Las decisiones de Riley [TERM...

De PaulinaMJV

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[UNA NOVELA DE ROMANCE Y ACCIÓN] Riley es una Enfermera de 26 años con una vida normal y un pasado difícil, o... Mais

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30

Capítulo 9

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De PaulinaMJV


El día martes no fue fácil, apenas había pisado la entrada del hospital observé como un par de autos policíacos se avistaban en los estacionamientos principales, mi mente me calmaba repitiendo una y otra vez que no era extraño encontrarlos, siendo que había una urgencia de por medio donde muchos detenidos pasaban a constatar lesiones o víctimas de accidentes que involucraran su intervención; algunos autos se encontraban vacíos y otros con uniformados observando las personas que entraban y se retiraban del recinto, esa misma y cauta mirada me hacía temblar ¿Esperaban a John Savack? Nota mental — dejar de ver CSI y Criminal Minds. Del auto negro no había avistamiento, me preguntaba si la presencia policial tenía que ver con aquello.

De Charlie había sabido poco y nada, mensajes vagos y mucho trabajo no habían permitido que la comunicación fuese fluida o al menos eso creía o eso quería pensar, me alertaba que desde mi desconcentración hubiesen surgido consecuencias.

Siendo ya miércoles con una nueva jornada laboral, seguía esperando un mensaje animoso de Larson; de pronto vi el cabello de Sandy Summers paseando por el quinto piso, instantáneamente dejé mi teléfono en el cajón del escritorio y me concentré en lo que debía, no sin antes ponerlo absolutamente en silencio. Debía ser profesional y mis pensamientos debían estar en el lugar correcto, en el Hospital de Boston y nada más allá de eso. Tomé la carpeta para hacer la ronda diaria de los pacientes tras las medidas que se dejaban en la mañana, era el momento preciso, Sandy estaba allí, me luciría y callaría su gran y hedionda bocota. Le haría saber lo interesada que estaba en si funcionaban y respetaban las medidas. Los que más las faltaban eran los mismos familiares en pleno horario de visitas.

— Pieza uno lista, pieza dos también, pieza tres check, y la cuarta, una de las que me había traído problemas la semana pasada, un paciente con precauciones por contacto. Interesante — dije en voz baja.

Caminé hacia la habitación cuatro, allí se encontraba Donald, estaba con medidas por contacto, lo que significaba que sólo debía ser tocado con guantes y pechera, medidas que su histérica esposa no respetaba. Si era su esposo debía tocarlo, cuidarlo y nada le pasaría a ella, "nunca me enfermo señorita Thomas".

— Buenos días Donald, Buenos días señora Clark — mientras me saludaban de vuelta observé como la señora Clark se encontraba sin sus guantes, sólo con la pechera y un pequeño grito en mi interior se hizo presente. Mis ojos no disimularon y la señora Clark sabía lo que había sucedido. Antes de que pudiese decir una palabra se puso el parche antes de la herida.

— Enfermera Thomas, apenas había llegado, sólo lo estaba saludando, ya me pongo los guantes — corrió rápidamente a la caja que se encontraba al costado del mesón y torpemente inició con la postura de guantes.

— Recuerde lavarse las manos antes señora Clark, espero no tener que ponerles restricciones a sus visitas — dije sonriendo suavemente.

Pese a la delicada condición de Donald no perdió la oportunidad de reírse de su esposa, como lo había mencionado muchas veces, nadie lograba dominarla como lo habían hecho las enfermeras del quinto piso. Una vez satisfecha caminé para continuar la ronda.

Con carpeta en mano seguían avanzando los check, hasta la habitación siete, era la que más pacientes tenía y estaba atochada con un par de estudiantes, oportunidad perfecta para evaluarlos. Otra de las labores, era supervisar el correcto comportamiento de los chicos.

En medio de la observación las manos de Miranda llegaron a mi hombro, se acercó a mi oído para susurrar — hay dos chicos guapísimos esperando en la sala de espera, creo que uno es tu Charlie — mi estómago volvió a retorcerse, eran dos chicos. ¿Por qué dos? ¿Si era Charlie, con quién venía? Finalice rápidamente las observaciones para volver a la oficina, lugar que le pedí a Miranda que los trasladara, sentada, nerviosa, esperaba que tocaran la puerta. Segundos antes noté como en mi teléfono había un mensaje de Larson, hacía sólo una hora que había escrito "Necesitamos hablar" — Joder — porque no vi antes el mensaje, nada peor que esa frase. ¿Acaso alguna vez le había dicho que trabajaba aquí? Si, si lo había hecho. 

— ¿Riley? ¿Ya pueden pasar? — era Miranda.

— Si... sí que pasen — respondí apenas.

Miles de opciones se pasaban por mi cabeza, quizás estaba de pasada por el hospital con algún amigo, quizás prefería cortarlo todo en persona, rayos que difícil. Los pensamientos cesaron una vez que lo vi cruzar por la puerta, estaba con su amigo Daniel. Lo recordaba, Daniel Stanner, el chico que había bailado con Ashley. Mi mirada se fue directamente a la placa que colgaba en su pecho, el tipo era un policía. Me levanté y saludé con un beso en la cara a Charlie, hice lo mismo con Daniel, quien me miraba con serenidad.

Tras cerrar la puerta, por el contrario, Charlie se encontraba incómodo y retraído tras la silueta de su amigo, definitivamente todo el mundo se detuvo cuando lleve la mirada al objeto brillante que relucía por encima de su cinturón, otra placa. Estaba lista para hablar hasta que lo vi, Charlie era policía, me había mentido o quizás yo no lo había entendido. Después de todo lo sucedido le había dicho todo a un policía. Mi mundo en un par de segundos se sintió en un giro de 180° ¿qué estaba pasando?

— Riley Thomas, creo ya nos conocemos, pero debo mencionar de igual forma que soy el detective Daniel Stanner y este es mi compañero el detective Charlie Larson. Tienes información que nos puede ser de gran utilidad. Necesitamos tu cooperación. Somos parte de una de las más importantes investigaciones del departamento de policía.

Los pensamientos ni siquiera eran coherentes, sólo era capaz de posar la mirada en frente de las dos personas que se encontraban en la oficina, la mirada curiosa de Miranda se veía apenas por la ventana y pudo entender por mi rostro que todo se había desmoronado. Charlie era un policía, yo le había entregado información importante, una información que no podía dejar pasar. ¿Había sido utilizada? Volví a la realidad cuando una carpeta se posó en el escritorio, seguía siendo Daniel quien guiaba la conversación, si es que eso era. Las palabras simplemente no salían.

— Hace un tiempo nos delegaron el caso de John Savack, se trasladó desde Jacksonville hasta aquí. Tú tienes más información que cualquier persona de la que hemos podido recolectar sobre este tipo. Tú no eres parte de su círculo y nos puedes ayudar — dijo con firmeza Daniel a medida que la carpeta se habría y encontraba un sin número de fotos repartidas en ella, al menos cuatro de esas fotos correspondían a mi rostro...Charlie sabía quién era mucho antes de conocerme.

Comencé a sentir como las náuseas se apoderaban de mi garganta, cuando por fin sentía que las cosas estaban saliendo bien solo había sido utilizada, si les salía bien probablemente se ganarían un ascenso, si no para qué esforzarse tanto. Para que salir tanto con la testigo clave de tu investigación. Ya ni siquiera podía dirigir la mirada a Charlie, él sólo tenía ojos para observar el suelo.

¡¿Por qué lo había hecho?! ¡¿Por qué?!

— ¿Qué necesitan saber? — dije estoica, intentando negar cualquier sentimiento que me estuviese rondando por dentro, sentía como mis ojos ardían, pero no le daría el placer de verme sufrir, jamás. Rabia, dolor, tristeza se sentían con fuerza, pero no lo notarían, no lo permitiría.

— Si decides cooperar, necesito que reconozcas a las personas de la fotografía y me cuentes todo lo que viste en la reunión. También necesito que me des las direcciones que conozcas de John Savack — volvió a responder Daniel.

— Vaya, al parecer el detective Larson le ha informado de todo — respondí empuñando mis manos por debajo de la mesa. — ¿Por qué yo? ¿Por qué no otra persona?

— Llegaste de una forma muy cercana y honesta a Savack, estamos por cerrar esta investigación. Si nos ayudas lo haremos pronto, te aseguro que no volverás a saber de John, o al menos si lo haces será desde un teléfono de la prisión. Tú no eres como ellos y se que te gustaría detenerlo.

¿Eso quería? ¿Detenerlo? Probablemente. . . Pero no así, no con una mentira de por medio.

Uno a uno fui recordando a los chicos, al regordete, a los secuaces, a las chicas operadas y la única dirección que conocí del bastardo que me metió en esto. Daniel grababa cada palabra que salía de mi boca e iba rellenando con pequeños post it las nuevas pistas que iba sacando de mi testimonio. Me había prometido no recordar más a John, no sentir miedo de él ni pensar que me perseguía, pero allí estaba siendo el protagonista de mi vida otra vez. A unos metros Charlie miraba por la ventana, ignorando la ira ferviente que crecía en mí, poniendo un rostro nostálgico y triste que no me produciría nunca más compasión, o al menos por este momento.

— John siempre anda con este chofer, un guardaespaldas todo armado, creo que su auto está blindado también, es un Ford negro el que aparece en esta foto. Recuerdo que le dicen Buffalo a su chofer, no sé nada más y la verdad es que no quiero tener más contacto con este tipo. Les daría el número, pero lo borré...quizás el detective Larson lo recuerda —fulminé con la mirada al rubio y con la voz resquebrajada.

Daniel quien no entendía nada miró a su compañero con extrañeza — Charlie ¿tienes el número de Savack? — Charlie se acercó y sacó un pequeño papel desde su chaqueta que contenía los dígitos, esos segundos que había mirado el teléfono le habían servido para memorizarlo a la perfección. Aquel idiota, cuántas mentiras más me había dicho. Quizás había sido operado como Wolverine para convertirse en un super agente idiota.

Los ojos me ardían cada vez más, mis fuerzas estaban peleando por no soltar las lágrimas acumuladas, sólo deseaba que aquellos tipos salieran de mi oficina y me dejaran en paz luego de la gran humillación que había vivido. Daniel no sabía lo que Larson había hecho, o al menos no la historia completa, lo podía notar, pero no diría nada. No. De seguro creía que nuestro encuentro se había remitido al Underground y nada más, pero aquel detalle del teléfono lo había expuesto más de la cuenta. ¿Acaso debía estar enojada con Charlie? ¿Tenía derecho a sentirme así? Riley Thomas y su suerte.

— Tienes suerte Riley, llegaste a esta investigación como otra sospechosa más. Qué bueno que no te hayas involucrado más en esto — agregaba Stanner.

— ¿Suerte? Acabo de convertirme en una delatora, acabo de dar información que nadie más había dado. Estoy en peligro. Jamás me involucraría en algo tan sucio como eso para que lo mencione detective Stanner.

— No estás en peligro Ri... Riley. La información de que nosotros manejamos la investigación es confidencial, al igual que la información que nos acabas de entregar, por eso preferimos venir a tu lugar de trabajo, es menos sospechoso y peligroso — por fin habló Charlie.

Sin dirigirle la mirada y con la sangre hirviendo seguí conversando con Daniel como si él fuese el único personaje dentro de la habitación.

— Siento que estoy en peligro, he visto demasiadas veces cosas que se relacionan con John Savack, ahora si deben estar convencidos que soy la que los ha delatado mucho antes de haberlo hecho. Porque tenían que acercarse el día que fuimos al Underground. ¿Por qué? — dije con una incontrolable rabia.

— No podíamos perder la oportunidad Riley — dijo Daniel aparentando empatía — no creo que ellos crean de que los has delatado, de cualquier forma, te dejaré mi tarjeta y la del detective Larson. Si supiéramos que puedes estar en peligro no lo dejaríamos pasar.

— Si hicieran bien su trabajo hubiesen sabido de un principio que yo no era una maldita mafiosa — bufé.

