Steve Rogers se encontraba en una camioneta blindada cerca de la base de la CIA en Berlín, junto a Sam Wilson y el recién asumido Rey, T'Challa de Wakanda. Por su mente rondaba todo lo sucedido con Bucky, la bomba, los muertos, todos tratando de matar a su mejor amigo por un crimen del que Steve creía ciegamente que no había cometido.
-¿así que te gustan los gatos? – Sam estaba en el asiento de atrás, Rogers le llamó la atención -¿Qué? Viene alguien vestido de gato, ¿y no quieres saber más?
-Tu traje... ¿es de vibranium? – El capitán miró al Rey.
- La pantera negra protegió a Wakanda por generaciones. Un manto pasado de guerrero a guerrero. Y ahora, porque tu amigo asesinó a mi padre también visto el manto del rey. Así que te pregunto tanto como guerrero y como rey, ¿Cuánto tiempo crees que podrás tener a tu amigo a salvo de mí?
Steve no contestó, simplemente miró al frente en total silencio mientras la camioneta blindada en la que se encontraban descendía por una bajada para entrar a la base. Se llevaron se Bucky, al quien mantenían en una caja presurizada bastante aparatosa, mientras que a Steve, a T'Challa y a Sam, los recibían Sharon Carter y Everett Ross (comandante adjunto de las Fuerzas Conjuntas). Fueron despojados de sus armas y trajes, y fueron acompañados a la sala general, donde Tony los esperaba mientras Natasha que se había cruzado con ellos en el camino los guiaba al centro del lugar.
-...Claro que habrá consecuencias. – Stark hablaba por teléfono. – Claro que puedes citar lo que dije, porque acabo de decirlo, ¿algo más? – silencio. – Gracias, Señor.
-¿''Consecuencias''? – Steve miró a su amigo extrañado.
-El secretario Ross los quiere juzgar a ambos. Le tuve que dar algo. – respondió Iron Man señalándolos con su teléfono mientras caminaba con Romanoff.
-No me van a devolver el escudo, ¿no?
-Técnicamente, es del gobierno. Las alas también – contestó Natasha mientras caminaba de espaldas.
-Cuánta frialdad – comentó Falcon con las manos en los bolsillos.
-Más cálido que la cárcel – replicó Stark.
Steve se encontraba viendo una pantalla detrás de un cubículo de cristal donde había una gran mesa de juntas con sillas a su alrededor. Tony llamó su atención hablándole.
-Hey, ¿quieres ver algo genial? Saqué algo de los archivos de mi padre. Parece el momento justo.
Steve se sentó.
-Roosevelt firmó el proyecto del préstamo y arriendo con estas en 1941 – Stark dejó sobre la mesa un elegante estuche en el que había dos plumas antiguas. – Brindando ayuda a los Aliados cuando más la necesitaban.
-Alguno dirían que eso acercó más a nuestro país a la guerra. – Replicó Steve tomando un pluma del estuche.
-¿Ves? Si no fuera por estas, no estarías aquí. Estoy tratando de... ¿cómo lo llamas? – Tony se sentó frente al capitán. – Es una rama de olivo ¿así lo llamas?
-¿Está Pepper? No la vi – Rogers miró a su alrededor.
- Estamos un poco...Bueno, no un poco...
-¿Embarazados?
-No. Para nada. Nos tomamos un tiempo. No es culpa de nadie.
-Lo siento mucho, Tony, no lo sabía.
-Hace unos años casi la pierdo, así que destruí mis trajes. Entonces tuvimos que deshacernos de HYDRA y luego de Ultrón. Fue mi culpa. Y luego, y luego, nuca me detengo. Porque la verdad es que no quiero detenerme. No quiero perderla. Pensé que con los acuerdos podríamos partir la diferencia. En su defensa soy problemático – volvió a ponerse de pie. – Papá era insoportable, pero él y mamá pudieron convivir.
-Me alegra de Howard se casara – dijo Steve. – Lo conocí cuando él era joven y soltero.
-¿Sí? ¿Se conocían? Él nunca lo mencionó, solo unas mil veces, quizá. Por dios, te odié – se puso el saco que había dejado a un lado.
-No quise dificultar las cosas.
-Lo sé, porque eres muy educado.
-Si veo que una situación va a ir mal, no puedo ignorarlo. A veces lo hubiera querido.
-No, no querías.
