Enséñame a amar

By Suzumito

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Dorothy Brandsom tiene una vida llena de personas diversas: padres separados, un hermano idiota pero al que q... More

¡Hola de nuevo!
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08

Capítulo 01

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By Suzumito

La Señora Robbins se paseaba por la clase con el libro entre las manos. Odiaba esa clase, y por eso me pasé la hora entera con el ceño fruncido. Patty, que se sienta a mi lado cuando tenemos alguna clase juntas, me miró con una sonrisilla en la cara. Me estaba poniendo de peor humor.

–"¡Oh, tú, Otelo, un tiempo tan eminente, –continuó la Señora Robbins, alzando los brazos y mirándonos de vez en cuando para ver si continuamos la lectura– caído en los brazos de un esclavo maldito, ¿qué se dirá de ti?" –hizo una brevísima pausa, alzando la mirada por encima de sus gafas-. Señor Morris, ¿podría continuar?

Oliver, mi mejor amigo y al que la profesora se dirige como "Señor Morris", chasqueó la lengua y le vi apretar con fuerza el libro, al parecer no estaba siendo muy discreto mientras mandaba mensajes a Dios sabe quién. Se aclaró la garganta para hablar antes de pronunciar la siguiente frase.

– "Pues cualquier cosa: asesino honorable, si queréis, pues nada he hecho por odio, sino todo por amor" –recitó con total naturalidad y perfecta entonación.

La campana sonó antes de que la Señora Robbins pudiera pronunciar la siguiente frase, así que cerró el libro de golpe, con una sola mano y empezó a vociferar los deberes para el siguiente día. Nosotros nos dedicábamos a asentir con la cabeza, una forma de decir "sí, te hemos escuchado", mientras recogíamos nuestras cosas y las metíamos de cabeza en la mochila. Una vez fuera, nos acercamos hasta nuestras taquillas, la buena noticia es que esa ha sido la última clase del viernes, y eso significa total libertad.

–¿Qué vamos a hacer este fin de semana? –preguntó Patty, que se la veía más entusiasmada de lo normal.

–Podríamos ver una película en el cine, hay algunas que tienen muy buena pinta –propuse mientras atravesábamos el pasillo para llegar a la puerta principal, donde la estampida hormonal de chicos y chicas de instituto nos empujaban con ellos.

–Me gusta la idea –opinó mi querida amiga.

–¿En serio? ¿Queréis ir al cine? Yo estaba pensando más en maratón de Piratas del Caribe –protestó Oliver.

–Eso también es buena idea, ¿no te parece, Dot? –respondió Patty, a lo que asentí lentamente. Me encanta Piratas del Caribe.

Cuando estábamos saliendo vi una figura que me era familiar en el mismísimo parking del instituto. Reconocería en cualquier lado ese Audi negro, por no hablar del hombre que me divisaba con una sonrisa de oreja a oreja, trajeado, y con el pelo engominado, lo que parece más bien césped recién cortado.

–Mierda, –espeté mordiéndome el labio inferior– este fin de semana me toca irme con mi padre. Lo siento chicos –me volví hacia ellos, agachando la cabeza y repitiéndome a mí misma "Adiós a las palomitas y las Oreo del maratón".

Mis amigos lo comprendieron perfectamente, así que me dieron una palmadita en el hombro y se despidieron de mí hasta el lunes. Llegué hasta mi padre, que me recibió con un abrazo y yo se lo devolví. Mis padres se divorciaron cuando yo era muy pequeña, no me afectó mucho, porque mi hermano siempre estuvo ahí para mí, aun así toda mi vida se ha basado en vivir con mi madre y pasar algunos fines de semana y algunas vacaciones con mi padre, como en este caso.

–Hola cariño, –besó mi cabeza– ¿qué tal las clases?

–Exasperantes, como siempre.

Mi padre se echa a reír mientras presiona el botón de las llaves para que se abriera el coche. Me cogió la mochila y la guardó en el maletero. Podrá no haber sido el mejor marido para mi madre, pero para mí es todo un caballero y el mejor padre del mundo aunque no le veo tanto como me gustaría.

–Imagino que Chan no vendrá, ¿cierto? –pregunté una vez estábamos los dos en el coche.

Chan es el mote con el que llamo a mi hermano, aunque en realidad se llama Jackson. Al parecer cuando era pequeña vimos una película de Jackie Chan y de ahí saqué el mote (aclaremos que mis padres le llaman Jackie). En mi defensa diré que tenía dos años y medio y apenas podía pronunciar mi propio nombre, Dorothy.

Mi padre asintió, manteniendo su sonrisa de soltero cuarentón. Es todo un partido, no sé por qué nunca se ha echado una novia, aunque lo mismo se aplica a mi madre.

–Me ha dicho que tenía cosas que hacer para la universidad. Estoy orgulloso de tener un hijo tan responsable.

Mi hermano era una persona muy responsable, eso es verdad, pero era un genio que no necesitaba todo el esfuerzo de un fin de semana para hacer cualquier trabajo o estudiar. Seguramente vaya a pasarse el sábado por la tarde y todo el domingo con Ann, su novia. No me malinterpretéis, me encanta Ann, es la hermana que cualquier chica desearía y además nos conocemos desde siempre puesto que vive un par de casas al lado de la nuestra, pero me aburría pensar en el hecho de que mi hermano me había traicionado dejándome sola todo el fin de semana con mi padre. Tampoco teníamos tanto de que hablar.

–Que afortunado eres de tener un hijo como él –le repliqué, haciendo hincapié en la palabra "hijo".

–También estoy orgulloso de ti, Dorothy. Eres mi niñita después de todo.

–Ahora no intentes arreglarlo –le dije con una sonrisa. Nunca me tomaba lo que decía en serio al cien por cien, por eso siempre le solía decir las cosas a modo de broma, cosa que me agradece.

***

Llegamos a mi casa, y por suerte parecía que mi madre no había vuelto de trabajar. No me gustaba que se vieran, porque enseguida empezaban a discutir y a echarse las cosas en cara, pero por separado eran los mejores padres que se puede tener. Aparcamos en la puerta y me bajé del coche a toda prisa para recoger mis cosas, las cuales deberían estar ya metidas en una pequeña bolsa de viaje desde el día anterior, pero gracias a un par de trabajos de última hora se me olvidó por completo.

Mi padre se quedó esperando apoyado en el coche mientras yo subía a mi habitación para empezar a preparar la maleta. Pasé por delante de la habitación de mi hermano, y escuché una risa aguda que reconocería en cualquier lado. Abrí la puerta con los ojos cerrados. Nadie sabía lo que podrían estar haciendo.

–¡Lo sabía! Traidor... –acusé con el dedo, apuntando a todas partes de la habitación.

–¿Qué narices estás haciendo, Dolly? –preguntó mi hermano.

Abrrí los ojos lentamente, visualizando poco a poco a mi hermano sentado en su silla y a Ann tumbada en su cama mirándome extrañada.

–Pensaba que podríais estar... Ya sabes –me sonrojé levemente. Es mi hermano por el amor de Dios.

–¿Y a qué viene lo de traidor? –preguntó.

–No te hagas el tonto, Chan. Me has dejado el fin de semana con papá y le has mentido diciéndole que tienes trabajos de la universidad. –Me crucé de brazos, apoyándome en el marco de la puerta–. Pero sé que vas a pasarte el fin de semana con Ann.

–Perdona hermanita, pero sí que tengo cosas que hacer –alzó lo que parecía ser una lista de tareas marcadas con distintos subrayadores.

–No es escusa. Tardarás solo una mañana en terminarlo.

Ann, que me estaba mirando, volvió la mirada a Chan y asintió en silencio. Sabía tan bien como yo que él es un genio en cuanto a estudios se refiere. Chan suspiró, rindiéndose, cuando vio que hasta su novia se ponía de mi parte. Se levantó y rebuscó en su mochila, desgastada con el paso de los años.

–Está bien, sabía que esto pasaría –comentó con un aire un poco dramático.

Saca de la mochila lo que creo el paraíso. Un par de paquetes de Oreos aparecieron frente a mí, y mi hermano sonrió con suficiencia. Sabía que las Oreo eran mi debilidad, y encima con doble relleno... Agarré los paquetes con una sonrisa y salí disparada a mi habitación antes de que cambiase de opinión.

-¡Te quiero hermanito! –dije con un tono cantarín y burlesco a la vez.

Agarré la bolsa de viaje que más a mano tenía, y empecé a meter diversa ropa, un pijama, mi Mac, muda y mi cepillo de dientes. Los paquetes de Oreo los metí entre la ropa, para que no se rompiera ninguna galleta.

***

Después de una hora y media larga de viaje, llegamos a la casa de mi padre, en Miami. Lo que más me gustaba de venir a verle era nuestra perra, y la playa. Mi padre se compró un labrador blanco hace unos tres años. Se llama Picki y es la cosa más bonita y peluda del mundo. La casa de mi padre consta de dos plantas y un enorme jardín trasero. Es bastante grande para ser la casa de un hombre soltero, pero tuvo en cuenta arreglar dos habitaciones para cuando Chan y yo viniéramos de visita. Fui corriendo hacia la puerta, porque sí, tanto mi hermano como yo tenemos una copia de la llave para cualquier cosa que pueda pasar, y nada más entrar me puse de brazos abiertos esperando a que Picki viniera corriendo a saludar. Pero no lo hizo. Me giré con la mirada confusa, buscando alguna respuesta y mi padre me indicó que mirase en el jardín. Dejé la bolsa sobre el sofá y corrí hacia el patio, y lo que me encontré es mucho mejor de lo que esperaba.

Picki había tenido perritos. Ella levantó la cabeza para mirarme, pero estaba demasiado ocupada dando de amamantar a sus cachorros. Me acerqué despacio y me arrodillé a su lado, saludándola y acariciándole muy lentamente la cabeza, ella me lo agradeció con un lametón en la mano.

–Dios mío papá... ¿Por qué no me dijiste nada? –pregunté cuando le vi en la puerta del jardín.

–Quería que te llevases una sorpresa.

¿Sabéis esa sensación de ver una cosa monísima y querer llorar de lo mona que es? Multiplicadlo por diez. Diez, ni más ni menos. Diez preciosos perritos recostados al lado de Picki. Decidí hacerme una foto con Picki y sus diez bebés, se la envié a Chan, para darle un poco de envidia, y me devolvió el mensaje con varias de esas caras que parecen El grito versión Whatsapp.

–¿Quién es el padre?

–Es un labrador de color negro que vive en esta misma calle. La dueña del perro y yo nos hemos hecho amigos.

Alcé la cabeza, inmóvil, ante esa palabra. Mi padre me observó y negó con la cabeza.

–Hemos coincidido en el parque varias veces, y como Picki y Tom se llevan muy bien, –ah, que el perro se llama Tom–, hemos quedado alguna que otra vez para tomar café y que los perros jugaran.

La conversación no llegó a más, y preferí no preguntar. La cuestión es que mi padre me había ocultado que Picki estaba embarazada desde hace... no sé si los perros tienen un embarazo igual, menos o más largo que las personas.

Me instalé ligeramente en mi habitación. La habitación de mi hermano y la mía son iguales salvo por los colores. La mía es azul y la suya amarilla. Tenemos lo básico para pasar aquí un mes de verano como hemos hecho muchas veces a lo largo de los años: cama, armario, mesilla de noche y escritorio, con silla incluida. Guardé la bolsa directamente en el armario, sin preocuparme por ordenarlo, total solo iba a estar dos días. Papá había ido a comprar, eso quería decir que tenía una hora para mí solita. Abrí el ordenador y vi el capítulo que me tocaba de Juego de Tronos. Como siempre, espectacular.

Bajé a ver cómo estaba Picki, y me encontré a los pequeños dando vueltas por el jardín, persiguiéndose unos a otros, rodando o intentando subirse al lomo de su madre. Yo sonreí ante la escena, y cuando pisé el jardín vinieron todos a mí, incluida Picki, que parecía muy cansada de cuidar de todos. Me pregunté si mi padre tenía intención de quedárselos o regalarlos. De pronto me llegó un mensaje de Chan:

Sé que tienes problemas con literatura, así que te he conseguido un tutor particular. No me lo agradezcas hermanita.

