La Pequeña Del Alpha © #Lunar...

By Nimpha_Escritora

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Ganadora del primer lugar en los #M.O.M en categoría de Hombres Lobo. Después de retenerme contra mi voluntad... More

Huyendo de ti
En otra parte
Una nueva vida dentro de mi
Fuera de control
Búsqueda
Un año en espera
Tocando paredes
Buenas Noticias: Más Problemas
Te he visto.
La daga que atraviesa mi corazón
Contra Reloj (parte 1)
Contra Reloj (parte 2)
Una cita antes del desastre
Desastre... Siguiendo las huellas
Los lazos que nos unen
Decisiónes. Una milla de camino
Maquiavélica Sorpresa
La lluvia lava las heridas.
Sólido, Ambrosía y Rosas.
Una Visita Inesperada.
Se cae el disfraz de Oveja. Redención.
En lo profundo.
Los polos se atraen.
¿Los lazos que se rompen, pueden volverse a unir?
Sin mirar atrás... Amenaza Latente
Fuga
Un Corazón De Caleidoscopio
Misterio revelado
Eclipse Solar... Las playas Griegas
Heridas abiertas
Ayuda externa
Minutos de angustia
En la línea
Al limite
La Rabia de un Lobo
Rafagas de fuego... Caótico
Final.
Epílogo
Extra #1 ( El nacimiento de Anthea Cold❤)
Extra #2 ( "Ser padre no es facil" )
Próximamente En AMAZON KDP

Matrimonio

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By Nimpha_Escritora





Ya lo había escuchado. Desde hacía dos semanas antes de la visita de Odette. Los reos, al menos el pequeño grupo que constantemente trataba de hacer llamar su atención, no paraban de susurrar entre las sombras.

Pero... ¿Sería lo correcto? Faltaba sólo un mes para que Odette diera a luz, y definitivamente no quería estar encerrado cuando pasará.

¿Salir o no salir? Sería cosa fácil, más no el ocultarse. Pero la presión era demasiada de su parte. Sabían que necesitarían de su ayuda para lograrlo.

Sentado en el patio, en una de las tantas gradas no podía estar mas inquieto. En una de las esquinas donde solían juntarse para fumar, un par de ojos no dejaban de mirarlo. Uno de los reos, cabeceó en señal al otro para que se acercara al lobo.

Con disimuló, caminaron con las manos en los bolsillos. Uno de ellos  era de complexión robusta, atlético. Igual que Hérmes. Despacio se acerco a él. Se sentó en una grada más arriba. Sacando un cigarrillo de entre sus bolsillos.

-Por que tan callado Cold. Es bueno que te veamos más por estos lados de la cloaca. Debes estar al tanto de las nuevas noticias, y me imaginó que has reconsiderado la propuestas de Connor. Contigo en el equipo será rápido y limpio. Deberías pensarlo.

Hérmes esbozo una imperceptible sonrisa.

-Si lo hago, no sólo sera un año en este infierno.. Esta vez serán diez o quince años. Es demasiado arriesgado y lo sabes Spencer. Deberías estar tranquilo y dejar que pasen los dos años que aún te faltan. Será mejor a que te pillen y te traigan de nuevo.

Esta vez el reo bajó el ultimo peldaño hasta quedar a lado del lobo.

-Precisamente por eso es que no puedo dejar pasar la oportunidad. Tengo familia afuera que necesitan de mi. ¡Cada día en este lugar esta matándome!

El hombre con la boina negra le paso un cigarrillo pero el lobo lo rechazo.

-Tu si que has cambiado. Antes golpeabas a cualquiera que se atravesará en tu camino, y ahora... Supongo que tiene que ver con la última visita que tuviste.

Hérmes recordó a la morena y su hermosa barriga.

-Cómo siempre, das en el blanco. Tengo que hacer las cosas bien. Cumpliré mi sentencia como debe ser. Y saldré como alguien sin deudas a la sociedad. Sólo así podré estar con ella. Lo siento, deberán buscarse a alguien más.

Se levantó rápido sin dar pié a más charla. El hombre, arrugo el ceño y arrojó la colilla lejos.

"Ya aceptaras.... Ya lo harás"

.....

El agua del muelle era negra y oscura. El clima nublado típico de liverpool estaba inusualmente calmado.

En el hermoso yate anclado a la orilla una hermosa pelirroja miraba por la cabina a su alrededor. Esbozó una sonrisa cuando vio el auto negro aparcar cerca.

El hombre de traje y alto bajó y sé encamino por el puente de madera.

La mujer asomó afuera sonriente.

-Esperó sean buenas noticias cariño, y no mas fallas.

Alec, subió al yate entró y en el pequeño y elegante minibar se sirvió una copa de coñac. Aún seguía bastante nervioso. Se había asegurado que nadie lo siguiera.

Sabía que Cicerón no se quedaría cruzado de brazos. Tal vez ya estaba rastreando su paradero.

Amará, coqueta pasó sus brazos por su cuello. Abrazándolo de forma melosa.

-¿Que tal te fue?

-La advertencia les llegó fuerte y clara. También tengo las fotos. Fue buena idea esperar hasta que ese idiota se acercará lo suficiente a ella. De a ver sido así... No tendrías estas pruebas.

Amará cogió el sobre amarillo, sacando todas las fotografías. Todas de esa maldita humana. Una en particular.... Poderosa.

-Perfecto. Esto es nuestro pase a la felicidad mi amor.

La pelirroja tomó el vaso de manos del hombre y cogiendo otro sirvió más bebida. Ambos chocaron suavemente ambos vasos.

-¡Por el poder! Y por que muy pronto esos tres estúpidos salgan de nuestro camino.

Rozo el vaso en sus labios, pero Alec lo alejó de ella. Desconcertada Amará se dejó hacer.

-No es bueno que bebas en tu estado. Dañaría al bebé.

Una estruendosa carcajada salió de los rojos labios de la loba.

-¿A caso crees que eso me interesa? ¡Esto es sólo para chantajear al estúpido de Hérmes! No te desvies ni te hagas ideas equivocadas.

-No lo hagas por él entonces. Hazlo por mí. Sé que... Ese "cachorro" es fruto de ese maldito también. Pero, es una parte de ti. Por eso... Hazlo por mí.

En su rostro no había dudas o alguna señal de arrepentimiento. Alec hablaba muy en serio.

-Okey... Bien, será como tu quieras. Pero no te hagas ilusiones estúpidas. Esto que llevo aquí - dijo señalándose el vientre - no durará.

Sin más, salio del yate y caminó hasta el auto. Alec la conocía muy bien, y un bebé no estaba en sus planes. Pero, un sentimiento cálido parecía tocar su corazón cada vez que lo pensaba. Más allá de todo, de la ambición o del odio, la amaba. Demasiado, tanto como para ser su perro literalmente.

Acomodo el sacó y salió detrás de la pelirroja.

La tarde acababa al igual que el día.

.......

Había estado bastante atareada la mayor parte del día. Sus piernas exigían un descanso y un masaje. Los tacones estaban matándole y para hacer mas nefasta la tarde, Cicerón no daba señales de vida. Se había ido desde la mañana y no sé había aparecido ni una sola vez en el edificio.

Alegando que tenía un cita con un hombre en uno de los restaurantes de la ciudad, había cancelado la mayoría de sus reuniones.

¿Adónde se habría metido?

Se adentro en el sanitario y dejó las carpetas en una de las piletas del lugar. Apoyó las manos en el lavabo y se miró.

Bien, ya había caído en las redes de ese hombre. Había conocido otro mundo diferente al suyo tan simple y común. Había conocido un ser poderoso y misterioso, que se hacía pasar por un hombre normal.

Y para colmó, estaba ya demasiado enamorada como para correr en la dirección contaría. ¿Si huía tal como Odette, él la buscaría? No. Eso era ridículo. El caso de Odette fue muy diferente. Ella no lo eligió, más sin en cambio, ella había elegido al lobo.

Mordió su labio inferior, pensativa. Sacudió la cabeza alejando tanta confusión. Cicerón no era como Hérmes. Él era totalmente opuesto.

Sonriente mojó su cabello y su rostro, de pronto de entre sus cosas su celular comenzó a vibrar. Extrañada cogió el aparato y contestó.

-¿Hola...?

La inconfundible y grave voz del lobo sonó del otro lado de la línea.

-Ven a mi casa, he mandado un carro para ti. Estará esperando afuera justo ahora. Mía, ven a mi lado.

Sonrojada y tomada por sorpresa la chica balbuceo.

-¡Pe-pero y el trabajo! No pue...

- Mía, no te preocupes, ya lo arreglé, sólo sube al auto y el chofer te traerá hasta mí. Anda.

Esto si que era extraño. Su tono de voz sonaba algo extraño y melancólico. ¿Que había pasado?

