Gemas de Poder: Sobrevivir Co...

Da NathalyHernandez1

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¿Qué pasaría si despertaras de una espantosa pesadilla recurrente, en medio de un ritual de atadura de poder... Altro

Capítulo 1. 1.991
Capítulo 1. 1.991- Segunda parte
Capítulo 2. La familia Adams. (Primera parte)
Capítulo 2. La Familia Adams (Segunda parte)
Capítulo 2: La Familia Adams (Tercera Parte)
Capítulo 2. La familia Adams (Cuarta Parte)
Capítulo 3. El Hombre Milagroso (Primera Parte)
Capitulo 3. El Hombre Milagroso (Segunda Parte)
Capitulo 3. El Hombre milagroso (Tercera Parte)
Capítulo 3. El Hombre Milagroso (Cuarta Parte)
Capítulo 4. Un anillo, una pesadilla
Capítulo 4. Un anillo, Una pesadilla (Segunda Parte)
Capítulo 4. Un Anillo, Una Pesadilla (Tercera Parte)
Capítulo 5. Verdades (Primera Parte)
Capítulo 5. Verdades (Segunda Parte)
Capítulo 5. Verdades (Tercera Parte)
Capítulo 6. Luces Inesperadas
Capítulo 6. Luces Inesperadas (Segunda Parte)
Capítulo 7. Aprendiendo a Engañar (Primera Parte).
Capítulo 7. Aprendiendo a engañar (Segunda Parte)
Capítulo 8. Sai y Val North (Primera Parte)
Capítulo 8. Sai y Val North (Segunda Parte)
Capítulo 9. De tal palo... Tal astilla
Capítulo 10. Juramento de Sangre
Capítulo 11. Aliado Sorpresa
Capítulo 12. Vacaciones Adelantadas
Capítulo 13. Vampiros
Capítulo 14. Hermandad
Extra nro. 1
Capítulo 15. Tour de Bienvenida
Capítulo 16. Semper Fidelis
Extra nro. 2
Capítulo 18. Tutoriales
Capítulo 19. Espía
Capítulo 20. Orgullo culposo
Capítulo 21. La Graduación
Capítulo 22. Regresos y Reencuentros
Capítulo 23. El Accidente
Capítulo 24. Presentimientos Certeros
Capítulo 25. E.R.I.B.S.
Capítulo 26. Familia por definición y hechos
Capítulo 27. Después del Equinoccio
Capítulo 28. Solsticio de Verano
Epílogo

Capítulo 17. Cambios de golpe y porrazo

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Da NathalyHernandez1



Sin saberlo y, sobre todo, sin quererlo Ythan se encontraba rodeado de Samantha, Val y Sai. Al principio había pensado que era un acto de agradecimiento por todas las veces que había salvado a Samantha, por lo que se resistió. Si había algo que odiaba era que le tuvieran lástima, un sentimiento que las personas solían dedicarle con frecuencia. Para solucionar esto Ythan se convirtió en uno de los mejores de su grupo en control de energía, defensa y protección y en la medida en que ganó respeto las personas al menos intentaban disimular la lástima. Sin embargo, el que no lo conocía jamás pensaría que hubiese sido un niño huérfano...

Val interrumpió los pensamientos de Ythan pasando por encima de él

—Sam, ve aquel tipo de allá... ¡Sam! —Val le insistió— Allá... ¡está ufff!... —exclamó.

—¿Qué?, ¿Dónde? —respondió buscando al tipo Uff sin verdadero interés.

—Aquel de la camisa azul —señaló Ythan para sorpresa de todos.

—Olvídalo, se fue... —lamento Val con un puchero— ¡pero tú lo viste Ythan!, estaba ufff ¿verdad?

—Pues sí — Samantha y Val soltaron sonoras carcajadas— estoy seguro de mi masculinidad por eso soy objetivo.

—No deberías alentar a mi novia a que vea a otros tipos —intervino Sai molesto.

Samantha, se sorprendió por escuchar la palabra «novia» saliendo de la boca de Sai. Muy pocas veces lo había usado frente a alguien, es más no se lo decía ni a Samantha a solas, por eso jamás pensó que lo diría delante de Ythan. Una ola de sentimientos encontrados atravesó sus pensamientos y por un momento sintió vergüenza de que Ythan lo hubiera escuchado. Y después vino la culpa, culpa de que no debería sentirse así.

