besado y después besaba a otra, yo exigiría una explicación.

—En ese caso, todos quisiéramos una explicación del por qué Sai besa a otro hombre —burló Val divertida, tratando de inyectar humor a la tensa situación.

Samantha no pudo evitar reír.

—La única que puede exigirme una explicación es Sam. Y yo no te besaría Ythan —aclaró Sai.

—¿Por qué? ¿No soy lo suficiente atractivo para ti? —cuestionó fingiendo estar dolido.

—No te besaría porque eres hombre —Sai, no estaba para chistes.

—Pues tú tampoco eres mi tipo —Ythan respondió indiferente.

Las muchachas rieron y Sai no pudo evitar ser contagiado. Al final Samantha volvió a pegarle a Sai y después de ella Val e Ythan le pegaron también.

—¿Y eso por qué fue? —Sai se sobaba los brazos y miraba a su hermana y a Ythan.

—Por portarte mal con Sami. ¡Te lo había advertido! —dijo Val.

—En mi caso, te pegué porque siempre había querido hacerlo —confesó Ythan con una gran sonrisa— no podía perder esta oportunidad.

—Sabes que te pegaré todas las veces hasta que se me pase la rabia... es mejor que te acostumbres —explicó Samantha con una pequeña sonrisa.

—Yo también —agregó Ythan.

—¡No! —dijeron al unísono los demás.

* * *

Sai y Val se habían ido cuando Samantha se volteó hacia Ythan y le interrumpió la lectura.

—Necesito que me enseñes.

—¿Qué?

—Ya sabes qué. Lo prometiste.

—No prometí nada... y eso no es algo que se enseñe, es algo que debes saber cómo se siente en realidad para después fingirlo. Como un orgasmo.

Samantha palideció por la comparación y ante su cara de circunstancias Ythan solo pudo reír.

—Bueno, pero yo no sé cuanta...—habló en susurro— energía tengo y jamás la he usado completa. Así que tendrá que bastarme con lo que tengas que decirme.

Tras unos instantes de silencio donde Ythan meditó qué podía decirle y que no debía mencionar, asintió.

—Nadie puede saberlo — demandó Ythan.

—Nadie, lo prometo, solo Sai, Val y mi familia cuando llegue el momento.

—Eso no es «nadie», son todos —Ythan rodó los ojos.

—Igual ya saben lo que pasó. ¿Qué más da que sepan que me darás tutorías?

Tras un suspiro pronunciado Ythan aceptó.

—Bien. Pero no aquí.

Ythan se levantó y detrás de él, Samantha. Caminaron hasta los linderos de la universidad. Ythan examinaba el piso por donde se encontraba. Dio unos pequeños toques con la punta de sus zapatos a una roca que se encontraba incrustada en la tierra, solo su pequeña cresta sobresalía apenas, luego se agachó y la tocó.

—Esto servirá —soltó su bolso y se sentó, indicándole a Samantha que se sentara frente a él—. Álzala —le pidió.

Samantha cruzó sus piernas y examinó la piedra que le indicaba Ythan. Reunió un poco de su energía y la dirigió a la piedra. Era un ejercicio básico de levitación, aunque por lo general podrían ver al objeto completo que intentaban levantar, estudiaban física para los casos en que no podían tener completa visualización. Y la física era importante porque conocer las dimensiones y el peso del objeto determinaba la cantidad de energía que requerían usar; En este caso, como en aquella famosa foto, solo podía ver la punta del iceberg. Lo intentó durante unos cuantos segundos, y a medida de que la piedra no cedía fue inyectando poco a poco más energía.

—No tenemos toda la tarde, ¿sabes? — la apremió impaciente.

—Lo estoy intentando, pero no se cuán grande es.

—Eso no importa, solo álzala.

Samantha envió más energía a la piedra; pero no cedía

—Envía más energía —insistía.

—Eso intento —refunfuñó ella con la frente ya perlada de sudor.

—Pero hazlo. Deja que fluya tu energía, no la pares.

Samantha relajó la oleada de su fuerza y sintió como una onda constante de energía se escapaba de ella hasta la piedra; cerró sus ojos y se concentró en imaginar el tamaño y como su energía envolvía al pedrusco. Una pequeña vibración la sacó de su ensoñación. Abrió los ojo y vio como se comenzaba a mover sacudiendo la tierra a su alrededor.

—Vamos. ¡Álzala!

