Ángel de la muerte [TERMINADA...

Oleh melissa-lol

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"Lo que nos define es lo bien que nos elevamos después de caer." Evelyn tiene clara su misión, subir a la tie... Lebih Banyak

Epígrafe
Duele
Capítulo 1: Al fin
Capítulo 2: Esto será divertido
Capítulo 3: ¿Quién eres?
Capítulo 4: Te reto
Capítulo 5: La cita
Capítulo 6: El ángel
Capítulo 7: Una segunda oportunidad
Extras: Julian
Capítulo 8: Antes que nada
Capítulo 9: Sentimientos encontrados
Capítulo 10: Te necesito
Capítulo 11: Dixit Daemonium
Capítulo 12: ¿Qué he hecho?
Capítulo 13: ¿Qué estás haciendo conmigo?
Capítulo 14: ¿Reencarnación?
Capítulo 15: No puedo negarlo más
Capítulo 16: ¿Porqué?
Capítulo 18: Nuestra hora llegó
Capítulo 19: Necesito respirar
Capítulo 20: Sombras
Capítulo 21: Te invoco
Capítulo 22: Demonios en la Tierra
Capítulo 23: El pacto
Capítulo 24: Tengo que advertirle
Capítulo 25: Las puertas del infierno
Capítulo 26: Poco sabía yo
Capítulo 27: Una explicación
Capítulo 28: Confesiones
Capítulo 29: La muerte
Capítulo 30: Cerrar el pacto
Capítulo 31: Primer jinete
Capítulo 32: Guerra
Capítulo 33: Peste
Capítulo 34: Hambre
Capítulo 35: Ilusión
Capítulo 36: Deseo
Capítulo 37: Su llegada
Capítulo 38: Adam
Capítulo 39: Te escojo
Capítulo 40: Condenados
Capítulo 41: Padre
Capítulo 42: Mandar un mensaje
Capítulo 43: ¿Quién es ella?
Capítulo 44: El sello final
Capítulo 45: La distracción
Capítulo 46: Reencuentro
Capítulo 47: Anticristo
Capítulo 48: El final del comienzo
ESPECIAL NAVIDEÑO 》

Capítulo 17: La encontramos

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Oleh melissa-lol

Termino de colocarme el arete que me costó horrores ponerme, retrocedo unos pasos para verme mejor en el espejo. Maia fue muy amable en presarme un vestido de tirantes, tiene un escote en forma de v, la parte de arriba es blanco mezclándose en la cintura con el color negro hasta llegar a la parte baja de la falda, la cual apenas llega a mis rodillas, tengo que hacer milagros para esconder mis alas con la poca tela que hay en este vestido. Esto esta muy lejos a lo que acostumbro a usar, pero me gusta.

Uso el poco maquillaje que tengo para resaltar mis ojos y mis labios, nunca me había arreglado para nadie más que para mí, pero esta noche quiero verme especialmente bonita para Julian, ya quiero ver su reacción cuando me vea usando esto.

Unos toques a la puerta me indican su llegada, bajo hasta la entrada para recibirlo, se corta mi respiración al verlo usando un esmoquin negro, se ve tan apuesto. Sus ojos me recorren de pies a cabeza, pasa saliva con fuerza, el calor sube hasta mis mejillas.

—Tu... Rayos—parpadea asombrado. —Te vez hermosa.

—Tu no te quedas atrás tampoco—guiño un ojo.

—¿Nos vamos? —pone su brazo para que lo tome.

Cierro la puerta enrollando su brazo con el mío. Lo detengo antes de que de un paso, su expresión confundida es la mejor del mundo, planto un beso en sus labios extrañándolos, responde de inmediato.

—Ahora si podemos irnos.

Llegamos al carro que reconozco como el de Julian, abre la puerta del pasajero para que entre.

—Tengo una especie de dejá vú—sonríe, sabe a lo que me refiero, como olvidarme de nuestra primera cita.

No tarda en entrar al otro lado del coche, arranca el motor manejando hasta la escuela. Pierdo el tiempo mirando a través de la ventana, las personas salen de sus casas para pasar un rato afuera, otras entran exhaustas del largo día, carros nos rodean, cada uno con una historia diferente.

—Estás muy callada—Julian interrumpe el silencio.

Aparto la mirada de la ventana para verlo, no quiero arruinar la noche, pero tengo que decirle lo que sucede, no sé cuánto tiempo disponga antes de que los demás lo encuentren a él y a la daga, Archer y yo estamos corriendo contra reloj.

—Tengo que decirte algo.

—No me gusta como suena eso—su expresión se endurece, remueve sus manos en el volante nervioso.—¿Te arrepientes de venir conmigo?

—¿Qué? No, no es eso.

—Entonces lo que sea puede esperar, quiero que tengamos esta noche solo para nosotros dos. Hoy nada ni nadie es más importante que mi novia y yo.

¿Qué ha dicho?

—¿Novia?—fruncí el ceño.

—Si, ahora eres mi novia.

—¿Pero? ¿Acaso eso es posible? Quiero decir, ¿para nosotros?

—Honestamente, no lo sé y en este momento no me importa—alzo una ceja.—Lo único que que me importa ahora es estar contigo—sostiene mi mano, planta un dulce beso en ella.

—¿En serio no te importa? ¿Ni siquiera lo que Él crea?

—Creo que te puso en mi camino por una razón—se encoje de hombros restándole importancia. —Te quiero, Eve. Él lo sabe, yo lo sé, y ahora tu. No creo que me dejara permanecer aquí a tu lado de querer lo contrario.

Me quiere.

El ritmo de mi corazón se acelera martillando con fuerza contra mi pecho, las mariposas reviven en mi estómago, es el mejor sentimiento del mundo.

Él me quiere.

—Nunca acepte—respondo reprimiendo una sonrisa. Quiero molestarlo, aunque sea un poco, no puedo evitarlo. Enarca una ceja confundido. —Nunca acepte ser tu novia.

Frena el carro de golpe, tengo que sostenerme del cinturón para no salir volando, voltea a verme a su lado, su expresión es dura y seria.

—Evelyn Pierce Harrison Rousseau...—jadeo impresionada.

¿Cómo sabe mi nombre completo?

—¿Estás jugando conmigo?

Sonrió. Se cambiaron los papeles señoras y señores.

—No gusano, no estoy jugando, nunca me preguntaste si quería ser tu novia.

—Gusano—se lleva una mano al pecho haciéndose el ofendido, pero puedo ver la comisura de su labio elevarse.

Se quita el cinturón, por un momento creo que saldrá hecho furia fuera del carro, en cambio se gira en su asiento encarándome, sus orbes me miran con una profundidad que me roban el aliento, se acomoda mejor en su asiento, sostiene mis manos entre las suyas.

—Sabes que no he hecho otra cosa que pensar en ti, y en esos hermosos ojos tuyos me tienen hechizado desde el primer momento en que los vi, en tus deliciosos y dulces labios—me da un rápido beso antes de continuar. —No logro sacarte de mi cabeza ni un solo momento. En tan poco tiempo te has convertido en alguien muy especial para mí.

>>Soy tan afortunado de haberte encontrado, o mejor dicho de que me encontraras, que decidas abrirte y compartir tu historia conmigo es algo de lo que me siento dichoso, sé que no es algo facil para ti, así que agradezco que me tengas la confianza para hacerlo. Te quiero y quiero seguir compartiendo todo lo mio contigo, así que... Evelyn Pierce Harrison Rousseau, ¿me harías el honor de ser mi novia?

Si. Si. Si.

El pequeño tambor que se hace llamar mi corazón se sale de control golpeandome con fuerza. Contengo mis ganas de saltar de emoción y besarlo.

—No lo sé, no estoy muy convencida.

Vuelve a dejar un casto beso en mis labios.

—¿Y ahora?

—Mmmm—finjo estar pensando.

Se inclina pegando sus labios a los míos, el beso es lento y dulce, sostengo su nuca para profundizar más el beso, acaricia mis labios con los suyos y creo que puedo desfallecer en cualquier momento, acaricio su cabello sedoso con mis dedos, atrayendolo a mi tanto como puedo, siento su mano en mi mejilla, mientras la otra encuentra mi muslo dandole un suave apreton.

Por un momento olvido porque empezó el beso, sus caricias logran nublar mi mente. Muede levemente mi labio inferior provocando que un gemido escape de mis labios, el calor se apodera del lugar en segundos. El sonido de un claxon rompe la burbuja en la que nos envolvimos, obligandonos a separarnos, ambos reímos por la escena que estamos haciendo. La persona en el otro carro vuelve a tocar, pero Julian no se molesta en hacer o decir algo, se queda callado como si estuviera esperando algo.

—¿Qué?—pregunto recuperando el aliento. Pone los ojos en blanco.

Claro mi respuesta.

—Acepto gusano, acepto ser tu novia—me besa rápido regresando a su lugar, se acomoda en su lugar poniéndose de nuevo el cinturón, arranca el coche para detener el coro de cláxones que se unieron al carro de atrás.

Llegamos en unos minutos a la escuela, estaciona el carro frente a la puerta, desabrocho el cinturón para salir.

—Espera—sostiene mi brazo deteniéndome.

Saca algo de su saco, me quedo con la boca abierta al ver de nuevo la daga. Creí que se había desecho de ella.

—Quiero que tengas esto.

—¿¡Qué!?

—Esta mucho más seguro contigo que conmigo. Confió en ti, sé que la cuidaras bien.

—Yo... No... No puedo tenerla—es un peligro que este a mi alrededor.

—Sé lo que significa, pero no puedo pensar en nadie mejor para que la tenga.

Miro la daga, luego a él, no puedo aceptarla, no sé cómo podre ocultarla de los demás. Además, Adam puede aparecer en cualquier momento, no quiero que me vea cerca de ella. Una idea viene a mi mente.

—Esta bien, la acepto—hace ademán de entregármela, niego con la cabeza. —Pero lo mejor por ahora es que la guardes tú, yo no tengo donde ocultarla.

Bajo la mirada para ver el vestido.

—Esta bien—la guarda de nuevo en su saco.

El hecho de que quiera entregarme lo más valioso e importante que existe en nuestros mundos es muy estúpido y hermoso de su parte. Confía en mí. La culpa se asienta en mi pecho, tengo que decirle la verdad pronto.

—¿En verdad tenemos que ir a la fiesta? ¿No nos la podemos saltar e irnos a perder por ahí, solitos, tu y yo?

—Nop.

—¿Por qué? —hace un adorable puchero dándole un aire de niño pequeño.

—Todos tus amigos están ahí esperándote—me mira no muy convencido. —Y porque... este sería mi primer baile. Maia me ha hablado tanto de ella que tengo curiosidad de ver de que se trata.

—¿En serio? —asiento. —Esta bien, tu ganas. Vamos a que tengas tu primer gran baile.

*_*_*_*

Las ventanas retumban, creo que en cualquier momento el techo se va a caer sobre nosotros, a nadie parece importarle o preocuparle, todos bailan al ritmo de la ruidosa canción. Me quedo impresionada por la manera en que se mueven, sabía que los tiempos habían cambiado, pero no pensé que pudieran llegar a este nivel.

Se asemeja un poco a los bailes que hay en el infierno, pero estos se mantienen dentro de lo decente, nunca fui a uno de esos bailes, solo había presenciado un poco porque Adam me insistió a hacerlo, después del primer segundo ahí salí corriendo a la dirección contraria, desde entonces me mantuve alejada de ellos.

El lugar esta oscuro, salvo por unas luces que alumbran un poco el lugar, parpadean de diferentes colores, cambian de azul a morado luego a verde, pasan de un color a otro en minutos. Julian entrelaza mi mano en la suya guiándome, busco a Archer por el salón.

Lo encuentro hablando con otros dos maestros, el hombre habla de algo que parece ser aburrido por la expresión de él y de la mujer a su lado. Ella aprovecha uno que otro momento para toquetearlo, Archer no le corresponde, solo se mantiene rígido en su lugar observando el salón. Pobre, no creo que se esté divirtiendo.

—¡Julian! —uno de sus amigos le grita, se acerca a él para saludarlo. —Al fin llegas.

—Me entretuve un poco—me mira de reojo.

—Ya veo. ¿Cómo estas Eve?

¿Sabe mi nombre? Claro que sabe mi nombre.

—Hola...

—Antonio, el mejor amigo de este cabezón—apunta a su amigo a mi lado. —Veo que al fin están juntos, no sabes cómo me alegra, nunca había visto a Julian así de emocionado por una mujer, no paraba de hablar de ti, de cómo...

—¿Quieres bailar? —es susodicho me mira callando a su amigo.

—Seguro—respondo viendo su rostro sonrojado. —Un gusto, Antonio.

—Lo mismo digo.

Julian me arrastra hasta la pista de baile, la música cambia en cuanto llegamos, entrecierro los ojos segura que él tuvo algo que ver.

—Solo fue una recomendación, que decidieran cambiarla no tiene nada que ver conmigo.

No sé porque no le creo.

Su mano pasa por mi cintura hasta mi espalda pegándome a él, sostiene mi mano en alto enredándola con la suya, descanso mi otra mano en su brazo dejando que él guíe el ritmo.

—Debo admitir que hace mucho que no bailo—observo a los demás intentando imitar sus movimientos.

—Solo déjate llevar.

Se mueve por la pista sin dificultad, llevándome consigo. Mis pies tratan de seguir su ritmo lo mejor que pueden. A pesar de que la canción es lenta, no es difícil acoplarse su compás. Hago lo que me dice y me dejo llevar, teniendo cuidado de no pisar sus pies. Por más que lo intento, y en verdad que lo intento, termino pisándolo en repetidas ocaciones.

—Lo siento, te dije que no he bailado en mucho tiempo.

—Písame—sugiere.

—¿Qué? Pero...

Se detiene un momento.

—Pon tus pies encima de los míos, así te sentirás más cómoda y podre enseñarte cómo se hace, te aseguro que más pronto de lo que esperas serás toda una bailarina.

—No sé si una bailarina, me conformo con no andar pisando a mi pareja de baile—le digo apenada.

Se ríe abiertamente.

—Anda, primero un pie y luego el otro.

Llena de dudas hago lo que dice y lo piso, su agarre en mi espalda se hace más fuerte impidiendo que caiga hacia atrás, nuestros cuerpos entran en contacto el uno con el otro, su rostro ahora está a centímetros del mío, solo tiene que inclinarse un poco para tocar mis labios, termino como siempre embelesada con la intensidad de sus ojos.

Mi corazón no tarda en agitarse por su cercanía, no puedo pensar en nada más que él, todo lo demás pasa a segundo plano lejos de mi radar. Baila conmigo encima de él sin hacer ni una mueca de dolor, aunque estoy segura le duele un poco. Sus ojos bajan a mis labios, inconscientemente los relamo queriendo sentir los suyos. Sus dedos acarician mi espalda desnuda, erizándome la piel.

—Eve...—su voz es apenas audible.

—Julian...

Su aliento choca contra mis labios, me acerco un poco más rozando apenas los suyos.

—Yo...—traga grueso.

—Tu...

Acaricio su nariz con la mía, quiero besarlo, pero primero quiero que termine de decir lo que sea que tiene en su mente.

