Escuela de híbridos

By andyfellon54

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Un regalo. Cuando mi tía me dijo que me iba a dar un regalo pensé en miles de cosas, menos- en un viaje a Pen... More

La llegada
Conociéndolos
Destino
Pruebas
Descubrimiento
Ignorante
Progresando
Problemas
Disculpas
Equivocación
¿Dulce o truco?
12. Culpa
Chequeo
Vida de humana
De salida
Sueños de un bosque
Favor
Niña.
Hogar, ¿Dulce hogar?
Tinta
Bienvenida
Llegar a odiarte
Híbrido
Año nuevo
Entre lágrimas
Venganza
Como era antes
Gloria
Volver a verte
Adiós
Aceptación
Comienzo
Peligro
Conflictos
La invitación
¿Impostora?
Volviendo
Lo inevitable
La promesa
El regalo
Capitulo Bonus:La amo /One-Shot/ James POV
Capitulo Bonus: Guía /James POV/ one- shot
Especial navideño: regalo especial (2016)

Confianza

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By andyfellon54

Cuando me levante esta mañana me sentía agotada, cansada, adolorida y totalmente drenada de energía, toda la energía que había tenido ayer se había ido por la borda y ahora solo tenía un cuerpo hecho pedazos.

—¿Vas a salir a correr?— la voz de Anael me asusto ligeramente, no sabía que estaba despierta porque me estaba dando la espalda, note que su cabello se veía menos brillante cuando no estaba en su verdadera forma.

—No— conteste mientras me sentaba en el filo de la cama, cuando mis pies tocaron el piso un escalofrió me recorrió el cuerpo— pero creo que voy a salir a caminar.

La respuesta de Anael fue una risita y las siguiente palabras—  eso no es una gran diferencia— sonreí, tenía toda la razón.

Cuando me puse de pie mi visión se volvió borrosa, lo que me llevo a caer sobre la cama una vez más.

—¿Cambiaste de opinión?— pregunto ella.

—Para nada— respondí mientras volvía a ponerme de pie, esta vez logre mantenerme erguida mientras caminaba hacia la sala donde, como siempre, dejaba mis equipos de carrera, que en este momento me serviría de equipo de caminata, no me sentía lo suficientemente bien como para ir a cambiarme en los vestidores de la pista de carrera así que me dirige al baño de nuestro cuarto, encendí la luz, cerré la puerta y me comencé a cambiar.

El proceso fue dolorosamente lento, me tropecé más de una vez con mi pantalón de piyama y me coloque mi camiseta al revés antes de lograr colocármela de manera correcta.

Me lleve mi mano a mi cabello y me lo peine con mis dedos para luego amarrármelo en una cola alta pero esta me causo dolor de cabeza así que la deshice y deje que mi cabello cayera libre sobre mis hombros.

Me sentía un poco mejor mientras caminaba hacia la puerta que daba hacia el pasillo, pensé por un segundo volver a la cama y acurrucarme en las sabanas pero rechace aquella idea.

Mientras que salía al pasillo mi visión se volvió borrosa y mi respiración entrecortada.

Hubo un punto en el que me tuve que apoyar sobre una ventana, mi visión, aunque borrosa, me permitía ver el paisaje que provenía de la ventana en la cual estaba medio apoyada, respire un par de veces mientras miraba los árboles que rodeaban el campus.

-Árboles- algo en ellos me causaba miedo, como si algo estuviera vigilándome desde la oscuridad.

Árboles, eso era— el pensamiento llego rápidamente y se desvaneció igual de rápido pero eso no evito que las últimas imágenes de mi sueño quedaran calcadas en mi mente.

En el sueño, yo corría aterrado por algo que no podía ver, algo que corría entre las ramas de los arboles, había una manera de escapar y corrí hacia esta pero cuando estaba a punto de llegar… me desperté.

Sabía que parte del cansancio y el susto que sentía en aquel momento provenía de la pesadilla que había tenido hoy, pero sabía que había algo más detrás de mi cansancio.

