UNA PROMESA DE AMOR

By serenitymoon21

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Cuando el amor florece como una bella e incorregible primavera no es tan fácil de vencer pero ¿es así en la r... More

CAPITULO 1 PREPARATORIA HILLWOOD
CAPITULO 2 SENTIMIENTOS PARTE 1
CAPITULO 3 SENTIMIENTOS PARTE 2
aviso importante

CAPITULO 4 SENTIMIENTOS Y JUEGOS

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By serenitymoon21

Una vez dentro de su casa, Helga se enfrentó a su familia, su madre estaba en el sofá sentada mirándola seriamente, mientras su padre se acercaba a ella, molesto, realmente molesto, pero ¿Qué rayos había hecho esta vez?

-¡¿Qué diablos te pasa, Bob?! ¡¿Porque me trataste así delante de…?!
-¡Cállate Helga!
-Vaya ahora si te acuerdas de mi nombre, papa –Murmuro sarcásticamente la joven rubia.
-No quiero verte cerca de ese muchacho
“¿Qué?, demonios había escuchado bien ¿Enserio?”
-¿Qué…pero…?

-Helga, cariño tu padre y yo, hemos platicado y ambos concordamos en que te hemos dado demasiada libertad que tú has confundido con libertinaje, no puedes salir cuando quieras y menos sin avisarnos, mucho menos sin nuestro permiso.
-¡¿Qué…?!

-Cállate, hija –Bob se puso al lado de Miriam –Ambos estamos de acuerdo, por lo que no iras más a perder el tiempo a ese estúpido curso literario de la escuela, ni tampoco iras a trabajar con la señora Vitello, tienes que comenzar a interesarte por los negocios de nuestra familiar…por lo que trabajaras en un emporio de localizadores

-¡¿Qué diablos les pasa?! ¡No lo hare!
-¡No te estoy preguntando señorita, eres aún menor de edad y harás lo que se te pida! ¡¿Entiendes?! En cuanto ese niño Arnold, no quiero verte cerca de él, no es un buen partido para ti.
-Pero…

-Nada de peros Helga, Arnold no es bueno para ti, necesitas a alguien ambicioso y con un futuro brillante para que pueda darte la vida que estas acostumbrada a llevar –Miriam trato de acercarse, pero Helga se alejo
-¡¿La vida que estoy acostumbrada?! ¡Es broma ¿no?! ¿Qué tipo de vida creen que he llevado con ustedes que ni siquiera se preocupan por la comida eh?

-Más vale que te controles, Helga Geraldine Pataki, si no te enviare a un internado
-¡No iré! ¡No hare nada de lo que dicen!

Bob se acercó a su pequeña hija –Mira Helga, si no quieres que enserio te envié a un internado, obedecerás, en primera nada de salidas sin nuestro permiso, eres una señorita y corres peligro estando tan noche en la calle, ya no eres una niña, segundo estudiaras administración de empresas y te encargaras de los negocios, yo ya estoy viejo hija y es mejor que alguien joven como tú lo haga, en tercera y la más importante no estarás perdiendo tu tiempo con ese chico que se ve que en su vida no aspira a nada más que a ser un emplea ducho más en este mundo y no deseo eso para ti cariño.

Helga le miro entre molesta y dolida, ¿Cómo se atrevía hablar así de Arnold, sin siquiera conocerlo? –En primera no estudiare algo que no quiero papa, quiero estudiar literatura y…
-Morirás de hambre con esa carrera tan mediocre, Helga

-Además en segunda no me interesan tus negocios –Dijo ignorando a su padre –En tercera, Bob, estamos en preparatoria ¿En quién esperabas que me fijara?
-El negocio nos da de comer y los viajes que hemos hecho en vacaciones, que te quede claro jovencita, en segunda hay muchos alumnos de familias ricas como Lorenzo, porque no te fijas en él.

-¡No, papa! Solo te interesa porque su padre quiere asociarse contigo ¿No?
-Sí y por eso debo asegurarme que así sea.
-No lo hare y es mi última palabra
-¡Lo harás o te enviare lejos de aquí y de todos!

Bob se fue dejando a su hija lastimada, molesta y resignada. –Haz caso a tu padre cariño, si deseas primero estudia algo que te deje, una carrera realmente profesional y después ya harás lo que quieras.

Miriam poso una mano sobre el hombro de la rubia, quien levanto la mirada aún más molesta –Demonios Miriam, ¿Siempre tengo que complacerlos y ustedes? ¡¿Ustedes cuando me han complacido con siquiera una demostración de afecto?!
-¡Eso es injusto Helga, nosotros te amamos!
-¡Tienen una manera horrible de demostrarlo, Miriam y por eso yo…los odio!

