La Élite de New High

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Si entras ya no sales. Si eliges, hazlo bien. Si te enamoras que no sea de ellos. La preparatoria... More

Sinopsis
El fetiche de Claire
Las emociones recelosas de Claire
La Regla de la Élite
El mensaje de Ethan
Detención
Cupido por un día
La confesión de Ethan
Las vacaciones de la Élite
Bora Bora
Tyron Makenzie
Felices 18 Claire
El plan de Ashley y Lily
El parque de diversiones
La casa de los Levinson
Los juegos del hambre
El sembradío de girasoles
El secreto de Ashley
El club de los corazones destrozados
El club de los corazones destrozados Pt.2
La cena de caridad de los Levinson
La cena de los Levinson Pt. 2
Nuevos miembros en New High
Club deportivo: Krone
Ultrafialový night club
Un día lluvioso
La musa de Chad Strasser
AVISO: SUCESO EN MÉXICO
Pool-Party
"Entre broma y broma, la verdad se asoma"
Tutorías de química
La carta
Un vestido color lavanda
Vuelo a Londres
Epílogo
Capítulo extra: Un anónimo para Tyron
Capítulo extra: La sesión para Calvin Klein

Una cita no planeada

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Sólo quedaba un día para que Ethan le pudiera decir a Claire que su primera cita sería cancelada a causa de la Élite de New High y sus planes de ir de vacaciones durante el periodo escolar. Pero claro estaba que no le diría nada, hasta que no hubiera alternativa y no viera alguna escapatoria del viaje que harían a Bora Bora.

Tenían que estar en el aeropuerto en la tarde, no habría posibilidad de decirle a Claire que lo acompañara hasta allá y que lo despidiera. Tampoco cabía la posibilidad para Giancarlo, quien había empezado a coquetear de una forma decente con Lauren.

Ambos amigos se estarían yendo lejos de las chicas que les gustaban a un lugar paradisiaco al que les hubiese gustado llevar a Lauren y Claire con ellos. Si tan solo estuvieran dentro de su grupo social...

El solo hecho de pensar que Claire se pudiera enterar antes de que él se lo dijera lo hacía temblar de miedo. No era que ella tuviera un carácter de ensueños, tampoco uno que te daba pavor, pero con certeza Claire era de las personas que si se enojaban lo hacían por un buen rato.

El viernes por la mañana Ethan se atrasó en su llegada a la preparatoria, para así no poder ver a la chica que le traía loco y que supiera que tendría que posponerse todo lo que habían planeado. Pero eso no le sirvió en nada. Mientras Ethan acababa de llegar a los casilleros Giancarlo le decía que era hora de que se armara de valor para decirle a Claire que no estarían mostrándose hasta la siguiente semana.

Quedaban pocas horas antes de que una catástrofe sin remedio ocurriera, y él no tenía los pantalones para cancelar la cita que tanto había querido. No porque fuera un cobarde, sino porque sabía que Claire no aceptaría sus disculpas y no habría otra oportunidad de salir con ella aunque le suplicara de rodillas.

—¡Oye Claire! ¡CLAAAAAIRE! —gritó Giancarlo.

—¿Qué haces? ¡Va a voltear!

—¡Eso es exactamente lo que intento que haga! Necesitas decirle ya. El lunes no vendrás y no te verá por un considerable tiempo, sin mencionar que hoy en la tarde te vas a un lugar con diferente huso horario. ¿No crees que pensará que sólo estás jugando con ella? —Se cruzó de brazos—. ¡CLAAAAAIRE!

—¡Estás muerto! —Ethan vio como Claire estaba a punto de voltear, así que se abalanzó a su amigo y lo derribó.

Cuando Claire volteó ya no había nadie que la llamara. Todos parecían estar en sus asuntos, entonces pensó que había delirado. Cerró el casillero y se fue con Ian a su salón.

Ethan observó, con un perfil muy bajo, como era que la chica que le gustaba se marchaba a sus clases. Por un momento le pareció que no había podido respirar bien después de la maniobra para hacer que Giancarlo no hablara.

—¿Y tú ya le dijiste a Lauren que iremos de vacaciones?

—¿Qué? —Giancarlo tosió, como si se le hubiera ido la saliva por otro lado—. Bueno lo nuestro es algo diferente. ¡Yo no le he dicho que me gusta!

Ethan lo miró, curveó las comisuras de sus labios y le dio una mirada que decía todo lo que estaba pensando, como si estuviera alegre de escuchar esas palabras.

—Gallina.

—¿Qué me has dicho, Ethan?

