Últimamente las cosas en el instituto no han ido tan mal como imaginé, si bien al principio las miradas furtivas por parte de mis compañeros eran pan de cada día, inclusive el entrenador me había prohibido seguir en el equipo. Por suerte logramos solucionar todos los percances y podría afirmar que la situación ha mejorado, hasta he hecho nuevos amigos.
Por otro lado, con respecto a lo sucedido con Evan no he avanzado. Mi orgullo no me permite buscarlo y creo que el suyo tampoco. Sin embargo, lo último que quiero es que nuestra amistad acabe de esta forma.
— ¿Cómo no puede darme cuenta antes? —interroga Tyler con una mano en mi mejilla, nuestras miradas se encuentran conectadas.
Nos mantenemos recostados en mi cama manteniendo una amena conversación con una que otra caricia. Por suerte los chicos salieron y no creo que regresen hasta dentro de un par de horas.
— ¿De qué? —inquiero en un susurro, nuestros rostros están cerca uno del otro, tanto así que su aliento acaricia mi mejilla.
Percibo como sonríe abiertamente antes acunar mi rostro entre sus manos.
—De lo mucho que te quiero y te necesito —el aire queda atrapado en mis pulmones al escucharlo decir esas palabras.
No logro articular ninguna respuesta, simplemente le brindo una sonrisa cuando su mirada desciende a mis labios, pero soy yo quien lo besa antes.
Mi corazón palpita desbocado ante las sensaciones que mi cuerpo experimenta, me despego un segundo para observarlo a los ojos, sus pupilas se encuentran dilatadas, de tal manera que hace lucir sus ojos más oscuros. Un jadeo escapa de mi boca cuando me encuentro sobre él, con mis piernas a cada lado de su cuerpo. Mis manos comienzan a temblar, el calor se hace insoportable en la habitación.
Unos segundos más tarde mi blusa se levanta, dejando la mitad de mi abdomen al descubierto. Parece detenerse un segundo, como si con su mitrada quisiera pedir permiso. Un leve asentimiento de mi parte es suficiente para que la prenda sea despojada de mi cuerpo, quedando en un simple sostén.
Llevo mi temblorosa mano al torso de Tyler, pero sin llegar a tocarlo. Sin embargo, es él quien me guía para posicionarla debajo de su camiseta. Mis dedos queman al hacer contacto con su piel caliente, mientras trazo figuras imaginarias en su abdomen firme. Apenas logramos separarnos un segundo, el cual aprovecha para deshacerse de la camiseta, arrojándola en algún lugar del dormitorio. La humedad no tarda en aparecer en mi entrepierna, a la vez que un suspiro escapa de mis labios.
El sonido de la puerta ser abierta nos sobresalta, de tal manera que me separo lo más rápido que mis reflejos me lo permiten. Permanezco sentada del lado derecho de la cama con mi pecho subiendo y bajando de manera irregular, aun más cuando la imagen frente a mis ojos me deja pasmada. No dudo en retener el oxígeno en mis pulmones, creo que Nick puede atacar en cualquier momento.
Mi hermano se mantiene estupefacto en mi puerta, observándonos sin ninguna emoción más que sorpresa. Moriré hoy, lo sé, Nick me matará. Quiero que en mi lapida diga: «aquí yacen los restos de la hermosa-preciosa-divina Dylan Parker, asesinada a manos de su mellizo por encontrarla con su novio». El chico parpadea sin decir una palabra, mantengo mi cuerpo tenso, atenta a cualquier cosa. Mi hermano pasa saliva antes de abandonar el lugar, cerrando la puerta a sus espaldas.
La sorpresa no tarda en instalarse tanto en mi semblante como en el de Tyler, ya que esta sería la última reacción que esperaba de Nick. ¿Por qué sigo viva? Ni idea.
Sin embargo, no decimos nada al respecto, simplemente nos disponemos a vestirnos antes de que alguien más llegue a importunarnos. Una punzada de ardor se planta en mi labio, no tardo en observar mi dedo con un poco de sangre al pasarlo por este. Quizás al separarme de Tyler con tanta brusquedad corté mi labio,
Mi respiración poco a poco vuelve a ser regular, pero la tensión sigue presente.