—Todo esto es nuevo para mí, yo nunca había sentido este tipo de atracción por alguien, mucho menos por alguien que viene del infierno—sus ojos se clavan en mí con una intesidad aplastante, mi respiración y el violento martillear de mi corazón son un caso perdido.—Por más que intento alejarme de ti siempre consigues aparecer de nuevo, en los pasillos, en la calle, en mis sueños, no puedo dejar de verte en todas partes. No puedo auyentar esta necesidad de saber de ti, de desear ayudarte, de quererte como mereces, estoy cayendo irremediablemente en un pozo del que no quiero salir.

—Juilan...

—Sé de dónde vienes, las cosas que problablemente debiste hacer, y no puedo juzgarte por ello, porque yo no soy quién para hacerlo—lágrimas nublan mi vista, sus palabras calando en lo más hondo de mí.—Te quiero, Evelyn y quiero hacerte feliz.

No lo merezco. No lo merezco en lo absoluto.

—Te quiero Julian.

Uno nuestros labios antes de que pueda decir algo más. Una corriente de electricidad corre por todo mi cuerpo, sostengo su cuello profundizando el beso, no quiero ni que un centimetro nos separe, deja ir de mi mano para tomarme de mi cintura, apenas se separa un poco para poder hablar sobre mis labios.

—Sé que es tu primer baile, pero...—me besa de nuevo desesperado, respondo con la misma vehemencia.

—Ya vine y vi lo que tenía que ver, no necesito quedarme más tiempo, lo único que quiero es estar contigo, podemos escaparnos a dónde tu quieras.

—¿Segura que no hay problema?

—Nunca he estado más segura.

Un brillo ilumina sus ojos, su hermosa sonrisa me saluda mientras recibo sus cortos, pero apasionados besos. Uno, dos, tres, cuatro...

—Me despido de Antonio y regreso. No te muevas.

—No me muevo.

Me besa de nuevo antes de alejarse entre el gentío que hay en la pista. Paso la mirada por el lugar admirando el trabajo que los humanos le pusieron a este lugar, sin lugar a dudas luce hermoso. Espero ver a Maia por aquí con William, pero no la veo por ninguna parte. Guío mis ojos al último lugar donde vi a Archer, él también desapareció.

Julian tarda mucho tiempo, lo que me pone aún más nerviosa.

¿Se habrá arrepentido?

Me muevo buscándolo a él o a Antonio, su amigo me saluda junto a sus amigos, paso la mirada por todo el lugar, no hay señal de él. El cabello de mi nuca se eriza, no necesito voltear para saber quién es, puedo sentir su energía venir de las puertas del gimnasio.

¿Qué demonios está haciendo aquí?

Mi corazón se acelera lleno de pánico, corro hasta Pam antes de que logre entrar al lugar.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Lo encontramos.

—¿Qué encontraron?

Que no sea lo que creo que es, por favor, no lo digas.

—La daga—sonríe alzando el mentón con orgullo.

Julian.

Él tenía la daga, si la encontraron significa que también lo encontraron a él. Trato de esconder el miedo de mi rostro, aunque la idea de que le hayan hecho algo me dificulta pensar con claridad.

—¿Dónde está?

—Stephan la tiene, venía acompañado de un ángel—su sonrisa se torna maliciosa.

Busco a Archer desesperada, no está por ninguna parte. Maldita sea con mi supuesto guardián, no está cuando más lo necesito.

—¿Dónde está el ángel?

—Stephan y Travon se lo llevaron a la playa, cerca del refugio. Pobre idiota, no sabe lo que le espera.

—Voy con ellos, necesitan toda la ayuda posible. Tu encárgate de buscar a Archer y ponlo al tanto. Los veo en la playa.

Salgo de aquí sin darle la oportunidad de quejarse. Me deshago de los zapatos para poder correr más rápido, en un movimiento rápido corto la tela en mi espalda desprendiendo mis alas, vuelo por el cielo con toda la velocidad de un rayo, no sé que pueden estar haciendo con él en este momento.

Desde arriba encuentro a Stephan y Travon, se meven de un lado a otro como si estuviran estudiando a su presa, Julian esta frente a ellos amarrado, su cuerpo recae en la arena inconsciente en frente de la fogata, aterrizo en la arena de golpe.