Cerro el grifo del agua, y respondió.

-Esta bien... Voy para allá. Nos vemos.

De la nada la comunicación se cortó abruptamente.
Con el ceño fruncido miró el aparato como si estuviera reclamándole por la llamada.

Tomó las carpetas a toda prisa y llamó al ascensor.

Justo a fuera, en la acera, aparcado estaba un lustroso y hermoso auto con un hombre parado en la puerta, listo para abrirla.

Nerviosa caminó hasta el auto y con un saludo el hombre la invito a subir. El camino parecía eterno, pero en cuestión de minutos ya estaba frente a la mansión.

Había muchas habitaciones, la mayor parte de la casa estaba en penumbras. Con paso titubeante caminó hasta el enorme pórtico. Las puertas dobles de caoba estaban ahí, imponentes. Jamás había estado en una casa como esa. Tan grande y llamativa.

Tocó con suavidad, las puertas se abrieron por un mayordomo. O al menos eso parecía.

—Emm... Soy una invitada del señor Hold.

-Pasé señorita.

Rápidamente entraron y la encaminó al enorme recibidor. La chimenea estaba encendida pero nada más. Era grande y acogedora.

-Ya puedes retirarte Harold.

El hombre, inclinando su cabeza se retiro sin pronunciar palabra. Mía se sentía extraña por alguna razón.

Cicerón, con la camisa arremangada, con los primeros botones abiertos y desalineado y con un vaso de wiskey en las manos, era una visión soberbia y tentadora. Era un hombre muy bello.

-Ponte cómoda por favor.

-¿Donde estabas? Hubo muchas reuniones perdidas y canceladas, ¿no son importantes?

Cicerón sonriente le ofreció un vaso con vino blanco. Algo suave.

Mía, reticente lo tomó.

-Lo lamento, el tiempo pasó volando y cuando menos lo espere ya era muy tarde. Perdona.

Sonrojada Mía negó. ¡Ya estaba actuando como si fuera su esposa! ¡Que tonta!

-¿Estabas preocupada por mí?

Algo parecía brillar en la mirada del lobo.

-Bueno, es lógico. Trabajamos juntos, eres mi jefe.

Desvío la mirada al fuego crepitante que hacía el lugar mas caluroso.

—Es verdad. Pero yo ya te veo como algo mucho más intimo en mi vida. No solo mi empleada. Lo sabes.

Dejó el vaso en la encimera y caminó hasta la castaña. Se acuclillo frente a ella. Entrelazó sus dedos con la pelinegra.

-Eres la mujer mas hermosa que he visto. La única en mis ojos. Sin importar nada, eres la única en mi corazón.

Eso si que la tomó desprevenida. Con los ojos aguados agacho la mirada para ocultar su expresión.

Pero Cicerón le levanto el mentón.

-Jamás te averguences frente a mi. Y si lo haces.. Hazlo sólo para mí. Nunca le muestres esta parte de ti a nadie más. Jamás.

Suavemente besó sus labios, sintiendo lo caliente de la piel, lo suave. Entre los labios y las lenguas enredándose en algo tan intimo y tan enloquecedor, Cicerón se alejó un poco. Bruscamente se levantó y se apoyo frente a la chimenea. Apretando fuertemente el puño contra sus labios.

Mía, agitada por el tremendo beso del lobo, lo miro con pasión y confusión marcados en su rostro.

-Por que... ¡Por que no me dices que pasa! Estas diferente. Actúas de forma extraña.

La chica se acercó a él por detrás abrazando su espalda. Sintiendo lo acompasado de su respiración.

Cicerón, cerró con fuerza los ojos. Se volteo tomado en brazos a la chica.
Acerco sus labios hasta su cuello, besando y lamiendo la piel. Subió hasta el lóbulo. Sujetándolo con delicadeza.

-Estoy muriendo por hacerte el amor.
Susurró.

Fue suficiente para su propia resistencia. Alzándola en brazos la llevó hasta una de las habitaciones.

La chica, ni siquiera reparó en como era la habitación, sus ojos estaban clavados en los del lobo.

La recostó en la amplia cama, subiendo su falda, dejándole ver esa seductora lencería.
Perdida entre las sensaciones, Mía no dejaba de retorcerse de placer. Los labios de Cicerón recorrían el interior de sus muslos, para luego abandonarlos y subir de forma tortuosa y delirante.

La poca luminosidad que ofrecían las llamas de la chimenea creaban una atmósfera llena de misterio y seducción. El sonido de los gemidos acortados y quedós de la chica eran la musica perfecta de fondo.

Sus manos, lentamente tocaban cada centímetro de piel caliente, como si tratara de grabar a fuego las lineas en su memoria.

Besó la clavícula, hundiéndose en ese lugar. Lamió el delicado mentón de la mujer bajó su cuerpo. Hasta llegar a sus labios y mirar sus hermosos ojos.

-Nada mas importa ahora. Mía, te amo como no tienes una idea. Jamás he amado a alguien como te amó. Recuerda esto; sin importar nada, voy amarte hasta el ultimo aliento que me quedé.

No supo como o el porque, pero todas y cada una de esas palabras y de las caricias que Cicerón estaba dándole, tenían un imperceptible y extraño toque de melancolía.

Esa noche fue suya de todas las formas posibles, sin embargo, para ella esos besos tenían un sabor a despedida.

.......

Aún era de madrugada cuando sus ojos despertaron. Faltaba muy poco para el siguiente amanecer, pero él sólo quería desaparecer.
Cicerón acomodaba su camisa abotonando con una lentitud tortuosa cada botón de está.

La habitación estaba casi en penumbras. Su mente, estaba en blanco. El dolor, la desesperación y la culpa taladraban su pecho hasta atravesarlo sacando en el intento su corazón. Lo que hubiera sido preferible a sentir lo que en esos momentos sentía.

Ya no había cambio de página. No había la oportunidad de cambiar las malas decisiones. Éste era ya un punto sin retorno.

Sacó el pequeño sobre de papel, con un beso sobre la fría hoja la apretó contra sus labios, con fuerza. Queriendo dejar en él, sus más profundos sentimientos.

Dejó el sobré la almohada, y aun lado, el negro cabello de Mía desperdigado sobre las sabanas. Su cuerpo, hermoso permanecía quieto y su respiración era acompasada y tranquila.

Cicerón acerco su mano, pero la detuvo a tiempo antes de siquiera rozar su piel con los dedos.

Reprimió el deseo y metió bajo llave su corazón. Cerrándolo y dejando la llave olvidada en un punto muerto de su subconsciente.

Era cierto. El amor era hermoso, encontrar la otra mitad de cada uno era una dicha que no podría compararse con nada más. Pero también era cierto que entre más se amá, más se sufre y más intenso es el dolor.

"Esperó que puedas perdonarme... Mía, te amo mi amor"

Sin hacer el mas mínimo ruido salió de la habitación y de la casa. Y con un dolor insoportable, también de su vida.

........

El auto llegó antes de que amaneciera, se estaciono con suavidad. Frente a la modesta casa de dos plantas en la avenida Lesster en el centro de Londres.

Sacó el celular y marco el numero. Lo coloco a lado de su oreja.
Esperó.

El molesto sonido la despertó, adormilada buscó el aparato en su pequeña cómoda a lado de su cama. Prendió la luz de mesa y miró el reloj. Eran las 5:45 de la madrugada. ¡¿Quien marcaba a esas horas?!

Miró la pantalla del aparato y su corazón casi da un vuelco. Acepto la llamada.

-¿Hola?

-Asomate a fuera.

Nerviosa se acercó a la ventana.
El auto de Cicerón estaba afuera.

¿Que pasaba?

-Ya bajó.

Tomo un abrigo y con cuidado de no despertar a su madre, bajó las escaleras sin prender una sola luz, por suerte no se quebró el cuello en el intentó.

Salió a fuera, la brisa de la noche calo en sus piernas casi desnudas. Trató de taparse con el abrigo pero su barriga no ayudaba mucho en el proceso.

Cicerón salió y caminó hasta ella, se saco el saco y se lo puso encima.

-¿Que haces aquí? ¿Que ha pasado?

-Es hora. Esta misma noche tomaremos el avión hasta donde esta la manada. Mañana mismo seras mi esposa, ya todo esta listo. ¡No voy a postergar esto un día mas! No me arriesgare a que intenten matarte o al bebé. Ya no estas a salvo aquí Odette. Además, teníamos un acuerdo.

La chica, pálida tuvo que sujetarse de el antes de dar de llenó con la realidad

-No lo has... ¡Reconsiderado! ¡Es que harás de mi vida y la de mi bebé un infierno! ¡Te juró que te odiaré por eso!

Cicerón, con una expresión estoica la tomó de la cintura.

-¡¿Que crees que haces?!
Trataba de no levantar tanto la voz para no alertar a los vecinos.

-Vendras, así tenga que llevarte a rastras.

En su mirada había algo diferente. Era como si de repente se hubiera transformado en el de antes. En ese hombre frío y calculador que la miraba con desprecio. Con soberbia.
Sin embargo, pudo notar de bajo de todo eso, que estaba sufriendo.

Quería preguntarle sobre que le había pasado, pero él de pronto ya la estaba metiendo al auto.

-¡Espera! ¡Al menos dejame despedirme de mi madre!

-Imposible, si lo haces, no permitirá que te vayas. ¡No quiero lastimar a nadie!
Eso último lo dijo apretando los dientes. Estaba enojado. Y ella no sabia que demonios le ocurría.

No pudo evitarlo, así que dudosa y asustada subió al auto.

Sin saber su destino.

.........

La pelirroja, paciente esperaba a que llegara su acompañante. Los guardias abrieron la puerta y Hérmes esposado de las manos entró.

La sonrisa de su rostro de esfumo al ver quien realmente quería verlo. Creyó seria su hermosa Odette.

Amará, ni tarda ni perezosa se colgó de su cuello tratando de besarlo, pero Hérmes se alejó de ella y de sus labios.

-¡No lo hagas, nunca más! Que haces aquí.
Enfadado tomó asiento.

Amará, reteniendo la rabia, lentamente tomó el lugar que le correspondía.

-Bien, si es lo que quieres. No volveré a besarte. De hecho seras TU quien me busqué después.

-¡¿Para eso has venido?! ¡Sera mejor que te marches!

Estaba por levantarse pero la pelirroja lo detuvo.

-Tranquilo, no te enfades. Sabes que soy así. Además, mi amor por ti no ha menguado ni un poco.
Hizo un puchero con los labios. Tal vez antes eso habría bastado para hacerlo caer en sus redes, pero Hérmes estaba aprendiendo a ser diferente a lo que alguna vez fue.

-Como sea... Habla de una vez, a que has venido.

Sonriente la mujer saco de entre sus cosas un sobre amarillo y grande.

-Vengo a sacarte de tu patética ignorancia, mi amor. Vengó a quitar de tus ojos la venda que Cicerón ha puesto en ellos.

Confundido Hérmes tomó el sobre y sacó su contenido. Eran fotografías de su hermano y Odette. En unas platicaban en otras parecían demasiado cercanos.
¡Que mierda era esta!

-¡Que demonios significa eso!

-Significa que Cicerón esta por tomar tu lugar como Alpha de la manada. Va hacerlo de forma formal.

-Bueno, eso es lógico ya que siendo mi hermano, puede hacerlo en mi ausencia.

-Es verdad, pero... ¿Es necesario que se casé con tu humana?

Eso fue como un mazo cayendo a toda velocidad sobre su cabeza.

-¡Que demonios dices!
Se levantó bruscamente de la silla.
Apretaba las fotos en sus manos.

-Asi como lo oyes. Cicerón ira a donde la manada y llevará a tu humana con él. A fin de que aprueben su matrimonio. Su unión. Y lo más probable es que la marque en ese lugar, frente a todos. De ese modo, sera un Alpha legítimo. Y ni tu ni nadie va poder quitarlo de su nuevo lugar.
Al parecer.... AMBOS han conspirado contra ti y te han dejado en este lugar, para siempre.

Con furia ciega, arrojó la mesa contra la esquina de la habitación. Rompiendo con la esquina el muro blanco.

-¡Mientes maldita perra!

Asustada Amara se arrinconó en la puerta.

-¡Te he traído las pruebas! Cómo puedes decir que miento. Lo sé por que, uno de tus beta me lo dijo en una visita que tuvo con Cicerón en su oficina. Él esta al tanto de todo.

Los guardias entraron, con macanas en manos trataron de neutralizar al lobo, pero era en verdad demasiado fuerte.

Sin más reparos, sacaron a la mujer de la habitación y a Hérmes lo confinaron en su celda.

Amara, satisfecha por lo que había hecho salió de la penitenciaria.

La pólvora ya estaba en su lugar y ella misma había prendido el fuego.

Esta vez... Hérmes no rechazaría la oferta para salir.

Saldría y así podrían matarse mutuamente mientras ella, disfrutaría del espectáculo en el mejor asiento.

Continuará....

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