El Corazón De Un No Muerto

By AleXxDrum

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Condesa, condesa eran las palabras que se repetían insistentemente en la cabeza de Seras Victoria, se repetía... More

Celos
Celos ll
Pensamientos confusos
Alucard
Realidad
Sentimientos encontrados
Confesiòn
Discusión
¡Yo soy mejor que tu!
Un Nosferatu
Una nueva amenaza
El orgullo se viene abajo
La crueldad de la Draculina
Una misión que cumplir
Los pensamientos del Conde
Pip, Seras y Alucard
Nada vale mas que tu
Los pensamientos de Integra
Sentimientos compartidos
Yo tambien eh de protegerte
Hellsing
BloodLust: Sed de sangre
Despedidas I
Despedidas II
Despedidas III
La oportunidad de ser Libre
No la mereces...
Lazo
VLAD III
Zorin Blitz
Alucard y Vlad
Fue un sueño
Caminos separados I
Caminos separados II
Angel de Alas Negras
Secreto entre Sonidos
Complices
Sebastian
Confidente
Siempre de Ti
Historia de Amor
Dulces sueños mi princesa
HellHound
Miedo
"Bebe de mi"
Hace unos Momentos..
El no es mio
Baskerville
"Ya No"
"¡No voy a perder!"
Hazme olvidarlo
Sed de Sangre: parte I
Sed de Sangre: Parte II
Te Odio
"Traicionado"
"Traicionado II"
Recuerdos
"Vacio"
"Ella.."
Reencuentro
Reencuentro II
Reencuentro III
"Lo siento..."
De vuelta
Castigo
Melodia Unica
Nada mas
Enamorame de Ti
En todas partes
Ella es mia
Recuerdos
El alma de seras
Yo los mate
Jamás
Perdón
Malos sentimientos
Te eh extrañado
"Queria que lo fuera"
El uno para el otro
Silencio
Sin palabras
Ajedrez
Problemas
Un Inocente Condenado
El sirviente mas leal
El sirviente más leal II
Un Rey, una Princesa Y una Condesa
Ese alguien soy Yo
El Mercenario Y El Conde
Deseo
El Regalo
Promesas inquebrantables I
Promesas inquebrantables II
Promesas inquebrantables III
"Pruebame"
Abrázame
Lecciones para un Principe
Lecciones Para un Principe II
Stella Stevenson
"Empieza por tomar mi mano y caminar junto a mi"
"iubirea mea"
"Cobardes"
"Deleite"
"Te quiero"
"Tengo Miedo"
(~≥w≤)~¡Avisó!~(≥w≤~)
"Felices"
"Preludio"
Preparativos I
Preparativos II
Preparativos III
¡ADVERTENCIA! capitulo alargo.
Carfax
Carfax II
Carfax III
"Cita Romantica"
Futura Esposa
Lilith
El pueblo olvidado por Dios.
Vampiros
¿ Final ?
Despedida :(

Alucard & Integra

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By AleXxDrum

Seras Victoria había bajado la mirada, estaba celosa y no podía ocultárselo al conde que la veía con mucha atención. Se quedó pensando si era demasiado exigente, de alguna manera su amo había hecho una hermosa excepción para complacerla, la había ido a buscar en el momento en el que más lo necesitaba y le había consolado a su muy extraño estilo, pero aun así se sentía vacía y asustada de saber que volvería con Integra. Deseó decirle que no fuera, que se quedara con ella pero no tuvo el valor. Alucard se acercó más a ella, acortando el espacio que había entre los dos y acarició su rostro haciéndola levantarlo. La besó, la besó intensamente tal como si pensara que esa sería la última vez que la besaría en su vida y ella le correspondió de la misma manera entregándole toda su alma una vez más; sentía que el corazón se le quería salir del pecho, escaparse e irse con él; lo abrazó pero no podía hacerlo tanto como deseaba, descubriendo así que le estorbaba el cuerpo para estar lo suficientemente cerca como para sentirse satisfecha. Entonces supo que los besos solo pertenecían a los seres a los que se amaba, que no tenían un significado si no llegaban a su legítimo dueño y que él, siempre sería su verdadero amor, el dueño de sus besos y de sus suspiros.

