Boca de Ambrosía.

By earlgreeey

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(OmegaHarry/AlfaLouis) HARRY-CENTRIC. Harry odia a su familia y quiere destruirla. Casarse con el hijo del en... More

Presentación.
Guía omegaverse
Una tumba en la que caben cuatro
Belleza moldeada a fuerza de misterios
El fuego de rubíes incrustados
Donde yacen besos apenas insinuados
Tu voz suave en el vacío
Tormento apasionado a deleite mortal
Un solo latido de pasión
Los ocultos manantiales de aguas violetas
El valiente con una espada
Sombras detrás de las cortinas
A la deriva en la tempestad.
Besos que sólo hicieran sangrar
Aguas negras de mi pasado torturado
La corona de mirto del amante
Dos jóvenes amantes yaciendo en la huerta
Cuando el viento e invierno endurezcan
E1. Bailotean los dedos delirantes
Las disonancias (de la vida)
Las sombras (de la noche)
Un océano (de frágiles prímulas)
Capullo en manos (del invierno)
El pecado (era mío)
(El hombre que contaba) historias
(Bailaban su majestuoso) desafío

Una horrible marioneta

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By earlgreeey

Canción del capítulo: Animals, de Maroon 5

¡Recuerden seguir el playlist de BDA! 

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Capítulo 11

Una horrible marioneta

  A veces una horrible marioneta
se asomaba al umbral fumando un cigarrillo
Como cosa viviente.  

Harry huele a Liam Tomlinson y a Michael S. Collingwood antes de que entren por la puerta. No es más que un pequeño trazo de su esencia, apenas notorio, pero ahí está. Al sentir que su mente empieza a formar ideas del por qué están ahí, deja la revista de lado y se queda quieto como una estatua, a la espera de que aparezcan en la habitación.

Vaya que lo hacen.

Liam pasea sus ojos por todo el lugar, sólo para al final posarlos en él y dedicarle una sonrisa. Michael, en cambio, parece más entretenido hablando por teléfono con alguno de sus clientes. Harry lo ha visto trabajar en algún caso en más de una ocasión, siendo una de las cosas nuevas que aprende ahora que tiene que dormir en la mansión de los Tomlinson.

¿Podría dormir en la cama de Louis, por favor? Ya saben, para familiarizarse mejor. Con la casa, no con Louis. O con su cuerpo. O su pene. Ah.

—Pensé que estarías en la empresa—Liam le dice, sentándose frente a él. Harry alza una ceja y Liam se pone algo nervioso. Pobrecito—. Ya sabes, huh, en el trabajo.

Vaya astucia.

—Te entendí—responde con un poco de burla, tratando de ignorar que el cliente de Michael lo hizo enojar lo suficiente como para soltar feromonas—, pero no sabía a cuál empresa te referías.

Liam le dedica una expresión entre vergüenza y "¿hablas en serio?". Él sólo ensancha su sonrisa.

—Ah.

Vaya astucia.

Surge un silencio entre los dos, interrumpido por la voz a la distancia de Michael, demasiado metido en su conversación como para dedicarles una mirada. En menos de una semana descubrió que es lo suficiente cercano a la familia como para que lo inviten a cenar o inclusive pagarle unos tragos. Sin embargo, también hay una fina línea, muy marcada, de que no por ello Michael les dará información sobre sus casos. Es de esperarse.

Harry no aparta la mirada de Liam y eso al parecer le pone nervioso. El pobre se empieza a mover con algo de incomodidad en el sillón, mordiéndose los labios y mirando hacia todos lados menos a él. Siente algo de pena con él así que sólo suspira, recargándose aún más en su asiento y ladeando la cabeza.

—¿Te pongo nervioso? —pregunta de la nada.

Sí, siente algo de pena por Liam al ponerlo en esa situación. Pero la curiosidad es la curiosidad y ahí está. Qué cosas.

—¿Eh? —Liam responde, siempre tan astuto—. No, no, no. ¿Por qué...? ¿P-Por qué lo dices? —continúa y, como si quisiera probar un punto, alza el mentón.

Y Harry alza una ceja.

—Ese titubeo me demuestra lo contrario—le dice mientras disfruta de la situación.

Está aburrido. No tiene nada que hacer porque Will le dijo que no le necesitaría en la empresa por los próximos dos días (algo de tener que cerrar un contrato y necesitaba a la pareja de Louis para que esté presente), y Jack... bueno, al parecer su padre sigue con el intento de tranquilizar a Zayn y, para protegerlo, le comentó que lo mejor sería que hiciera todo su trabajo en casa.

Su trabajo es molestar a Liam, al parecer. Y por el tono con que le habló su padre, también implica el espiar a los Tomlinson.

Puede espiar a Louis en la ducha con muchísimo gusto.

—Mi titubeo no tiene nada que ver con... la conversación.

—Ahora dudas al hablar.

—¿Qué hice para merecer esto? —Liam se lamenta, decidiendo ponerse de pie para después perderse entre la puerta que lleva directo a la cocina.

Harry se ríe.

—Estoy aburrido—exclama lo suficiente fuerte para que Liam lo escuche—. Trae algo de té, por favor.

A la distancia, Liam suelta un bufido en alto. Al parecer ahora que no está cara a cara con él, es tan valiente como para hacer cosas que no haría.

Bueno, con lo poco que lo conoce le agrada. Liam pasa unas cuantas horas en casa, ya que la mayoría del tiempo se la pasa trabajando. El puesto que tiene en la empresa lo obliga a andar de un lado a otro, cerrando contratos con nuevos inversionistas o conociendo a otros.

Harry no lo envidia en ese punto. Prefiere la comodidad de una silla, en una oficina.

—Pensé que Louis te llevaría a dar un paseo o algo así—Liam continúa desde la cocina.

Él gruñe.

—Ah, tu hermano. Después de mostrarle un lado de mí que nadie ha visto, se aleja por completo como si nada—continúa mientras se pone de pie para andar hacia la cocina, recargándose en el marco de la puerta. Liam le da la espalda—. ¿Qué debería hacer al respecto, cuñado?

Liam parece quedarse estático y Harry tiene la ligera idea de que está algo sonrojado. Qué lindo, qué tierno. Es como una versión de Niall que no soporta las conversaciones que tienen cuando Louis sale a colación. Bueno.

—Opino que deberías de, eh, hablar de eso con Louis. —Liam dice con torpeza.

Harry se ríe.

—Ese es el problema—dice—. No quiero platicar.

Liam suelta un quejido y, cuando se gira hacia él, su rostro es rojo.

—Oh por todos los cielos.

Está a punto de hablar cuando se escucha el timbre de la puerta principal. Harry alza la ceja, echándose un poco hacia atrás sólo para encontrarse con Michael caminando de un lado a otro, al parecer ahora hablando con Will. Parpadea, se gira hacia Liam, y el timbre se puede escuchar de nuevo.

Los dos se miran a los ojos por largos segundos.

—¿Quién abre la puerta? —Liam pregunta.

—Esta es tu casa—Harry responde de inmediato.

—Pero tú estás más cerca y yo te estoy preparando el té—se queda callado por unos segundos—. Y también es tu casa, cuñado.

Maldito infeliz.

Frunciendo los labios y sin tratar de pelear más, se gira sobre sus talones y se acomoda un poco la camisa para lucir presentable. De inmediato descarta a cualquier miembro de la familia (así como los tíos, que al parecer se quedarán más tiempo ahí de lo planeado) ya que no tendrían necesidad de llamar a la puerta.

Siempre tiene que mostrar lo mejor de él, por lo que tiene que verse bien. La esencia lo golpea cuando coloca su mano en el pomo de la puerta. Omega, con el olor de campo y un poco de medicina, apenas notorio pero agradable. La ligera esencia de un omega combinada con un bebé, el cual no tiene dinámica.

Parpadea, deja escapar un suspiro y abre la puerta.

Frente a él, un hombre algo mayor con un bebé en brazos, unos ojos azules con ciertos tonos grises, le observa con curiosidad.

—Pensé que no abrirían la puerta—habla el hombre, sonriendo con algo de pesadez. Su acento remarca cada una de las palabras—. Y ah, perdón por ser tan desesperado, pero debes de entender que cargar a esta pequeña no es nada sencillo. Menos cuando la llevas en brazos por horas y... oh, tú debes de ser Harry.

El hombre habla demasiado rápido que Harry sólo puede parpadear y quedarse ahí como un tonto.

Lucir presentable, cumplido. ¿Hacer el ridículo? También. Calificación perfecta.

—Eh... sí, soy yo. ¿Usted es...?

El hombre le da un beso rápido al bebé en la cabeza y entra a la casa, obligándolo a hacerse a un lado con brusquedad.

—Christopher, pero puedes llamarme Chris. Ya había olvidado cómo es Londres a esta hora de la mañana. Es horrible, ¿sabes? Claro que lo sabes, si vives aquí. Qué tonto de mí. —Se detiene de golpe en la sala, mirando alrededor. Después se sienta en el sillón—. Oh, mis maletas. ¿Puedes ayudarme con mis maletas?

Se queda estático en la sala, parpadeando y abriendo la boca para intentar hablar. No consigue hacerlo porque Liam entra, de seguro aturdido por toda la palabrería de Chris, pero Harry se sorprende un poco cuando sonríe de oreja a oreja.

Lo ve dirigirse hacia el bebé para intentar cargarla, pero sin duda alguna Chris se ve algo reacio a dejarla ir así de fácil. Harry dirige su mirada hacia afuera, encontrándose con dos enormes maletas bien colocadas antes de los escalones que llevan a la puerta. Alza la ceja. ¿Chris llevaba cargando a su hija y además traía esas dos maletas? Impresionante.

—¿Cómo se llama? —escucha la voz de Liam a sus espaldas, mientras él trata de subir las maletas por los escalones—. ¿Tío Hans sabe que está aquí?

—Se llama Marlene—contesta Chris—. Tu querido tío Hans piensa que aún estoy esperando un taxi. No podía esperar para llegar aquí y nada iba a detenerme, ni siquiera esta pequeña. ¿Verdad, preciosa? Papi ya quería ver a su familia.

Liam hace un sonido extraño y, si Harry fuese esa bebé, ya estuviera llorando.

—¿Dónde dejo las maletas? —interrumpe la plática sin reparo alguno, cerrando la puerta cuando las maletas ya están en el recibidor.

Chris le dedica una sonrisa a modo de disculpa y Liam ya tiene a la niña en brazos, cantándole alguna canción de cuna (o al menos eso es lo que parece). Él se queda ahí, sin saber qué hacer, mucho menos cuando Chris se pone de pie y se dirige de nuevo hacia él.

—Ahí están bien, no hay problema—dice, su esencia llegando a él de golpe. Harry la memoriza de inmediato—. Un gusto. Perdón por llegar tan de repente y todavía presentarme de golpe. Soy Chris, esposo de Hans. Esa preciosura que Liam carga—continúa, girándose hacia ellos y apuntándolos con cuidado—es nuestra hija, Marlene. No estuvimos en tu boda con Louis porque, bueno, tenía que estar en reposo.

Los dos se dan la mano y Harry sonríe con facilidad. De lo que conoce hasta ahora, Chris es de su agrado. Sin embargo, sabe a la perfección que se debe de andar con cuidado ya no que no desea más sorpresitas que provengan de la familia.

Le observa con cuidado. Sin duda alguna luce mayor que Hans, y las marcas de sueño en su rostro son evidentes. Los labios delgados se acomodan en una mueca entre amabilidad y lejanía, como si quisiera hacerlo sentir cómodo pero debe de mantener una distancia. Como si supiera la razón por la que está ahí. No le sorprendería.

—Harry—contesta con casualidad—. Supongo que sabe por qué me, eh...

Chris sonríe aunque el gesto no llega hasta sus ojos.

—¿Por qué se casaron? Claro que lo sé—después se ríe por lo bajo, como si se acordara de algo gracioso—. Esta familia llena de locos, se mueven como una organización o ese tipo de cosas. Maldición, aún recuerdo cuando conocí a Hans por primera vez. El pobre chocó con mi automóvil al intentar estacionarse en un espacio pequeño, incapaz de calcular muy bien al parecer. —Suelta una carcajada—. Ah, qué momento tan divertido.

A Harry le cuesta un poco el imaginarse a Hans Tomlinson, alguien que anda por las calles con un porte de ser divino entre los mortales, teniendo un accidente automovilístico por simples error de cálculo al momento de estacionar. Chris no parece mentir, de todos modos, pero la historia es interesante por sí sola.

De todos modos no puede pasar por alto algo: esa familia está llena de locos. Inclusive el cuñado lo dice.

—Volviendo al tema—Chris continúa un poco más serio—, Will me puso al tanto antes de que Hans lo hiciera. Hans, aún cuando ese porte de presumido que tiene (no le digas que le dije así, eh), tiende a preocuparse un poco por mí. Demasiado. Hasta el punto en que, si no fuera porque gracias a él tengo a Marlene, ya lo hubiese castrado—sonríe de nuevo y Harry le devuelve el gesto. Sí, le agrada—. Cuenta con mi apoyo para lo que necesites, Harry.

Después de ello, Chris le guiñe el ojo y se aparta sin más de él, dejándolo solo y pensando en la pequeña y simple, pero reveladora, conversación que tuvieron. Bueno, más bien las palabras que Chris le dijo; a simple vista se ve que es alguien a quien le gusta hablar, y con algo de rapidez. Su acento marcado hacía que su palabrería sonara agradable, aunque tiene la ligera sospecha que cuando se enoja lo hace de verdad.

Cada persona tiene sus días malos, supone, y Chris Tomlinson no debería de ser la excepción.

Para cuando deja de lado esos pensamientos, Liam hace gestos extraños hacia Marlene, mientras Chris está en el sillón leyendo el periódico y tomando algo de té. Michael aparece de pronto entre el pasillo, quedándose quieto cuando ve a los nuevos invitados en la casa. Le dedica un ademán con la cabeza a Chris, quien se lo devuelve con casualidad. Después mira por unos segundos a la pequeña, frunciendo el ceño cuando Liam asusta a la niña en lugar de hacerla reír.

Harry se acerca a él en silencio.

—¿Sucedió algo? —pregunta, importándole poco la expresión mortífera en Michael. Se encoge de hombros—. Su conversación sonaba agitada.

Michael le observa largos segundos. Su rostro atractivo sin duda grita y demuestra su profesión, sin tomar en cuenta su porte o la forma en que se pone a ver todo lo que le rodea. Como si todo pudiera usarlo para su propio beneficio. O el de su cliente.

Sus hombros se tensan más. Puede verlo.

—Uno de mis clientes es demasiado problemático—responde, pero no agrega nada más.

Harry tiene la ligera idea de a quién se refiere. En una noche cualquiera, en la casa de Niall, los dos se pusieron a investigar sobre la interesante vida de Michael S, Collingwood.

Resulta que es uno de los abogados más solicitados en el ámbito empresarial, aunque tal parece que la mayoría del tiempo sólo se lo dedica a los Tomlinson. Algo así como el abogado familiar. Sin embargo, por favor a un amigo, ahora representaba a Ronald Schmird, un beta que desea quedarse con la herencia de su esposa aún cuando ella se la dejó a sus hijos.

Y por la expresión de Michael, alguien muy insoportable. Pobrecito.

—Ya veo—se queda callado por unos segundos, pensando—. Tengo una pregunta, por cierto.

Michael se acomoda su corbata, mirándolo con curiosidad. Harry sonríe con inocencia.

—Adelante.

Toma una bocanada de aire.

—Sé que en medio de un ataque de idiotez firmé un contrato de confidencialidad—Harry empieza, tratando el tema con cuidado. Sólo un atisbo de sonrisa se surca en los labios de Michael—y que no le puedo comentar a nadie sobre las cosas que se platiquen entre esta familia y yo. —Luego baja la voz, tratando de que nadie más les escuche—. ¿Pero hay manera en que pueda decir lo más mínimo?

Michael se ríe, aunque suena algo peligrosa.

—Contárselo al abogado es un movimiento algo tonto, ¿no crees?

Harry se encoge de hombros.

—No tengo a quién recurrir—contesta con desinterés. Ya había pensado en ello—. Deseo utilizarlo con Gigi. Para conseguir información. Claro que no le quiero decir demasiado, sólo pequeños... trozos. Para que esté de nuestro lado de alguna u otra manera.

Silencio. La curiosidad en los ojos de Michael es evidente, y su expresión de pronto ya no es tan amargada o encerrada como minutos atrás, cuando hablaba con su cliente. Punto a su favor, supone.

Desde hace días que viene pensando en la situación de Gigi. En más de una ocasión, tanto Will como Anthony le han insinuado que lo mejor sería saber la parte de esa historia, de por qué Gigi hizo lo que hizo. De si hubo alguna promesa entre sus padres, algún contrato. Algo que incitara a Gigi Hadid a fingir ser omega cuando era beta. Además, Harry tiene una conversación pendiente con ella.

Necesita ponerla en contra de Zayn y sus padres, aunque sea sólo un poco. Lo suficiente como para que suelte todo lo que sepa, para que le brinde las pruebas que podría utilizar a un futuro. El escándalo que sería si el mundo se llegase a enterar que el gran matrimonio Styles obligó a la pobre Gigi a ser algo que no quería.

O prometiéndole cosas al vacío.

—Suena bien—Michael responde—. Sólo dile verdades a medias. De lo contrario te verás en problemas. Entre menos sepa, mejor. —Después mira a su reloj, soltando un gruñido al ver la hora—. Tengo que retirarme. Si necesitas cualquier ayuda, recuerda que ya tienes mi tarjeta.

Michael recoge su maletín y se dirige a Liam y a Chris, despidiéndose de ellos con rapidez. Después, casi en la puerta, se gira hacia donde está él, dedicándole un ademán con la cabeza para luego retirarse sin más. Cuando el aroma de Michael se aleja por completo, Harry camina hacia el sillón y se deja caer ahí, quedando frente a Liam pero al lado de Chris.

De pronto siente sus ojos pesados.

Hay un silencio que sólo se rompe por Liam, quien intenta arrullar a Marlene pero fracasa por completo. Harry observa con curiosidad, algo embelesado, sólo para ser interrumpido por el carraspeo de Chris.

Cuando se gira para encararlo, Chris le mira con cierta diversión.

—¿Quieres cargarla? Liam se ve agotado

Quiere reírse porque Liam no se ve agotado. Al contrario. Sin embargo, al pobre parece que no le agrada la idea.

—Tío, ¿estás insinuando que no soy bueno cuidando de mi pri...?

Harry, antes de que pueda pensarlo, ya está extendiendo sus brazos.

...

—¡Harry, Harry! —exclama Layla con todo pulmón, importándole poco que estén en pleno público—. ¡Justo pensaba en ti, corazón!

Parpadea.

Después de conseguir que Marlene se durmiera (algo que Liam no logró) y la recostara en su cuna (la cual Liam acomodó), Chris le propuso a Harry que salieran a andar un rato para conocerse mejor, y para que pudiera ponerse al tanto de Londres. Al parecer Chris es de ahí, pero por cuestiones de trabajo se tuvo que mudar a otra parte de Inglaterra y es raro para él.

Harry aceptó más que gustoso, decidido a conocerlo mejor y a quitar el aburrimiento que sentía.

Es por eso que decidieron ir al centro comercial y almorzar, encontrándose con que Chris en verdad es alguien de su agrado: no se deja manejar por nada ni por nadie, aún cuando dice que es un pacifista de primera. Sin embargo, es cinta negra en karate y taekwondo, además tener conocimiento básico en el manejo de todo tipo de armas. Pero, si le preguntan a Harry, diría que el tono tan tranquilo con el que Chris lo dijo demuestra que sabe mucho más que lo "básico".

Después de ello decidieron caminar por la ciudad, a pasos tranquilos, andando por los parques o sentándose en las bancas cuando sentían que caminaban demasiado. Por supuesto, tal es la suerte de Harry que en una de esas bancas se encontró a Layla, quien lo identificó de entre toda la multitud.

Vaya.

—¿De verdad? —pregunta, algo aturdido cuando Layla lo abraza por fuerza.

—Oh, no te imaginas—Layla exclama con exageración, ignorando las mirada que reciben de los demás—. Era una camisa rosa que se vería perfecta con - ¡Chris! ¡Mira qué... delgado te vez! ¿De verdad tuviste a una niña?

Chris deja escapar una carcajada con todas sus fuerzas, el más leve de los sonrojos en sus mejillas. Harry ríe con burla.

—Layla, qué casualidad verte por aquí—Chris contesta. Luego, en tono burlón, le da un leve golpe en el brazo—. No nos espiabas, ¿verdad?

Layla hace una expresión diga de la reina del drama que es.

—¿Qué te dijo Hans de mí? Lo que sea que te haya dicho, es mentira. Sólo fue una vez, ¿de acuerdo? Estaba borracha.