No sé qué quiso decir con eso, y sé que sus intenciones son buenas, pero me acaba de hacer sentir una inútil. Soy una estudiante de sobresaliente, y la única asignatura que se me resiste es literatura. ¿Por qué tengo la sensación de que sólo me pasa a mí? Apruebo, eso sí, pero no llego al sobresaliente, a muy duras penas llego al notable. Sea lo que sea, hablaría con él más tarde.

Sonó el timbre, y dejé a los perritos nuevamente solos en el jardín, a lo que algunos me dedicaron llantos que me rompían el corazón. Al abrir la puerta, una mujer joven y muy muy rubia me ofreció una sonrisa. El labrador que va con ella me dio una pista de quién podía ser.

–Hola, ¿está Patrick?

–Ha ido a comprar, pero no creo que tarde en volver, –le sonreí de vuelta y me agaché hasta mirar de frente al perro- y creo que él es Tom, ¿me equivoco? –pregunté.

–Sí –rio con lo que yo considero algo de nerviosismo, y miró a Tom acariciándole detrás de las orejas.

La invité a entrar y le ofrecí algo de beber, aunque si mi padre había salido a hacer la compra no sé qué tendrá por aquí que yo pueda ofrecerle. Al final encontré algo de café y le preparé una taza, con un poco de leche como ella me había dicho. Preparé otra para mí, y nos sentamos en la mesa de la cocina que daba hacia el jardín, observando a los perritos jugar. Al poco volvió a sonar el timbre, esta vez debía ser mi padre, y efectivamente, al abrir la puerta me encontré con él, cargado con tres bolsas de compra repletas de comida.

Le ofrecí mi ayuda, pero en seguida se negó y avanzó hasta la cocina con un poco de prisa, lo que me hizo reprimir una sonrisa ante su visible intento de autosuficiencia. Se sorprendió un poco de la presencia de Linda, la vecina, y le regaló una sonrisa cansada. Los dejé solos y me llevé la taza de mi café a mi habitación, allí continué viendo capítulos de Juego de Tronos hasta que pensé que si seguía no tendría luego nada que ver por las noches. También me paseé por Youtube y Twitter, donde subí la foto que me había tomado antes y en seguida recibí menciones de Oliver y Patty diciendo que son preciosos. La verdad es que ojalá pudiese llevarme uno a mi casa y enseñárselo en persona.

Un rasgón hizo que desviase la mirada del último video que había subido Smosh y vi a uno de los cachorritos sentado al lado de mi pierna con las patitas delanteras intentando darme en la pierna. Sonreí y me agaché a cogerlo, tiene el mismo color que su madre, pero el pelo del lomo un poco más oscuro, lo que parece un degradado perfecto. Ladró con esa voz aguda particular de un cachorro, y yo le acaricié la cabeza.

***

El resto de los días se basaron entre jugar con los cachorros, hacer unos pocos deberes y ver Teen Wolf. ¿Qué? No quería terminar Juego de Tronos, sería una pena. Papá me llevó a casa y vi a mamá en la cocina a través de la ventana. Era casi la hora de cenar, así que imaginé que estaría terminando de preparar la cena. Desde ahí podía oler el queso fundido y me froté las manos, pensando en los sándwiches de jamón york y queso que nos estaría preparando mamá. Recogí mi bolsa y papá se despidió de mí con un beso en la mejilla. Le hice prometer que me enviaría fotos de los cachorros de vez en cuando, mínimo una vez a la semana.

Entré en casa y saludé a mi madre con un beso, me advirtió de que arriba estaba Chan con Ann, así que pasé por el pasillo intentando no hacer mucho ruido para no molestarlos. Entré en mi habitación y volví a poner en orden la ropa que me había traído. Aún conservaba la mitad de uno de los paquetes de Oreo, así que lo guardé en el cajón, coloqué el Mac sobre el escritorio y bajé para poner la mesa. Al poco bajaron Chan y su novia, y cuando ella estuvo a punto de salir por la puerta mi madre asomó la cabeza por el pasillo.

