CAPITULO 4 SENTIMIENTOS Y JUEGOS

300 26 5
                                    

Una vez dentro de su casa, Helga se enfrentó a su familia, su madre estaba en el sofá sentada mirándola seriamente, mientras su padre se acercaba a ella, molesto, realmente molesto, pero ¿Qué rayos había hecho esta vez?

-¡¿Qué diablos te pasa, Bob?! ¡¿Porque me trataste así delante de…?!
-¡Cállate Helga!
-Vaya ahora si te acuerdas de mi nombre, papa –Murmuro sarcásticamente la joven rubia.
-No quiero verte cerca de ese muchacho
“¿Qué?, demonios había escuchado bien ¿Enserio?”
-¿Qué…pero…?

-Helga, cariño tu padre y yo, hemos platicado y ambos concordamos en que te hemos dado demasiada libertad que tú has confundido con libertinaje, no puedes salir cuando quieras y menos sin avisarnos, mucho menos sin nuestro permiso.
-¡¿Qué…?!

-Cállate, hija –Bob se puso al lado de Miriam –Ambos estamos de acuerdo, por lo que no iras más a perder el tiempo a ese estúpido curso literario de la escuela, ni tampoco iras a trabajar con la señora Vitello, tienes que comenzar a interesarte por los negocios de nuestra familiar…por lo que trabajaras en un emporio de localizadores

-¡¿Qué diablos les pasa?! ¡No lo hare!
-¡No te estoy preguntando señorita, eres aún menor de edad y harás lo que se te pida! ¡¿Entiendes?! En cuanto ese niño Arnold, no quiero verte cerca de él, no es un buen partido para ti.
-Pero…

-Nada de peros Helga, Arnold no es bueno para ti, necesitas a alguien ambicioso y con un futuro brillante para que pueda darte la vida que estas acostumbrada a llevar –Miriam trato de acercarse, pero Helga se alejo
-¡¿La vida que estoy acostumbrada?! ¡Es broma ¿no?! ¿Qué tipo de vida creen que he llevado con ustedes que ni siquiera se preocupan por la comida eh?

-Más vale que te controles, Helga Geraldine Pataki, si no te enviare a un internado
-¡No iré! ¡No hare nada de lo que dicen!

Bob se acercó a su pequeña hija –Mira Helga, si no quieres que enserio te envié a un internado, obedecerás, en primera nada de salidas sin nuestro permiso, eres una señorita y corres peligro estando tan noche en la calle, ya no eres una niña, segundo estudiaras administración de empresas y te encargaras de los negocios, yo ya estoy viejo hija y es mejor que alguien joven como tú lo haga, en tercera y la más importante no estarás perdiendo tu tiempo con ese chico que se ve que en su vida no aspira a nada más que a ser un emplea ducho más en este mundo y no deseo eso para ti cariño.

Helga le miro entre molesta y dolida, ¿Cómo se atrevía hablar así de Arnold, sin siquiera conocerlo? –En primera no estudiare algo que no quiero papa, quiero estudiar literatura y…
-Morirás de hambre con esa carrera tan mediocre, Helga

-Además en segunda no me interesan tus negocios –Dijo ignorando a su padre –En tercera, Bob, estamos en preparatoria ¿En quién esperabas que me fijara?
-El negocio nos da de comer y los viajes que hemos hecho en vacaciones, que te quede claro jovencita, en segunda hay muchos alumnos de familias ricas como Lorenzo, porque no te fijas en él.

-¡No, papa! Solo te interesa porque su padre quiere asociarse contigo ¿No?
-Sí y por eso debo asegurarme que así sea.
-No lo hare y es mi última palabra
-¡Lo harás o te enviare lejos de aquí y de todos!

Bob se fue dejando a su hija lastimada, molesta y resignada. –Haz caso a tu padre cariño, si deseas primero estudia algo que te deje, una carrera realmente profesional y después ya harás lo que quieras.

Miriam poso una mano sobre el hombro de la rubia, quien levanto la mirada aún más molesta –Demonios Miriam, ¿Siempre tengo que complacerlos y ustedes? ¡¿Ustedes cuando me han complacido con siquiera una demostración de afecto?!
-¡Eso es injusto Helga, nosotros te amamos!
-¡Tienen una manera horrible de demostrarlo, Miriam y por eso yo…los odio!

UNA PROMESA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora