Revealing Dreams - Sacrilegio

By ricardomrincon

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Caroline es una hermosa chica inteligente que oculta a sus padres la atracción que siente por su medio herman... More

PREFACIO
Capítulo I: Imaginación.
Capítulo II: Besos a ciegas.
Capítulo III: En la oscuridad.
Capítulo IV: Un asesino, pistas lejanas.
Capítulo V: Primer encuentro.
Capítulo VI: Sin escape.
Capítulo VII: Sonata de recuerdos reveladores.
Capítulo VIII: Juego equivocado. Otro destino.
Capítulo IX: Instinto.
Capítulo X: Silueta del pasado.
Capítulo XI: Las tres manecillas del reloj.
Capítulo XII: Cordura.
Capítulo XII: parte II - Entre el bien y el mal
Capítulo XIII: 5 minutos.
Capítulo XIV: Celos en el alba.
Capítulo XV: La cara del asesino en tres tiempos.
Capítulo XVI: Reencuentro confuso.
Capítulo XVII:Lágrimas secas.
Capítulo XVIII: Vendas caídas.
Capítulo XIX: Sacrilegio.
Notas del Autor.
NOTICIA

Final Alternativo.

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By ricardomrincon

Brian me despidió en el aeropuerto, me besó suavemente en los labios, y luego se aferró al gran vitral hasta ver despegar el avión. Yo miré por la pequeña ventana, y vi todo desde otro punto.

A veces los problemas son cuestiones de perspectiva, todo es del punto de vista en que lo veas. No es lo mismo ver los objetos cuando te subes a una silla,  cuando estás boca abajo, de un lado o de otro. Es simplemente tratar de buscar la solución mediante las distintas perspectivas para poder actuar.

Había aprendido además que las apariencias solo dejaban insatisfacción, si es agotador  actuar en televisión, era mucho peor tratarnos de engañar por cosas que no tienen vuelta atrás. A fin de cuentas el que siempre te quiere, te querrá por lo que somos y no por lo que aparentas.

Aterricé feliz, busqué mi maleta, y estaba Chriss esperando ahí por mí con un ramillete de flores; margaritas específicamente. La emoción que sentí fue distinta, era como si estuviera disfrutando de una buena playa, me brindaba la tranquilidad que necesitaba.

Fuimos de nuevo al mismo restaurant donde me había llevado aquella vez, ahí le conté todo lo sucedido desde mi llegada a California, se impresionó bastante con la travesía que había vivido. Luego de que nos sirvieran un vino, y después de almorzar llegó un exquisito  cheesecake con una deliciosa jarabe de mora para adornar.

Con el tenedor piqué el cheesecake, y en medio del trozo estaba un aro brillante, lo saqué con mis dedos y era un hermoso anillo de oro blanco. Solo escuché una carcajada, y la pregunta que hizo latir mi corazón.

—    ¿Te quieres casar conmigo? – preguntó, levantándose y arrollándose ante mí.

Las personas se pararon desconcertadas, esperando mi respuesta, y yo me quedé emocionada y paralizada de los nervios.

—    ¿No me responderás? – preguntó impaciente, pronto entendí porque estaba vestido tan formal-. Vamos responde lo que sea.

—    Es que esto no puede ser – dije riéndome sin parar.

—    No es gracioso ¿sí o no?

—    Chriss – tomé sus manos, y la risa empezó a descender-. Verás, yo no creo que un papel pacte el amor, y sabes lo que siento por Brian.

—    ¿Entonces es un no?

—    Lo cierto, es que pasamos tantas cosas, fue mi primer amor – expliqué-. Pero son esos amores que no son eternos, que te enseñan para ser mejor con alguien más, y aprendí. Quisiera estar con él, lo adoro como no tienes idea.

—    Entiendo. Ve a buscarlo – sugirió intentando ponerse de pie-. Lo debí suponer.

—    ¡Espera! No he terminado – lo retuve con mis manos-. Lo adoro mucho, pero estoy enamorada de ti, y creo amarte.

Chriss se levantó, y todos aplaudieron cautivados.

—    Quiero ser tu esposa – afirmé besándolo.

Ese día, Brian y yo hablamos sobre todo, recordamos nuestra niñez, los momentos amargos y más, pasamos un día entero juntos. Y aunque de algún modo era extraño, le propuse hacer las cosas que dos hermanos hacían.

Comprendimos que en la vida no hay nada correcto, simplemente hay que hacer las cosas de manera sana, que nos hagan felices. En cierta parte sabía que su amor hacia a mí no era tan profundo, creo que sus energía las canalizó de una manera confusa. Desde el incidente con mi padre, justo en ese abrazo más que amor, hubo una hermandad, ese instinto de protección de un hermano. Ahí sentí ese nexo que nunca había sentido.

Brian no supo explicar sus sentimientos, y se contradecía en lo que en verdad quería para su vida sentimental, tampoco le costó dejarme libre, y el beso en el aeropuerto fue el último, porque nunca más nos volvimos a besar.

Regresé a California por mis papeles de la universidad, empezaría a retomar mi carrera en la universidad en New York. Fue ese mismo día que Afgan pasó por mí en el aeropuerto. Me acompañó a hacer todas las diligencias, duramos todo el día en ese transitar, y finalmente me había preparado una fiesta sorpresa en su casa, justo como todo había comenzado.

Brian estaba ahí, perplejo al verme después de algunos meses. Se acercó con timidez y seguidamente me saludó. Esa noche bailamos, reímos e incluso me divertí con todas las personas que habían formado parte de mi vida. Jamás había visto a Afgan tan contento, al parecer estaba en una relación de tres; él, Ashley y otro chico, y no les iba tan mal.

La música de movida cambió a algo más suave, yo vestía con un vestido salmón totalmente liso y sencillo. Brian extendió su mano para invitarme a bailar, y yo accedí, nos abrazamos y bailamos al compás de la canción.

—    ¿Cómo te ha ido? – me preguntó.

—    Bien – respondí esbozando una sonrisa-. Me casaré con Chriss...

—    Me da gusto por ti, espero que te haga muy feliz – suspiró-. Yo sigo la carrera...también me doy una oportunidad con alguien más – explicó.

Las luces fueron opacándose gradualmente.

—    Estoy en una relación con Nicole – puntualizó.

—    ¡Vaya! – me sorprendí-. No lo esperé, ¿La amas? – pregunté por curiosidad.

—    No – negó con la  cabeza-. pero nos llevamos bien. No queremos una relación apegada, yo siempre he sido mujeriego – detalló riéndose-. Me gustan las mujeres, y no creo ser tan fiel.

—    Por lo menos fuiste sincero – dije con ironía.

—    ¿Por qué crees que no luché por ti? – respondió con esa pregunta-. No quería retenerte si quizá no sería fiel, pero no me arrepiento de lo sucedido.

—    Yo tampoco – afirmé con seguridad.

—    Si todo volvería a suceder no cambiaría nada.

—    En eso si estamos de acuerdo.

—    ¿Me permites bailar con él? – intervino Nicole.

—    ¡Claro! – exclamé y me aparté.

Era extraño ver que de cierto modo la historia se había repetido. La música electrónica hizo sacar la adrenalina de muchos. Nicole lo llevó hasta la habitación, nos in antes vendarlo. Al final no fue ella quien entró, fue otra chica con un antifaz, que siempre estuvo perdidamente enamorada de Brian en la universidad.

Afgan y yo sonreímos, él sabía que por dentro no estaba tan mal. Lo tomé del brazo, juntos reímos mirando los alocados bailes, luego me llevó a su habitación y vendó mis ojos. Quizá mi reacción en un pasado hubiese sido quitarme la venda para no dejarme, pero esta vez me dejé llevar.

Me dejó sola en la habitación con los ojos vendados y a la deriva. Hablé preguntando si había alguien más, pero nadie respondió. Intenté quitarme la venda cuando sentí unas manos frenando mi acción.

—    No lo hagas – se aproximó, sentía su presencia-. ¿Puedes sentirme?

—   Claro que puedo – alcé mis brazos, y puse mis dedos sobre su rostro – solté una carcajada-. ¡Qué grata sorpresa! – dije emocionada.

—    Ahora si te invirtió los papeles – dijo riendo.

—    ¡Chriss! –exclamé-. No sabía que llegaría aquí.

—    Vine por una razón – quitó la venda de mis ojos, y todo estaba casi a oscuras, excepto que la luz de la luna nos daba visibilidad-. Te he traído esto.

Sacó un empaque de su bolsillo, y yo lo tomé con incertidumbre.

—    ¿Un chocolate? – miré desconcertada-

—    No es cualquier chocolate, es Carré y dos boletos a Venezuela.

La vida me había premiado un día de tormentas a un hombre que era un caballero, quizá tantas situaciones me habían llevado hasta él, y ahora todo tenía un sentido.

Brian y Criss estrecharon sus manos, yo sin embargo, me quedé al lado de mi futuro esposo; aferrada  a su amor. Pasamos la noche bailando y disfrutando con todos nuestros cercanos, aunque Chriss se sentía extraño, ya que, solo conocía a pocos.

Al día siguiente me fui con Chriss a Los Ángeles, quería presentarle a mi madre, pero estaba dopada, así que no pudo conocerla como tal, tampoco podía esperar, no me lo permitían.

De Los Ángeles partimos a Venezuela, para mi sorpresa Chriss ya tenía nuestras maletas, solo era por una semana. Y quería que conociera a su famosa abuela, y demás familiares. Me recibieron gustosos, y con un cariño como si fuera de parte de la familia, aunque realmente ahora lo era.

Comprendí también que las cosas forzadas no se dan, que todo se disfruta acorde venga, pero que siempre tenemos que luchar por ello y por nuestro futuro. Pero lo que realmente comprendí fue que aunque Brian estuviera prohibido para mí, yo había encontrado finalmente el amor.

—    ¿Vieron las noticias? – preguntó la Señora de Meller.

—    No – negó Chriss-. ¿Qué dijeron abuela?

—    Al parecer en california hubo un incendio en la cárcel y se ha escapado un asesino – explicó-. Pero lo que me llama la atención es que tiene tu apellido mi niña.

—    ¿Vanderhoef? – pregunté aterrada.

—    ¡Sí! – afirmó.

La felicidad son momentos, y de nuevo podía enfrentarme con todo el pasado. No creo que mi padre intentara buscarme, seguramente buscaría la forma de huir lejos, y yo estaba lo suficientemente apartada de todos; No quise aterrarme.

—    ¿Sabes algo? – me susurró Chriss.

—    ¿Qué cosa? – inquirí nerviosa.

—    Fui cómplice del asesinato de Giselle – mordió su labio-. Necesitaba deshacerme de mi querida hermanastra.

—    ¿Estás bromeando? – pregunté un tanto asustada.

—    No lo creo – respondió.

Colocó en la mesa el otro zarcillo de perla.

—    Fui yo quien se ensañó más de la cuenta – soltó una carcajada-. Herencias de familia.

Me levanté precipitada, y luego corrí hacia la puerta, pero la abuela estaba obstruyendo el paso para que no pudiera salir.

—    ¿Acaso no me recuerdas? – preguntó la señora Miller.

Centré su mirada en su rostro.

—    ¡La recuerdo! – mis ojos se abrieron de par en par-. Usted es la señora que me prestó la revista, la que se parecía a la abuela de Chris...

—    Correcto – afirmó-. Todo ha sido perfectamente planeado.

—    ¿Son asesinos? – pregunté aterrada.

—    Eso te pasa por convivir con desconocidos e inquirir más de la cuenta – sacó una daga de sus faldas.

—    ¿Me matarán?

—    Así parece.

Chris se acercó lentamente sonriente, y seguidamente cubrió mi boca con sus manos.

—    Te puedo asegurar que para todos sin ti... la vida sigue.

De un modo la justicia, el amor, las decisiones y más, llegarían cuando tuvieran que llegar. Entre un mundo del bien y el mal, la vida es lo mismo para ambas partes, por lo tanto seguiría su rumbo, al final de cuentas, sin más ni menos... La vida sigue.

¿Qué les parece este final?


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