Capítulo 26. Familia por definición y hechos

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Thaly y Val seguían sentadas esperando a tener noticias de los muchachos. Desde donde ellas estaban se veía con claridad el punto donde se habían despedido en el bosque. Pero decidieron permanecer cerca de las oficinas, porque una vez que terminaran las clases Thaly llamaría a toda persona que conociese y en quien pudiere confiar lo suficiente para localizar a Enrique y a Elia. En algún momento de sus elucubraciones recordó que en ningún momento habían hablado de Enri y de Elia como partes de su plan, por lo que existía una posibilidad, aunque remota, que André no los hubiese atacado. Sería más fácil para el mundo creer una desgracia o una pérdida, si existían sobrevivientes que la lloraran, y en este caso, Thaly estaba convencida, o quería estarlo, de que esos sobrevivientes eran sus papás.

Val vigilaba que nadie se acercase, que Sai e Ythan regresasen y monitoreaba que el salón quedase vacío para que Thaly pudiese llamar.

Mientras esperaban, Thaly aprovechaba el tiempo para recuperar sus fuerzas, estaba distraída jugueteando con una tobillera de piedras brillantes que llevaba en uno de sus pies cuando el timbre que anunciaba el fin de las clases retumbó en todo el colegio. Thaly lo sintió vibrando directo en su corazón. Si antes tenían apuro, ahora debían duplicar sus esfuerzos y su rapidez. Sin nadie en los pasillos ni en los salones, podrían movilizar a Samantha a donde quisieran, y ellos perderían el rastro con facilidad. Esperaron unos minutos, mientras los alumnos salían y sus voces y bulla se iba apagando. Escuchó cuando la vieja rechoncha se levantó de la silla, abrió y cerró la puerta a sus espaldas. Val se incorporó para asomarse por la ventana, manteniéndose todo lo agachada que podía.

—Debemos entrar y buscarla —le dijo Thaly a Val.

—Pero pensé que llamaríamos a los abuelos.

—No, no hay tiempo, tenemos que conseguirla, si la mueven de sitio...

Thaly no terminó la frase porque ya Val asentía con vigor. Sabía con perfección a lo que se refería y sobre todo entendió que discutir ese punto solo seria perder un tiempo valioso.

—Busquemos entonces por donde entrar –apremió Thaly.

Retrocedieron unos cuantos pasos en busca de una ventana abierta. La única que consiguieron desembocaba en el pasillo principal donde podrían ser vistas con facilidad, sin embargo esa oficina era su mejor opción para entrar. Val fue la primera en encaramarse al alfeizar y ayudó a Thaly, quien con mucho esfuerzo y dolor en el brazo logró entrar. Se aproximaron a la puerta y la abrieron tan solo unos centímetros; aún quedaban muchas personas caminando por los pasillos. Así que cerraron la puerta y esperaron unos minutos hasta que dejaron de escuchar los pasos.

Salieron sin rumbo fijo. Thaly llevaba la delantera, aunque no podía ir muy rápido. Le dolían hasta las pestañas, y ya eso era decir mucho. Registraron con mucho cuidado las aulas del edificio. El miedo creciente de Thaly de que pudieran movilizar a Samantha, la hacía considerar cualquier lugar como buen escondite para su secuestrada hija. Sabían que no encontrarían a Samantha en ninguna de ellas, pero si conseguían a sus captores, sabían que las guiarían hasta donde querían.

Unas voces las asustaron. Provenían desde la parte posterior del edificio. No parecían alejarse, por lo contrario se acercaban. Entraron en la primera oficina que consiguieron abierta y cerraron la puerta con cuidado detrás de ellas.

Thaly sujetó a Val por un brazo y le hizo señas para que guardara silencio y se agachara.

Tentando su suerte Thaly abrió la puerta un poco para escuchar a las personas. Al principio no podía identificar lo que decían o quien lo decía. Pero en la medida en que se acercaban hasta donde ellas estaban, las frases comenzaron a cobrar sentido.

Gemas de Poder: Sobrevivir Con PoderesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora