UNA PROMESA DE AMOR

By serenitymoon21

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Cuando el amor florece como una bella e incorregible primavera no es tan fácil de vencer pero ¿es así en la r... More

CAPITULO 1 PREPARATORIA HILLWOOD
CAPITULO 2 SENTIMIENTOS PARTE 1
CAPITULO 4 SENTIMIENTOS Y JUEGOS
aviso importante

CAPITULO 3 SENTIMIENTOS PARTE 2

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By serenitymoon21

Toda su vida era siempre tan oscura, sin luz, sin vida, sin un motivo real para sonreírle, su familia nunca había sido una real familia, al menos no como ella siempre imaginaba que debían ser, sus padres siempre tan orgullosos y engrandeciendo a su hermana Olga, siempre aplaudiendo cada logro que ella hacía, siempre junto a ella, siempre comparándola y siempre haciéndola a un lado y últimamente haciendo de menos lo que ella más amaba en el mundo y lo que le encantaba hacer; escribir.

Todo había sido oscuridad hasta que Arnold llego a su vida; tal vez mucha gente podría decir que realmente estaba loca, ¿Cómo era posible que tu amor de infancia siguiera tan intacto tan fuerte ahora en la adolescencia?
Para ella era simple, Arnoldo nunca le había hecho caso, nunca hubo nada y simplemente la ilusión de que algún día él se diera cuenta de su amor, estaba ahí, seguía viva dentro de su ser, la noche anterior lo había descubierto, aun lo amaba, le encantaba, le gustaba, le fascinaba estaba volviéndose realmente loca, loca por él.

Siempre en soledad, siempre triste, siempre molesta por el modo que fue desplazada por su hermana ante sus padres, ella nunca había podido expresar o más bien ser escuchada realmente en su casa, Phoebe, era su única y mejor amiga, era su hermana con ella si podía contar, podían platicar, jugar, divertirse y darse consejos, algo que debería de hacer con su madre, pero su madre.

Miriam no es una mala mujer, simplemente ha estado aburrida y harta de la rutinaria vida que lleva al lado de Bob, ella lo descubrió cuando su padre estuvo enfermo y su madre tuvo que ir en su lugar a la empresa de localizadores, las cosas cambiaron al principio y ella obtuvo un poco de Miriam, pero después paso lo mismo, rutina y a su madre simplemente no se le daba eso de poder hacer mil cosas a la vez, no podía trabajar y estar bien en casa con su familia, no puede estar siempre en su casa y estar bien con su familia; aun así la amaba pese a que no la sintiera cerca como deseara.

Bob, el gran Bob Pataki, rey de los localizadores, ambicioso y muy competitivo, casi su padre no le pone atención, no recuerda cuando fue la última vez que Bob la cargo y le sonreía amorosamente, en realidad habían sido pocas las veces que a Bob le salía de corazón abrazarla y había dejado a un lado la magnífica Olga para poder estar con ella.

Para sus padres ella era una desconocida y ella se sentía fuera de lugar, no se sentía en un hogar donde realmente perteneciera, muchas veces había deseado desaparecer y que todo sería mejor si ella no existiera, pero Arnold…Arnold ilumino su vida.
-¡Helga!

Rodo los ojos fastidiada, como si realmente a su madre le importara que se le hiciera tarde a su curso literario de los sábados, ni siquiera habían querido pagárselo y por eso ella trabajaba con la señora Vitello.
-¿Qué quieres Miriam? –Pregunto al bajar a la cocina

-¡Oh! Cariño, quería pedirte de favor si puedes ir a la tienda, es que a Olga se le antojo unos chocolates y…
-¡Criminal Miriam! No puedo debo irme, por si no lo recuerdas mama tengo que ir a mi curso de…
-Vamos Helga, ¿Qué te cuesta? Es tu hermana por favor

-¿Acaso a ustedes les importa algo que no sean ustedes mismos? –Miriam abrió abruptamente los ojos ante lo que había dicho su pequeña hija, sin comprender o más bien sin querer creer lo que su hija estaba queriendo decir.
-Pero…

-Ya me voy Miriam…y si tanto antojo tiene que le diga a su esposo –Murmuro antes de encaminarse a la puerta sin dar vuelta atrás, molesta y dolida.
.
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En casa de los huéspedes, se encontraba un joven rubio mirando el cielo, para él era un bello y hermoso amanecer, mientras rozaba sus labios sintiendo aun el hermoso y delicioso tacto de los suaves labios de la rubia, la noche anterior había obtenido un avance en su relación con Helga, por lo menos ahora no podía ignorarlo ¿O sí?

-Buenos días campeón
-Buenos días, papa

Miles observo a su hijo de un mejor humor que los últimos veces, algo que le pareció que las cosas que tanto le preocupaban al rubio estaban siendo resueltas de una grata manera.
-¿A qué se debe tanta felicidad?
-Conseguí algo que me hizo muy feliz, papa
-¿Una chica?
Arnold se sonrojo pero sonrió asintiendo –No es solo una chica, es la persona de la que estoy enamorado desde hace mucho

-Lo sabía jejejeje –Su abuelo acababa de ingresar –Es Helga, ¿verdad?
El rubio se sonrojo mucho pero no entendía… -¿Cómo lo sabes?
-Necesitaría ser un ciego como tú para no darme cuenta –Dijo sonriente –Solo era cuestión de tiempo, además esa niña siempre ha estado loca por ti
-¿Cómo sabes eso papa?
-Hay hijo, ¿Quién no se daría cuenta de eso, cuando tienes a una mujer como Puki?

Miles sonrió, recordando la historia de sus padres, Arnold solo quedo sumido en sus pensamientos ¿Qué tanto habría hecho Helga por él? Aun había miles de cosas que descubrir, su primer y reciente descubrimiento fue saber que Helga en realidad era Cecil, su Cecil, eso le había hecho feliz, su primera cita había sido con ella y él nunca se dio cuenta.

Y es que en este último año se había dado cuenta de que Helga era tan increíble, tan misteriosa, tan única, le encantaba el modo en que ella realizaba sus gestos de disgustos pero le encantaba descubrir sus gestos cuando algo le gustaba, como cuando había pudin o pastrami en su almuerzo, cuando veía que podría ir a las luchas, cuando algo le salía bien en los deportes, cuando entraban a literatura ella era distinta, era como si todo lo que existiera a su alrededor es todo lo que siempre había deseado, le encantaba ver como se escondía detrás de los botes de basura o detrás de alguna pared para escuchar sus conversaciones con otras chicas.

-¡¿Arnold?!

-¿Eh?
-Vaya hijo, sí que estás enamorado, llevamos horas hablándote
Arnold se puso como tomate, por lo que los adultos comenzaron a reírse.
-¿Saldrás con ella, pequeño hombre?
-Si
-No quiero que llegues tarde, hijo
-No papa –Se puso de pie –Ya….debo apurarme

Los adultos solo sonrieron más mientras el joven salía de su habitación.
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Se encontraba en su curso, se sentía que encajaba tan perfectamente en ese ambiente artístico, estaba tentada a tomar alguna otra de las clases que había, aparte de la literatura, le gustaría tomar alguna clase de música o canto, tal vez sería canto.

-Muy bien Helga –Le felicito al final de la clase la profesora al entregarle su trabajo –Me encanta la pasión con la que te expresas y escribes estos magníficos poemas, dime has pensado en ser escritora ¿Cierto?
-Yo…la verdad…
-No deberías pensarlo tanto cariño, eres una de mis mejores estudiantes y me alegra que hayas decidido ingresar a este curso, pero quiero saber si te gustaría dedicarte a esto, pues puedo darte una carta de recomendación para la universidad ¿Qué dices? Estoy segura que te aceptaran.

-La verdad es que aún no lo he pensado, Señorita Kyle, pero aún falta y…

-No dejes hasta el ultimo la decisión, querida –Comento Kyle seriamente –Piénsalo Helga, por lo mientras envíale tu mejor escrito para un concurso, sé que ganaste el concurso de ensayos hace tiempo a nivel de educación básica ¿Cierto?
-Si –Dijo la rubia sonrojada
-Bien, envíale tu ultima historia romántica que les pedí, fue muy hermosa y enternecedora, seguramente ganara.

La joven no dijo nada solo asintió para después salir del salón, la profesora era una de sus favoritas pero a veces pensaba que exageraba con decir que ella era una escritora nata y con mucho talento, se había sorprendido al leer su ensayo cuando era aún una niña; salió rápidamente por los pasillos pero al llegar a la salida…

-Hola, hermosa
-¡¿Arnold?!
El joven rubio se acercó a ella, no se percataron de que un joven los miraba, en aquel momento como en muchos otros ellos solo existían uno para el otro –Vamos a ir al cine, ¿Te acuerdas?

-No lo recuerdo…
-¿Quieres que te refresque la memoria de lo que te paso? –Se acercó peligrosamente pero la rubia se alejo
-¡No!…quiero decir…vamos entonces cabeza de balón
-Vamos, Helga

Arnold la tomo de la mano suavemente para caminar juntos, la rubia sonrojada comenzó a caminar sin quejarse; al llegar al cine Arnold permitió que la joven le indicara cual película verían, ingresaron a ver una de acción algo que el rubio agradeció aún más, pues aunque sabía que Helga era cursi, también sabía que se guiaba más por las cosas entretenidas, rudas y con mucha acción, algo de historia y de romance también si era posible.

Al ingresar a la sala, ambos estaban nerviosos pero el rubio nunca dejo de tomarla de la mano, deseaba mantenerse lo más cerca de la joven como le fuera posible, la rubia ni siquiera ponía atención a nada solo al hecho de que Arnold estaba ahí y tomándole la mano además.

Para ella era como un sueño hecho realidad, el poder estar con la persona que lograba que le dieran mil paros cardiacos en un abrir y cerrar de ojos, podía acelerarlo, detenerlo y podía hacer que ella fuera o hiciera cualquier cosa, estaba a merced del rubio, quien también se sentía inofensivo, débil pero muy feliz a su lado.

