Escuela de híbridos

Por andyfellon54

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Un regalo. Cuando mi tía me dijo que me iba a dar un regalo pensé en miles de cosas, menos- en un viaje a Pen... Más

La llegada
Conociéndolos
Destino
Pruebas
Descubrimiento
Ignorante
Progresando
Problemas
Disculpas
¿Dulce o truco?
12. Culpa
Chequeo
Confianza
Vida de humana
De salida
Sueños de un bosque
Favor
Niña.
Hogar, ¿Dulce hogar?
Tinta
Bienvenida
Llegar a odiarte
Híbrido
Año nuevo
Entre lágrimas
Venganza
Como era antes
Gloria
Volver a verte
Adiós
Aceptación
Comienzo
Peligro
Conflictos
La invitación
¿Impostora?
Volviendo
Lo inevitable
La promesa
El regalo
Capitulo Bonus:La amo /One-Shot/ James POV
Capitulo Bonus: Guía /James POV/ one- shot
Especial navideño: regalo especial (2016)

Equivocación

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Por andyfellon54

Muy pocas veces había sentido un odio tan puro como este, pero mientras aquellas palabras bailaban por mi mente no podía evitar sentirme más y más desesperada. Ahora sabia con suma seguridad que lo que estaba escrito en ese libro era un secreto bien guardado, que ni los directores, ni mi tía me querían decir.

— ¿Estás bien Anya?—  la pregunta provenía de Lua, quien me veía con el ceño fruncido, no la culpaba por estar preocupada, después de todo en este momento me sentía débil y cegada por la rabia, no me sorprendería si estuviera pálida.

—  Estoy bien—  dije al final forzando una sonrisa, aunque en mi interior queria comenzar a agarrar todos los libros de este lugar y destrozarlos página por página—  nos vemos Lua.

Antes de que ella pueda añadir algo más en la charla yo le doy la espalda y camino silenciosamente a la salida de la biblioteca. Por mucho que no quiera pensarlo mi mente corre desesperada a la única razón lógica de la desaparición del libro.

El único cerca de los directores, él único que tal vez sepa de este secreto y quiera ocultarlo, él único que vio que estaba buscando esta investigación antes del ataque.

 No había margen de error en mis pensamientos, si había alguien que había sacado el libro de la biblioteca era James Adelgrieff, era cierto que Anael también lo vio pero sinceramente no creía que ella lo hubiera tomado, me parecía más obvio que James el hijo de los directores lo hubiera hecho.

Por eso en este momento refunfuñaba por los pasillos del campus, era casi una locura como de la nada la súbita compasión que tenia hacia James desde el día que yo creí que se disculpo sinceramente, se volvió en simple rabia que quería dejar salir.

«No puedo creerlo—  mis pensamiento probablemente hubieran puesto a reír a cualquier hibrido que leyera mentes, después de todo no tenían sentido—  ese mal agradecido, no puedo cre…»

BAM

El sonido del vidrio quebrándose me saco de mis pensamientos y me devolvió abruptamente a la realidad. Me vire a la derecha para ver a mi profesor de educación física entrando por la ventana.

— ¿Crees que caminando por todo el campus te escaparas de tus clases?—  sopese la idea de salir corriendo por el pasillo en donde una gran cantidad de alumnos nos veían con ojos llenos de pura curiosidad, sin embargo al final de unos buenos segundos de pros y contras me quede en mi lugar y deje que mi profesor me agarrara el brazo.

Lo voltee a ver y le sonreí abiertamente—  en realidad no—  el profesor Blackjoy me mira preocupado porque mi estado mental no esté bien—  en realidad creo que necesito su clase, para sacar mi mente… para sacar mi mente de algunos problemas.

— ¡Diez vueltas!—  dice él cuando paso a su lado por decima vez, mis piernas ya no me gritan como lo hacían hace algunas semanas, mis músculos se han endurecido y han sacado a relucir el diamante que estaba oculto debajo de mi holgazán cuerpo.

La rabia nubla el sentido, el dolor, el cansancio y lo vuelve en el combustible que me lleva hacia adelante después de cada vuelta. Poco a poco el calor se intensifica en la pista de carrera, siento el sudor quemar mis ojos y siento mi cabello pegarse en mi cuello.

A medida que hago más vueltas y más vueltas mi visión se vuelve borrosa y mi respiración se convierte en un jadeo desesperado que no puedo detener.

Es casi divertido escuchar las vocecitas que me gritan dentro de mi cabeza.

«— Detente—  grita una—  te vas a desmayar»

«— Claro que no te vas a desmayar—  contraataca la otra—  eres una híbrida puedes hacer esto y mucho más»

Cada vez que daba una vuelta al campo una nueva figura se añadía a la multitud que se acumulaba en las gradas del lugar, casi podía escuchar cómo se sorprendían al verme correr sin detenerme.

Creo que iba por la vigésima vuelta cuando mi tía llego al lugar—  ¡Anya detente!—  su voz era como un látigo que azotaba no solo mi corazón sino que también mi razón.

Ella estaba en todo esto, ella sabía algo al igual que los directores, algo que estaba en ese libro y no sé si era por una locura enferma o por simple instinto pero yo sabía que tenía que leer aquellas páginas y ahogarme en ellas, tal vez de esa manera apagaría mi odio y rabia hacia ellos… hacia él.

«Mentirosos—  pienso con rabia—  todos son unos mentirosos»

Mientras que aquellas acusaciones chocan en mi mente una bifurcación aparece entre mis ideas, como una fisura que se abre paso en una enorme colina.

La idea que se abre paso en mi ser me golpea y me deja sin aire, me zarandea y me tira al aire como una muñeca de trapo.

Nunca me había puesto a pensar en la razón por la cual mi tía no querría que leyera aquel libro, es decir, los directores pueden querer quitármelo porque es algo personal y es exactamente a donde me lleva mi mente.

Esto también tiene que ser personal para ella y solo hay una situación personal de la cual mi tía siempre tuvo sumo cuidado para mantenerla en la oscuridad.

Mis padres, desde que dijo que me habían abandonado toda charla respecto a ellos se había ido por la borda, no era como si me importara mucho, los detestaba, pero aun así en lo muy profundo de mi corazón pensaba en que tal vez hubo una fuerza mayor que los separo de mi. Después de todo soy mitad ángel, mitad demonio por ende algo los pudo haber separado.

Mentiras, mentiras, mentiras, mentiras—  ahora el campus estaba impregnado con el aroma de la traición, eso me asfixiaba y me enterraba en memorias que creí olvidadas y repudiadas en mi mente.

No sé en qué momento me había detenido pero ahora me encontraba de rodillas y miraba al horizonte como si de esa manera lograra ver lo que me esperaba, como si de esa manera alguien me dijera que solo estaba paranoica.

Necesitaba que alguien me dijera que estaba equivocada.

Sin embargo eso nunca llego, en cambio el horizonte fue opacado por la sombra de mi tía quien me comenzó a hablar con preocupación— ¿Qué estabas pensando Anya, te pudiste haber desmayado?—  me grita pero yo no la escucho, bajo el volumen de su voz en mi mente y poco a poco esta es sustituido por palabras que se que no está diciendo.

— Yo te mentí todo este tiempo Anya—  habla la vocecita acusadora de mi mente—  tus padres no te abandonaron porque no te querían, ellos te abandonaron por una razón que no quiero decirte…—  mientras aquellas palabras son dichas la otra vocecita, la vocecita que está del lado de mi tía me grita— no te digo el porqué por tu bien—  grita una y otra vez.

Pero al final soy yo la que da el veredicto.

— Ella no puede decidir si es bueno o mal para mí, después de todo es mi vida—  susurro, mi tía me mira de hito en hito.

— ¿Qué dijiste Anya?—  me pregunta.

— Nada—  respondo mientras me levanto y con mis piernas temblorosas y mi frente sudorosa camino hacia mi habitación.

Encontraría ese libro y descubriría si mi intuición no era más que una equivocación… eso lo podía asegurar.

— Esto es increíble Anya—  la voz de Anael me llego como un pequeño susurro a través de la puerta del baño—  es que acaso tus poderes se activaron, aun no puedo creer que hayas logrado hacer veintiún vueltas al campo.

— «En realidad no fueron súper poderes, fue simple rabia»—  pensé mientras me restregaba la espalda y me sacaba de a poco las capas de suciedad que se habían acumulado en mi cuerpo luego de mis vueltas a la pista de carreras.

— ¿Anya te desmayaste?—  bromeo mi amiga desde el otro lado de la puerta.

—  No—  conteste antes de cerrar el paso de agua—  solo que no creo que mis poderes se hayan activado—  dije para darle algo parecido a una respuesta.

Me la podía imaginar frunciendo el ceño mientras decía las siguientes palabras—  y entonces ¿porque le distes veintiún vueltas al campo cuando en realidad pudiste haber hecho solo diez y después decirle a Blackjoy que estabas cansada?

Ahora que Anael lo decía en voz alta realmente me sentía una idiota porque sabía que el odia y la rabia me había llevado a hacer algo que no tenía ni pies ni cabeza.

— Me sentía mal por haberme escapado sin permiso e intente recuperar mi honor—  dije en forma de broma y escuche como Annie se echaba a reír mientras yo me secaba el pelo y caminaba hacia el espejo del baño y me sorprendía al ver mi reflejo.