—Gallina —emitió un graznido y aleteo con los brazos—. ¡Giancarlo Mitman es una gallina! —Giancarlo apretó con rudeza los finos labios que tenía, ensanchó las fosas nasales y se le quedó mirando a Ethan mientras su amigo seguía haciendo desfiguros—. ¡Gallina! ¡Gallina!

—¡Bien! Le diré a Lauren que no me verá. No hará nada, porque sabe muy bien que no somos nada. —Se levantó— ¡Qué pena que Claire no sea como Lauren, quien no me reprochara nada por faltar a nuestra primera cita!

Sonó el timbre. Giancarlo agarró su mochila —la cual parecía más un portafolio— y se la colgó en el hombro.

—¡Más vale que huyas Gallina Mitman! —amenazó Ethan corriendo hacia su amigo.

Pasaron corriendo por los salones de la planta baja, haciendo alboroto. Adentro del último salón por el que pasaban se encontraba Claire y Lauren, quienes se estaban platicando las sensaciones que experimentaban por primera vez en la vida.

—¿Y a donde irán hoy? —le susurró Lauren, para que la maestra de química no las regañara por tercera ocasión.

—Aún no lo sé. Le dije que a donde él quisiera ir, sólo que no fuera muy elegante. —Claire se encogió de hombros—. Espero que sea un lugar bonito...

No lo quería admitir abiertamente, pero estaba hiperventilando al imaginarse cómo sería salir a solas con Ethan Miller. Había soñado eso varias veces, primero con Charles, luego con Giancarlo, y ahora era con el pelinegro.

Durante las siguientes clases Claire no dejaba de suspirar e imaginarse qué tanto podría hacer hoy en la tarde con él a su lado. Pensaba en cómo se peinaría, si dejaría su cabello tal como era o le haría algún arreglo de último momento; en qué usaría, si un vestido o leggins; también en si debería ponerse un gloss con sabor en dado de que surgiera su primer beso.

Pobre Claire Everlin, si tan solo supiera que su cita no se llevaría a cabo...

El sonido de la campana despertó una vez más a Claire, quien se había estado imaginando agarrando la mano de Miller, y lo miraba muy atenta casi como embelesada por su belleza.

Lauren y Claire estuvieron almorzando en las mesas que se encontraban en los casilleros, estaban esperando a Lily para poder gritar de emoción las tres juntas, pero más para no repetir de nuevo las cosas.

—¿Qué hacías con Ashley? —le preguntó Lauren, llevándose a la boca un pedazo de melón.

—¿Qué? ¡Ah nada! Me preguntó algo sobre un vestido... —mintió, pero no convenció a sus amigas. Al notar como Lauren y Claire intercambiaban miradas de complicidad para saber si le creían o no, decidió cambiar de tema—. ¿Y ya sabes cómo te vestirás para hoy en la tarde?

Claire se sonrojó y dejó a un lado su desayuno. Lily sabía que los de la Élite se irían de vacaciones; se lo había dicho Ashley ayer en la clase de equitación que tenían en el club. Lo que no sabían era que ella junto con a Ashley estaban planeando algo para que Ethan pudiera ir a su cita y no dejar plantada a Claire, ya que ambas sabían de antemano que el joven de apellido Miller sería todo un cobarde y no le diría los verdaderos planes del viernes por la tarde.

A Lily no le gustaría que su amiga sufriera de un corazón roto, y Ashley tampoco quería eso para Ethan; así que ambas prometieron que se ayudarían para que sus amigos pudieran salir y enamorarse como tanto lo deseaban.

Lauren interrumpió el momento, se disculpó y salió corriendo en dirección a la cafetería.

—¿Y bien?

—¡No sé! —Claire se hundió de hombros—. Pienso que a Ethan —Lily le estaba haciendo señales para que parara de hablar— le gusta verme con vestidos. En san Valentín —decía Claire, con un tono meloso— me dijo que me veía bonita así.

Escuchó como alguien se aclaraba la garganta. Abrió los ojos tanto que sentía que se le saldrían en cualquier instante. La pelirroja frunció los labios, observó a su amiga, quien estaba del tono del rojo vivo.

—¡Hola Ethan! —saludó Lily—. ¿Qué se te ofrece?

—¿Puedo hablar contigo? —le preguntó a Claire, y le agarró el hombro.

—¿Qué? ¿Conmigo? —Se giró y lo vio directo a los ojos. Vio a Ethan asentir con la cabeza—. Está bien —engulló saliva con demasiada fuerza.

—Antes que nada tienes que esperar a que yo camine primero. Te veo en el descanso de las primeras escaleras, ahí nadie podrá vernos.

Y así como lo dijo Ethan, Claire acató las órdenes. Le temblaban las piernas y le sudaban las manos. ¿Había escuchado Ethan lo que había dicho? ¿Habría él descubierto el tono con el que había dicho las cosas?

—¿Y qué es lo que querías decirme? —preguntó Claire, evitando el contacto visual.

Ethan se acercó a ella, tanto que hizo que Claire fuera a dar contra la pared y que no tuviera escapatoria. Puso su brazo a unos centímetros de la cabeza color caoba de la chica y se inclinó.

—¿Te he dicho que linda eres? —Sonrió. Claire se sonrojó, sentía el palpitar de su corazón acelerándose. Ethan pasó uno de sus dedos por las tersas mejillas de la muchacha.

—¿Has escuchado lo que dije? —preguntó Claire a duras penas. Ethan asintió con la cabeza—. Muy bien tienes que saber que no me importa nada de eso, lo hice para fingir delante de Lily... Iré vestida de otra forma, una en la que no puedas decirme absurdos cumplidos...

Ethan sonrió, bajó la mirada y la volvió a levantar con rapidez. Los ojos verdes de Claire se le quedaron viendo exasperantes de que sucediera algo.

—Yo sé que con cualquier cosa que utilices te verás bien. Pero... —Tomó aire, era el momento. ¿Cómo podía decirle a Claire que se deshiciera de todas las ideas que se había formado? ¿No había una solución, para no destrozarle las ilusiones?—. Bueno, será mejor que me guarde esto, al final de todo te estaré viendo en la tarde en la plaza, ¿o no?

—Sí, seguro.

Ethan se inclinó aún más, pero antes de que pudiera besar la mejilla de Claire, se detuvo al escuchar balbuceos. Claire lo alejó de ella de un empujón, él le pidió que no hablara para poder escuchar bien. Había alguien el descanso de la siguiente planta, así que decidieron ir a ver quién era.

Pelearon para que uno de los dos fuera a ver. Se decidió quien iría con el antiguo arte del piedra, papel, o tijeras, entonces perdió Ethan y subió primero, seguida de Claire. Cuando los dos ya estaban listos para subir a la par a las siguientes escaleras, se econtraron con Giancarlo y con Lauren besándose.

—¿¡Carlo!? —preguntó Ethan, con autentico asombro.

La chica de cabello negro como la noche se separó de los labios de Giancarlo. Tenía la cara de color rojo por la pena. Vio que Claire también se encontraba ahí. Miró a su derecha y sin pensarlo dos veces le soltó una cachetada a Giacarlo.

—¡Cómo te has atrevido a besarme! —Se paró y bajó las escaleras—. ¡Vámonos Claire! —La jaló de la muñeca.

—¡Te veo en la tarde! —le gritó Ethan.

Cuando el rostro pecoso de Ethan giró y miró a su amigo, frunció el ceño. Él chico de cabellos rubios se encontraba cruzado de brazos y negando con la cabeza.

—¿Qué? ¡Tengo un plan!

Al escuchar el sonar de la campana Ethan soltó un suspiro de alivio. Ya no tendría que decirle alguna excusa a Carlo sobre un plan que todavía no tenía.

—¿Por qué han salido Lauren y Claire corriendo escaleras abajo? —les preguntaron a sus espaldas. Voltearon y vieron a Tyron, encarnando una ceja y señalando las escaleras con el pulgar—. ¿Y por qué ustedes están aquí con esas sonrisas enormes?

—¿Sonrisas? ¿Qué sonrisas? —fingió Carlo—. Tyron... creo que te has vuelto más loco de lo que estabas. Ahora arrastra tu mochila hacia el salón de inglés.

En el transcurso de la clase de inglés, Claire se sentó con Tyron e Ian —aunque estos dos no se llevaran muy bien—. Platicaba con ambos y sonreía. Era muy raro que sonriera con frecuencia, tanto, que Tyron Makenzie tuvo que preguntarle si todo andaba bien.

Al terminar la clase Ian se colgó la mochila de Claire y la acompañó a su salón. Ethan ya iba en encuentro del rubio que cortejaba a su chica en sus narices cuando Giancarlo apareció y le impidió continuar con su trayecto.

—Te está viendo Serena, así que cálmate.

—Bien... ¡Pero que ni crea que Claire le hará caso! —Ethan rodó los ojos y fue con sus demás amigos.