Imitando el movimiento con las manos, Samantha tomó la piedra cuán grande se imaginaba que podía ser y comenzó a alzarla. Violentas sacudidas en la tierra hicieron a Ythan retroceder. Con un sonido parecido al descorche y después de levantar polvo y tierra, la piedra salió desde su morada. Era del tamaño de una mesa pequeña, con curvas irregulares, cubierta de sucio, tierra y algunos animales que la establecieron como casa. En el agujero que dejó cuando salió de la tierra, bien podría acurrucarse con comodidad una persona. La piedra llegaba a la cintura de Samantha, y era dos veces más ancha que ella.

—No la sueltes... Ahora lánzala.

—¿Qué? –preguntó Samantha sin perder concentración.

—Que la lances... hacia allá— Ythan señaló el interior del bosque— lo más lejos que puedas.

Reuniendo su energía, simuló con sus manos empujar la piedra con tanta fuerza como pudo. La piedra se desplazó con rapidez hacia los arboles rompiendo la primera hilera de ellos. Tardó unos segundos en aterrizar a unos 20 metros desde donde la había lanzado y cuando lo hizo todo quedó en silencio.

—¿Lo habías hecho antes?

—Nunca a propósito y nunca con algo tan pesado —Samantha se secaba la frente luciendo una sonrisa orgullosa.

Ythan se agachó, tomo los bolsos y se encaminó de regreso a la Universidad.

—¿Estás cansada? —le preguntó cuando volvieron a sentarse en el campus.

—Si, pero solo un poco.

—Bueno. Has usado una gran cantidad de energía; para mover una piedra de ese tamaño participan, por lo menos, dos energéticos, no deberías estar «solo un poco» —le dijo imitándola—, no deberías ni siquiera poder pararte. Es importante que entiendas la cantidad de energía que tienes y creo que eso te ha dado una idea.

Samantha estaba impresionada, tenía la boca abierta y miraba a Ythan un poco incrédula. Nunca había experimentado con su energía, lo que sabía del mundo energético era que debía reprimirla y usarla en dosis. Hoy eso no había importado. Fue relajante para ella, pues no se había dado cuenta de lo frustrada que se sentía hasta el momento en que no importó dejar fluir la energía. Experimentó una renovada sensación de júbilo.

—Ahora es cuestión de que calcules. Esta energía que acabas de usar te debió haber dejado por completo agotada, ya sabemos que no es el caso; ahora, para cosas más pequeñas, como las mediciones del sensor o protegerte contra Markus, deberías fingir cierto grado de cansancio.... Es complicado —agregó Ythan al ver la cara de confusión de Samantha— no espero que entiendas todo en un solo momento, sobre todo porque nunca has experimentado estar agotada como energética; pero deduzco que así como te estás sintiendo ahora es como podrías fingir sentirte cuando uses el sensor y un poco más cansada cuando te defiendas de Markus.

Samantha siguió asintiendo, pero con cada frase saltaban nuevas dudas a ella.

—¿Dónde aprendiste estas cosas?

—En casa.

—¿De tus padres?

—Algo así —respondió cortante y se apresuró a cambiar el tema— Sé lo que te he dicho antes, pero debes pasar desapercibida. Debes ser invisible para ellos Samantha.

—¿Por eso te la pasabas solo?

Ythan asintió.

—Ser invisible no es estar solo. Te notabas más cuando estabas de ermitaño.

—Se que le dirás a Sai y a Val, pero no puedes decirle nada de... —ella lo interrumpió.

—Tranquilo, no diré nada que te corresponda a ti decir —agregó dudosa— ¿Tu has alzado una piedra así antes?

—Sí, aunque... —se volteó hacia ella con una sonrisa— yo quedé algo más que un «poco» cansado. Eso fue... ¡demasiado impresionante!

* * *

—Tenemos que hablar —le dijo Enrique a Samantha en un susurro.

Con disimulo se apartaron de la cocina y llegaron hasta la entrada de la casa.

—¿Alguna novedad con Ythan?

—Me estuvo enseñando algunas cosas para que mi engaño fuese más creíble.

—¿Cómo que cosas? —Enrique frunció el ceño.

—Bueno, a fingir quedar cansada, a tratar de calcular el cansancio en función de la energía que una persona normal debe usar y me dijo que me enseñaría algunas técnicas para protegerme de Markus.

—Muy bien, eso está muy bien de verdad —Enrique se relajó—. Markus ha seguido...

—No —interrumpió Samantha— bueno, intentó meterse conmigo el otro día pero no pudo porque Ythan estaba allí, el lo vio y por eso quiere ayudarme.

—Bien, bien. ¿Has logrado zonzacarle algo más?

—Algo así, él no es muy dado a las conversaciones y siempre piensa cualquier cosa antes de hablar. Pero me dijo que había aprendido esas cosas en casa, pero cuando le pregunté por sus padres cambió el tema.

