CUARTO ACTO • CAPÍTULO VEINTICUATRO:
SOY YO DE VUELTA.
— ¿Qué diablos te pasó?—, preguntó Logan en cuanto Vanessa se sentó de repente en el suelo. La velocista le miró, sus ojos perdidos mientras su ceño se fruncía levemente.
—No sé—, balbuceó Vanessa antes de mirar a su alrededor —. ¿Qué pasó aquí?
— ¿Te sientes bien?—, Logan tomó su rostro entre sus manos mientras le hacía mirarle a los ojos, esperando que así se concentrara. Vanessa le miró, apreciando el gesto que el hombre solía hacer con ella cada vez que se preocupaba por su estado.
—Sí—, asintió levemente la castaña, su atención aún puesta sobre el hecho que él le examinaba con la mirada y agudizaba su oído —. Me siento bien, Logan—, aseguró antes que él le abrazará fuertemente —. ¿Lo hiciste? ¿Ya te curas otra vez?—, preguntó en un susurro, sin separarse de su agarre mientras sus brazos recorrían su espalda.
—Sí, ya soy yo otra vez—, aseguró con una suave sonrisa el inmortal antes de separarse y volverla a mirar a los ojos —. ¿Estás segura que estás bien? No entendemos qué te sucedió.
—Sólo fueron los nervios—, supuso Vanessa cuando Yukio se acercó, cargando una espada.
—Nos diste un buen susto—, le dijo la pelirroja, una gran sonrisa desplegada en su rostro al volver a ver a su amiga consciente.
—Bueno, me gusta llamar la atención—, se encogió de hombros la castaña antes de ponerse de pie —. Ahora, tenemos que salvar a Mariko.
— ¿Dónde está?—, preguntó Logan, sus extremidades siendo sostenidas por un fuerte material a la silla mientras que Ophelia Sarkissian, la mujer rubia que era aún más tóxica de lo que parecía ser, caminaba frente a él con una sonrisa —. ¿Dónde está Vanessa?
—Aw, ¿sigues suspirando por ella? Qué ternura—, habló la mujer mientras Logan luchaba para deshacerse del agarre, pero sus intentos siendo en vano —. Impresionante, ¿no?—, preguntó mientras observaba la gran armadura mantenerse de pie a un lado de la habitación —. La fabricaron de adamantium, como tú, Logan.
Logan soltó un gemido cuando tiró con fuerza sus manos hacia arriba, sólo causándose dolor a sí mismo en lugar de romper su agarre —. Te entiendo, Logan, estás frustrado.
—Sé que está aquí, ambas—, gruñó Logan —. Vanessa y Mariko, quiero verlas.
—Quieres respuestas.
—Sí, eso quiero.
—No es cierto. Ojala pudiera decirte más, pero me contrataron en parte por mi discreción—, comentó Ophelia mientras volvía a acercarse al inmortal.
—Seguramente—, volvió a gruñir Logan, ya perdiendo la paciencia.
—Por eso, y por cierto talento que tengo para combinar la bioquímica con la metafísica. Las toxinas de alto nivel son mi especialidad y por supuesto que ayuda el ser inmune genéticamente a todos los venenos que existen como yo. E inmune a la toxina que es la misma humanidad, así como yo.
—Escucha, asquerosa víbora mutante, ¿por qué no abres esos brazaletes y veremos quién puede jugar?—, alzó la voz Logan al sacar sus garras, pero sin tocar a la chica debido a su posición.
Con una sonrisa, Ophelia retrocedió y apretó los botones que se encontraban a los costados, provocando que el agarre sobre las manos de Logan fueran aún más fuertes y evitara que volviera a guardar sus garras —. Las garras, ya podemos comenzar. El supresor que encontraste en tu cuerpo era mío. Lo sacaste sin ninguna ayuda, eso nunca lo espere. Eres fuerte, y muy valiente, en serio tienes coraje. Pero eso no te servirá de nada—, advirtió la mujer antes que la armadura pareciera cobrar vida y acercarse a ellos. La máquina desenvaino un sable y las apuntó a las garras del inmortal.