- Perdóname - se disculpó de corazón sin poder evitarlo interrumpiendo un poco aquella caricia, uniendo su frente a la suya.

- Ahora estamos a mano, duendecilla - contestó su maestro en un susurro muy ligero y suave, separándose lentamente de ella.

Lo soltó y él se puso de pie, sacudiendo su indumentaria que estaba llena del polvo del jardín:

- Ya no me debes nada - continuó su amo con una sonrisa maléfica y perversa - Ahora si me retiro, y tu deberías apurarte también una vez te sientas mejor, no hay que hacer esperar a nuestro amo, draculina.

El conde caminó hacia adelante y extendió la mano hacia un lado en dirección a la fuente que se encontraba delante de ellos, de pronto el agua y la piedra se congelaron a tal punto que crujieron cediendo ante el frio extremo. Se quedó sorprendida sin saber que decir. La risa estridente de su amo hizo eco en todo, haciéndola pensar que había resonado dentro de sus huesos.

- ¿Estoy dormida Sebastian? - preguntó aun sin saber cómo discernir entre la realidad y la fantasía.

- No señorita, sin embargo - contestó el mayordomo ayudándole a levantarse - si usted me lo pregunta tampoco yo puedo creerlo...

- Me besó - puso sus dedos en sus labios intentando recordar. - ¡Me besó! ¡¿Lo viste?! ¡Me besó!

- Si lo vi, ese hombre está loco por usted pequeña...

- ¡No digas torpezas! Él solo se estaba cobrando el haberme cumplido mi deseo, ¿No lo escuchaste?

- Puede creer lo que deseé creer, yo solo le digo lo que veo, y puedo asegurarle que se distinguir perfectamente a un hombre enamorado.

- Basta - contestó sonriendo, abrazando su cajita. Luego después de un momento de reflexionar lo sucedido preguntó - ¿Cómo fue que me llamó?

- Draculina, señorita...

- Oh si, draculina... por un momento pensé que...

- ¿Sí?

- Olvídalo, creo que me estoy volviendo loca.

En la sala las cosas iban diferentes, Integra se sentía muy nerviosa y su interlocutor no ayudaba mucho. Desde que había llegado Alucard - quien se encontraba sentado en un sillón delante del suyo - había estado actuando más raro que de costumbre; veía hacia el horizonte, sonriéndole a la nada, absorto en sus pensamientos. Quería decirle lo que había esperado tanto tiempo pero no sabía cómo empezar, habían estado en silencio el tiempo suficiente como la atmosfera se volviera pesada.

- Alucard - el conde desvió la mirada hacia ella entregándole toda su atención - Hace unos instantes que hablábamos de mi abuelo, el profesor Van Helsing, me quedé con una inquietud...

- Sería interesante que la externaras y así poder aclararla, adelante Integra. - contestó con amabilidad.

- ¿Crees que él alguna vez habría sido tentado a obtener la inmortalidad? ¿A volverse un vampiro?

- ¿Van Helsing? - Alucard sonrió con malicia - no, ese hombre sabía muy bien lo que quería, sin embargo, una vez casi sucumbe ante los encantos de mis hermosas vampiresas. No hay ser por más santo que sea que no caiga alguna vez en la tentación, eso incluye a ese viejo molesto. Pecar es un placer, y sin duda querida, el más delicioso de todos los pecados es la lujuria; no puedo entender cómo es que pudo negarse.

- ¿Y nunca has deseado hacerme pecar, conde? - dijo con seriedad pero una sonrisa picara salió involuntariamente de sus labios

- Hnn - la sonrisa del rey sin vida se abrió aun más mostrando todos sus dientes picudos y siniestros - mein kleines mädchen, ¿qué diría tu abuelo si escuchara el poco recato con el que dices eso a su acérrimo enemigo, a un demonio? Seguramente ese viejo decrepito ha de estarse ruborizando por ti desde lo más profundo del averno.

- Lo digo con fundamentos Alucard, siempre me has dado la opción de convertirme en una caminante de la noche. - dijo manteniendo las formas sin aparentar mucho interés - la pregunta aquí es ¿por qué?

- Tengo varios motivos, cada uno totalmente diferente del anterior, no obstante, todos igual de egoístas.

- Enuméralos, me encantaría escucharlos.

- Lo dudo mucho querida, pero después de todo ¿Qué puedo hacer? Quien lleva la batuta eres tú. - explicó el príncipe elegantemente sirviendo un poco más de vino a su copa - Me agrada tu compañía, eres alguien con quien se puede tener conversaciones muy interesantes ya que eres muy culta, eres divertida y fina; te admiro y estimo mucho y me encantaría no tener que perder eso tan solo porque tu vida mortal termine. Por otra parte, si seguimos con las razones positivas para ti por las cuales deseo volverte mi vampiresa, es porque considero que serías una excelente comandante de mis ejércitos: eres una gran líder: honorable, fuerte y firme, tienes muchas agallas, sin contar que como estratega eres brillante. Me encantaría tenerte como segundo al mando, no habría una sola batalla que perdiéramos ante nadie con una mujer como tú a mi lado.

Integra sonrió, estaba un tanto emocionada por las razones del conde sobretodo porque su mirada se notaba la admiración que le tenía. Se le veía muy sereno, como siempre. Nunca lo había tomado de esa manera, sabía que era importante para él pero ahora se lo había dicho:

- Sin embargo, no todos mis motivos son tan amables; tú eres estirpe de mis enemigos. No habría triunfo más grande para mí que verte a ti, hija de mis captores, como un sirviente más de mi sequito. Si tú murieses la línea Hellsing terminaría y por lo tanto sería libre, pero tú no. Invertiríamos los papeles ahora yo sería el amo y tu, querida mía, mi esclava. Admiro a tus antecesores y a ti pero eso no significa que no les odie con todas mis ganas y que no esté sediento de venganza. He pasado muchos siglos encerrado, lacerado y humillado, a la sombra de cualquier orden que ustedes, mis amos, se dignen a darme aun en contra de mis deseos. Si tú te volvieses mi draculina vería la forma de retribuirme todo aquello de la forma más satisfactoria, fräulein.

- Si me convirtiese en tu draculina sería inmortal Alucard, no serías libre.

- No puedes convertirte en una vampiresa sin morir Integra, al menos no si yo no lo consiento. Y aunque sucediera, de todas maneras estarías a mi sombra y a mi voluntad. No podrías negarte a cumplir mis órdenes, porque tus pretensiones serían solo los mías.

Se quedó sin palabras, el conde hablaba de aquello con una naturalidad tan casual que le causaban escalofríos, no parecía arrepentirse o avergonzarse de sus palabras sino que estaba muy seguro de ellas sin molestarse siquiera en disimular un poco.

- Por último, ¿recuerdas que te hablaba del placer de pecar? La mayoría de los humanos pecan para satisfacer sus propias y vanas ambiciones; yo también, me encanta divertirme, disfrutar de los placeres que ofrece esta tierra desde los más exquisitos hasta los más grotescos. Soy un egoísta, un soberbio, un vicioso... Amo la muerte, la sangre, la guerra, la destrucción y la lujuria. Como verás, no soy tan bueno como aparento... Pero, si hay algo que me satisface más que todo eso es blasfemar, levantarme en contra del Dios al que tanto defiendes y si es posible escupirle a la cara ¿Sabes cómo? Haciendo aquello que él más aborrece: Llevándome a sus paladines al infierno, arrebatándolos de su gracia y de sus complacencias. No hay pecado mayor que corromper la gracia a un santo. Querida Integra has luchado en cuerpo y alma para cumplir la misión de eliminar a cada uno de los demonios, vampiros y demás seres sobrenaturales que caminan sobre la tierra y que van en contra de tu Dios. No puedes imaginar la algarabía que se armará allá abajo cuando se den cuenta de que yo mismo te arrastré al tormento eterno, entonces no solamente me burlaré de tu estirpe sino también de tu Dios pudiendo decirle que no eras tan fiel como decías, que no le amabas como profesabas, sino que te dejaste llevar por mí, un vil y ruin demonio, y que así gané una batalla más...