—Tiene sentido Sami, es huérfano —confesó Enrique.

—No sabía eso... –expresó entristecida y un tanto asombrada— ¿Qué más averiguaste? ¿Viene de algún orfanato?

—Es raro Sami, de verdad es muy raro, parece que su expediente hubiese sido creado de un día para el otro y lo hubiesen metido en la gaveta así como así. He buscado en las bases de datos de Educación, de Defensa, de Sanidad, de todos y nada. No consigo nada de él. Por favor, atiende a todo cuanto pueda decirte y que nos ayude. Eso de que lo aprendió en su casa no es cierto, siendo huérfano tuvo que haber sido asignado a un orfanato, pero no hay reporte de Educación que soporte más información en su expediente.

—Yo no creo que él quiera hacerme daño, es decir, más bien el me ha ayudado de André y de Markus, ¿no?

—Sí, pero no significa que no esté trabajando para alguien más... Escucha esto —Enrique bajó la voz hasta un susurro apenas audible— he escuchado rumores sobre algunos sobrevivientes de los laboratorios, algunos infiltrados que quieren seguir con los experimentos.

—¡Sami! —escuchó a su mamá llamarla.

Thaly interrumpió la conversación que tenían Samantha y Enri. Aunque no había mucho más que decir, ella se moría por saber mas detalles, pero su abuelo con un asentimiento finalizó la reunión. Pensativa, Samantha se fue hasta el cuarto de su mamá desde donde la había llamado.

—Te llegó esto —Thaly le tendió un sobre cuadrado con letras negras impresas.

Samantha abrió el sobre que identificó de su colegio Noide; era la invitación al acto de grado de su colegio donde recibiría su diploma. Además de la tarjeta del colegio, había otra más pequeña del grupo de graduandos, donde se les invitaba a todos a una fiesta en celebración de la graduación con un pase válido para 2 personas.

* * *

—Bueno es un acto, más que todo, ceremonial para la familia y amigos —explicaba Samantha— es sencillo. Y después hay un brindis y listo —decía restando importancia al evento.

—¿Y no hacen fiesta? —preguntó Val entusiasmada.

Samantha acababa de avisarles de que estaban invitados a su graduación y que su abuela ya se encontraba gestionando los permisos del orfanato.

—Si, hacen una fiesta después del brindis, pero yo no iré.

—¿Por qué no? Insistió Val.

—Bueno, primero es una invitación válida para dos personas, hay que ir en pareja y yo no iré sola.

—¡Eres...—Val le pegó a Sai en el brazo— un idiota!

Samantha sonreía con timidez, era lo que ella había querido hacer cuando recibió la invitación y cayó en cuenta que en circunstancias normales no hubiera querido asistir, pero que el hecho de haber tenido la oportunidad de hacerlo con Sai y que ahora esa oportunidad no existiera la había hecho molestarse.

—Igual no tenía intenciones de ir.

Ythan caminaba en su propio mundo a lo lejos. Inmerso en un libro. «Tengo que preguntarle que está leyendo» se dijo Samantha.

—¡Hey! —agitó su mano en dirección a Ythan hasta que volteó.

Cuando se tumbó al lado de ella, Samantha le quitó el libro. Cien Años de Soledad leyó en el titulo.

—¿Literatura Noide? —preguntó asombrada.

—Para no tener poderes, son muy creativos —explicó el muchacho.

—Tal como lo ha dicho Sai —dijo Samantha rodando los ojos y devolviéndole el libro—. Por cierto, ¿quieres ir a mi graduación?. Es en dos meses

—Te avisaré si puedo ir –volvió a su lectura tratando de disimular la agradable sorpresa que resultó esa invitación.

—En ese caso te informo que irás. Tienes dos meses para hacerte la idea— enfatizó

***

No es que Samantha no quisiera que Sai y Val estuviesen en sus sesiones de práctica con Ythan, es que se sentía más serena con menos espectadores. Así que apenas sus amigos se marchaban, ella e Ythan se alejaban del campus de la universidad, y comenzaban sus prácticas. A Ythan le había quedado claro que Samantha necesitaba, y con urgencia, aprender a hacer un uso de su energía más útil de lo que estaba haciendo en la actualidad.

Así que al principio, las sesiones se basaron en levitar y mover objetos muchos más grandes; era evidente para él que si ella no podía saber la gran fuerza que tenía no podría saber a usarla de forma más delicada. Pero después de la primera semana, habían avanzado con rapidez gracias a que Samantha, ahora más confiada practicaba en su casa, confirmando así la teoría de Ythan. Como ya sabía la cantidad de energía que necesitaba para alzar un objeto de 30 kilos, se le hacía más sencillo usar una ínfima porción de su energía para mover uno de 1 kilo o menos. Para su alegría, estaba mejorando en clases de levitación, y entendía mejor las clases de física.