— ¿Por qué Nick...? —su pregunta se ve interrumpida por el sonido de una puerta ser azotada, por instinto dirigimos nuestra mirada a esta.
El aire queda atrapado en mis pulmones al observar a mi mellizo con una escoba en manos. Su mirada y facciones denotan enojo, como si quisiera arrancarnos la cabeza. Incluso sus manos podrían romper la escoba, debido a la presión que ejerce.
— ¡¡¡Hoy morirán!!! —vocifera, con la vena de su cuello queriendo escapar.
Todos sus músculos se hallan tensos, de tal forma que la camiseta le queda pequeña, sus ojos parecen llamas, tan oscuros que no logra distinguirse el hermoso color azul que los destaca.
Un chillido excesivamente agudo para mi gusto escapa de mis labios antes de saltar sobre la cama. Nick gruñe como un depredador a punto de atacar, ingresando a la habitación con la escoba en lo alto. Se prepara para lanzar un golpe, pero Tyler y yo somos más agiles, ya que logramos esquivarlo. El sonido de algo caer y romperse en mil pedazos resuena por la habitación, la lámpara que antes estaba en la mesilla se halla despedazada por el suelo, esa pudo haber sido mi cabeza o la de Tyler. Las amenazas de mi hermano se hacen presentes: «¡morirán!», «¡los mataré con mis propias manos!»
Salto de la cama cuando mi novio sostiene mi muñeca, guiándome del otro lado del cuarto. Mi hermano vuelve a lanzar un golpe, pero esta vez impacta en el armario, haciendo que un sonido sordo se escuche.
— ¡Auxilio, mi hermano me quiere matar! ¡Nick! ¡Detente! ¡Tyler, corre, a mí no me hará nada! —un chillido escapa de mi garganta cuando la escoba pasa por encima de mi cabeza, impactando en la pared.
Mi corazón late desbocado, temo por nuestras vidas. Nick no deja de lanzar toda clase de objetos, sin ver qué es lo que lanza.
— ¡Auxilio, nos quieren matar! —exclamo sin dejar de gritar. Las ganas de correr lejos recorren mi cuerpo, pero el psicópata de mi hermano no nos deja chance—. ¡Nick, por Dios, cálmate! —suplico cuando estoy más cerca de la salida, por suerte olvidó cerrar la puerta.
Lo último que quiero es que esa escoba vaya a parar en mi cráneo. Cuando estamos a punto de salir de atravesar el umbral de la puerta, un jadeo escapa de mi garganta cuando me veo arrastrada de nuevo hacia adentro. Mi mano se zafa de la de Tyler, quien no logra sujetarme, ya que Nick azota la puerta de golpe. Lo último que logré ver antes de que la puerta se cerrara fue su rostro angustiado.
Del otro lado logran escucharse gritos seguidos de golpes en la madera, parece que en cualquier momento se vendrá al suelo. Giro a encarar a mi hermano, su pecho sube y baja con dificultad, parece un toro, juraría que hay humo saliendo de su nariz.
— ¡Tyler...! —Grito, sin despegar la mirada de mi hermano, analizando todos sus movimientos—. ¡Vete, tengo que hablar con Nick! No te preocupes, sé que no sería capaz de dañarme... o eso creo —susurro lo último para que no puedan oírme.
Doy un paso para acercarme más a Nick, intentando no mostrar los nervios que me carcomen.
—Nick...
—No. No digas nada. ¡Te doy la mano y te llevas el pie! Acepté que tuvieras una relación con Tyler, pero ¿esto? ¿Cómo pudiste defraudarme de esta manera? Aún eres una niña. ¡Si no interrumpo en estos momentos estarías gimiendo con su miembro en tu vagina! —su respiración es irregular y demasiado acelerada.