Como no pudo concentrarse en la película, comenzó el juego de las miradas, esas miradas en las que tratas de decir mil palabras, en las que tratas de comunicarte con ese ser amado, en las que le insinúas lo mucho que lo amas y lo feliz que eres en aquel momento.

Los ojos azules intensos le miraban, Arnold sabía lo que ella estaba pensando, sabía que ella también estaba deseosa a amarlo, a entregarse por completo a él, entregarse con toda el alma para amarse por el resto de la eternidad, hacía que su corazón sintiera todo ese gran amor que la joven había guardado durante años y que el estúpidamente nunca vio pero ahora…

-¿Qué me ves, Arnoldo? ¿Tengo algo en la…? –Susurro la rubia
Arnold sonrió –Veo lo maravillosa y hermosa que eres, Helga –La joven se sonrojo, quedando sin palabras –Creo que te besare…
-Atrévete y te golpeare –Murmuro molesta la rubia ¿Qué se creía que la besaría cada que quisiera? Estaba tonto…
-Sé que no lo harás…
-¿Porque tan seguro, Arnoldo?

-Lo se…sé que no lo harás –Se fue acercando, la rubia alzo su puño pero fue todo lo que hizo, no le hizo nada, ni siquiera lo empujo, ella también perdía su voluntad, su fuerza ante la mirada intensa del rubio, ante aquella seguridad que ahora lo caracterizaba, simplemente cerro los ojos para que el joven la besara, quien la beso dulcemente, pero poco a poco fue subiendo la intensidad del beso.

Ambos perdían el control, el tiempo, la conciencia, ni siquiera se molestaban en no hacer ruido con sus bocas, Arnold lentamente descendió su mano hasta llegar a la pierna de la joven, quien lo permitió pues aquella simple caricia le había llevado al cielo, no podía creer que Arnold estuviera ahí nuevamente besándola y más aún, quisiera fundirse en una sola persona como ella siempre lo había deseado.

-¡Hey! La película ya termino, jóvenes


Ambos se sonrojaron, no se percataron de que la gente había comenzado a salir y menos que la película había terminado, tal vez tenía que ver porque las luces seguían apagadas o tal vez porque estaban pasando los créditos con una canción de fondo, no lo saben pero lo único que si saben es que ahora estaban avergonzados por la posición en la que estaban, se levantaron y de inmediato salieron.

Ninguno de los dos dijo nada, hasta que se acercaban a la casa de la rubia –Gracias por salir conmigo, Helga –Arnold le sonrió sinceramente y tomo su mano –Espero que se pueda repetir y que…sea más seguido…ya sabes tú… -Se sonrojo pero no pudo terminar porque.
-¡¿Qué ocurre aquí?!

“No puede ser nunca me hacen caso y precisamente ahorita deciden hacerlo” pensaba la rubia molesta al oír a su padre.
-Buenas noches, señor Pataki –Saludo amablemente el rubio pero Bob estaba molesto.

-Entra a la casa señorita, llevamos horas esperándote…no te mandas sola y te recuerdo que…

-Tranquilízate Bob, ya estoy aquí, además como si realmente les importara

-No me hables así, jovencita –La tomo del brazo –Entra a la casa que debemos hablar… ¡Ahora!
Helga le miro molesta –Solo me despido y…
-No Helga, entra ahora…

La rubia se molestó aún más pero trato de controlar las lágrimas de impotencia y molestia, ¿Qué rayos le pasaba a su padre? –Nos vemos, Arnold, gracias por la película –Susurro tímidamente y esperando que el joven entendiera –Me gustó mucho y la pase bien.
-Al contrario, gracias, la pase muy bien a tu lado –Se acercó para besarle su mano –Nos vemos, Helga

-Si ya vete, muchacho
Helga le miro molesta pero ingreso a la casa. –Señor Pataki, perdone si…
-No te quiero cerca de mi hija
-Perdón…

-Lo que oíste, Arnold, no quiero que la molestes, ni que seas un obstáculo o distracción para mi niña, ella debe estudiar y no quiero que ande perdiendo el tiempo contigo ¿Entendido? Así que mejor busca a otra persona porque ella no se acercara más a ti.

-Pero…
-Buenas noches, Alfred

Ingreso sin mirar más al joven rubio quien estaba en schok, no podía creer lo que había pasado en aquel momento, Bob Pataki le había dicho que era un estorbo en la vida de Helga, o que podría convertirse en uno, pero estaba equivocado el no quería ser nada de obstáculo para ella, al contrario la amaba y solo deseaba su felicidad, él la amaba, ya no había duda ¿O sí?

Suspiro pesadamente mientras se alejaba de aquella casa, tratando de borrar las palabras de Bob de su mente, había sido claro y había visto que ese hombre estaba lleno de coraje tal vez, pero también estaba preocupado por el futuro de su hija, pues en el no veía más que una pérdida de tiempo porque no había futuro a su lado en ese momento, eso era lo que el entendiera y se alejara de Helga pero…¿Lo haría?

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