El moreno se levantó como si hubiese realizado un mero trámite para estrechar mi mano en gratitud, abandonó la habitación para cruzar la mirada de frente con la de Ashley. Era el horario de almuerzo y había venido en mi búsqueda. Sin entender nada y con la mirada fija en él, sólo preguntó — ¿Qué haces tú aquí?

— Si Riley lo desea puede contarte, sólo pido discreción — agregó Daniel sonriendo a medida que seguía avanzando en su camino.

Charlie quien no había abandonado la habitación posaba su mirada fija esperando alguna reacción de mi parte. Las lágrimas se hacían cada vez más notorias y él no se movía. De pronto su cuerpo se acercó al escritorio para hablarme con aquella cercanía que me había encantado, aquella que me remecía, ahora sólo me producía cierto rechazo.

— Ri... Riley...te lo iba a decir te lo prometo, no te he mentido en nada, sólo en que era psicólogo, te lo iba a decir, pero tú "adivinaste" y luego no me dejaste hablar. Esto es lo único en lo que no te fui sincero — sonaba acongojado.

— Creo que debes irte de aquí Charlie, ahora — dijo en tono autoritario Ashley, quien se encontraba con una seria Miranda a su espalda.

— Yo también lo creo — vociferé con un evidente y gran nudo en mi garganta.

Charlie tardó unos segundos en moverse teniendo la esperanza que tendría alguna otra respuesta de mi parte, pero no la habría. Cuando dejó la habitación y las chicas por fin cerraron la puerta el llanto vino a mí, cada lágrima que quiso salir durante el interrogatorio se fue, corrían por mis mejillas sin dar abasto. Cuando por fin había decidido querer, cuando por fin mi corazón se estaba sanando, la realidad era peor de lo que pensaba, era sólo una ilusión, era demasiado bueno para ser verdad. Una vez más había sido humillada, una vez más tenía el corazón dolido. Una vez más recordaba porque me había dicho a mí misma que no quería confiar en nadie, que todos se iban, que todos mentían.

Me levanté antes de que Larson pudiese alejarse lo suficiente de la oficina y abrí la puerta — espero que consigas tu ascenso con esto Charlie, de seguro tuvo que haber sido eso para involucrar tanto interés y esfuerzo conmigo — antes que pudiese dar la vuelta para ver mi rostro cerré la puerta y prometí no volverla a abrir, al menos para él. Al menos hoy, blandengue. Por momentos no sabía si lloraba por haber sido interrogada, por odiar a John o por las heridas que dejó Charlie al mentir. Estaba hecha un verdadero lío.

— ¿Qué acaba de pasar? — preguntó preocupada Miranda.

— Siéntate Riley... ¿Qué pasó? — agregó Ash.

¿Cómo podía decirlo? Mis dos rubias amigas esperaban que yo simplemente dijese algo. Que palabra era la adecuada para contar lo que había pasado — Charlie estaba investigando a John Savack, no era psicólogo, sólo era un policía haciendo su trabajo. Arg ese jodido John de nuevo. Te lo dije, te dije que no me dejaría en paz su presencia.

— Mierda Riley, lo siento mucho, de verdad — dijo Ashley con un apretado abrazo. Un poco más atrás estaba la mirada perdida de Miranda, tratando de ponerse en mi lugar y armar las piezas. Había olvidado lo poco que le nombré a John, y ya no quería mencionarlo alguna vez de nuevo.

— Lo siento Ri, no necesitas hablar conmigo de eso hoy. Tomate el resto del día quieres. Yo hablaré con Sandy. Sabes que le caigo bien — dijo la rubia.

— No, no.... el trabajo me servirá.

— Miranda tiene razón Riley, tomate el día — decía sin soltarse de mi cuerpo, Ashley.

Mi corazón me lo pedía a gritos, pero mi mente no, pero ahora el corazón sonaba más fuerte y necesitaba estar tranquilo, necesitaba estar en paz. — Está bien, pero primero habla con Summers por favor, no quiero estar en problemas por irme — dije sollozando.