Muerdo mi labio inferior sintiendo el calor subir a mis mejillas, aunque si él no hubiese interrumpido... En otra situación estaría riendo de lo que dijo, pero ahora solo siento vergüenza. ¿Cómo puede pensar que soy una cualquiera? Eso es lo que dio a entender con sus palabras. Mi corazón se encoge, a la vez que bajo la mirada a mis pies.
—Yo...
—Qué «yo» ni qué carajo. ¡Te vi con mis ojazos! —señala sus ojos con el enojo vibrando en su voz.
Su refinado vocabulario ha cambiado con el tiempo, antes él hablaba más como un inglés de los años cincuenta, y siempre me regañaba, ya que mi vocabulario no es el mejor. Ni siquiera parece que hubiese crecido en Inglaterra, pero pasar demasiado tiempo sola con series norteamericanas cambian la forma de expresarse de cualquiera. Quizá cuando estaba pequeña puede que haya tenido un ligero acento discoveriquense.
—Quién sabe si ya no lo habrán hecho en mis narices... ¡oh, Dios! ¡Ya se acostaron! ¡Lo voy a matar! ¿Cómo pudo hacerme esto? ¡Eres mi hermana! Eres una niña, una bebé... estás chiquita —lo corto antes de que siga.
Estuve todo el tiempo intentando no interrumpirlo para tomar en cuenta su opinión y no ser una y cito: «hija de puta» como dijo Evan, pero hasta aquí llegué. Sin embargo, me parece absurdo que se justifique diciendo que soy una niña cuando claramente tenemos la misma edad, y si mal no recuerdo fue a comienzo de curso cuando lo sorprendí estando con una chica.
— ¡Espera! A mí no me vienes a tratar de puta en mi propia habitación. Mucho lo siento, hermanito, pero si no quieres que tenga sexo deberías ponerme un candado en el culo, de otra forma te jodes —finalizo.
Mi declaración parece indignarlo.
— ¿Por qué...?
—Nada, Nick. No tienes derecho a decirme todo eso. Además, ¿hay algún problema en que tenga sexo? ¿Acaso eso me convierte en una cualquiera? ¿Cómo puedes afirmar que me acosté con Tyler? ¿Cómo afirmas que me he acostado con alguien? ¿Cómo sabes tú eso? Puede que sea virgen y hasta sude agua bendita, y aun así me seguirías diciendo «puta» por verme besando con alguien. ¿Quién te entiende? —hablo de manera indignada y dolida, el castaño abre la boca para recriminar, pero la cierra al instante.
— ¿Eres virgen? —su pregunta me descoloca totalmente.
Parpadeo observándolo a los ojos, estos se encuentran expectantes ante una respuesta de mi parte.
—No te contestaré eso, no te interesa. Si te digo que soy virgen me sobreprotegerías aún más, si es que es puede ser posible; si te digo que no soy virgen me matarías. Dejémoslo como un intermedio —me encojo de hombros.
No le contestaré esa pregunta, ni siquiera a Tyler. La única que debe saber eso soy yo, además es mi vida y mi intimidad, a nadie debe interesarle si soy o no virgen.
—Deja la escoba a un lado... sé que me quieres matar, pero entiende que no soy una niña —me acerco hacia él—. Nick, eres mi hermano y te quiero como a nadie, pero no puedes tratarme como una niña ingenua. Debes dejar que haga mi vida, aunque meta la pata, que es lo que más hago.
Aparta la mirada aflojando su agarre de la escoba.
—No quiero que te hagan daño —hace un puchero para evitar que las lágrimas escapen de sus ojos.
Río un poco, quitándole la escoba de la mano antes de lanzarla lejos. A ningún hermano le gustaría ver que su hermana la lastimen ni mucho menos, pero debe entender que de los errores se aprende.
—Nick, no puedes evitar que me lastimen, no soy una niñita a la que debas cuidar todo el tiempo, debes ver que he madurado —mi comentario lo hace enarcar una ceja—. Bueno, he crecido —me vuelvo a señalar, mi hermano ríe un poco, gruño frustrada ante tal acción—. Está bien, he crecido en edad. No puedes protegerme del mundo. Quiero que entiendas que estoy con Tyler, es mi novio. Bebes hacerte a la idea de que creceré. ¿Qué pasará cuando me case? —interrogo en un susurro, este me observa fijamente a los ojos sin decir una palabra.
Se acerca hasta tomar mi mano con la suya, dándome un cálido apretón. Me sonríe de medio lado antes de que una lágrima ruede por su mejilla, paso mi dedo por esta para limpiarla.
—Como que hay mucho polvo y basuritas, ¿no? —señala a nuestro alrededor, su excusa me hace reír. Me rodea con sus brazos dejando su mandíbula es mi cabeza, lo aprieto más hacia mí—. Puede que hayas crecido, no literalmente, pero siempre serás mi hermanita. Dejaré que estés con Tyler, pero no quiero que hagas... ese tipo de cosas indecentes dejante de mí, tampoco comentarios libidinosos.
Nuestros pechos vibrar debido a la risa ante su comentario, asiento cerrando los ojos. Nuestro abrazo de reconciliación se ve interrumpido por una puerta azotándose.
— ¡Déjala! —gritan todos los chicos entrando de golpe.
Mi ceño se frunce al observar cómo mis amigos están vestidos con utensilios de cocina. Llevan varias cucharas de palo en sus manos, además de almohadas amarradas en sus pechos. Al vernos abrazados bajan sus «armas».
—Chicos, por favor salgan un momento... debo hablar con el señorito Wirthman —elevo una ceja ante el tono de reproche de mi hermano, antes de romper el abrazo.
Noto como mis amigos asienten, dejándonos solos en la habitación. Antes de que Daniel cierre la puerta logro escuchar: «Es hombre muerto. ¿Quién me ayuda con el funeral? Yo llevo el café». Percibo como el cuerpo de Tyler más tenso de lo normal, mientras se despoja de las armas, exceptuando la almohada que cubre su pecho. Mi hermano señala en dirección a la cama, indicando que tomemos asiento. Algo nerviosa lo hago sin chistar.
—Pues... —se aclara la garganta, pero permanece de pie frente a nosotros, recorriendo el lugar al estilo militar—. No me gustó para nada la escena que encontré frente a mis ojos, aunque cabe recalcar que no debía utilizar la fuerza bruta —asentimos estando de acuerdo, pero no interrumpimos su discurso. Mi hermano fija su mirada en Tyler de manera amenazante, aprecio como este pasa saliva—. ¿Qué intenciones tienes con mi hermana, señorito Wirthman? —aprieto los labios, viendo como Nick entrelaza sus manos detrás de su espalda, recorriendo un poco la habitación sin despagar sus ojos de nosotros.
Tyler pasa saliva algo nervioso, si bien son mejores amigos él conoce a Nick tanto como yo, por lo que sabe que no está jugando.
—Solo quiero hacerla feliz.
— ¡Ja! —Suelta una risa sin gracia— ¿Hacerla feliz? Eso lo puede lograr un vagabundo ofreciéndole una porción de pizza —abro la boca indignada, claro que no le aceptaría una pizza a cualquier vagabundo, solo a los que parezcan confiables—. Repetiré la pregunta: ¿Qué intenciones tiene con mi hermana, señorito Wirthman?
Tyler me proporciona una pequeña sonrisa, la cual le devuelvo al instante, brindándole apoyo.
—Hacerla reír... protegerla... —antes de que continúe la voz de mi hermano lo interrumpe.
— ¿Algo así como un payaso ninja?
Tyler gruñe frustrado, antes de levantarse de golpe de la cama. Diviso como pasa una mano por su cabello antes de fijar su mirada en mí.
—Nick, quiero mucho a tu hermana, ¿sí? Puede que pienses que soy un hijo de puta mujeriego y muchos lo creen cierto, me conoces mejor que yo mismo y sabes por qué hago lo que hago. Tal vez jamás me hayas visto en una relación seria y por eso quieres proteger a Dyl, pero créeme cuando te digo que no la lastimaría —me ofrece una sonrisa tranquilizadora.