Estaba aterrorizada, no podía creer todo aquello que le había dicho. Le observó mientras él se giraba hacia la ventana para ver el horizonte, imperturbable. Era muy apuesto y muy joven, y en ese momento no se veía en él rastro alguno de malicia en su expresión, más bien parecía tranquilo y meditabundo. Nadie en su sano juicio podría creer que él fuese capaz de causar tanto miedo en una persona, era un lobo vestido de cordero. Se sintió inquieta y alarmada:

- ¿Tanto me odias? - intentó mantenerse lo más circunspecta posible. - ¿De verdad crees que te he tratado tan mal? Nunca perdonarás a mi linaje...

- ¿Perdonar? - el vampiro rió con ganas - He escuchado muchas veces esa palabra pero aun sigo desconociendo su significado. Yo no estaré conforme con el perdón, sino con la revancha. En cuanto a odiarte, no te odio. Nunca te he odiado y no creo odiarte jamás.

- ¿Y Seras Victoria? - dijo de pronto externando sus pensamientos de preocupación por su hermana, ¿ese mismo destino lo compartía la pequeña Victoria? - ella...

- Ella es diferente, no es una Hellsing - contestó con la precisión imposible de alguien que estuviera leyendo su mente - Seras Victoria es punto y aparte.

- ¿Por qué la convertiste? - volvió a su pregunta antigua de hacía 30 años

- Te he dicho que la tomé por capricho ¿No me lo has creído? Ella, mí amada sirviente es mi capricho más grande, meine liebste. - clavó su mirada en la suya con mucha seguridad - la noche en que la encontré decidí que era preciosa. Tenía todas las cualidades que deseaba para ser una de mis novias: hermosa, virgen, inmaculada e inocente. Ella fue un robo al cielo, no fue solo una burla sino algo peor. La mayoría de los seres humanos son unos pecadores y por sus propios medios se condenan pero ella no, así que tuve que hacerlo por mí mismo. No la deje subir a la gracia a la que pertenece ni tampoco bajar a un lugar que no le corresponde, me la he quedado para mí, solo para mí, para alimentarme de ella y deleitarme con su candidez; y quizá algún día convencerla de unirse a mí en la oscuridad. Ella sería una reina perfecta, la reina de los condenados... - Alucard se quedo serio unos instantes, luego sonrió de nueva cuenta- ... hablando del diablo.

No tuvo tiempo de asimilarlo, era demasiada información incluso para ella. De pronto se escucharon los ligeros toques de unos nudillos sobre la madera de las puertas que delimitaban la estancia. Seras Victoria se asomaba por el umbral, tímida.

- Adelante draculina - anunció el conde.

- Disculpad mi interrupción - dijo ella cabizbaja pero alegre, llevaba las manos hacia atrás aparentemente sosteniendo algo detrás de su espalda - no tardaré mucho tiempo, lo prometo. Yo solo venía a traer un presente para ti, amo.

- Mmm, un regalo... - Alucard sonrió emocionado - Sorpréndeme.

La vampiresa caminó lentamente hacia ellos aun evitando mirar al rey, sus mejillas estaban sonrojadas. Cuando estuvieron frente a frente extendió los brazos y le entregó un paquete envuelto en un papel de color claro:

- Muchas gracias por todo - Seras Victoria se sonrojó aun más - Has dicho que qué podía darte que no fuera tuyo, pues bien, acepta esto por favor. Lo más probable es que no sea de tu completo agrado no obstante, quisiera que lo tuvieras.

La dama de hierro no sabía a qué se debía todo eso, observó a Alucard hacer un gesto elegante de aceptación y agradecimiento con sus manos. Aparentemente a la joven Victoria no le iba tan mal siendo una vampiresa, su amo no le trataba tan hostilmente y parecían llevar una especie de relación de concordia. Además, a pesar de que él siempre le decía a tirios y troyanos que ella era la draculina más desastrosa que hubiese engendrado, también era cierto que apenas hacía unos minutos acababa de llamarla "la más querida de todas". Si eso hacía con aquella dama a la que no conocía del todo, no debería ser tan cruel con ella dado que eran amigos de hacía mucho tiempo, probablemente solo deseaba asustarla, siempre disfrutaba molestándola, sí, eso era todo.

El conde había tomado el obsequio de la vampiresa y después de verlo unos instantes lo guardó en su saco sin siquiera molestarse en desenvolverlo. Seras y él se observaron unos segundos en silencio como si compartieran algo que ella desconocía. Sintió una punzada en el corazón, la escena no era siquiera comprometedora; él no era galante con ella ni ella parecía intentar coquetearle de hecho todo era, normal. No había burlas, ni siquiera estaba siendo pedante o malicioso sino que actuaba como un ser humano común y corriente a lado de una señorita. Quizá era esa forma de actuar tan normal para los demás pero tan extraña en él lo que le causaba celos y le hacía sentir fuera de contexto, como si en ese lugar de alguna manera ella estuviera de sobra.

Luego la joven dio varios pasos hacia atrás, sonriendo tiernamente. Hizo una reverencia ante el conde y añadió:

- Me disculpo nuevamente por haber interrumpido, me retiro. Por favor disfrutad de una hermosa noche y si por alguna razón me necesitáis no dudéis en llamarme.

El rey sin vida solo asintió con la cabeza y ella se convirtió en una niebla suave y desapareció de su vista casi tan súbitamente como había llegado.

- ¿Qué te ha regalado? - preguntó intentando satisfacer su propia curiosidad aunque disimulando su interés.

- No lo sé - dijo como si no le importara mucho el conocer el contenido del regalo. O sabía que era, o simplemente no le era llamativo.

- Pero ¿por qué tanto desdén hacia ese presente? - le presionó un poco más, necesitaba saber que era aquello que sentía (sin fundamento alguno) que le ocultaban - Vamos, Seras nunca da muchos regalos y menos a ti, es algo especial...

- Si tanto insistes...

Alucard le entregó el regaló con apatía, justo en sus propias manos. Lo abrió con cuidado intentando no arruinar el oropel que lo cubría, manteniéndole casi intacto. El conde no volteó a ver que era, de hecho estaba observando hacia otro lado. El contenido era un tomo de una historieta, el primero de la serie.

- Es una de las historietas de Seras - explicó sorprendida, completamente extrañada por la naturaleza del obsequio - la primera de hecho. ¿Sabes? - añadió como dato adicional - cuando nosotras comenzamos a reconstruir este lugar, estaba algo preocupada y es que la mayor parte de nuestros soldados habían muerto, Walter se había ido y tú desapareciste. Londres estaba en crisis, la guerra dejó a su paso mucha destrucción y carencias; Al principio las cosas estuvieron bien, empezamos con muchos bríos trabajando noches y días sin parar pero con el paso de los días la noté cada vez más decaída, creí que estaba triste por tu partida por lo que intenté darle ánimos...

El conde volteó a verla interesado en el tema, había captado toda su atención de pronto:

- Pero no era así, ella de verdad te extrañaba, más sin embargo no parecía estar muy preocupada por tu partida; de las dos ella fue la única que siempre tuvo la certeza de que volverías y de que te encontrabas con bien. - continuó el relato y él sonrió automáticamente como indicándole implícitamente que eso era natural - La razón de su desanimo era diferente: olvidé que ella no era como yo. Ella siempre se veía tan jovial, tan tierna y llena de alegría, dispuesta siempre a ayudar a los demás, dando siempre lo mejor de sí... No recordé que necesitaba algo más. Si no fuera por sus ojos de color rojo intenso y aquellos colmillos enormes que se asoman por entre sus labios al sonreír olvidaría que ella es una vampiresa. Tuve que alimentarla yo misma, dándole de mi sangre a falta de alguna donación; sinceramente no deseaba que bebiera de algún muerto o que matara a alguien en el proceso. Ella estaba muy hambrienta, por lo tanto la ración no era pequeña; cada noche llenaba su copa de la misma manera en la que hoy lo hice contigo. Cuide de ella, a veces sintiéndola mi hermana pequeña, otras veces sintiéndome su propia madre. Solo nos teníamos la una a la otra.

- Y ella, ¿cuido de ti? - preguntó.

- Como su más preciado tesoro, me cuido con mucha devoción.

- Así que la draculina sabe ser muy agradecida...

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