Steve sonrió un poco.
-No, no quería. A veces...
-A veces quería golpearte en tu dentadura perfecta, pero no quería que te fueras – Tony se encogió de hombros. – Te necesitamos, Cap. No puede pasar nada irreversible, si firmas. Poder legitimar las últimas 24 horas. Barnes será transferido a un centro psicológico americano en lugar de a una prisión wakandiana.
Steve observó la pluma que tenía entre las manos mientras se ponía de pie en silencio.
-No digo que sea imposible, pero tendría que haber garantías.
-Claro. Cuando se calmen los medios podemos modificar los documentos. Haría que Wanda, Hera y tu sean reincorporados...
-¿Wanda y Hera? ¿Qué hay con ellas? – Steve miró a Tony.
-Están bien, Están confinadas al complejo. Visión está con ellas.
-Por Dios, Tony – Rogers se molestó. – Cada vez que creo que ves las cosas correctamente...
-Son 40 hectáreas con pileta. Tiene sala de proyección. Hay peores maneras de proteger gente.
-¿Protección? ¿Así es como lo ves? ¿Protección? Es confinamiento, Tony.
- En el caso de Wanda, no es una ciudadana americana. Y no les dan visa a armas de destrucción masiva...
-¡Son solo niñas!
-¡Dame un respiro! Hago lo que hay que hacer para prevenir algo peor.
-Sigue diciéndote eso.
Steve dejó la pluma sobre la mesa mirando enojado a Tony, para luego irse por la puerta dejando solo a Stark que se puso los anteojos soltando un suspiro de frustración.
En otro espacio del gran lugar algunos Vengadores miraban en las pantallas en interrogatorio del soldado del invierno.
-Hola, señor Barnes. – hablaba el psicólogo. – Me enviaron de la ONU para evaluarlo.
La entrevista continuó comúnmente, por el momento. Steve miraba las fotos de las grabaciones de seguridad.
-¿Por qué las fuerzas conjuntas publican esta foto en primer lugar? – piensa en voz alta.
-¿Correr la voz, involucrar a tanto testigos como sea posible? – evaluó Sharon, quien estaba parada junto a Sam.
-Claro. Es una buena manerade sacar a alguien de su escondite. Detona una bomba y te tomarán una foto. Tendrás siete millones de personas buscando al Soldado del Invierno.
-¿Dices que alguien lo incriminó para encontrarlo? – inquirió Carter.
-Steve, buscamos al tipo por dos años y no encontramos nada – dijo Sam.
-No pusimos una bomba en la ONU. Eso llama la atención. – replicó Rogers.
-Sí, pero eso no garantiza que el que lo incriminó lo atrape. – evaluó la agente 13. – garantiza que nosotros lo hagamos. – Sharon parecía entender lo que el capitán decía, así que los tres miraron a la pantalla donde se veía a Barnes.
Mientras tanto, en la celda de James.
-dime Bucky, has visto mucho, ¿no? – preguntó el hombre en la silla frente a él.
-No quiero hablar de eso.
-Temes que si abres la boca los horrores no paren nunca. No te preocupes, solo tenemos que hablar sobre uno.
De repente, la corriente dejó de funcionar y todos entraron en pánico. Sharon les dijo a Steve y a Sam donde encontrar a Barnes y se pusieron en marcha.
-¿qué diablo es esto? – inquirió Bucky mirando a su alrededor.
- ¿Por qué no hablamos sobre tu hogar? – el hombre hizo caso omiso a las preguntas de Barnes. – No es Rumania. Tampoco Brooklyn. – de su bolso sacó un libro encuadernado en rojo con una estrella negra en la tapa. – Me refiero a tu hogar verdadero.
Entonces fue cuando procedió a recitar las infernales palabras que convertían a Bucky en un monstruo, que sacaban lo peor de él. Barnes comenzó a golpear el vidrio de la caja que lo contenía debilitando a cada palabra que era pronunciada por el hombre que fingió ser un psicólogo de la ONU. Cuando la puerta cayó, el impostor se acercó al soldado despacio.
-Soldado.
-Listo para obedecer.
-Reporte de misión, 16 de diciembre de 1991.
AY QUE NO DOY MAS (?) En realidad estoy (como dicen unas amigas) flipando, tío. Me gusta cuando la historia llega a esta parte por el drama y todo eso <3 espero les guste
Mel, fuera.