Suspire mientras me volvía hacia el pasillo una vez más, sopese caminar hacia mi habitación pero las escaleras estaban más cercas.

Me tambalee un  par de veces antes de llegar a la primera grada que me llevaría al segundo piso, mis rodillas cedieron segundos antes de quedar sentada en las escaleras con mi cabeza apoyada sobre la pared que tenia al lado.

Cerré los ojos y mi respiración se volvió más pausada, quería dormirme en aquel momento pero me dolía cada hueso de mi cuerpo así que se me hizo imposible.

—¿Anya?— conocía muy bien esa voz pero en este momento no tenia energía para contestarle—¿Anya?— James volvió a llamarme, esta vez escuche como se acercaba.

Cuando sentí que se agachaba para quedar a mi altura lo salude— buenos días James— dije sin abrir los ojos.

—No parece un muy buen día para ti— sentí como se sentaba a mi lado en la grada.

Me reí ligeramente antes de decirle— ¿amaneciste de buen humor Adelgrieff?— la pregunta era un poco tonta pero mi mente me dolía demasiado en ese momento para pensar en otra cosa.

Pensaba en anexar algo mas a la charla cuando sentí como colocaba la palma de su mano sobre mi frente, mis ojos se abrieron de par en par para encontrar el rostro de James a unos pocos centímetros del mío.

—Tienes fiebre— dijo él.

—¿Cómo?— dije sin saber cómo reaccionar en esta situación.

—Dije que tienes fiebre— esta vez logre entender perfectamente lo que me estaba diciendo, en pocos segundos tuve la causa de mi pesadilla, mi dolor y mi agotamiento.

—No me había dado cuenta— le confesé.

—Ya lo note— confeso él mientras se apartaba, podía jurar que podía escuchar el latido de mi corazón acelerado que gritaba por su atención— tengo que llevarte a donde mis padres— y con eso dicho se puso de pie y me miro detenidamente— ¿puedes caminar?

—No creo— dije la verdad, mis piernas se sentía como gelatina aunque no me estuviera moviendo en lo absoluto—¿Por qué me vas a llevar a donde tus padres?

Él bajo un escalón, me dio la espalda y se agacho para quedar a mi altura una vez más.

—Ya lo veras, sube— dijo él, estaba feliz de que me estuviera dando la espalda, porque si no, tendría una visión libre para ver mi cara tan roja como un tomate, aunque pensándolo bien le podía decir de que era culpa de la fiebre.

Me forcé a llevar mis brazos alrededor de su cuello para luego apoyarme sobre su espalda la cual se sentía helada ante mi tacto.

El camino hacia el salón de los directores se sintió largo y doloroso, cada vez que James bajaba una grada yo temblaba ligeramente por el dolor que sentía ante el movimiento—James— lo llame para que fuera más despacio, pero parece que lo que yo pensaba que había dicho solo había sido un pensamiento que se borro luego de unos segundos, en la inmensidad de mi mente.

Cuando por fin llegamos a nuestro destino yo ya estaba punto de caer dormida así que James me tuvo que llamar por lo menos tres veces antes de que yo le pusiera atención— ya llegamos— dijo él.

—Ya se— dije mientras él me dejaba en el piso, no había pasado ni un segundo de pie cuando mis piernas cedieron, alce mis brazos y tuve el tiempo necesario para agarrarme de los brazos de James para evitar mi caída— lo siento— dije mientras me apartaba rápidamente y me apoyaba en el sofá que tenia a unos cuantos pasos.

El sonido de las puertas del closet chirriando no me sorprendió esta vez, del interior del mueble aparecieron el director  Adelgrieff y la directora Sutton, ambos en piyamas y con el cabello despeinado, me pregunte si dormían ahí adentro.

—James nos hubieras dicho que vendrías con Anya— la directora regaño a su hijo pero parecía que sus palabras nunca llegaron a comprenderse en la mente de James porque este no le tomo importancia al regaño.

—Acaso importaría madre— me reí ligeramente, James siempre trataba a sus padres como si fueran igual que él.

—Tienes razón no haría ninguna diferencia— el director Adelgrieff salvo el momento— y me podrías decir ¿a qué se debe esta agradable visita?

Algo en las palabras del director me hizo entristecer, estaba hablando con sarcasmo.

—Lamento haber interrumpido su… sueño— dije pensando bien en mis palabras— pero James dijo que tenía que traerme aquí porque tengo fiebre.

Los directores me miraron con los ojos abiertos de par en par.

—Lo sé, esto fue ilógico, mejor me voy— dije mientras me daba la vuelta e intentaba caminar hacia la puerta pero James se metió en mi camino— ¿Qué ocurre? Déjame salir.

—Está loco James— comenzó el director y  creí que iba a terminar la frase con las siguientes palabras “déjala salir” pero lo que siguió a su primera frase me dejo sin aire— porque la trajiste aquí, la hubieras llevado a donde Appleby de inmediato.

Me eche a reír, esto debía de ser un sueño retorcido nadie se había preocupado tanto por mi salud en toda mi vida, mi tía siempre me decía que me fuera a dormir y la fiebre se iría de a poco.

—Esto no es una situación para reírse Anya— la directora Sutton me regaño mientras yo cerraba la boca, nunca antes la había visto tan histérica, la vampiresa se acerco a velocidad inhumana y marco un numero en el teléfono del escritorio, segundos después estaba gritando una orden por el auricular— ¡Appleby te necesito aquí en este preciso instante!

La fiebre me estaba volviendo loca, este caos no podía ser causado por una simple enfermedad… o tal vez si podía.

Pasaron unos segundos después de la llamada para que Appleby apareciera en la habitación como una forma fantasmagórica, nunca había visto a la señora Appleby utilizar sus poderes pero verla traspasar el techo para quedar de pie en la sala era demasiado perturbante.

—Diga directora— dijo Appleby mientras me daba la espalda, yo intente escaparme de este lugar pero James seguía de pie en el camino hacia la puerta.

—Anya tiene fiebre— dijo el director Adelgrieff, la siguiente reacción de Appleby me hizo reírme hasta que me quede sin aire.

—¡¿y porque rayos sigue de pie?! ¡Debería estar en reposo constante!— esto era inaudito.

—Esto es una locura, alguien me podría decir ¿qué está pasando?— dije mientras las lágrimas comenzaban a caer por mi rostro, debido a la risa que me tenia.

Sentí como mi cara se tornaba mas roja de lo usual cuando James me agarro de la mano y me guio para que me sentara en el sofá, luego se agacho hasta quedar a mi altura y hablo con seriedad.

—Tu fiebre puede significar que tu verdadera forma está a punto de surgir— sus palabras me dejaron sin palabras en la boca y sin ideas en la cabeza, después de todo yo había dado por sentado que nunca obtendría mis poderes.

Parece que estaba muy equivocada.

Había convencido a los directores, a mi tía, a James, a un histérico Derek, a una preocupada Anael y a una estricta Appleby para que me dejaran ir a uno de los lugares más seguros del campus… la biblioteca.

—¿Entonces te han tenido en cuarentena toda la mañana?— pregunto Lua, estaba un poco más activa de lo usual porque el cielo estaba nublado y porque tenía todas las ventanas y puertas de la biblioteca cerradas.

—Sí, me tenían en la enfermería tomando suero que no creo que necesite— dije enfurruñada— tuve que rogarles para que me dejaran venir— volví a ver mis piernas que estaban cubiertas por una manta— y aun así me tuvieron que traer en sillas de ruedas— le dije exasperada, no podía negar que adoraba que me mimaran pero esto era exagerar.

Si sabía que tal vez mi verdadera forma podía ser inestable, pero esto era exagerar, ocupar silla de ruedas y darme suero era demasiado.

—Eso ya no importa Anya, lo importante es que te dejaron salir— dijo ella para tranquilizar mi ansiedad— y dime ¿qué te trae por aquí cuando pudiste ir a cualquier otra parte en el campus?

—Primero— decidí enumerar cada una de las razones por la cual había venido a la biblioteca— era un lugar en donde no iba a hacer ningún esfuerzo físico, cosa por la cual todo el mundo aprueba de que esta aquí, segundo aquí es un lugar fresco perfecto para mi fiebre— dije mientras intentaba buscar el vocabulario correcto para expresar los requisitos que necesitaba un lugar al cual podía ir— y tercero, aquí James me puede ver sin ningún problema— dije mientras le enviaba una mirada envenenada al daempiro que leía un libro a pocos metros de mi asiento.

Lua se echo a reír— parece ser  que tienes muy buenas razones para estar aquí, dime ¿qué quieres que te traiga?— dijo ella.

—Una pala para salir de este lugar—dije con sarcasmo mientras que ella se echaba a reír, yo suspire y luego mire a todos lados hasta que mi mirada se fue a posar en la montaña de libros que estaba sobre el escritorio principal— quiero esos libros.

—Esos— Lua andaba muy risueña el día de hoy porque se echo a reír una vez más— esos son libros de las construcciones del campus te aseguro que te duermes después de las primeras cinco páginas.

—No importa— y en realidad no me importaba, no andaba de humor para leer algo interesante así que daba igual si leía algo que me diera sueño.

—Si tú lo dices— Lua me paso los libros y luego se fue a arreglar algunos estantes en la biblioteca, me reí ligeramente cuando la veía tropezar o bostezar cada cinco segundos.

Y así comenzó mí, no tan divertida, lectura sobre la construcción del campus, en general narraba las complicaciones en construir el ala daemon y el ala ángelus ya que cada una tenía que ser cómoda para las especies que iban a vivir en ellas.

También habían agregado un par de planos sobre la estructura del ala mayor, la cual mencionaba un par de conductos de aire que extrañamente se extendían hasta las afueras del campus.

Me sorprendió verme atrapada en las últimas partes del primer libro en donde había gran cantidad de fotos del ala ángelus, lugar al que nunca había entrado, la mayoría de las fotos  mostraban pasillos amplios y lámparas enormes colgando de cada centímetro del lugar.

Lugar perfecto para especies mitad ángeles a diferencia de los del ala daemon— aquellos pensamientos me llevaron a hacerle la siguiente pregunta a James.

—James— lo llame, el levanto sus hermosos ojos del libro que tenía en la mano y los poso en mi— ¿Qué paso…— me costaba decir esta pregunta porque cada vez que pensaba en ella me daba miedo—¿Qué paso con Micah?— las palabras me salían en susurros.

—Fue exiliado— las palabras de James me dejaron sin voz por unos segundos hasta que la encontré una vez más.

—Pero ¡¿por qué?!— Grite— yo le explique a tus padres que él no fue el que me causo la heri…— en ese momento un ataque de tos me tomo por sorpresa así que no pude seguir con la frase.

—Anya tranquila— escuche como hablaba James cuando llegaba a mi lado y apoyaba una de sus manos en mi espalda para frotarla lentamente— toma— abrí los ojos para ver que tenía una botella de agua que había traído a petición de Appleby.

Yo lo tome de sus manos y di dos sorbos antes de que la tos se detuviera.—¿Por qué?— volví a repetir, me sentía miserable, Micah… era inocente a medias después de todo.

—Mis padres ya habían evitado estas situaciones con el ala daemon muchas veces, se había hecho un trato de que nunca más lo volverían a hacer pero lo rompieron— yo me quede petrificada, y yo que pensaba que Micah era inocente, debía de admitir que había sido un buen actor en el sótano del ala daemon porque por un segundo en aquel momento sentí pena por él.

—¿Cuándo?— pregunte.

—Ayer después de que todos se fueran a dormir— ahora comprendía porque no me había dado cuenta que eso había ocurrido.

—Ya veo— decidí llevar la charla a un punto más interesante— ¿Quién es el encargado del ala ángelus?— pregunte.

—Joshua Bright— era un nombre bonito, lástima que no hubiera ninguna foto de él en el libro para asociarlo con el nombre.