–¿No te quedas a cenar, Ann?

–Muchas gracias por la invitación, pero hoy es el último día que pasa mi abuela en casa y vamos a cenar todos juntos –contestó Ann.

–Vaya, –comentó mi madre con un hilo de voz decepcionado– otro día será.

Mi madre estaba encantada con Ann, igual que mi hermano y yo. Muchas veces se quedaba a cenar o incluso a dormir, a mi madre no le importaba realmente, su hijo tiene 21 años y cree que ya es suficientemente maduro como para saber lo que hace. Si supiera que el otro día me compró con Oreos...

Chan se fue a acompañar a Ann a su casa, que aunque no estaba muy lejos le gustaba ver que llegaba bien. Mientras, mamá y yo ponemos la mesa. El delicioso olor de sus sándwiches hizo que me rugiera el estómago, pero ella me advirtió con la mirada que ni los mirase hasta que no volviera mi hermano. Terminamos de poner la mesa en silencio mientras el sonido de la freidora adorna el ambiente. A los pocos minutos apareció Chan, que se sentó en la primera silla que vio y empiezó a devorar uno de los sándwiches.

–¡Jovencito! ¿Qué te tengo dicho?

Chan nos miró con el ceño fruncido y se dispuso a hablar con la boca repleta de lo que hace poco dejó de ser pan con queso.

–Pero tengo hambre, mamá –replicó después de haber tragado. Yo me reí y me senté en uno de los lados de la mesa, atacando también a un sándwich. Mamá suspiró y se sentó con nosotros a cenar mientras las patatas terminaban de freírse.

–¿Qué tal el fin de semana, cariño? –me preguntó.

–Muy bien, la perra ha tenido diez cachorritos y me he tirado el fin de semana jugando con ellos. ¿Y a ti qué tal te ha ido?

–Bien, he descansado del trabajo. Hay un par de parejas que me han pedido ayuda para sus divorcios y he revisado un poco los informes a ver qué podemos sacarles a esos maridos suyos. Ex maridos, –aclaró– dentro de poco –finalizó sonriente, dándole un bocado con rabia a su pobre sándwich.

Mamá trabaja en el buffet de abogados con más prestigio de West Palm Beach. Su especialidad son los divorcios, e incluso llevó acabo el suyo por lo que me ha contado Chan a lo largo de los años. Ya no había fotos de mi padre por la casa, salvo las que yo conservaba en un álbum de fotos que tenía escondido en mi habitación.

Después de cenar me preparé una taza de leche calentita y me subí a mi habitación para ver qué trabajos debía empezar a plantearme y cuales tenía que priorizar. La puerta sonó y sé que es mi hermano porque mi madre estaba abajo fregando la poca vajilla que habíamos usado al cenar.

–Adelante.

–Dolly, no hagas planes para mañana porque va a venir tu nuevo tutor.

Oh, cierto. Se me había olvidado. Últimamente tenía muy mala memoria, ¿qué rayos te pasa, Dorothy?

–También quería hablarte de eso, –intervine antes de que se marchase– ¿qué es eso de un tutor?

–Tengo un amigo en la universidad que es bueno con literatura, de hecho está estudiando filología en la universidad.

Wow, mi hermano tiene contactos. No pensaba que conociese a alguien de otra rama, normalmente es al revés, la gente le conoce a él. Pero es normal, mi hermano es atlético y es la estrella del equipo de fútbol de la universidad de Florida. Él y yo compartimos los mismos ojos grises heredados de nuestra madre, lo que al parecer atrae a muchas chicas –a mí por el contrario esos temas no me llaman la atención–. Ya en el instituto todas se pegaban a él como si fueran imanes, por eso Ann siempre se cabreaba, hasta creo que una vez se metió en una pelea porque una chica le había tocado el trasero a Chan.

–¿Quién te dice a ti que necesito un tutor?

