- ¿Cuál es tu canción favorita? –Preguntó el anestesiólogo y de nuevo perdí la noción de todo.
De la misma manera que la cirugía anterior, no supe sobre el tiempo que pasó o como se dieron las cosas, simplemente desperté dolorida y un poco ansiosa, porque además estaba sola, ya no estaba mi padre para llorar en su hombro.
- Buenos días, valiente. –Voz desconocida.
- Buenos días. –Dije confundida.
- Estaré por aquí para lo que necesites y el doctor vendrá en unos minutos. –Supuse que era el enfermero.
- ¿Todo salió bien? –Pregunté rápido, pensando que estaba por abandonar la habitación.
- Esta vez, todo estará bien. –Tomo mi mano y la suya estaba más que helada.
La puerta se abrió.
- Señorita Jessica, soy su enfermera, el doctor ya viene. –Esperé que saludara al otro enfermero, pero nada.
- Disculpe...
- ¿Sí?
- No, nada. –Me pareció extraño que no escuché más al otro hombre.
Unos minutos después apareció el doctor, tranquilo y campante, incluso lo escuché cantar mientras recorría el pasillo.
- Hola Jessica ¿Cómo te sientes?
- Un poco perdida ¿Es momento? –Me sentía aterrada.
- Sí, nada más quiero esperar a mi equipo, estamos seguros de que podrás vernos y ellos desean estar aquí.
- Bien. –Dije, ¿Qué más podía agregar si sentía que las piernas me temblaban de miedo?
Esperamos quizá diez minutos más, lo que me pareció una eternidad.
- Hagamos esto. –Soltó el doctor y luego sentí un par de manos manipulando los vendajes y todas esas cosas.
Me sentía en extremo impaciente mientras él removía la última capa, tomó los protectores delicadamente y esperó. Tardé varios segundos en tener el valor para abrir los ojos.
- Lista, estoy seguro de que esta vez sí. –Dijo el médico entusiasmado, pero con halo de nerviosismo en la voz.
- Santo Dios. –Dije.
- No de nuevo, no de nuevo. –Pidió en un susurró.
- Veo. –Dije casi sin poder hablar.
- Dime, cuéntamelo todo.
- No es muy claro, pero puedo distinguir sus sombras, aquí, –Con ambas manos al frente señale el pequeño grupo de personas que alcanzaba a distinguir– y por ahí está la puerta, aquí está usted y en esa pared hay algo amarillo vibrante. –Ellos y la puerta eran sombras pero la cosa amarilla que parecía ser parte de un cuadro, fue como un fogonazo.
- Dale unos minutos y todo será claro. –Me instruyo y al instante todos lanzaron vivas y aplausos, ya deseaba llamarle a mi padre y contarle todo– La enfermera estará aquí y nos vemos en poco tiempo.
- Gracias. –Tomé su mano con los ojos llenos de lágrimas y la palmeó.
Cerré los ojos y recordé mis penumbras, la vida no sería negra, ya no más. Me quedé dormida un tiempo, ni siquiera era planeado, simplemente sucedió y al despertar todo era claro, como antes.
Casi comienzo a saltar de felicidad y la enfermera tuvo que contenerme. El médico regreso y por fin pude conocerlo.
- Nada más deseamos que te quedes un par de días más para revisar tu proceso y estarás lista para volver al mundo. –Dijo sonriendo.
- Gracias. –No paraba de repetirlo.
- Bien, no ha sido nada, descansa. –Sonrió de nuevo.
- ¿Podría tener mi móvil? Quisiera llamarle a mi familia.
- Claro, ya ordeno que te lo entreguen, nos vemos. –Salió sonriendo aún, que bonito era ver a las personas sonreír.
- Hola pa... La cirugía fue ayer y veo.
- ¿Qué? ¿Jessica? ¿Cómo? Santo Dios. –Rompió en llanto y yo con él.
- Quiero verte.
- Y yo a ti mi amor, volaré en cuanto me sea posible, no sé, esta misma tarde. –Dijo emocionado.
Hablamos casi por media hora y el mismo tiempo me la pase llorando, era increíble tener un sentimiento de felicidad tan grande.
Enseguida hablé con todas mis amigas, aquello fue una explosión de emociones. Todas enloquecieron y querían volar a Londres enseguida, claro que mejor pactamos un reencuentro en la casa de la playa de los papás de Lucre, sonaba mucho menos alocado.
Cuando colgué con Roger, vi el número de Frank, saqué aire lentamente y mi orgullo me dijo que no lo hiciera, que no valía la pena sufrir de nuevo un rechazo suyo.
- Hola Phillip.
- Hola cielo, creí que nunca llamarías.
- Puedo ver. –Dije emocionada.
- ¿Disculpa? Tardaste demasiado, lo sé desde que los médicos salieron de tu habitación, tengo contactos y estoy esperándote afuera.
- Que tonto, creo que me darán un par de días más, pero podrías entrar...
- Lo intentaré, dame un minuto, probablemente te sorprenda. –Colgó sin dejarme decir más.
No pude evitar dirigir de nuevo la mirada al número de Frank.
- Ya hazlo. –Me presione.
Marqué y esperé, rogando que respondiera.
- ¿Hola? –Dije ante un silencio.
- Hola. –Era ella.
- ¿Podría hablar con Frank?
- Está algo ocupado. –Su voz se quebró un poco y me sorprendió.
- ¿Todo bien?
- Sí, todo perfecto, es que es un mal momento, mi cumpleaños y mi hijo está haciendo algo emotivo. – ¿Su hijo? ¿Hijo de Frank?