—¡Eve! Al fin llegas. Espero estés contenta con nosotros—Travon sonríe alegre.

Ignoro a mi compañero para ir hasta mi ángel, me relajo un poco al ver que aún respira, los golpes que tiene en el rostro no se ven nada bien, su pómulo esta hinchado, un rio de sangre cae por su nariz, su labio esta completamente reventado, mi corazón se aprieta al verlo tan frágil y herido, tengo que contar hasta mil para no regresarles el favor a este par de demonios.

Aparto la mirada, no puedo seguir viéndolo sin querer correr a auxiliarlo, tengo que seguir fingiendo que estoy de lado de ellos.

—Un ángel—finjo sorpresa.

—Él tenía la daga—Stephan se acerca para entregármela.

La acepto sin dudarlo, la tengo de nuevo en mis manos, solo que esta vez se siente diferente, no se siente bien.

Pam y Archer llegan parándose junto a nosotros, la mirada de mi amigo sigue a Julian en el suelo, voltea a verme con una interrogante muda, asiento confirmandole que Julian es el ángel del que le hablaba. Su cuerpo se tensa, sabe lo que sigue a continuación, abrir el portal. Para nuestra suerte los demás desconocen esa información.

—¿Qué hacemos con él? —Pam pregunta viendo con recelo a Julian.

—Tenemos que matarlo—Travon se atreve a decir.

—No—contesto con firmeza, todos me miran dudosos—Puede sernos útil.

—¿Qué tienes en mente? —Archer se cruza de brazos, puedo imaginar lo que está pensando en este momento.

—Estoy segura Adam sabrá que hacer con él, esperare a que me contacte de nuevo, hasta entonces yo me encargo del ángel.

—Ni loca te dejo sola...—Pam avanza un paso hacia mí, Stephan la detiene del brazo regresandola a su lugar.

—Ella tiene razón, cariño. No podemos hacerle daño, los demás ángeles seguro sabrán si lo matamos y sabrán que fuimos nosotros. Debemos esperar ordenes de Adam antes de adelantarnos a cualquier cosa.

—Escucha a tu novio, Pamela. Parece que él tiene más cerebro que tu—escupo molesta. Gruñe algo entre dientes. —Regresen al refugio y no hagan nada estúpido—saben que lo digo especialmente por ella.

A regañadientes ella se va junto con los demás. Archer se queda atrás para hablar, espero a que los demás desaparezcan para hablar de nuevo.

—No podemos mantener por mucho tiempo la mentira de comunicarnos con Adam.

—Lo sé.

—¿Se lo dijiste?—apunta con la cabeza a Julian.

—No.

—No será agradable verlo cuando despierte.

—No—repito.

Estará molesto, muy molesto.

—¿Quieres que me quede contigo?

Agradezco su preocupación, pero esto es algo que tengo que hacer sola. Niego con la cabeza. Un gruñido nos hace voltear a verlo, esta despertando.

—Si necesitas ayuda solo grítame, ¿está bien?—asiento agradecida.

Desaparece al igual que los demás, regreso la mirada a mi ángel, se remueve en su lugar despertando del sueño. La angustia y el temor se aferran a mi pecho con uñas y dientes, no sé si puedo tolerar ver su odio, su despreció, las posibles palabras que me dirá es suficiente para hacerme retroceder. No me atrevo a verlo, no creo poder tolerar su rechazo. Escapo corriendo lejos de aquí antes de que termine de despertar del todo, aprieto con fuerza algo en mi mano, bajo la vista para encontrar la daga.

¿Qué se supone que haga con esto ahora?

Llego a casa más rápido de lo que pensé, abro la puerta refugiandome de mis miedos. Mis pies tiemblan, mis manos tiemblan, todo mi cuerpo tiembla.

¿Cómo le voy a explicar esto?

¿Cómo se supone que lo vea a la cara?


—Evelyn—me congelo al escuchar su inconfundible voz. 

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