–Tus notas –respondió, y se me hizo un nudo en la garganta–. Sé que eres brillante, por el amor de Dios eres mi hermana, tu nota media no baja del sobresaliente salvo, oh, literatura. No entiendo cómo puede costarte tanto. ¿Cuánto sacaste en el último examen? –preguntó con los brazos cruzados. Tenía la sensación de estar hablando con mi madre en vez de con mi hermano.

–Un suficiente alto... –respondí totalmente avergonzada.

–Pues por eso mismo le he pedido el favor, y porque sé que quieres ese sobresaliente que tanto te mereces por tu esfuerzo. Así que mañana vas a tener una tarde llena de libros.

Odiaba admitirlo, pero tenía razón. Puede que me venga bien una ayuda extra que no sea Patty y Oliver, a los cuales suelo sacar de quicio muchas veces por mi falta de incomprensión hacia la materia.

***

Había pasado medio día y mi sonrisa iba en aumento. Me encantaba cuando los profesores valoraban mi trabajo, en todas las asignaturas menos en literatura, claro. Por suerte ese día no tenía esa odiosa clase y podía dedicarme a sonreír en química, matemáticas y, ¿por qué no? También en gimnasia. El tiempo estaba un poco nublado y el profesor había decidido que jugásemos al balón prisionero dentro del gimnasio. Preferiría estar estudiando, pero nunca viene mal un poco de deporte. Nos dividió en dos equipos, por desgracia Oliver estaba en el otro equipo, y Patty y yo nos lanzábamos miradas cómplices mientras que Oliver ponía esa cara neutra y pasiva que le caracterizaba.

El juego avanza, y en las cinco rondas que habíamos hecho a lo largo de la hora había matado a siete personas del bando contrario y ellos solo me habían dado una vez. No soy especialmente buena en gimnasia, pero se me da de lujo huir del balón. En ese momento vino Kate, la representante del consejo escolar. Admito que Kate me daba bastante envidia, en el lado positivo de la palabra; tenía excelentes notas y era admirada por todos, incluidos animadoras y el equipo entero de béisbol, deporte estrella del instituto. Era todo un modelo a seguir, tan educada y perfecta. Su grupito iba detrás de ella sosteniendo una gran pila de papeles.

–Hola chicos, vengo a traeros los panfletos para el baile de Halloween, podéis ir con quien queráis. Y sobre todo espero que nos lo pasemos muy bien –comentó tan sonriente como siempre. Hasta sus dientes brillaban.

–No me apetece nada ir a ese baile –refunfuñó Oliver a nuestro lado. La verdad es que tampoco me apetecía ir, pero solo había que ver la cara iluminada de Patty para saber que nos iba a obligar a ir.

Repartió los panfletos uno por uno, sonriéndonos a todos. Las chicas se marcharon, y algunos aprovecharon la situación para recoger sus mochilas y largarse a la siguiente clase. Yo compartía la hora de química con Oliver, Patty estaba en otra aula dando economía.

***

Las horas pasaron y llegó la hora de volver a casa. Patty y Oliver no vivían precisamente cerca de mí, ellos viven en la misma calle pero en dirección contraria, aun así siempre se ofrecen a llevarme hasta mi casa para no ir sola. Aún no me sentía segura al conducir un coche. Para mi sorpresa, Chan no había llegado de la universidad, así que me preparé para estar toda la tarde estudiando y haciendo trabajos; primero me hice un buen vaso de café y lo subí hasta mi habitación, abrí el Mac dejando el editor de texto abierto, puse un poco de música y saqué las Oreo que no me había terminado en casa de mi padre.

Al rato se escuchó la puerta principal, y diferencié la voz de Chan entre los murmullos. Intenté concentrarme en los apuntes de química de esa mañana y en revisar qué ejercicios debía entregar en la siguiente clase cuando alguien llamó a mi puerta.

–¿Dolly? ¿Estás visible?

–No soy como tú, Chan, que te pasas el día en calzoncillos.

Mi hermano parecía ofendido, porque casi tiró la puerta del golpe que le dio para abrirla.

–Estás haciéndome quedar mal delante de Ben.

De pronto una figura se dejó ver al lado de mi hermano. Era un chico con el pelo alborotado que le tapaba los ojos, llevaba una sudadera gris que parecía tres tallas más grande.