- ¿Cuándo puedo contactarlo?
- Mira, déjale un recado ¿Bien? Llama de nuevo y grábalo en el contestador, él es el único que puede oírlos, estoy segura que te llamará de vuelta cuando esté libre.
- Esta bien, gracias. –Colgó enseguida.
Hice lo que me dijo, llamé de nuevo y esperé la contestadora.
"Hola Frank, sólo quiero que sepas que la operación fue exitosa esta vez ¿Que por qué quiero contarte? En realidad no lo sé, tan sólo deseaba saber de ti y decirte que me encantaría verte alguna vez. Tan sólo como amigos, no te preocupes, no quiero interferir en tu vida aunque mis sentimientos aún no estén totalmente muertos ¿Pero qué digo? Deseo que estés muy bien y me llames de vuelta. Adiós."
Apresurada colgué, no sabía si lo que acababa de hacer estuviera bien hecho, esperaba que sí.
- La comida. –Dijo la amable enfermera.
- Disculpe. –La llamé justo a tiempo –Esta mañana... Bueno justo antes de que usted apareciera la primera vez, había aquí un enfermero, me dijo que los doctores llegarían enseguida...
- No. –Sonrió.
- ¿No?
- No.
- Yo lo escuché, él tomó mi mano...
- Cuando yo entré no había nadie y en esta ala solo hay camilleros, quizá un enfermero, pero está de vacaciones. –Me quedé callada y ante mi silencio ella salió, tomé la comida y comencé a comer, tenía demasiada hambre.
Creí que lo de aquel hombre había sido mi imaginación o tal vez un sueño, me pareció gracioso que mi mente pudiera jugarme pasadas tan grandes. La enfermera volvió por el plato y salió sonriente, yo seguía esperando la aparición de Phillip por aquella puerta.
El móvil me anunció un mensaje.
FRANK: Hola Jessica, lamento no poder responderte con una llamada, no tienes idea de cuánto me alegra que todo haya salido bien, me emociona de sobremanera que puedas comenzar a vivir tus sueños una vez más.
JESSICA: Gracias, creí que no contestarías jamás. ¿Qué me dices de vernos?
FRANK: No podría ignorar una noticia que me hace tan feliz. En cuanto a vernos, quisiera hacerlo pero estoy lleno de deberes por ahora, pero envíame mensajes, todos los días.
Me pareció muy extraña su petición de los mensajes, pero me emocionó saber que deseaba seguir en contacto conmigo.
JESSICA: Dime ¿Cómo estás?
FRANK: Lleno de trabajo, aunque me tomo algún tiempo libre. ¿Qué tal tú?
JESSICA: He aprendido algo sobre pintura y ahora que puedo ver de nuevo, volveré a la fotografía. Me alegra mucho que estés trabajando.
FRANK: Me parece increíble, muy admirable Jess. Debo dejarte, pero hablemos mañana a esta hora, te mando un fuerte abrazo y espero que todo siga bien.
Frank, mi loco Frank, Frank que ya no era mío y aún lograba hacerme suspirar en su nombre.
- ¿Necesita algo más? –La enfermera apareció de la nada, causándome un gran susto.
- Todo bien por ahora... Bueno me gustaría saber si hay alguien para visita... Es que una persona me dijo que preguntaría.
- No por ahora, aunque supongo que si preguntó le negaron la entrada, porque no hay visitas hasta dentro de una hora. –Respondió amable y después salió tranquila.
Que bonito se veía todo, incluso los colores blancos y grises de la habitación de hospital me parecían maravillosos, lamentablemente mi habitación no tenía ventana alguna, pero ya deseaba locamente poder escrutar el mundo con los ojos.
Intenté quedarme dormida por un buen rato, pero no pasaba de girar y girar sobre la cama, estaba demasiado llena de energía como para lograr aquello. Entonces comencé a realizar dibujos en mi teléfono, nada me gustaba demasiado pero ver los colores y trazos me ponían locamente de buen humor.
- Me envía el doctor, me dice que si no te sientes muy cansada tal vez te gustaría salir un rato al jardín.
- Me gustaría esperar a mi amigo...
- No te preocupes, seguro lo dejan entrar hasta allá y después de todo solo serán unos minutos en el jardín, no te preocupes por eso. –En realidad lo deseaba y mucho, quería ver los rostros de las personas, deseaba col locura reconocer de nuevo el verde de las hojas de los árboles y plantas, la seguí sin dudarlo.
Bajamos en el elevador y en cuanto el viento tocó mi rostro reconocí la belleza del mundo, no era parecido a lo que recordaba, con el tiempo las imágenes se borran o se sustituyen por figuras amorfas que al final no tienen nada que ver con la realidad.
- Ni siquiera puedo explicar lo maravilloso que puede llegar a verse el mundo en este momento. –Susurré para mí cuando la enfermera se alejó, dejándome sentada en una de las bancas.
Me quedé un momento en silencio, con la mirada perdida en unas pequeñas y marchitas flores, un hombre se sentó a mi lado y ese aroma me lo dijo todo, era él, Phillip, me sentía reacia a mirarlo del todo, cuando interrumpió mis pensamientos.
- Me atrevería a decir que el verde es aún más bello a través de tu mirada, que esas pequeñas y tristes flores violeta son intensas, vibrantes y vuelven a la vida, ante la mirada de alguien que estuvo ciego.
- ¡Phillip! –Volteé del todo y no pude creer lo que veía.
¿Quieren conocer a Phillip?