Todos estos años me había comparado  con mi tía ya que era mi único punto de referencia consanguínea pero ahora que veía la posibilidad de la entrada de mis padres a mi vida no podía evitar preguntarme a quien me parecía más.

Serian mis ojos cafés de mi padre o de mi madre, seria la forma de mi rostro una herencia materna o paterna y aun más importante a quien me parecía por mi carácter.

— ¿Anya?—  me llamo Anael.

— ¿Si?—  digo mientras salgo del baño y entro a la habitación, la toalla que me rodea esta casi tan empapada como mi cabello así que no tardo mucho en enfriarme.

—  Sabes que si haces eso te vas a resfriar ¿verdad?—  me pregunta Annie.

— Lo sé—  digo pensando en lo mucho que adoro la sensación de estar empapada de agua pero lo mucho que odio estar enferma.

Ella se echo a reír—  ¿eso no te preocupa?—  me pregunta.

— En lo absoluto—  le respondo—  después de todo soy una híbrida por lo menos me tienen que dar el poder para no enfermarme—  y con esas palabras dichas Anael se echa a reír una vez mas mientras camina hacia la ducha.

Mientras la clase de demonología avanza me doy cuenta del tiempo que he pasado en el campus, septiembre a quedado sepultado bajo la lluvia y las hojas verdes desaparecen para darle lugar  a las hojas color naranja y rojo que coronan cada hectárea del campus.

— Ojos en la pizarra Cortsen—  la voz de la profesora me saca a medias de mis pensamientos, ya que después de posar mi mirada en los datos que ha anotado en la pizarra aun sigo pensando en que ya es octubre y que pronto  será Hallowen y aunque la rabia por mi tía, los directores y James sigue quemándome por dentro me distraigo pensando en que me voy a poner para Hallowen, después de todo debe ser uno de esos días dignos de admirar en un campus para híbridos.

— …y así fue como los dhampiros se desarrollan a lo largo de sus vidas—  lo último que menciona la profesora es lo único que queda registrado en mi mente de la clase, para cuando dice las siguientes palabras yo ya estoy entrando en estado de pánico.

— Ahora una prueba rápida—  las palabras calcan en mi mente poco a poco, borran cualquier idea sobre el mes que es y me dejan pensando con desesperación en la clase a la cual no había puesto atención en lo absoluto— ¿Cuáles son las familias más reconocidas entre los dhampiros?

Me quedo con la boca abierta intentando decir algo pero no puedo, siento la boca seca y por un segundo la ira y la rabia se convierten en vergüenza.

— Te la hare más fácil— dice ella mientras bambolea su larga cabellera— ¿Cuál es la familia más  grande entre los dhampiros?

Al final logro cerrar la boca y con lo último que me queda de dignidad niego con un rápido movimiento de cabeza para que se dé cuenta que no se la respuesta.

— Los Fellon—  me dice secamente—  por no poner atención harás un ensayo de cuarenta páginas sobre la importancia de la demonología.

Las comisuras de mis labios bajan unos grados, este día no podía ser peor.

Y nunca podía dejar de equivocarme mientras que salía del aula de clases la figura que me esperaba apoyado en la pared opuesta causo un ataque de rabia en mi interior.

— ¿Qué quieres James?—  pregunte cuando en mi interior gritaba « ¿quieres mentirme otra vez?»

Él se sorprendió por mis palabras pero eso no lo detuvo, se separo de la pared y me vio de frente—  ¿De mal humor?—  parecía que la pregunta no tenia significado especifico para él pero para mí era como una daga en el corazón.

— No es de tu incumbencia—  replique—  ¿Qué quieres?—  quería irme de aquí, mientras más veía su rostro, mas crecía mi ira hacia él.

— ¿Mi padre quiere saber si el libro que te proporciono te ha ayudado con las clases y el entendimiento de nuestras especies?

«Traidor, mentiroso, traidor, mentiroso»

Sonreí, que irónico que el ladrón del libro que mas me importaba leer, me estuviera preguntando por un libro al cual había olvidado desde hace semanas en la mesa de noche de mi cuarto.

— No—  respondí quedamente—  pero otro libro que encontré me pudo haber ayudado pero desapareció—  mientras decía aquellas palabras no aparte mis ojos del rostro de James aunque no vi ningún atisbo de duda o vergüenza en este.

— ¿Desapareció?—  la pregunta parecía real pero a mis oídos parecía irónica y patética.

— Olvídalo—  y como hice con mi tía, lo ignoro, ignoro cuando me llama, ignoro el hecho de que él me siga mintiendo en la cara.