–Hola –saludó con una voz grave bastante atractiva para el oído.

–Te presento a tu nuevo profesor, Ben Price.

–Hola... –murmuré, con la mirada perdida en algún lugar de la pared, buscando algún punto de confort que intente quitarme los nervios.

–Me ha dicho Jackie que tienes problemas con literatura y me ha pedido el favor de ayudarte.

–Sí, tiene razón, –y conforme vamos hablando un poco más, mi hermano nos dejó solos en mi habitación– no entiendo cómo puede costarme tanto, apenas apruebo con un notable.

–Un notable no es una mala nota –sonrió mientras se sentaba en la cama.

–Pero no es un sobresaliente –repliqué.

–Está bien, está bien –alzó las manos en señal de paz–. ¿Qué es lo que estáis viendo en clase?

Otelo... –respondí de mala gana.

–Shakespeare –corrigió Ben–. ¿Tienes algún trabajo para que pueda ver cuáles son tus puntos flojos? –enarqué una ceja. No me gustaba nada cómo había sonado eso, me hacía parecer débil. Después de ver mi cara, Ben se rascó la nuca y repitió la frase– ¿Tienes algún trabajo para ver cuáles son tus virtudes?

Busqué en un archivador y saqué un trabajo que hacía una semana habíamos hecho sobre Tartufo, de Moliére, en el que apenas llegué al notable bajo. Ben lo leía detenidamente, y al cabo de unos cuántos párrafos comenzó a sonreír, y al poco a reírse. Fruncí el ceño, a mí no me hacía ninguna gracia porque me había pasado una semana investigando y dedicándome a ese trabajo. Intenté arrancárselo de las manos, pero era más rápido y lo alejó para que no lo cogiera.

–Dios Santo, Dorothy, eres muy técnica en tus trabajos –comentó, aún con la risa en la boca–. Es totalmente comprensible que tu profesora no quisiera subirte la nota –se aclaró la garganta cuando le miré con las cejas tan levantadas de la sorpresa que hasta me dolían–. No digo que tu trabajo esté mal, está perfectamente estructurado, pero parece que lo ha escrito una máquina... Dime, ¿nunca te has enamorado?

–No –contesté con total indiferencia–, esos temas no son para mí. Claro que sé reconocer a un chico guapo cuando le veo, pero nunca me he sentido atraída por nadie.

Mentí. Recordaba una vez en el jardín de infancia cuando John McCall me regaló un trozo de tierra y le quise con todo mi corazón. Luego le vi darle otro trozo a otra niña y ahí se acabó mi primer amor, en cinco minutos. Pero obviamente ese no cuenta.

–Eso, y perdóname que sea yo quien te lo diga, hace que seas un poco insensible y no sepas interpretar muy bien los sentimientos de los personajes. Te falta empatía, sentimiento y experiencia propia. Me gustaría que esta noche vieses la película más cursi que he visto nunca, La sirenita.

Me reí ante su propuesta. Al parecer quería ponerme a prueba para ver si tengo o no sentimientos. Será imbécil. Venir a mi casa y soltarme todas esas cosas así de repente. ¿Qué si soy técnica? ¡Pues claro! Siempre hago los trabajos siguiendo unas pautas porque para eso son trabajos, si tuviera que hablar de sentimientos y esas chorradas se llamarían "diarios".

Al poco Ben se marchó y me dejó con mis tareas. Me inundé totalmente en los deberes de química para intentar olvidarme de ese energúmeno, y al rato recibí una llamada de Patty por Skype. Tenía una duda sobre una asignatura, y mejor que hablemos, porque así debatimos sobre una respuesta en común y me ayudaba a repasar. Por la noche acabé para el arrastre. No tenía fuerzas ni para bajar a cenar, así que me tumbé en la cama dispuesta a dormir. Que le den a La Sirenita.

****************************

¡Hola! Sí, sé que dije que iba a comenzar esta novela en Marzo, pero me voy de viaje y no podía esperar más a subir al menos el primer capítulo >.<

El siguiente capítulo sí que lo subiré en Marzo, por eso espero que seáis pacientes <3

–Suzu

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