Cuando fueron las dos y media de la tarde, todos salieron corriendo hacia el carrusel de carros para irse de ese abominable lugar llamado "preparatoria". A la Élite de New High le había tocado su última clase en el tercer piso, así que en lo que todos bajaban Ethan se recargó en el barandal y admiró a todos.

Había encontrado a Claire, dado que no era difícil de buscar entre la multitud con su cabello color caoba. Serena llegó a su lado, entrelazó su brazo con el de él y recargó su cabeza en Ethan.

—¡Verás que no hay nada tan hermoso como Bora Bora!

Claro que lo hay, ¿acaso no ves a esa chica que está haciendo gestos muy raros y sonriendo como si el mundo dependiera de ello? ¿Es que no ves a Claire Everlin? —pensó Ethan—. Te creo —Le sonrió y se fue de ahí.

En cuanto Ethan llegó a su casa empezó a rogarle a su hermano que le cambiara el boleto de avión, para que así él tomara el vuelo de la noche y Patrick el de la tarde. Todo dependía ahora de un Miller; de un sucio y arrogante Miller.

—¡BIEN! Te cambio el boleto de avión. ¡¿YA PODRÍAS DEJARME DE MOLESTAR?!

—¡Seguro! —Ethan intercambió los boletos y salió de la habitación de su hermano, para dejarlo seguir empacando.

Tocaron el timbre de la casa, fue hasta el aparato en el que pedir que dejaran pasar a alguien a la casa. Cuando tocaron la puerta principal, Ethan fue a ella, la abrió y se quedó sorprendido al ver a Serena junto a Tiffany y Giancarlo.

—¿Ya tienes tus maletas? —preguntó, entrando a la casa—. Decidimos pasar por ti, así que... ¡vámonos!

Ethan miró a su amigo, quien se limitó a hundirse de hombros y negar con la cabeza con una cara llena de confusión. Volvió a mirar a Serena, quien estaba expectante a lo que diría él. Le sonrió a duras penas, y pasó la mirada al reloj de su muñeca, faltaban quince minutos para que Claire llegara a la plaza.

Mientras esto pasaba, Claire ya estaba camino a la plaza. Estaba radiante, luciendo unos jeans oscuros y una blusa sencilla de color blanco y un blazer color azul marino. Estaba emocionada por lo que acontecería. Se había arreglado tanto que ni ella se reconocía en esos instantes.

Al llegar a la plaza se despidió de sus padres y corrió al lugar en el que había quedado de verse con Ethan. Se sentó en unas bancas que había enfrente de la entrada del cine, y aguardó.

Habían pasado ya diez minutos y Ethan no aparecía. Claire pensaba que no estaba ahí a causa del tráfico y que en cualquier momento él llegaría disculpándose, entonces tendría que fingir que estaba enojada con él. Veinte, treinta minutos y Claire no podía encontrar ninguna mata tan negra como la de él.

La había plantado. Ethan la había dejado ahí. Estaba triste, con ganas de llorar y decirse que lo sabía, que todo era un engaño y que no debió dejarse seducir por el patán de Ethan Miller. Cuando hubo controlado el llanto se paró de la banca y caminó hacia las escaleras eléctricas. Alguien la agarró de la muñeca, entonces su corazón a palpitar otra vez con rapidez.

—¡Hola Claire! —dijeron, y ella volteó.

Ian estaba ahí parado enfrente de ella, con una sonrisa implacable.

—¿Qué haces? ¿A dónde vas?

—Lily... Lily me ha dicho que no pudo venir —mintió. Sintió un nudo en la garganta, entonces sonrió con esfuerzos—. Será mejor que me vaya...

—¡Pero qué dices! ¡Quédate! —dijo Ian, casi en una súplica—. ¿Iban a ver una película? —Claire asintió con la cabeza. Las ganas de llorar la inundaban pero no podía lamentarse con él en ese momento, sino era capaz de ir hasta la casa del arrogante de Miller y golpear por dejarla sola—. Bien, entonces será mejor que vayamos por las entradas, y en lo que empieza la película te invito a comer, ¿te parece?

—Gracias Ian —agradeció Claire, curveando los labios.

Al otro lado de la ciudad Ethan ya estaba abordando al avión. No podía si quiera mandarle un mensaje a Claire pidiéndole una disculpa, diciéndole que lo compensaría de una manera u otra, puesto que Serena no se le quitaba de encima; y él tenía que fingir interés en ella, sino todo se acabaría.

Lo que Ethan no sabía era que todo podría acabarse en un tronar de dedos, ya que había dejado a Claire Everlin en las manos de un rubio de ojos azules de nombre Ian Cowell.

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