Ah bueno. De las cosas que se entera uno en plena calle. Chris parece pensar lo mismo, porque le dedica una mirada que dice demasiado y Harry le sonríe. Layla, en cambio, no hace más que un puchero. Se ve radiante en su abrigo rojo, el cabello recogido en una coleta y unos aretes que resaltan aún más el color de sus ojos.

Tiene todo el porte de una diseñadora de modas, aún cuando su actitud sea un poco... extremista. Demasiado altiva, alegre. Contrario a Hans o Will, quienes parecen ser unos bastardos pero un poco más tranquilos. ¿Layla? Recarga su energía cada cinco segundos.

Chris le da un beso en la mejilla.

—Siempre la alegre de las fiestas, ¿eh?

Layla sonríe con coquetería.

—Y ustedes un par de guapos. Si no fueran omegas, créanme, ya los hubiese devorado de mil maneras.

Harry parpadea. Ya es la segunda vez que ella insinúa de alguna u otra forma que los omegas no son de su interés, pero desconoce si se refiere en general o sólo a aquellos que son de alguna forma cercanos a ella. ¿Cuál será la verdad?

Si bien es normal que un hombre se junte con otro hombre o que una mujer haga lo mismo, el que alguien se sienta atraído hacia su misma dinámica sigue mostrando cierta intolerancia. Los casos en donde algún omega se suicida porque sufre de acoso al tener una relación con su compañero omega, o de las alfas a las que mandan a la cárcel por estar con otros alfas es cosa de casi todos los días.

Es por eso que es raro que alguien sea tan abierto al respecto, al menos como Layla. Hay programas de televisión en donde se muestran documentos, memorias o biografías de personas que se enamoran de alguien de su misma dinámica, pero en muchas ocasiones se piensan que sólo se hace para llamar la atención o es algo temporal. Él no tiene una opinión al respecto, más allá del hecho de que, al no afectarle en su vida, no tiene por qué importarle con quién se metan.

A Chris tampoco le importa, a menos que haya pasado por alto la más leve insinuación. Pero él no lo cree así. En el poco tiempo que lo ha conocido, está seguro de una cosa: Chris puede parecer indefenso, pero débil no es. Mucho menos idiota.

No como otras personas. (Zayn, Harry te habla.)

—Y yo me siento halagado de que me veas así, Layla—Chris responde—. A ver qué piensa tu hermano en cuanto me vea.

—Hans te matará cuando se entere que viniste por tu cuenta.

Chris ríe, peligroso.

—Hans se puede ir al demonio si pensó que hubiese sobrevivido más tiempo escuchando al matrimonio Potts por un día más. —Chris sonríe de lado, girándose hacia Harry—. Son un par de ancianitos que se meten en temas que no son de su incumbencia. Como qué marca de champú debo de comprar para satisfacer su olfato. Si no hago lo que dice mi esposo, ¿por qué he de obedecerlos? A veces pienso que su coeficiente intelectual disminuye conforme sus edades avanzan.

No puede evitar soltar una carcajada, y Layla repite lo mismo pero más tranquila. De pronto su celular vibra en el bolsillo, disculpándose con ellos para después proseguir a sacarlo. Lo desbloquea, viendo un mensaje de Will. Tan bien que su día había empezado.

Will

¿Dónde estás?

Bufa y alza una ceja, ignorando por completo la pregunta de Layla (¿Quién es, quién es? Es mi sobrino, ¿verdad? Picarones. ¿Sexo telefónico?), así como el grito algo escandalizado y burlón de Chris (¡Layla, por favor!).

Yo

No estoy en casa. Salí. Necesitas algo?

La respuesta de Will es inmediata.

Will.

Unos papeles. Liam no me contesta.

Perrie está en la escuela.

Louis salió.

Y Anthony no me deja en paz.

Harry se ríe por lo bajo, disfrutando un poco del dolor, por más tonto que sea, de Will. Se vuelve a disculpar con Chris y Layla, sin tratar de negarle nada a ninguno de los dos al pensar que habla con Louis.

Yo

Y Hans?

Will

Hans está emocionado con la llegada de Chris. No puede pensar en otra cosa.

Además, creo que dijo que iría a por él.

Pone los ojos en blanco.

Yo

Chris ya llegó a la casa. Incluso salimos a pasear.

La respuesta no llega de inmediato. Por un momento piensa que Will no le dirá nada más y tomará por sentado que Harry irá por los papeles, pero no lo cree. Ni siquiera le comentó cómo eran, sólo se lo ordenó. No puede trabajar así, por supuesto.

—¿Quién es? —Chris pregunta cuando se da cuenta de que Harry no escribe nada, sólo observa al celular.

Harry niega con la cabeza.

—Will—contesta. Luego, tratando de contener la risa, agrega—. Creo que el señor Hans piensa que aún no llega a la casa.

Chris pone los ojos en blanco.

—Ese idiota... ¿Qué acaso no utiliza su celular?

El celular vibra de nuevo y prosigue a abrir el mensaje de inmediato.

Will

Tengo que dejar en claro que Hans es adoptado.

La idiotez no corre por esta familia.

Bufa.

Yo

Claro, claro.

Will

Qué adorable :D

Puedo notar cierto sarcasmo en ese mensaje, niño :DD

Legajo amarillo. En la mesa del comedor.

Tienes hasta las cuatro.

Yo

Y si no lo hago qué?

Will

:)

Bien, Esa carita lo dice todo. Al parecer es algo importante, como para que Harry no se pueda librar de ello.

Al aire se siente algo frío a pesar de que el sol se asoma entre las nubes, y como están debajo de un árbol está aún más fresco. Layla y Chris se entablaron en una conversación – al parecer Layla se muere por vestir a Chris para que se vea más presentable o que los ojos de todo el mundo se posen en él.

Harry no tiene idea de lo que pasa por esa cabecilla suya.

...

La vida lo adora: Louis le abre la puerta, luciendo demasiado sensual en ese traje gris junto con su corbata negra, los lentes de sol en mano.

Harry lo mira de arriba abajo y Louis, aunque trate de disimularlo, hace lo mismo. Deberían de besarse para romper la tensión.

—Harry.

Él ronronea.

—Louis. Te ves muy bien—se muerde los labios—. Demasiado bien.

Da un paso hacia adelante y, al estar aún en plena puerta, Louis da un paso hacia atrás. Se siente emocionado y sin duda las feromonas que suelta vuelan en el aire. Sabe que Liam no está ahí porque ahora su rastro es lejano, el rastro que alguien deja cuando ya se fue desde hace horas. Entonces sólo están ellos dos... y Marlene.

Marlene.

Frunce el ceño.

—¿Dónde está la pequeña?

Louis ladea la cabeza.

—Aún dormida. Liam se fue tan pronto llegué—Harry lo ve tomar una bocanada de aire, sus ojos azules paseando por todo su rostro para después bajar a su cuello y regresar de nuevo a su cara—. ¿Necesitas algo?

Harry levanta la mano y acaricia la corbata negra, fingiendo que la acomoda sólo para acercarse más a Louis. Aún cuando lo tienta de todas las formas posibles, la fuerza de voluntad de Louis es enorme. Su orgullo también. Si bien sus ojos lucen hambrientos cada que Harry se acerca a él, cada que permite que sus feromonas lleguen a su nariz, nada parece derrumbarlo.

No importa cuántas veces Harry le acaricie los brazos cada que tenga oportunidad, o cómo se permite pasear sin camisa en su presencia para mostrarle lo que puede marcar, Louis no sucumbe. Siente que tendrá que recurrir a medidas más drásticas, pero poco a poco.

El hambre ahí está. La lujuria es palpable, y más cuando de inmediato Louis coloca las manos en sus caderas, como si quisiera alejarlo. Pero Harry sabe mejor.

—Te necesito a ti, Lou—responde con un ronroneo—. ¿Es mucho pedir?

El cuerpo de Louis se tensa. Como una estatua se aleja, haciéndose a un lado para dejarlo pasar. Harry sonríe, sabiendo que lo hace sentir un poco nervioso, empezando a caminar para recoger el encargo de Will.

Marlene sigue en la cuna, un poco diferente a la posición en la que Chris la había dejado, pero su cara regordeta y roja aún sigue tranquila y sin ningún rastro de levantarse. Harry se detiene para observarla sólo unos segundos, acariciándola con levedad para después avanzar en su camino. Sabe que Louis le sigue, porque su presencia es tan potente que incluso sus piernas tiemblan.

Louis lo huele. Lo observa de soslayo, ensanchando una sonrisa.

—¿Sucede algo?

Y, como es normal, Louis le gruñe.

Harry lo deja pasar por alto, ya acostumbrado a ello y con buen humor como para prestarle demasiada atención. Pasan por el pasillo hasta la última puerta, abriéndola con cuidado y apreciando lo extensa que es la mesa del comedor y lo pulcra que se ve. En su sano juicio la mesa de su departamento estará así.

Ahí, en medio de todo, está el legajo amarillo que Will le encargó. Es algo delgado, no demasiado, lo suficiente como para mostrar que dentro trae más de veinte papeles. No se atreve a preguntar qué es pero la curiosidad le mata; sin embargo, cuando le echa un vistazo a Louis, la ceja alzada le dice que él tampoco tiene la más mínima idea de qué se trata.

—No es una bomba, ¿verdad? —pregunta.

Louis le observa como si se tratara de un idiota.

—Claro. Papá pondrá una bomba en su propia casa—responde, luego niega con la cabeza—. De seguro son papeles de contratos importantes. En estos días tienden a olvidarlos por alguna razón.

Buen punto. Esa astucia de Louis lo enciende.

De pronto recuerda que, hace menos de una semana, Anthony y Will los corrieron de la casa ya que sería el celo de Anthony y no querían que nadie les perturbara. Tomando en cuenta la cantidad de días que duró y cómo los dos se vieron cansados al finalizar, sin duda alguna no tuvieron tiempo para pensar en mucho. Al parecer ese cansancio mental sigue hasta hoy en día.

No importa. No quiere hacerse imágenes para nada gratas en la cabeza, al menos no en donde Will esté incluido. Ya tiene suficiente con verlo frente a frente casi todos los días como para que también se cuele en su cabeza. No, no.

—De acuerdo, de acuerdo—se acerca a la mesa para tomarlo. Cuando se gira, se da cuenta de que Louis sigue de pie en el marco de la puerta. Alza una ceja—. ¿Qué?

Louis lo mira de arriba abajo. Harry se acerca a él con pasos decididos, no sin antes volver a dejar el legajo pero esta vez en la orilla de la mesa. Se muerde los labios, dándose cuenta de que los ojos de Louis se pasean por todo su cuerpo, el muy descarado.

Uy.

—Mi rostro está acá arriba, Louis—susurra—. Al menos que haya algo que quieras ver. —Ronronea—. ¿Quieres que me desnude para ti?

Louis gruñe y, como si lo hubiesen abofeteado, alza la vista a su rostro. Sus ojos brillan con intensidad, como si un animal interno estuviera controlándose para no salir. Le excita.

Pero, contrario a otras veces, en lugar de alejarse Louis se acerca. Mentón en alto, como si no temiera que su cuerpo le traicione en cualquier momento, como si no creyera que Harry logre vencerlo en ese juego entre los dos. Lo está retando, frente a frente, y él no es de las personas que se echan para atrás. Nunca.

—No hay nada que no haya visto antes, ¿no? —Louis le contesta en voz baja.

Harry se muerde los labios.

—Pero no lo tocaste. —Se acerca a él y coloca los brazos sobre los hombros de Louis, sonriendo cuando éste no se aleja. Sus labios rozan de pronto, danzando

Louis deja escapar un suspiro contenido. Sus pupilas dilatadas, las feromonas de un alfa que se encuentra cerca de una tentación que no se permite disfrutar, que no se permite acariciar. Esto es lo más cerca que han estado desde hace tiempo, y no piensa dejarlo pasar sólo porque Will le encargó el maldito legajo que está sobre la mesa.

Quiere besar a Louis y que éste le regrese el beso. Salvaje, posesivo y demandante, en donde la lujuria los abrace y los dos se permitan hundirse en ella. En donde Louis lo marque con esa mordida y Harry haga lo mismo, uniéndose de mil maneras. Sentirle dentro de él.

Harry muerde el labio inferior de Louis, soltándolo con cuidado unos segundos después.

—No besaste mi piel—dice—. No la marcaste. No me poseíste, Louis. ¿Qué harás al respecto, hmm?

Louis gruñe. Harry está a punto de reírse pero algo le detiene.

Los labios de Louis son demandantes sobre su cuello, succionando sin pudor alguno y con sus manos traviesas tomándolo de la cintura con fuerza, obligándolo a hacerse hacia atrás hasta que su cuerpo topa con una de las sillas del comedor. Deja escapar un gemido, echando su cabeza hacia atrás en el momento justo en el que Louis lo muerde sólo un poco, no para formar el lazo sino como una acción sexual.

—Oh dios—Harry susurra entre risas ahogadas.

Louis le da una nalgada repentina y él deja escapar un pequeño gemido, cerrando los ojos y llevando sus dedos al cabello de Louis.

—Eres una tentación—dice Louis, succionando en esa zona un poco debajo de su oreja y Harry tiembla—. Eres una jodida tentación, Harry.

Sí, piensa, justo así.

Ese es el momento justo en donde los dos se besan, encontrando sus bocas de forma desesperada como aquella vez en la boda. Siente la lengua de Louis, siente sus manos paseando por todo su cuerpo, las feromonas impregnando todo el comedor. Inclusive se olvida que Marlene se encuentra dormida a una distancia considerable, pero su cerebro parece no funcionar, mucho menos captar más allá de los sonidos de Louis y sus labios sobre los suyos.

El beso es salvaje, tal como se lo imaginó desde siempre. Louis parece no querer detenerse, no cuando le muerde los labios ni mucho menos cuando lo pega más contra su cuerpo, la erección entrando en contacto con su muslo. Él se encuentra en una situación similar, queriendo liberarse de todas las formas posibles.

Suelta un gemido cuando Louis, sin separase de él y profundizando el beso, lo carga para colocarlo sobre la mesa, quedando ahora entre sus piernas. Harry trata de quitarle la corbata, el saco, pero para su sorpresa Louis aparta una de sus manos de su cuerpo sólo para darle una leve bofetada, sus labios separándose y ya hinchados por la intensidad.

Su cabeza da vueltas y, para su sorpresa, ese pequeño golpe le fascinó. Louis aprieta su rostro con esa misma mano, haciendo que sus labios rosas se entreabran un poco.

—Yo pongo las reglas aquí, ¿entendido? —después, aprovechando la posición, Louis mueve sus caderas para simular la penetración, Harry cierra los ojos y gime de placer—. ¿Entendido?

Ríe a como le es posible. Luego, sintiéndose travieso, con sus manos temblorosas acerca lo acerca más a él mediante el saco, estirándolo de los bordes. Sus narices casi chocan de lo cerca que están. Agita un poco su cabeza para que Louis quite la mano de su rostro, y cuando lo hace Harry se lanza sobre él para besarlo, gimiendo cuando Louis hace otro vaivén con sus caderas.

Se apartan, sus mejillas sonrojadas.

—Si crees – que haré todo lo que me digas...—le acaricia el pecho con la yema de los dedos, pasando por sus hombros para después irse a su espalda, bajando hasta el trasero de Louis y dándole un apretón. Sonríe cuando Louis gruñe—... primero tienes que ganártelo, Lo-u-is.

Louis le mira en silencio, sus ojos brillando y su rostro gritando sexo. Harry podría venirse con esa mera imagen. Luego él sonríe de lado, siempre travieso y coqueto, haciendo que por su cuerpo pase un escalofrío.