Cuando Ythan consideró que Samantha ya había aprendido lo más básico, decidió enseñarle algo de protección. Los E.G. solo veían en la materia de protección nociones básicas y teóricas y aunque no todo podía ser aprendido de las lecturas, era fácil ser autodidactas en esta materia en la medida que el energético conociera su poder y lo controlara de forma correcta. A este nivel Samantha debería saber el funcionamiento de la protección energética de su cuerpo y con un poco más de expertícia debería poder intensificarlo para igualar al resto de la clase. Sin embargo, había una falla inicial que no permitía a la muchacha avanzar en clases: debía conocer su energía y enviarla dosificada a su cuerpo para protegerlo; Samantha que no conocía su fuerza tenía miedo de terminar calcinada, mutilada o muerta en un intento fallido de protegerse.

—Si supieras hacer esto —explicaba Ythan— Markus no te hubiese podido cortar. Sabía que podía hacerlo porque fallabas en tus clases de protección.

—No es fácil y de verdad lo estoy intentando — Samantha comenzaba a experimentar un pequño dolor de cabeza naciente.

—No lo suficiente. ¿Cómo aprendiste a engañar al sensor?

—Ya te dije, mi abuelo me dijo.

—Pero ¿cómo aprendiste? ¿Cómo te enseñó?

—Bueno me imaginé que era un bombillo —explicó un tanto avergonzada— y que la luz del bombillo se apaga en mis manos cuando tomaba el sensor.

—Bien, no es tan raro —dijo divertido—podemos hacer que funcione. Cierra los ojos.

Samantha obedeció.

Ythan era un instructor duro, con paciencia pero a veces muy tosco. Aún así, sus métodos estaban dando resultados.

—Imagina que eres un bombillo y que tu piel es como el vidrio que la recubre, una capa de vidrio delgado, delicado y suave.

Samantha asintió, aunque le pareció muy raro la forma como Ythan se refería a su piel abombillada. Igual, logró la visualización.

—Ahora imagina que debes hacer más fuerte esa energía.

Cada vez que fracasaba en el intento, la energía de Samantha se escapaba y empujaba a Ythan. La primera lo tomó por sorpresa así que lo empujó tan fuerte que hizo una pequeña pirueta en la tierra. Después de eso, él también tuvo que preparar sus defensas. Esta oportunidad no fue distinta, Samantha no pudo lograr su cometido y una brisa helada empujó a Ythan. Frustrada como estaba se tumbó en el césped.

—Es inútil. No puedo hacerlo—masculló—. Es frustrante que no pueda lograrlo.

—Necesitas seguir practicando— Ythan se tumbó a su lado.

—Es fácil para ti. Me duele la cabeza.

—A mi me duele el cuerpo de frenar tus empujones y sin embargo no me quejo.

—Lo siento —dijo la muchacha apenada— no quería decir eso. De verdad agradezco tu ayuda. Pero yo soy más de teoría, de libros.

Se acostó en el césped, Ythan la imitó. Se quedaron viendo a las nubes pasar en el cielo, Samantha recordó la explicación que le había dado Ythan sobre el funcionamiento del sensor: «...los muy ancianos que tienen energías reducidas, terminan incluso enfermos...» había dicho. También había recordado que su familia no se había enfermado nunca y sabía a qué se debía.

—¿Por qué nunca nos enfermamos? —le preguntó de improviso—. Recuerdo lo que me explicaste el otro día, pero ¿Cómo funciona?

—Bueno, es algo sobre como la energía regenera las células, nos inmuniza y eso. En realidad la parte medica no es mi fuerte, solo se lo suficiente para sobrevivir— supo que había hablado de más en cuanto terminó la frase. Sin embargo, la chica parecía no haberlo notado.

Samantha reflexionó ahora sobre la vez que había necesitado un ritual de sanación, porque las heridas energéticas que le había causado Markus rompieron esa barrera energética... Y por fin comprendió. Se sentó con rapidez.

—¡Ya sé! —gritó cerrando los ojos para concentrarse.

Había imaginado que enviaba energía para fortalecer su piel, pero la energía se encontraba ya allí, en cada una de las células que la conformaban. No debía enviar más energía, debía solidificar la que estaba. Abrió los ojos segura de que lo había logrado y le sonrió a Ythan animándolo para que probara una vez más traspasar su barrera.

—¿Estás segura?. Sí estás muy cansada podemos continuar mañana.

Samantha negó y le dedicó una cálida sonrisa orgullosa.