—¿Y tú ahora vas a vestirte de rosa? —burló Sai enfocando la atención hacia Ythan—. Si quieres te presento a algún amigo, estoy seguro que conseguiré a alguien tan seguro de su masculinidad como tú.

—Primero, el rosa no va con el tono de mis ojos —le respondió Ythan—, y segundo soy mas que capaz de conseguir mis propios tipos «ufff»... y en todo caso le pediría ayuda a... —hizo una pausa mirando a las chicas— a Val. Es obvio que Samantha no tiene buenos gustos.

Antes de que volvieran a comenzar la guerra pasivo-agresiva, Val divisó al tipo «ufff» y se apresuró a mostrárselo a Samantha; esto cortó la conversación entre Sai e Ythan que se estaba saliendo de control.

Samantha había notado, con ayuda de Val obviamente, cómo Ythan se quedaba mirándola y cómo Sai notaba que Ythan la miraba a ella y después, cómo Ythan y Sai se fulminaban con las miradas. Era una rutina para ellos; Val aseguraba que a Ythan le gustaba Samantha y que Sai lo presentía, de allí que no pudiesen dirigirse el uno a otro sin evidente hostilidad.

Sin embargo, Samantha no veía un interés romántico de Ythan hacia ella, sino solo un interés a raíz de los eventos que ellos habían compartido y los demás desconocían. Cuando por fin les contó a sus amigos sobre el salón de las piedras, Sai fue el primero en arremeter contra Ythan haciendo una excelente imitación de Thaly. Lo acusó de ser el que originaba todos los problemas y pisoteó la ayuda que éste le dio a Samantha cuando le dijo: «si fue tu culpa que allá terminado en ese salón, tenías que solucionar tu desastre». Val no compartió la opinión de hermano y la misma Samantha tampoco así que la discusión terminó con Sai muy molesto alejándose de ellas a grandes zancadas.

Pero no fue eso lo que hizo que Sai se distanciara de Samantha. No quedaban claros para la muchacha los motivos de su progresivo y notable distanciamiento. Los comentarios pícaros se acabaron, luego ponía excusas tontas para evitar quedarse a solas con Samantha, cuando antes era él quien propiciaba el momento. Después de eso, apenas llegaban a la universidad, Sai saludaba al grupo en la distancia y seguía su camino para conversar con otros muchachos.

Samantha se encontraba muy confundida y dolida. Se repasaba mil veces los distintos acontecimientos de los días, sus acciones, sus palabras; quería saber qué había pasado para que Sai cambiase de esa forma con ella. Buscó incansable los motivos del cambio tan drástico pero todo fue infructuoso. Cansada de elucubrar versiones sola, y como último recurso acudió desesperada a Val, sólo para descubrir que estaba tan perdida como ella.

La semana estaba por terminar y la distancia que Sai había construido entre ellos se solidificaba a pasos agigantados. Al final una Val resignada aceptó que no sabía nada pero que la situación no pintaba bien.

—Llegó el bus —avisó Sai a su hermana apareciendo a su lado y sin saludar a Samantha.

—Te quedarás con ella, ¿verdad? —le preguntó Val a Ythan con los brazos cruzados sobre su pecho y una ceja levantada.

—Si... —dijo seco y luego agregó con sonrisa maliciosa mirando a Sai— ¡será todo un... placer!

Para tristeza de Samantha, Sai no se inmutó. En el pasado ese comentario habría desencadenado en Sai un comportamiento desafiante, tal vez se habría acercado a ella a plantarle un beso de despedida que lo dejara en su sitio, marcando su territorio y solo actuando motivado por los celos. Pero ahora bien podría decir cualquiera que Sai apenas conocía a Samantha.

—Hasta mañana muchachos — Samantha disimuló su tristeza.

Val le dio un abrazo y Sai titubeo como si tuviese un debate en su interior alzando el brazo para despedirse con frialdad. Val, harta de su actitud extraña, se encogió de hombros y lo arrastró hasta el autobús cuchicheando un: «¿y a ti qué diablos te está pasando?».

El autobús se perdió en la distancia y Samantha continuó con la línea de pensamientos de confunsion por Sai. ¿Por qué Sai estaba actuando así? Podía ser que él sintiera celos de Ythan, pero Sai no podría pretender que por sus celos ella dejase de estar agradecida con él y esa actitud irracional de Sai le molestaba. Ythan tampoco ayudaba, parecía sentir un placer especial en molestar a Sai, quien comenzaba a ignorarlo con gran destreza. Samantha suspiró de frustración y apartó todos sus pensamientos sobre Sai y su nueva bipolaridad.

—Tengo hambre —declaró Ythan para sacarla de lo que sea que estuviese pensando la muchacha y que hacía que su ceño se arrugara en preocupación.

—Yo también... tanta que podría comerme aquel perro gordito —Samantha fingió saborearse.

—¿Asado o Frito? —preguntó riendo.

—Frito, ya que comeré perro no me preocuparé por las calorías.

—Y bastante kétchup —exclamaron al unisono riendo.

—Creo que tengo algo en el bolso que podemos comer ¡No quiero verte perseguir a ese pobre cachorro!

—¿Pobre? Está gordo, debe comer muy bien — Samantha fingió indignación.

Buscando dentro de su bolso Ythan sacó unas galletas de chocolates y una barra de chocolate derretida que chorreó en sus manos. Después de soltar algunos improperios, tuvo que levantarse para ir al baño a limpiarse. Samantha, se quedó degustando las galletas.

—¿Y tus amigos? —preguntó la voz áspera de Markus a sus espaldas.

—¿Otra vez tú? —Samantha no pudo contener su molestia incluso, se atrevió a darle la espalda—. Me estás resultando bastante fastidioso y repetitivo. ¿Vives el día entero persiguiéndome? Necesitas una vida propia — Samantha rodó los ojos.

—No, tengo un don para conseguirte cuando estás sola.

Con un pequeño envío de energía directo a la galleta que aún tenía en las manos la hizo saltar por los aires y una pequeña mancha roja comenzó a aparecer en el dedo de Samantha, ésta se puso de pie de inmediato. La poca valentía de la que había presumido acababa de esfumarse.

Un nuevo empujón la hizo trastabillar dos pasos, un tercero la tumbó al piso, una cuarta ráfaga de energía le hizo un corte en el dorso de la mano, era un ataque uno tras otro. Markus avanzó hacia ella, mientras Samantha tapaba la mano herida con la otra y lanzó una nueva arremetida, pero el desconcierto en su cara dejó al descubierto que no había logrado lo propuesto. Realizó un nuevo intentó más fuerte, acercándose más a su presa, pero falló. Samantha tampoco entendía qué estaba pasando. Había estado esperando un nuevo corte o un nuevo empujón y aunque Markus no quitaba la vista de ella no había sentido el menor contacto de energía.

—¿Y quién dijo que está sola?

Ythan estaba detrás de Markus, tan concentrado en Samantha como estaba él.

Markus se dio media vuelta. Ythan era de su mismo tamaño, aunque de una complexión más delgada que la de él. Ninguno se sentía intimidado por el otro, pero a Markus no le gustaban los testigos. Giraron poco a poco, en un baile extraño, hasta que Ythan estuvo entre Samantha y Markus.

—No deberías meterte donde no te han llamado —le espetó Markus.

—Y tú deberías meterte con gente de tu edad.

Sin mediar más palabras Markus recopiló su energía y fustigó a Ythan con ella. Ningún intentó llegó a su cometido.

—Mantente detrás de mí —le ordenó Ythan a Samantha sobre el hombro y en respuesta Samantha se acercó lo más posible.

A Markus le brillaron los ojos con un destello de malicia nuevo para Samantha. Es como si hubiese sentido una cólera más profunda, si acaso era posible. Arremetió una vez más contra Ythan quien se tensó y crispó al recibir la ráfaga de energía; sin embargo, no cedió. Markus emitió un pequeño jadeo de cansancio, enderezó su compostura y le dedicó a ambos una sonrisa completa.

Cuando Markus perdió su posición defensiva, Ythan también relajó la suya, temblaba por el esfuerzo que había realizado y su respiración era dificultosa producto del cansancio.

—No perderé más energía con ustedes, prefiero... guardarla —arrastró las palabras en un siseo casi sin mover los labios—. Ella siempre termina donde yo quiero... y con respecto a ti... —miró amenazante y se alejó sin terminar la frase.

Ythan no se relajó por completo hasta que vio como Markus se perdía en el estacionamiento de la universidad.

—Siéntate, debes estar agotado —sugirió Samantha tomó a Ythan por el brazo para ayudarlo.

Lo primero que habían aprendido en las clases era que usar energía en exceso agotaba con facilidad a una persona. Ythan para su sorpresa tomó la mano que le había ofrecido Samantha y se sentó como si nada en el césped, arrastrándola para que quedara justo a su lado.

Su abuelo había estado investigando a Ythan sin tener resultado alguno, tenía un expediente «demasiado limpio», lo que le generaba mayor suspicacia y curiosidad. Todas sus mediciones energéticas resultaban justo las esperadas, ni un poco más, ni un poco menos; incluso aquella donde él había arrebatado el sensor de las manos de Samantha había aparecido sin ningún tipo de observaciones.

—¿Qué te hizo? —preguntó Ythan.

—Nada, solo esto... —le mostró la cortada.

—Ese infeliz... —murmuró junto con otra sarta de palabrotas.

Se volvió hasta su bolso que yacía unos pasos más allá, y sacó unas servilletas rezagadas del fondo que usó para tapar la cortada.

—Vamos, esperemos por allá. Antes de que regrese con sus amiguitos —Ythan se levantó y le tendió la mano a Samantha.

Tomó su bolso y el de ella y emprendió el camino a la zona que señaló frente al edificio A; aún quedaban algunos profesores en el recinto, por lo que Markus no se atrevería a intentar nada.

—Tú... ¿tú no estás cansado? —preguntó con una mirada escrutadora.

—Cuando una persona tiene una pelea de protección como la que acabas de ver —explicó con una amplia sonrisa—, disminuye su energía de forma considerable, si no es que la agota. No deberías estar preguntándome eso —prosiguió como quien explica algo obvio—. ¿Sabes acaso cómo funciona el sensor?

Samantha negó con su cabeza.

—Verás, el sensor registra tus ondas energéticas, pero para registrarlas, las consume. Cuando eres medida parte de tu energía es absorbida por el sensor por lo que deberías quedar un poco cansada tras cada sesión. Mientras más energía tienes, menos te cansas. Los más pequeños tienen menos energía y los muy ancianos que tienen energías reducidas, cuando son medidos terminan incluso enfermos; aunque a los ancianos no los miden.

—¿Enfermos? —se atrevió a preguntar Samantha.

—La energía que tenemos una vez que nos desarrollamos, influye en nuestro sistema; protege las células, nos inmuniza y nos regenera, por eso los energéticos somos más longevos que los Noides, tenemos defensas energéticas ayudando a nuestro cuerpo. Cuando tu energía, que está ayudando a proteger al cuerpo, disminuye o se agota, el energético es propenso a enfermarse.

Samantha recordó que tras sus sesiones de atadura de poder, se enfermaba; también recordó que en su familia jamás habían estado enfermos.

Ythan prosiguió con supremacía.

—Para responder tú pregunta, si, debería estar cansado.

—Pero no lo estas...

—¡Que observadora! —bufó.

—Porque tú también engañas al sensor...

—Y Dios dijo hágase la luz....

—Porque tienes más energía de la que estas declarando —continuó Samantha ignorando su sarcasmo.

—Y la luz se hizo... —finalizó Ythan abriendo los brazos con la mirada hacía el cielo.

Samantha lo miraba extrañada, curiosa y molesta por no tener las respuestas que necesitaba. Él se acercó a ella y le habló suave al oído, causándole profundas descargas eléctricas en el cuello.

—Si no quieres que den contigo, debes aprender a fingir mejor. Son los pequeños detalles los que te delatan. Además él no sabe cuánta energía tienes, usa eso en tu favor.

Samantha se llenó de más preguntas: ¿Por qué Ythan tenía que engañar a un sensor? ¿Quién se lo enseñó? ¿Qué detalles la estaban delatando?

—Llegó tu mamá... —anunció Ythan— y otra vez estás herida. Ahora sí me colgará de las pelo...

—¿Me enseñarás? —preguntó interrumpiéndolo— a fingir bien, ¿me enseñarás?

Ythan sonrió con un deje de picardía, se pellizcó el labio inferior con los dedos y asintió.

—Te puedo enseñar todo lo que estés dispuesta a aprender, pero conmigo nunca tendrás que fingir.

Las mejillas de Samantha explotaron en color escarlata.

—¿Y qué recibiré a cambio? —continuó el muchacho, aún con la sonrisa en su rostro.

—¿Cuánto? —le preguntó, no había pensado en la posibilidad de que Ythan quisiera un pago.

—Uno solo beso será suficiente —Ythan la miró  a los ojos.

—¡¿Qué?!