Miriam inevitablemente dejo caer una mano sobre la mejilla de su hija, quien abrió sorprendida sus ojos azules, no podía creerlo, nunca le habían puesto una mano encima y ahora… -Era todo lo que faltaba –Murmuro con lágrimas en los ojos antes de salir huyendo de la casa.
-¡Helga!

No se detuvo ante el grito de su madre al contrario, corrió y corrió más, deseaba desaparecer, deseaba volar lejos de ellos, lejos de su casa, lejos de las cadenas que la tenían aprisionada en aquel lugar, siempre había soportado y todo gracias a su musa, su luz, su luna pero si la alejaban de él, ¿Qué le quedaba entonces?

No se detuvo hasta que llego a donde deseaba estar; Susent Arms, inmediatamente subió las escaleras de incendio, pues no era una hora apropiada para visitas, una vez arriba pudo ver a su amado quien se encontraba acostado con los ojos cerrados, se veía bastante serio, entre triste y sonriente pero pensativo, muy pensativo.

Toco suavemente la ventana, deseaba estar tanto con él y que la consolara, sabía que él lo estaría haciendo, no porque la amara si no porque era el buen samaritano Arnold.
-¡¿Helga?!

Inmediatamente subió por el librero para abrirle la ventana a la rubia de ojos azules que tanto amaba para que ingresara a su alcoba.
-Hola
-¿Qué haces aquí? ¿Qué ocurre?

La rubia no dijo nada solo lentamente se recargo en el pecho del joven, quien abrió sorpresivamente los ojos ante este acto pero segundos después la rodeo con sus brazos, entendiendo que las cosas no estaban bien.
.
.
.
-Iré por ella…
-Pero no sé dónde está, Bob
-Seguramente en esa casa de huéspedes, por favor si marca pregúntale donde esta y me avisas
-Bien pero…
-Regresamos en un rato.

Bob salió rápidamente hacia su auto, pese a que a veces era una persona fría e indiferente sus hijas, sus hijas eran su mayor tesoro y su mejor regalo en la vida, vivía para ellas y deseaba la felicidad de ambas pero tenía una idea errónea de la felicidad, pensaba y creía en la felicidad falsa, en la felicidad que puede mostrarte un espejismo, que es falsa y que sobretodo no es real.
.
.
.
-Bien, Helga, ahora que estas, más tranquila ¿Me contaras que ocurrió?

La rubia le miro por un momento avergonzada, pero comenzó a contarle todo, mientras lo hacía sentía como un peso se le quitaba de encima y también se daba cuenta que hablar con Arnold era muy fácil, su confianza se la había entregado sin condición.

-Lamento mucho si te cause problemas, Helga –Dijo avergonzado al terminar de escuchar todo –No era mi intención

-No fue tu culpa Arnoldo, mi familia está loca
-Pero te quieren y creo que…lo mejor será que no te moleste, así al menos tendrás un problema menos en tu casa.
-¿Qué demonios estas diciendo?
-Eso, Helga que…

-No tienes que hacer ningún sacrificio Arnold, además mi familia esta errónea porque ni siquiera somos…amigos, ni nada –Dijo la joven cabizbaja

-Creí que éramos…amigos tal vez ¿No?
La rubia se ofendió aún más -¡¿Crees que a mis amigos los ando besando?!
-Espero que no –Dijo burlón –Porque me pondría muy celoso

La rubia quedo noqueada, su molestia se iba y venía en un abrir y cerrar de ojos, siempre le pasaba cada que estaba con el rubio y eso, eso le molestaba.

-Bien entonces, Cecil dime… ¿Qué somos? –Dijo acercándose más y más pero…
-¿Arnold?
-¿Qué pasa papa? –Pregunto el rubio sin abrir la puerta
-Hijo, Helga ¿Esta ahí?, si es así por favor dile que su padre vino por ella –Comento algo nervioso

La rubia palideció pero no quería causar molestias así que antes de que Arnold hablara ella lo hizo –Iré enseguida –Respondió en voz alta para que Miles escuchara.
-¿Segura?
-Si Arnold, nos vemos mañana –Comento antes de salir de la habitación de su amado –Y por cierto cabeza de balón ¿Porque no me respondes tú?
-¿Qué cosa?
-¿Qué somos?

La rubia le sonrió dulcemente mientras el rubio le miraba intensamente con un leve sonrojo en sus mejillas al igual que ella, ambos sabían su juego, sabían que sus corazones estaban gritándose uno al otro la misma palabra, pero ninguno de los dos lo diría en aquel momento pero sabían perfectamente que lo harían porque lo sentían, porque ambos estaban ya metidos hasta el hoyo en este hermoso juego, en este hermoso juego llamado amor.

Helga dio media vuelta para bajar e irse a su casa con su padre; ninguno de los dijo nada en todo el trayecto pero Bob Pataki no estaba dispuesto a aceptar nunca a aquel joven y menos aceptar que su hija sería una mediocre estudiando literatura, ¿Cómo se puede vivir de eso?

-Espera jovencita –Dijo cuando la joven se iba a su cuarto rápidamente –Estudiaras administración, te dejare en tu cursito pero ya no quiero que trabajes con la señora Vitello, quiero que te dediques a estudiar para la universidad, yo te pagare el curso y…
-Olvídalo Bob, ya lo termine de pagar, por lo que se refiere a lo que estudiare eso lo veremos.

-Vamos sabes que es mejor que estudies una carrera de verdad, bueno solo en eso te complaceré pero no te quiero cerca de ese joven.
-Vaya que amable –Dijo sarcásticamente –Y si quiero ver a Arnold o a otro joven no tiene que gustarte a ti papa, si no a mí, buenas noches.

Subió rápidamente dejando a su padre en la sala, sin algún otro argumento de momento para contraatacar la declaración de la joven rubia.
.
.
.
El domingo no hizo mucho, se quedó en casa todo el día y haciendo sus deberes, escondiéndose de su familia, la cual de pronto parecía interesada en ella pero no del modo que hubiera deseado, su madre se la paso criticando su manera de vestir, su cuarto, su peinado, etc. Por lo que hubiera deseado seguir siendo ignorada.

El lunes llego y con él, también llego el alivio de la joven rubia que rápidamente se levantó se vistió y se fue rápidamente a la escuela, esperando que fuera un día extraordinariamente mejor que el de ayer.

Todo transcurrió normal, hasta que estuvo en la cafetería, donde busco estar a solas, lejos de todos sus amigos, estaba triste y molesta se sumió en sus pensamientos, hasta que un cabeza de balón se sentó con ella.

-Buen día Helga
-Hola cabeza de balón
-¿Podemos hablar?
-¿Sobre qué?

Arnold tomo la mano de la joven quien inmediatamente subió sus mirada para encontrarse con aquellos ojos verdes encantadores que le provocaban mil cosas a la vez, nervios, electricidad por todo su cuerpo al simple roce de su piel con la suya, emoción y miedo, miedo a lo desconocido, a lo que diría y a que todo fuera un espejismo.

-Helga, esos besos… ¿Qué significaron para ti?...quiero decir…quiero saber si… ¿Qué somos?

Helga bajo la mirada entre molesta y divertida, era encantador verlo nervioso y sonrojado, al igual que le encantaba su seguridad y el coqueteo que últimamente existían entre ello, aquella atracción que inevitablemente sentía por él y que sabía que últimamente el también sentía, pues se lo había demostrado esos días, esos pocos días en los que comenzaron un juego, un juego del que no sabía si saldría victoriosa pero ¿porque no intentarlo después de tanto esperar?

-¿Qué quieres que sea para ti, Arnold? –Pregunto con la mirada en el suelo y con el corazón encogido por el temor de ser fracturado nuevamente por el amor no correspondido.
El rubio soltó una risita nerviosa y un poco histérica –Creo que tú sabes…
-¿No lo dirás?

-Claro, aunque en realidad para mí no hay necesidad, pues tú eres ya eso y más para mí, te has convertido en la persona más importante para mí, Helga
La rubia levanto la mirada sorprendida y nerviosa – ¿Entonces?…
-Novios –Dijo jugando el rubio -¿No?
-¿Me preguntas o…?
-¿Quieres ser mi novia, Helga?

Los zafiros verdes la miraban con adoración, se perdió completamente en aquellos par de aceitunas que tanto amaba, mientras todo el mundo desaparecía, sus problemas, todo, solo existían ella y el, él y ella, solo estaban ellos en su mundo, en ese universo; lentamente se fue acercando al rubio quien ya se había acercado también y lentamente cerro sus ojos para recibir entonces aquel hermoso beso de amor, un amor que ella sintió desde la primera vez que lo vio, que esperaba que algún día se cumpliera pero ni en sus más locos sueños, pensaba que sería todo de aquella única y hermosa manera y lo mejor de todo era que habían sido el primero en la vida del uno como del otro, ella lo sabía y el también, ambos se amaban y se acababan de encontrar, de reencontrar con el más dulce y tierno beso que sus labios pudieron darse, un beso que esperaban durara por toda la eternidad al igual que su amor.

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Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.