Mi mellizo se encuentra sin ninguna emoción en su rostro, solo escuchando atentamente. No puedo creer que esas palabras salgan de los labios de Tyler, me hubiesen dicho eso tres meses atrás y me reiría en la cara de la persona. Veo como extiende su mano para que la tome, con una sonrisa me levanto de la cama para posicionarme a su lado.
» He metido la pata y lo admito, la he cagado un millón de veces, pero ahora quiero hacer las cosas bien. No te haces una idea de lo horrible que me sentí cuando Evan estaba con ella, tal vez tuve que ver como sonría con alguien más para darme cuenta de que la quería, que la quiero y lo seguiré haciendo. Ver que sus sonrisas ya no eran por mí, sino por otro fue horrible.
—Créeme, sé lo que se siente —Nick susurra para sí mismo, causando un ceño fruncido de mi parte. Tyler asiente estando de acuerdo con él, como si supieran algo que yo no. Aquí hay gato encerrado.
—El punto es... —la voz de Tyler hace que fije mi atención en él— la quiero como a nadie, hermano. No te lo demostraré con palabras, te lo demostraré con hechos, a ti y a ella, y al mundo en general. Nadie cambia de un día para otro, pero confía en mí cuando te digo que haré las cosas bien, no la voy a cagar esta vez... Arreglaré todos los cabos sueltos —susurra eso último.
Sus palabras me han dejado helada y por la expresión que tiene Nick en el rostro creo que a él también. ¿Quién diría que esas palabras saldrían de los labios de Tyler Wirthman?
Ethan me ha pedido el favor de ayudarlo con unas fotografías para su portafolio, tal parece que quiere ser modelo. No lo imagino posando frente a una cámara, pero con ese ego mal alto que la torre Eiffel no dudaría en que será un gran modelo. No sabía exactamente donde tomar las fotografías, por lo que decidimos que la mejor opción sería el parque que se encuentra a pocas calles del internado.
Una vez con la cámara en mano, me dispongo a ajustarla para que salgan bien las fotografías. Llevo un mechón de cabello tras mi oreja, manteniendo mi atención fija en el lente. El lugar es tan verdoso que sería el sitio perfecto para la sesión de fotos. Ethan se aproxima a un árbol antes de recostarse en este.
—No puedo creer que quieras ser modelo —comento con una sonrisa adornando mi rostro, el chico ríe roncamente antes de acomodar su camiseta.
La ropa que escogió le queda de maravilla, la remera blanca se ajusta a sus músculos, los vaqueros oscuros resaltan su trasero a la vez que trae el cabello de manera desordenada, como es tan típico de él.
—Haz una de tus poses extrañas, pero sexy —ordeno, él sonríe de medio lado antes de posarse a pocos metros de donde estoy.
La cámara se está colgada en mi cuello, sin mediar palabra la sostengo de manera firme, guiándola a la altura de mi rostro, mientras observo por el visor. Enfoco la imagen, captando el objetivo antes de lanzar la primera fotografía. El sonido de esta se escucha como un clic, Ethan cambia rápidamente de pose, mirando el lente de la cámara de forma retadora. Una sonrisa se posa en mis labios antes de tomar otra fotografía. Tomo un par de fotos en diferentes ángulos, para encontrar el que mejor favorezca, aunque cabe recalcar que todos los ángulos le favorecen; pero no se lo diré.
—Están quedando muy bien, o sea, obvio, yo las tomé —digo, fijando mi atención en las fotos desde la cámara.
Ethan ríe antes de acercarse para observarlas también. Señalamos las que nos parecen que han quedado mejor, comentando sobre el enfoque de cada una.
— ¡Oh, mi Dyl! Te amo como a ninguna y por eso te bajaré la luna —mi ceño se frunce completamente al escúchalo, elevo una ceja en su dirección, notando como lleva una mano a su echo al estilo poético.
