Equivocación

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Muy pocas veces había sentido un odio tan puro como este, pero mientras aquellas palabras bailaban por mi mente no podía evitar sentirme más y más desesperada. Ahora sabia con suma seguridad que lo que estaba escrito en ese libro era un secreto bien guardado, que ni los directores, ni mi tía me querían decir.

— ¿Estás bien Anya?—  la pregunta provenía de Lua, quien me veía con el ceño fruncido, no la culpaba por estar preocupada, después de todo en este momento me sentía débil y cegada por la rabia, no me sorprendería si estuviera pálida.

—  Estoy bien—  dije al final forzando una sonrisa, aunque en mi interior queria comenzar a agarrar todos los libros de este lugar y destrozarlos página por página—  nos vemos Lua.

Antes de que ella pueda añadir algo más en la charla yo le doy la espalda y camino silenciosamente a la salida de la biblioteca. Por mucho que no quiera pensarlo mi mente corre desesperada a la única razón lógica de la desaparición del libro.

El único cerca de los directores, él único que tal vez sepa de este secreto y quiera ocultarlo, él único que vio que estaba buscando esta investigación antes del ataque.

 No había margen de error en mis pensamientos, si había alguien que había sacado el libro de la biblioteca era James Adelgrieff, era cierto que Anael también lo vio pero sinceramente no creía que ella lo hubiera tomado, me parecía más obvio que James el hijo de los directores lo hubiera hecho.

Por eso en este momento refunfuñaba por los pasillos del campus, era casi una locura como de la nada la súbita compasión que tenia hacia James desde el día que yo creí que se disculpo sinceramente, se volvió en simple rabia que quería dejar salir.

«No puedo creerlo—  mis pensamiento probablemente hubieran puesto a reír a cualquier hibrido que leyera mentes, después de todo no tenían sentido—  ese mal agradecido, no puedo cre…»

BAM

El sonido del vidrio quebrándose me saco de mis pensamientos y me devolvió abruptamente a la realidad. Me vire a la derecha para ver a mi profesor de educación física entrando por la ventana.

— ¿Crees que caminando por todo el campus te escaparas de tus clases?—  sopese la idea de salir corriendo por el pasillo en donde una gran cantidad de alumnos nos veían con ojos llenos de pura curiosidad, sin embargo al final de unos buenos segundos de pros y contras me quede en mi lugar y deje que mi profesor me agarrara el brazo.

Lo voltee a ver y le sonreí abiertamente—  en realidad no—  el profesor Blackjoy me mira preocupado porque mi estado mental no esté bien—  en realidad creo que necesito su clase, para sacar mi mente… para sacar mi mente de algunos problemas.

— ¡Diez vueltas!—  dice él cuando paso a su lado por decima vez, mis piernas ya no me gritan como lo hacían hace algunas semanas, mis músculos se han endurecido y han sacado a relucir el diamante que estaba oculto debajo de mi holgazán cuerpo.

La rabia nubla el sentido, el dolor, el cansancio y lo vuelve en el combustible que me lleva hacia adelante después de cada vuelta. Poco a poco el calor se intensifica en la pista de carrera, siento el sudor quemar mis ojos y siento mi cabello pegarse en mi cuello.

A medida que hago más vueltas y más vueltas mi visión se vuelve borrosa y mi respiración se convierte en un jadeo desesperado que no puedo detener.

Es casi divertido escuchar las vocecitas que me gritan dentro de mi cabeza.

«— Detente—  grita una—  te vas a desmayar»

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