Faltaban semanas para Hallowen pero el hecho de que Anael mencionara lo emocionante que era el campus ese día con una fiesta que se daba a media noche en donde todos mostraban sus verdaderas formas y se divertían hasta el cansancio, no ayudaba a mi pena creciente.

 Yo no tenía una verdadera forma, para un híbrido era una simple humana, por ello pensaba llenar el vacío de mi apariencia con buena ropa y buen carácter él treinta y uno de Octubre.

Por esa razón era que en este momento me encontraba buscando mi bufanda de rayas negras y naranja para la ocasión, lo malo es que mi búsqueda no estaba teniendo resultado.

— Anya ¿vas a seguir desmantelando nuestro cuarto?—  preguntó Anael.

— Si no encuentro la bufanda, creo que si lo seguiré haciendo—  dije mientras tiraba más ropa al piso.

—  De seguro no estaba en tu maleta—  dijo Anael.

— ¿Y  en que otro lugar puede estar?—  dije mientras que tiraba una camisa al lado para descubrir que lo que pensaba que era la bufanda no era más que una camisa negra.

—  Tal vez tu tía la tiene—  las palabras de Anael me hicieron reír, no podía creer que no se me ocurriera esa posibilidad. Parecía que la ira me había nublado demasiado el pensamiento.

—  Sabes Anael—  dije mientras dejaba el desorden a un lado y le daba un abrazo—  eres un genio—  y con aquello dicho me dirigí al lugar donde tal vez encontraría mi bufanda perdida.

Estos día había intentado obviar a toda costa a los directores, a mi tía y a James mientras buscaba el libro perdido, inclusive un día entre al salón de los directores por el closet pero no logre encontrar el libro así que supuse que ya lo habían destruido o lo habían enviado al otro lado del mundo… o tal vez a un lugar al que siempre había querido ir, Las Vegas.

Pero dejando todos los pensamientos turbios a un lado me enfoque en sopesar la idea de confrontar a mi tía en este preciso instante.

Mientras caminaba por el pasillo la idea de hablarle a mi tía se convertía en un plan y en palabras ensayadas que tenían el objetivo de herir para obtener información sobre el paradero del libro.

Pensé en aquello durante todo el recorrido hacia el cuarto de mi tía, el cual quedaba casi al principio de las escaleras para la azotea del ala mayor. Cuando por fin llegue a mi objetivo las manos me temblaban y podría jurar que mi corazón iba a salir por mi boca en cualquier segundo.

Hable segundos antes de extender ambas manos, una dirigida a la perilla y la otra dirigida hacia la puerta—  tía soy yo, Anya—  di dos pequeños toques a la puerta y luego la abrí.

Me sorprendí cuando no vi a mi tía dentro de la habitación aunque no le había echado llave a la puerta antes de salir.

— ¿Tía?—  dije en voz alta para cerciorarme que no estaba en el lugar. Cuando nadie contesto a mi llamado cerré la puerta y entre por completo en la habitación.

Deje mis ojos vagaran por la habitación para ver si algo me llamaba la atención y efectivamente, segundos después caminaba hacia la mesa de noche blanca que mi tía mantenía al lado de la ventana.

No encontraba sentido a mis movimientos pero cuando me di cuenta ya había abierto la primera gaveta de la mesa de noche y lo que encontré solo me dio a entender que era mi instinto el que estaba dominando mi cuerpo.

Ahí, guardado debajo de un cumulo de papeles podía ver la orilla de una hoja chamuscada… el libro.

Hace unos minutos había terminado la lectura del libro y por eso la desesperación me estaba ahogando en este momento.

Las manos me temblaban y no podía dejar de llorar, las lágrimas escapaban por mis mejillas y teñía la alfombra en motas oscuras.

La puerta de la habitación se abrió—  ¿Anya?—  su voz fue la gota que rebaso el vaso.

— ¡Porque!—  grite mientras le lanzaba el libro encima, ella solo necesito un movimiento de la mano para enviar el proyectil en otra dirección— ¡porque me mentiste! ¡Yo confié en ti todos estos años!—  agarre un adorno de cristal y también se lo lance pero ella también lo esquivo moviéndose a un lado y permitiendo que este se hiciera añicos poco después.

— Detente Anya—  me pidió mi tía mientras que sopesaba la idea de avanzar en mi dirección.

— ¡No, no lo hare! ¡¿Por qué?!—  Solloce—  ¿Por qué no me dijiste que ellos habían muerto en el incendio intentando salvarme?—  grite

— Anya ellos te salvaron, pero ellos también intentaron salvar a los demás, ellos eran pilares—  me dijo ella.

— ¡Pilares!—  me reí—  eres una mentirosa—  solloce.

La traición se fundió en mi corazón y me desgarro en lo profundo al percatarme que mi suposición no era ninguna equivocación… sino que era la cruda realidad.

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