—¿Qué lees?— dije mientras señalaba el libro que se había traído con él junto con la botella de agua.

—Nada interesante— dijo mientras dejaba su libro a un lado y llevaba su mano hacia mi frente— creo que todos están exagerando un poco, creo  que solo tienes fiebre por el esfuerzo de ayer o tal vez sea una infección.

—No crees que sean mis poderes— dije, estas últimas horas había estado emocionada por ver mi verdadera forma pero James me estaba bajando de la nube de felicidad que había creado a partir de esta enfermedad.

—Exacto, creo que es una simple enfermedad— dijo él con una sonrisa picara en el rostro. Una sonrisa que muy pocas veces miraba en él.

—Pues entonces ¿Por qué rayos me llevaste a tus padres si crees que esto es una simple enfermedad?— dije alegre de que esto tal vez ganara nuestra pequeña discusión.

—Fue una orden— explico él tranquilamente.

—¿Una orden?— no terminaba de comprender lo que acababa de decir, tal vez la fiebre me estaba atontando ligeramente.

—Ellos me ordenaron que si te enfermabas les avisara de inmediato por razones que tu ya conoces— enfatizo él.

—Ya veo pero aun así quiero creer que esta es una señal que ya podre entrar en mi verdadera forma— vi como se reía ligeramente—¿Qué es tan gracioso?¨

—Hay una manera de solucionar esta discusión rápidamente— dijo él— aunque no te va a gustar en lo absoluto.

—¿Qué es?— luego me arrepentiría de haber hecho esa pregunta.

—Ya te dije, algo que no te va a gustar—

—¿Cómo sabías que no me gustaban los exámenes de sangre?— le pregunte.

—Me lo supuse— dijo él mientras Appleby aplicaba alcohol sobre el lugar del cual iba a extraer la sangre.

—Buena suposición— gemí ligeramente cuando la jeringa entro en mi piel.

—Tranquila cariño ya va a terminar— mi tía estaba a mi lado sosteniendo mi mano con fuerza.

—Ya se tía— le dije secamente.

Cuando la sangre ya estaba dentro de un pequeño tubo de ensayo los directores entraron en el cuarto, la directora Rowan extendió la mano para que le pasaran la sangre.

Por lo que me habían explicado los exámenes de sangre eran trabajados juntos con los vampiros del campus los cuales estaban entrenados para conocer el sabor de cualquier tipo de enfermedad en la sangre.

—¿Por qué no me mordió?— inquirí a su hijo.

— Porque sacarte la sangre con una jeringa hace una herida mínima a diferencia de una mordida de un vampiro, ¿no crees Anya?— él se estaba burlando de mi pregunta, sabía que era absurda pero no tenia que contestarme de esa manera.

Me pareció un poco asqueroso ver como la directora Rowan se llevaba la sangre a la boca y la saboreaba lentamente, su expresión cambiaba de sorpresa a profunda concentración, mire con asco como se tragaba mi sangre para luego abrir la boca y decir— solo es un virus.

Una serie de “no puede de ser” y “ahh” se escucharon por toda la habitación, una pequeña parte en mi interior se destruyo, había guardado la esperanza de que mi enfermedad fuera en realidad una prueba de que mis poderes estaban a punto de aparecer.

James se rio ligeramente y se acerco a la cama de la enfermería en donde estaba sentada— te lo dije— comento tranquilamente.

—Y que eres ¿un sabelotodo?— dije intentando ocultar lo herido que tenía mi orgullo.

—Algo así, se podría decir que yo siempre tengo la razón— dijo entre susurros, eso fue todo lo que necesite para que mi paciencia se agotara.

—Te prometo James Adelgrieff que algún día te voy a demostrar lo muy equivocado que estas— y con eso dicho fije mi mirada en los libros que me había traído de la biblioteca.

—Quiero ver eso— escuche su susurro.

Suspire mientras apretaba las páginas del libro, amaba a James pero aun así se estaba volviendo un tanto insolente.

Tal vez eso significaba que ya teníamos más confianza… o eso es lo que quería pensar.

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