Fue entonces cuando, de un salto, Vanessa llegó.
—Si no te alejas por las buenas, yo te alejaré—, advirtió Vanessa, mirando directamente la armadura, sabiendo que alguien se encontraba desde dentro manejándola.
—Me gustaría verte intentarlo—, respondió Ophelia, una gran sonrisa desplegándose en su rostro. Cuando notó que Vanessa comenzó a correr, dejando una estela borrosa a su alrededor, la mujer rubia apretó el botón que guardaba en su bolsillo.
Vanessa cayó al suelo, sus manos viajando a su cabeza mientras gritaba de forma desaforada. Sus gritos sólo logrando enfurecer aún más a Logan mientras sentía su sangre helarse y luchaba con más poder contra su agarre.
—Tú lograste deshacerte de mi supresor, Logan—, volvió a hablar a Ophelia mientras miraba con una sonrisa a la velocista sufrir en el suelo, pareciendo regocijarse sobre su dolor —. Pero, ¿crees que ella también lo logre cuando el supresor se encuentra en su cerebro? Nunca descubrí que Vanessa era inmortal como tú, no hasta que mis hombres me lo informaron, la pequeña sabandija lo guardó demasiado bien. Si lo hubiéramos descubierto, nunca habría sido necesario el traerte a ti.
Logan gruñía y gritaba con furia hacia la mujer rubia, apenas prestándole atención a la gigante armadura que alzaba un sable por sobre su cabeza en dirección a sus garras.
Un grito de mujer se escuchó antes que el robot perdiera la puntería y golpeara la silla, soltando a Logan y provocando que todos retrocedieran. El mutante inmortal corrió hacia Vanessa y la tomó entre sus brazos mientras llamaba a Mariko a gritos.
Los dos comenzaron a correr lejos de la armadura robótica con Logan entre sus brazos. Vanessa había comenzado a apretar la mandíbula, mordiendo sus labios tan fuerte que comenzaron a sangrar para ahogar sus gritos.
Ophelia corrió hacia el trío pero, antes de lograr llegar, una flecha atravesó su pecho —. ¡Rompan el botón!—, gritó con esfuerzo y dolor la velocista.
Fue Mariko la que corrió hasta la mujer y la tomó de los hombros antes que cayera hacia el vacío. Tomando el botón que se encontraba en su bolsillo y tirándolo al suelo, pisándolo repetidas veces hasta que se encontraba hecho pedazos.
El dolor desapareció de la cabeza de Vanessa con rapidez. Ella suspiró, aliviada de no tener que sufrir el castigo.
— ¿Estás bien?—, preguntó Logan y, a pesar que la velocista asintió, él no la soltó antes de apurar a Mariko para correr lejos de la máquina. Los tres ingresaron a un pasillo, pero se vieron atrapados cuando Logan no podía abrir la puerta.
— ¡Mariko!—, llamó Vanessa a la chica cuando notó que retrocedía.
—No, ¡corran!—, gritó Mariko y fue entonces cuando Logan se giró para observar a la máquina saltar desde donde se encontraba anteriormente. El inmortal posó a la velocista sobre sus pies antes de correr en contra de la máquina y ambos caer.
— ¡No!—, gritó Vanessa y corrió, aunque fue a una velocidad humana, pero aún así lo hizo y fue Mariko quien la tomó de la cintura para evitar que la chica se lanzará tras ellos —. ¡Logan!—, observó como ambos aterrizaban sobre uno de los tantos puentes que se encontraban dentro de aquel confuso laboratorio.
— ¡Váyanse!—, gritó Logan cuando observó de reojo a las dos chicas antes de alzar sus garras para frenar la gigante espada que casi lo rebana por la mitad.
Vanessa se soltó del agarre de la chica que había ayudado todo este tiempo y corrió, intentando encontrar el camino hacia donde Logan se encontraba. Al comienzo, su velocidad era humana, sería calificada como rápida, pero humana. Cuando ella escuchó el grito que soltó Logan, pareció volver a encenderse su mutación, permitiéndose correr tan rápido que provocaba que todo volara a su alrededor.
Debido a que el edificio era demasiado confuso, Vanessa llegó a encontrarle después de que él recibiera un golpe por parte de Ophelia, aunque ahora, su cabellera rubia se encontraba en el suelo.
—Veo que estás mejor—, le dedicó una sonrisa la mujer, mientras aún sostenía el objeto de fuerte material que había utilizado para golpear al inmortal —. Aunque me temo que eso no durara mucho. Deberás quitarte esa cosa si no quieres que produzca un efecto severo en tu cerebro. Puede que te regeneres pero, ¿realmente crees ser más rápida que mi pequeño y mejor invento?
Vanessa corrió, apareciendo delante de ella en cuestión de un segundo —. No lo sé, dímelo tú—, le contestó y, al notar que ella iba a alzar el balde, lo tomó entre sus manos y le golpeó a ella con el mismo.
La ex–rubiA se tambaleó hacia atrás, perdiendo el equilibrio por un momento debido al fuerte golpe recibido. Las luces se apagaron entonces y Vanessa se distrajo, acercándose al borde para buscar a Logan y Ophelia. A pesar de seguir algo mareada, aprovechó el momento para devolverle el golpe.
Vanesssa cayó hacia atrás, atrapando su cabeza entre sus manos mientras apretaba los labios con fuerza al querer sofocar el grito. La velocista podía sentir como si la maquinaria que había sido implantada en su cráneo parecía volver a activarse, con mucho menos fuerza, provocándole un severo mareo.
—Aw, querida, el amor es sólo una fatalidad—, comentó con ironía Ophelia antes de girarse y observar a Yukio con su espada desenvainada.
Vanessa escuchó los gritos y forcejeo de ambas y se levantó, pero eso sólo provocó que el mareo empeorara, por lo que sus manos se aferraron a las baranda mientras cerraba los ojos e intentaba calmarse lo suficiente.
El hecho que ella nunca había experimentado tal sufrimiento le provocaba cierta desventaja, no teniendo idea alguna de qué hacer para aminorar el mareo o cómo pararlo por completo. Yukio se acercó a ella, obligándola a volverse a sentar y abrir los ojos.
—Concéntrate, Vann. Mírame, intenta mirar a tu alrededor lentamente—, recitaba Yukio mientras la morena seguía sus instrucciones —. No te concentres en los detalles. Mira alrededor y no te enfoques en nada que se mueva mucho. Estarás bien, Nessa. Sólo no te concentres demasiado en el movimiento.
Vanessa se levantó, tambaleándose un momento pero deteniéndose en cuanto Yukio la sostuvo por los hombros. Con lágrimas de furia en sus ojos, la velocista miró a su amiga de cabello rojizo y soltó entre dientes —. Ayuda a Logan. Por favor, ayúdale.
Yukio asintió, rápidamente marchándose de allí mientras lágrimas de impotencia se deslizaban por las mejillas de la velocista, sintiéndose inútil debido a aquella mujer demasiado buena con los químicos.
Y, a medida que las lágrimas caían, sus mareos eran más fuertes. Un dolor atormentó su cabeza, provocando que la chica suelte un gemido mientras que su cuerpo caía sobre el frío suelo. Sus ojos se mantenían cerrados y, si no fuera por su pecho que aún subía y bajaba con lentitud entre largos intervalos, podría ser confundida por un cadáver a simple vista.
El dolor era tanto que Vanessa no era consiente de nada lo que le rodeaba. Sus oídos escuchaban un pitido infernal e infinito, sus ojos se mantenían cerrados y su olfato no parecía captar nada más que su propio olor. El olor de su propia mente fundiéndose lenta y dolorosamente, mientras que su mutación luchaba en contra pero no logrando solucionar nada ya que volvía a derretirse.
En su propio desvarío y fantasía, pudo escuchar la voz ahogada de Logan debajo de aquel aturdidor pitido, repitiendo su nombre una y otra vez.