Vio cómo Ythan tomaba una pequeña piedra del suelo y la arrojaba contra ella. La piedra rebotó a milímetros de la piel de Samantha, sin llegar a tocarla.

—¡Perfecto! Lo lograste. Sabía que lo harías

El muchacho se lanzó hacia Samantha y la abrazó con fuerza. Un poco apenado por su impulso, la soltó y terminó el abrazo con una pequeña palmada en el hombro que resultó fuera de lugar e incómoda.

—¿Cómo lo hiciste?— preguntó un tanto apenado.

Samantha le explicó su razonamiento.

—Tu cabeza opera de maneras extrañas —comentó entre risas— pero si te sirve, bien.

—Intentémoslo otra vez —Samantha estaba entusiasmada.

Dieron por finalizada la práctica del día, luego de que Samantha lograra con éxito protegerse de cinco piedras lanzadas sin previo aviso por Ythan.

—Te acuerdas de mi graduación, ¿verdad?—preguntó Samantha.

Era una idea que no la abandonaba nunca. No le había dado la oportunidad de decirle que no, pero en realidad se moría de ganas porque Ythan dijese que si. Desde que empezó las sesiones prácticas, había conocido a un Ythan distinto, uno más relajado, más amable, menos mordaz, y este Ythan le agradaba más comparado con el gruñón que era cuando estaban en grupo.

—No sé —dudó unos segundos y luego agregó— ¿recuerdas lo que te dije sobre ser invisible?

—sí, ¿y recuerdas que te dije que ser invisible no es estar solo?

—Touché —dijo con una pequeña sonrisa. Se frenó sin avisar y se sitúo frente a ella con muy poco espacio entre ambos—. Samantha yo no debería ni siquiera tener amigos y los tengo a ustedes. Tampoco debería estar interfiriendo en nada ni nadie y te he ayudado más veces de las que ya puedo contar. Mucho menos debo ir a fiestas...

—¿Pero irás? —dijo Samantha expectante, ignorando por un momento sus «no debería»—. Quiero que vayas— confesó mientras sus mejillas ardían ruborizándose. Le dedico una cálida sonrisa que el muchacho le devolvió.

—¿Por qué quieres que vaya? Val y Sai van a ir, ¿no? Además tu mamá me odia.

—Mi mamá no te odia—defendió un tanto indignada. Ythan no pasó por alto que había ignorado de forma deliberada responder su pregunta—¿Y por qué no deberías tener amigos?— preguntó Samantha tratando de desviar el tema.

—Te has vuelto bastante experta es desviar los temas. Tu mamá quizás no me odia, pero piensa que soy un imán de problemas para ti. Ademas, ya te lo he dicho. Las personas como nosotros deben pasar desapercibidas.

—Mi mamá sabe que eres mi amigo y que no me harías daño.

—Amigo —Ythan pronunció la palabra de forma lenta, paladeando cada letra, y cada una sabía amarga—. ¿Es solo por eso que quieres que vaya?

Se quedó callado antes de decir algo más que terminara con la prohibición de interferencia que le habían dado y que él había roto tantas veces.

—Entonces, ¿irás o solo te harás de rogar para parecer interesante? —preguntó Samantha con sorna tratando de esconder su rostro una vez mas ruborizado.

—Esta bien, iré... con la condición de que admitas que yo ya soy interesante y que mueres porque vaya.

—Muero porque vayas—respondió en tono burlón, aunque eran palabras sinceras que incluso la sorprendieron—. Y eres algo más que interesante. Un día eres agradable, otro un egocéntrico, otro un ermitaño. A veces no sé cómo definirte —agregó con franqueza.

Sus cambios de humor, aunque divertidos no le permitían definirlo.

—Solo soy yo mismo en casa —confesó encogiéndose de hombros después de unos segundos.

—¿Entonces debería ir a tu casa para conocer cómo eres en realidad?

—Me equivoqué, no era casa sino cama: solo soy yo mismo en mi cama... — una sonrisa daba brillo a su mirada— ahora, pregunta otra vez.

Samantha volteó los ojos escondiendo una sonrisa y sentaron a esperar a Thaly. Ythan sacó una barra de chocolate de su bolso y Samantha le quitó con asombrosa rapidez la mitad.

—¿Y yo cuándo accedí a darte chocolate? —preguntó Ythan.

—Te diré como funciona esto Ythan Baker—aclaró dando un mordisco al manjar—: el chocolate del mundo es mío por derecho universal ¡y punto!

—Es Karev, mi apellido verdadero es Karev —dijo Ythan dándole una mirada que le advertía un secreto que ella no podía revelar.

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