Samantha se ahogó con su propia saliva mientras Ythan no podía dejar de reír, le había gastado una broma. Pero Samantha no había dicho que no y él se dio cuenta de eso.

* * *

Cansada de la actitud distante de Sai, Samantha necesitaba confrontarlo. Odiaba esa situación. Cuando le comentó a sus amigos lo del día anterior le dolió que Sai no mostrara el menor interés en lo sucedido. Era verdad que no había sido nada grave o profundo, pero si alguien te besaba en repetidas ocasiones y esa persona se había portado cariñosa, dulce y amable y más de una vez te llamaba «novia», lo menos que podía haber hecho es echar una mirada aunque sea de soslayo a su cortada por educación.

Pero Sai evitaba pasar mucho tiempo con Samantha, o por lo menos eso había dejado claro, porque en el preciso momento en que Samantha llegaba a donde estuvieran reunidos él se levantaba apurado para reunirse con otros compañeros. Y se había resistido, aunque lo pilló tratando de ver con disimulo, a ver la cortada de Samantha, sobre todo después de que Ythan preguntara como estaba por tercera vez en el día y ella hubiese respondido con un fuerte y directo «gracias por preguntar».

Cuando llegó la hora de salida, por costumbre las amigas se tumbaron en el césped del campus

—¿Y Sai? —preguntó Samantha sin rodeos a Val.

—En el comedor, creo —respondió fingiendo indiferencia.

Val era una muchacha muy segura. Cada frase estaba cargada de esos excesos de seguridad que atraían a los muchachos y repelían a las muchachas. Sin embargo, por primera vez en el tiempo que llevaba conociéndola, sabía que estaba dudando la respuesta.

—¿Has hablado con él? —insistió Samantha.

—No. Bueno, si le he preguntado pero no me ha dicho qué le pasa.

Samantha soltó un suspiro resignado. Primero Sai distante, ahora Val rara.

—Creo que tengo que ir a hablar con él. Pensé en darle tiempo para ver pero no puedo seguir así. A veces me provoca como...

—¿Ahogarlo?, ¿Pegarle hasta que se ponga morado? —completó Ythan mientras se sentaba con ellas. Tenía el ceño fruncido y los puños apretados.

—Es mi hermano del que estás hablando —defendió Val y luego concedió— aunque hasta a mi me provoca zarandearlo algunas veces.

—Decidido — Samantha exclamó poniéndose en pie— Voy a buscarlo para hablar con él.

—No creo que sea lo mejor —agregó Ythan nervioso— espera por acá a que venga.

—No, estoy cansada de que me siga evitando. Iré a buscarlo ahora mismo.

Ignorando los llamados que le daba Ythan, se encaminó al cafetín de la universidad. Sorteó a los muchos estudiantes que comenzaban a salir de clases y se dirigían a la salida más próxima. Era viernes y no había un minuto que perder. Iba repasando en su mente las cosas que le diría a Sai. Primero le exigiría saber que le estaba pasando, y le daría el camino fácil de terminar sin problemas, si es que tenían algo en realidad; si él había cambiado de opinión sobre lo que sentía hacia ella no podía culparlo, pero él no tenía por qué seguir evitándola. También barajeó la posibilidad de que se tratase de celos hacia Ythan, en cuyo caso Samantha le recordaría que él era solo un amigo y había preparado, un pequeño discurso de las cosas que a ella le gustaban de él para reforzar su seguridad: su sonrisa, su humor, su ternura, su inteligencia...

Con paso firme llegó al comedor para conseguirse de frente una escena que no podría borrar de su visión en muchísimo tiempo, quizás nunca.

En una esquina del cafetín estaba una chica Energética pequeña y de piernas delgadas en una diminuta mini falda, recostada de una pared con la espalda arqueada y con uno de sus pies en puntilla; recibía un beso en los labios con ternura y con cierta pasión mientras las manos del Energético que la besaba le sostenían el cuello y la cintura, apretándola con fuerza.

Cuando el beso terminó, la muchacha suspiró satisfecha y le dedicó una sonrisa a su pretendiente antes de irse. Sai se giró y se encontró de frente con Samantha, quien acababa de ver estupefacta lo sucedido. Se detuvo en seco observándola con la cara contraída en una sorpresa, meditando su próximo movimiento. Dio un paso en dirección a Samantha, pero ella alzó su mano en señal de «Stop». Era tanta la determinación que había en su rostro que pudo haber detenido a una estampida de rinocerontes rabiosos y descontrolados.