— ¿Yo para qué quiero la luna? Dime, ¿qué voy a hacer con la luna? Ni siquiera cabe en mi dormitorio, va a hacer estorbo. —me encojo de hombros, su boca se abre de forma indignada.
—Y así cagaste un poema que tardé más de tres horas en hacer.
—Ethan disculpa la tar... —me tenso al escuchar la voz de Evan, no he hablado con él desde hace varios días.
La voz del chico se detiene al percibir que estoy acompañando a su hermano, noto su incomodidad. Ethan se aclara la garganta antes de rascar su nuca.
—Eh... voy a comprar lo que sea que vendan allá —señala a mis espaldas, achino los ojos advirtiéndole que si se va lo mataré. No me toma en cuenta, lo único que hace es alejarse de mi campo de visión.
— ¿Sabe que el local al cual va a entrar es donde venden viagra? —aprieto los labios ante el comentario del chico, eso le sucede por querer dejarme sola con su hermano, ahora todos pensarán que es impotente.
Hago un gran esfuerzo por ignorar a Evan, mientras mantengo mi concentración fija en las fotografías que analizo, viendo de reojo como el castaño está parece querer irse del lugar. Seguro tampoco le habían advertido de mi presencia.
— ¿Puedo verlas? —interroga, rompiendo el incómodo silencio.
Levanto la mirada antes de tenderle la cámara. La toma con cuidado antes de fijarse en cada una de las imágenes, presto atención a como sonríe.
—Quedaron geniales —comenta asintiendo, me encojo de hombros sin darle importancia.
— ¿Cómo no van a quedar bien? Las tomé yo —muevo mi cabello con egocentrismo fingido.
Una vez termina de ver las fotografías me devuelve la cámara.
—Dyl... —me llama, haciendo que mi atención se fije en él. Rasca su nuca con algo de nerviosismo antes de acercarse un poco más— lo de la otra vez... —arqueo una ceja, animándolo a continuar.
Antes de que que continúe me armo de valor. Sé que no estuvo bien lo que le dije, también estuvo mal lo que él me dijo. Pero yo también tuve la culpa en cierto punto, por lo que me debo disculpar, aunque eso hiera mi orgullo.
—Lo siento —suelto de la nada, haciendo que el chico frunza el entrecejo—. Mi orgullo no me permitió decirlo antes, pero aún estoy enojada por lo que dijiste —lo señalo de manera amenazante, Evan ríe sin descaro—. En parte tus palabras son ciertas, no soporto escuchar opiniones que tengan que ver con mi vida, solo porque... no sé. Desde ahora intentaré tomar un poco más en cuenta las opiniones que puedan ayudarme. Pero sé que no debí decirte todo lo que te dije, no es tu culpa que... bueno, eso —omito decir la parte en la que le gusto, es algo incómodo hablar de eso con él, pues no me gusta, lo quiero, pero no tengo sentimiento hacia Evan como pareja.
—Yo soy quien debería disculparme, fui un idiota con lo que te dije, lo siento mucho. No debía forzarte a nada y mucho menos decir lo que dije. —sonrío un poco al escucharlo disculparse, una buena persona es la que admite que se ha equivocado.
—Ya no importa, yo tampoco debía decir lo que dije. —hago una mueca, acomodando un mechón de mi cabello tras mi oreja. Él sonríe restándole importancia.
—Con respecto a que me gustas... —me tenso por completo al escuchar sus palabras, esperaba no llegar a tocar el tema— no te preocupes por eso, no te estoy pidiendo nada, solo quiero que lo sepas. Tal vez solo sea un enamoramiento pasajero —asiento con media sonrisa. No soportaría perder su amistad.
El final está cerca... voy a llorar, estamos en la recta final. Incluso mis vacaciones están por terminar.
Preguntaaa: ¿Si hago una segunda temporada de Instituto de Hombres ustedes la leerían?
Preguntaaa 2: ¿Si hago un libro que no tiene nada que ver con este lo leerían?
¡Hice un cuento! Bue... en realidad dos, pero eso me tiene muy emocionada. ¡Yay!
Cam V.