Miranda salió rápidamente de la habitación para lograr su cometido, Ashley me acariciaba el pelo intentando sentir lo que yo sentía. No había palabras, lo sabía, nada que pudiese mejorar el momento.

— ¿Él de verdad intentó decírtelo? — preguntó.

— Creo que sí, al menos hoy tenía un mensaje de "tenemos que hablar" — entendí la pregunta de Ash, intentando suavizar la situación, pero era demasiado pronto para suavizarlo — Creo que me adelanté a decir que el idiota era un psicólogo, pero nunca me corrigió.

— Que jodida situación... apenas salga con Becka nos iremos rápido, le contaré en el camino para que no tengas que hablar dos veces de esto ¿bueno?

— No te trates de poner en su lugar esta vez Ashley.

— No lo hago, sólo quiero entenderlo todo — Ashley siempre tenía la capacidad de ver más allá, de darle objetividad y madurez a los malos momentos. Pero no servirían para calmarme — Ordenaré tus cosas. Toma de tu botella un poco de agua. ¿Bueno?

Asentí con mi cabeza intentando detener las lágrimas, hasta cuando el teléfono volvió a vibrar. En pantalla Charlie Larson intentando conversar conmigo. Instintivamente lo tomé y apagué, no quería escuchar su versión, no ahora. ¿Acaso lo merecía?

— Realmente soy una idiota, lloro por un tipo que conocí hace un par de días.

— Sabes que es más complicado que eso amiga, no seas dura contigo.

La melena con ondas de Sandy Summers se asomó en la oficina, odié que me viera de esa forma, pero noté como Miranda no pudo detenerla — perfecto, lo que me faltaba — pensé.

— Señorita Thomas, tómese el día. No logrará hacer bien su trabajo en estas condiciones. Espero verla mañana de nuevo de mejor forma — cuando finalizó su sentencia se alejó rápidamente de la oficina.

— ¿Acaso era ella intentando ser empática? Fue una extraña forma de serlo — dije.

— Eso creo — agregó Ashley sonriendo.

A la salida del hospital se encontraba Tommy, no sabía cómo había llegado allí, pero de seguro las chicas se habían encargado. Cargué mis cosas apenas, odiando el sol que iluminaba mi rostro, era un periodo en el que sólo deseaba sentir la noche helada y mis mantas cobijandome. Deseaba escuchar el sonido de la cocina de mis padres y el olor de una comida reconfortante.

Para satisfacer un poco el cariño que mi mente me pedía a gritos agarré el móvil y lo encendí para marcar el número de mis padres, de seguro Richard se encontraría en la consulta, con suerte Madeleine estaría en la casa. ¿Tom habría salido ya de la escuela? El teléfono marcaba y sonaba...Por fin un aló se hacía sentir.

— ¿Pollito? — se escuchó una voz masculina.

— ¿Papi? Hola ¿Cómo estás? ¿Por qué estás en casa tan temprano?

— Me tomé la tarde libre después de unas rondas, he estado lleno de cirugías y poco tiempo libre. Tu madre se está arreglando un poco para ir a buscar a Tom e ir a comer algo. ¿Quieres que la llame?

Eso no me hacía sentir mejor, mierda, estaban haciendo planes sin mí, los mismos que hacíamos cuando aún me encontraba en Jacksonville. Podían haber pasado años desde la llegada a Boston y nunca se sentía bien saber lo que hacían sin mi presencia. El lado inmaduro y adolescente se hacía sentir a veces.

— Oh, no, no la molestes.

— ¿Estás bien? — preguntó Richard.

— Es sólo que los extraño mucho — intenté sonar bien.

— Nosotros también pollito... ¿Sigue en pie tu viaje en agosto?

— Por supuesto, recuerda llego el viernes 5.

— Perfecto... Prometo planificar muchos paseos juntos.

Por atrás se sintieron los gritos de apuro de Madeleine, mi madre tenía esa perfecta capacidad de retrasar todas las reuniones y eventos, pero apurar al resto para redimir su culpa. Al menos esos segundos al teléfono estaban haciendo un gran efecto. Esos eran los momentos que recordaban el hogar.

Sonreí.

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