Cuando una horda de estudiantes salió a trompicones del cafetín ella aprovechó para retirarse. Las lágrimas quemaban su garganta y trancaban su pecho, las sentía pujar en sus ojos, nublándole la vista. Se consiguió de frente con Ythan y Val, ambos venían corriendo y cuando la vieron sus caras pasaron de preocupación a lástima. Los esquivó con agilidad e ignoró sus llamados. Supo que Sai venía detrás de ella cuando lo escucho decir «suéltame», ¿a quién? no sabía, tampoco quería averiguarlo.

Caminó hasta el borde de la universidad. Todo lo alejado que pudo del resto de los estudiantes, no quería que ninguno la viera llorar. Tampoco quería que sus amigos la miraran con la misma cara de lástima que le habían dedicado antes. Se sentía estúpida, ignorante. ¿Cómo no pudo darse cuenta? ¿Cómo no vio eso? ¿Cómo no sabía? «Y yo queriendo conversar con él para arreglarlo» se reprochó a sí misma.

—Sami —la voz tímida y alejada de Sai le dejó claro a Samantha que estaba guardando distancia con ella.

Samantha no se volteó.

—Sami por favor —insistió— déjame explicarte y dio un paso hacia ella.

El crujido de la grama delató el paso que dio Sai. Samantha se limpió las lágrimas y se volteó con brusquedad para encararlo. Sai lucía el labio hinchado y enrojecido, había recibido un merecido golpe. A unos cuantos pasos Val contenía a Ythan por el brazo, este aún con su mano apretada en un fuerte puño. La escena quedó clara de repente; Ythan había visto a Sai en el comedor por eso llegó rabioso con las palabras que Sai se merecía e intentó detenerla. A juzgar por la cara de Val, Ythan tuvo que decirle lo que había visto y ambos habían ido a buscarla. Ahora Ythan que siempre había querido golpear a Sai, tenía el justificativo perfecto y a juzgar por el labio de Sai que se hinchaba con cada segundo que pasaba, lo había hecho, y si había parado era porque Val lo estaba conteniendo.

—No des un paso más.

—Sam, escúchame.

—No, no quiero escucharte, no quiero que me expliques nada. Todo quedó muy claro. ¿Qué más me tienes que decir? ¿Te tropezaste y caíste con la boca abierta sobre ella? ¿O estabas dándole RCP? No hay excusa ni justificaciones. Tuviste que hablar conmigo, tuviste que ser sincero y evitarme esto. Pensé que eras mi... —Samantha titubeó molesta— ¡Amigo!

—No he dejado de ser tu amigo.

Su frase la hirió más aún. Quería que él se sintiera dolido cuando ella lo llamó amigo, pero no fue así. Nunca habían sido novios, no unos de verdad. Obstinada en que sintiese una pizca de la rabia que ella sentía continuó

—Una vez te dije que jamás querría dejar de ser tu amiga... hoy no estoy segura de eso.

Sai palideció y retrocedió. Sus ojos quedaron abiertos como platos y su boca formaba una perfecta O. El corazón le retumbaba en el pecho. Samantha lo había herido como se lo merecía, pero no lo esperaba. Tuvo que contener un aire malicioso que nació en ella, que la hizo alegrarse de haber devuelto el golpe que había recibido.

—Vete —dijo Samantha.

Val soltó a Ythan y dio unos pasos hacia su hermano arrastrándolo de camino a la universidad. Levantó la mano hacia Samantha para confirmar que todo estaba bien entre ellas y ella le devolvió una sonrisa, la mejor que podía darle en esas circunstancias. Val descargó un golpe furioso contra el hombro de Sai y Samantha sonrió, su amiga se encargaría de vengarla.

—¿Estás bien? —preguntó Ythan en un susurro—. Es un idiota, ¿lo sabes verdad?

—Estoy de maravillas —respondió con sarcasmo—. Idiota no alcanza a describirlo

Ythan se le acercó y puso se brazo alrededor de sus hombros.

—Tú me dices y le parto la boca —dijo serio—... otra vez.

—Mejor tú lo sostienes y yo se la parto —indicó Samantha con una pequeña sonrisa.

A lo lejos Val seguía pegándole a su hermano sin cesar. Samantha no pudo evitar volver a llorar.

—Ya Sam, ¿estás buscando que tu mamá me mate? A ella le sobran las ganas y si hoy te ve llorando conmigo...

A pesar de todo, Samantha sonrió.

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