Ah, dios, piensa cuando Louis se echa hacia adelante para morderle las clavículas con sensualidad, lamiendo todo en su camino. El legajo está a un lado, olvidado, y Harry apenas tiene tiempo de moverlo para que no se caiga antes de que Louis lo obligue a recostarse sobre sus codos, palpando el bulto en los pantalones de Harry.

—No esperaba nada menos de ti—Louis susurra, sus labios surcados en una sonrisa ladeada.

En cuestión de segundos, vuelven a devorarse el uno al otro como si no hubiera mañana. Louis juega con el botón de su pantalón y él gruñe entre el beso, intentando hacer lo mismo con su ropa pero Louis le da un manotazo obligándolo a que lo olvide por completo.

Los labios de Louis deberían de ser pecado. Besa, lame, succiona y muerde todo lo que puede, desde los labios ya hinchados de Harry hasta sus clavículas, el cuello, sus lóbulos e inclusive su mentón y mejillas. El aire es caliente y Harry no sabe qué hacer más allá de perderse en el placer, Louis volviendo a hacer esos vaivenes con sus caderas que lo enloquecen.

Su pene necesita liberarse. No quiere nada más de caricias leves ni manos sobre el pantalón. Quiere que Louis lo tome de forma directa, ya sea entre sus dedos o con su boca, a él no le importa en lo absoluto. En cualquier segundo más podría venirse y –

—Aaaa – aaaah —susurra, Louis acariciando sus muslos y dándole azotes de vez en cuando.

Louis suelta una risa oscura.

—Si sigues así—le susurra en el oído—tendré que amordazarte con mi corbata. No quieres despertar a Marlene, ¿o sí?

No tartamudea, pero la falta de respiración en su voz es latente. Louis lucha con todo su cuerpo para no demostrar cuánto le afecta la situación. Harry está más que listo para demostrarle qué se siente darle el poder a alguien más.

—Hazlo—contesta—. Hazlo, Lou, y verás cómo me vengaré de ti.

Louis lo mira directo a los ojos, serio, en cuanto esas palabras escapan de su boca. Él no aparta la vista, tampoco, pero todo rastro de sonrisa se elimina de su rostro. Respira con dificultad y, despacio, mueve su propia mano a su entrepierna para intentar desabrochar su pantalón y masturbarse ahí mismo de ser necesario.

Pero hay otros planes, al parecer, porque Louis lo toma de los cabellos y los hala, para después llevar su pulgar de la otra mano a los labios de Harry, acariciándolos con delicadeza. Él, de la excitación, no puede hacer nada más.

—Aún no olvide la escenita—Louis habla en voz baja—. Tu cuerpo desnudo y yo en celo. Tu actitud tan altanera... mostrando lo tentador que puedes ser—Harry abre la boca para hablar pero Louis aprovecha ese gesto para meter su pulgar, y él por mera inercia empieza a lamerlo y succionar—. ¿Sabes qué es lo primero que pensé, Harry? Usa tu cabeza, precioso.

Harry le muerde el pulgar, pero niega con la cabeza. Louis empieza a mover su dedo de arriba hacia afuera, sin sacarlo del todo.

Louis sonríe de lado, observándolo con tanta intensidad que hasta sus piernas tiemblan.

—Pensé: me vengaré de ese travieso omega—confiesa y Harry se permite el descaro de reír—. Lo follaré tan duro que ni siquiera podrá caminar. De todas las formas posibles, en todos los lugares. Lo tendré de rodillas, yo en la orilla de la cama mientras succiona mi polla. Le daré lo que gusta tan fuerte y tan salvaje que sólo recordará mi nombre—saca su pulgar de la boca de Harry. Se siente agitado, pero las palabras de Louis lo enloquecen—. Le cubriré esa boquita suya para que no pueda gritar mientras lo tomo por detrás, que esos bonitos ojos verdes se llenen de lágrimas mientras me vengo dentro de él.

Deja escapar un suspiro tembloroso.

—¿Y qué – esperas? —pregunta con voz ronca.

Louis ensancha su sonrisa.

—¿Qué no es obvio, precioso? —luego, de golpe, le da un beso salvaje que esta vez lo deja sin aliento. Antes de que Harry lleve sus brazos a ese cuello, Louis se aleja de nuevo—. Hacerte rogar a ti también, por supuesto.

Harry parpadea dos, tres veces. Antes de que pueda asimilar bien lo que sucede, Louis se aleja de él y sale de la cocina, importándole poco el evidente bulto que lleva entre sus pantalones. Inclusive cierra la puerta tras de sí.

Maldito Louis.

Mira hacia el legajo, algo maltratado pero aún en la mesa, luego a su entrepierna que sin duda necesita de él ahora que Louis el Maldito se largó. El celular vibra en su bolsillo y sabe que es Will, pero no abre el mensaje ni se preocupa por ello.

Segundos después, el lloriqueo de Marlene se escucha por toda la casa para indicarle que ya está despierta.

.

.

.

.

.

Imagínense a Martin Freeman hablando rápido y con su acento bello. Aiñ.

  Baby, I'm preying on you tonight
Hunt you down eat you alive
Just like animals, animals, like animals-mals .

Tururururu.

Capítulo corto. 

Que disfruten el capítulo. Perdón por la tardanza, y GRACIAS por todos los bonitos mensajes y a los que se preocuparon por mí. LOS AMO.

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