platonic ・ frerard

By killyourselff

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|Mpreg| Frank está enamorado de Gerard. Lo ha estado desde siempre. Y lo estará a pesar de todo. More

Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Capítulo 11
Doce
Trece
Capítulo 14
Capítulo 15
Dieciséis
Dieciocho
Diecinueve
Epílogo

Diecisiete

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By killyourselff


— Anoche no estabas en casa.

— Estaba en casa de Gerard.

— Casi nunca estás en casa...

— Papá —suspiré, él alzó ambas manos ante su pecho.

— Sólo digo... es bastante obvio que siempre has estado enamorado de él.

— Papá —enarqué una ceja.

— No soy ciego, Frank —continuó—. Como decía, ¿Estás seguro que está contigo porque te quiere o es porque necesita ayuda con esa criatura?

— ¿Qué insinúas? —Estallé— Gerard no es esa clase de persona. Y aun así fuera así, yo feliz le ayudaría a cuidar a su hija.

Mis palabras se cortaron cuando la campanilla de la puerta principal sonó y alguien entró a la tienda. Era una muchacha con un grueso libro entre sus manos, se dirigió hacia mi padre mientras yo iba a la trastienda a buscar mi chaqueta y desconectaba de la corriente mi celular. Cuando regresé a la tienda papá estaba frente a la fotocopiadora. Me acerqué a él por la espalda y en susurros agregué:

— Esa criatura fue producto de una violación. Gerard no la pidió pero aun decidió traerla al mundo porque es una persona totalmente desinteresada y maravillosa. Además, y para tu información, va a darla en adopción aunque veo en sus ojos que no quiere hacerlo. No tienes derecho a referirte a él como si fuera cualquier idiota. Y yo planeo seguir pasando la noche con él y ayudándolo durante mucho tiempo más, así que creo que deberías acostumbrarte a la idea. Hasta pronto, papá. Gerard está esperándome.

Y sin decir más me aparté de él. Estaba tenso, y cuando se giró para mirarme de reojo estaba totalmente rojo, aunque en sus ojos veía que no había nada de ira. Le dediqué un gesto con la mano y salí de la tienda. La campanilla quedó sonando cuando cerré la puerta. Unos metros más allá la distintiva silueta de Gerard estaba contemplando una vidriera, al llegar a él noté que miraba artículos electrónicos más cuando se enteró de mi presencia se giró a abrazarme. Besé su mejilla y le di una suave caricia en la cintura antes de tomar su mano, él de inmediato enlazó sus dedos a los míos.

— Me gusta esa bufanda —murmuré.

Él rió entre dientes.

— Me gusta esa chaqueta —dijo.

— La traigo casi siempre.

— Tienes buen gusto entonces.

— Ya lo creo —respondí mirándolo de reojo, con una sonrisa en mis labios. Él rió nuevamente, y un suave sonrojo apareció en sus mejillas. Se apegó un poco más a mí, como si ir abrazados por la calle fuera totalmente aceptable para todo el mundo, y aun cuando miradas de extrañeza eran percibidas por ambos, no podíamos evitarlo. — ¿A dónde iremos? —pregunté luego de un rato.

— ¿A tu casa?

— Tomemos un taxi entonces. No es buena idea que camines tanto.

— Vamos, me hace bien.

— Gee, estás a una semana de que la bebé nazca. No es buena idea que camines tanto. Ni siquiera deberías haber caminado hasta acá.

— Uff... ¿no voy a poder ganar esta vez, cierto? —Preguntó con un leve puchero en sus labios, yo negué— Está bien... tomemos un taxi.

Asentí una vez y besé su mejilla, aunque justo cuando mis labios se acercaron a su rostro él lo giró y terminamos besándonos en la boca. Nuevamente rió entre dientes, era una risa infantil y sonaba algo tonta. Pero era imposible no encontrarla totalmente adorable.

Una de mis manos estaba siendo guiada por sobre su vientre en busca de los movimientos del bebé cuando un taxi se detuvo a pocos metros de nosotros. Nos apresuramos al auto y luego de decirle la dirección me acomodé, con la cabeza de Gerard recargada sobre uno de mis hombros y nuestras manos tomadas. Su índice acariciaba sobre el dorso de mi mano derecha, era un tacto tan suave y agradable que no podía evitar sonreír ante eso. Nos mantuvimos en silencio casi todo el camino a casa, y cuando llegamos le ayudé a bajar antes de pagarle al taxista. La casa estaba en penumbras y dentro olía a soledad. Comparada con la suya era una casa bastante triste y totalmente simple, los sofás no habían sido limpiados desde que mi padre los compró hace casi quince años, y todavía quedaba un par de adornos de la navidad pasada dando vueltas por ahí.

— Ven, vamos a mi cuarto —dije.

Tomó mi mano derecha y juntos subimos la escalera hasta la segunda planta. El pasillo estaba pintado de un amarillo opaco y todo parecía estar muerto ahí, aunque intentaba darle vida a mi habitación con toques personales. La iluminación tenía un tono azulado y había pocas porciones de la pared que no estaban cubiertas por algún poster o mierda similar. Encendí mi portátil sobre el escritorio cerca de la ventana y programé una playlist de Spotify. Una vieja canción de Toto comenzó a sonar, Gerard sonrió y con algo más de naturalidad se adentró a la habitación. Su chaqueta y su bufanda fueron a caer sobre mi cama, y mientras acariciaba uno de los costados de su vientre de término se aventuró a mirar con detenimiento esa porción de pared en donde estaban las fotografías.

— ¿Puedo hacer una pregunta? —Dijo luego de un rato.

— Adelante —respondí tomando asiento en la silla giratoria frente al escritorio.

— ¿Qué pasó con tu madre?

Yo fruncí mis labios.

— Perdón, no contestes si no te sientes cómodo. Es que... perdón, en serio.

— No, no pasa nada —dije moviendo ambas manos ante mí para asegurarle que todo estaba bien—. Bueno, hay una extraña historia en torno a eso. Papá siempre le ha dicho a todo el mundo e incluso a mí que mamá se marchó cuando yo era muy joven. Quizás fue esa historia suya lo que me dio esta imagen mental de una mujer arrullándome o cosas así. Pero fue hasta que tuve unos catorce o quince años, cuando fui por primera vez a pasar vacaciones a casa de mis abuelos que descubrí que... nunca hubo una mamá. Resulta que papá tuvo un novio, incluso había fotografías de ellos dos en la antigua habitación de papá y en ellas este tipo tenía un vientre igual al tuyo. No sé qué pasó con él o con ellos, sólo sé que nadie nunca ha querido decirme nada al respecto y no me atrevo a preguntárselo a papá. Él dice que mi madre se marchó, y aunque sé que es una mentira es la historia que voy a respaldar porque él es mi familia, y lo amo aunque sea un imbécil.

Gerard se giró a mirarme con una leve sonrisa en sus labios pero esta se borró pronto, me acerqué a ver qué pasaba y él sólo llevó sus manos a mi rostro y secó mis ojos. Hasta entonces no había notado que estaba llorando. Le dediqué una sonrisa para hacerle saber que todo estaba bien y después de eso besé sus labios. Con una mano abracé su cintura y lo invité a tomar asiento en el borde de la cama. Uno de sus brazos rodeó mi torso y por instantes nos apartamos para recobrar el aliento. Sus ojos me miraban de manera extraña, y noté sus intenciones sólo cuando volvimos a besarnos y con sus acciones me invitó a recostarme en la cama. Mi mente se fue a blanco por unos instantes y luego un sinfín de preguntas me atravesaron violentamente. ¿Estaba bien hacerlo en su estado? ¿Era una buena idea a pesar del trauma que había sufrido hace pocos meses? ¿Gerard realmente quería eso?

— Es todo sobre reemplazar recuerdos —dijo con voz agitada después de unos instantes, cuando notó que yo no estaba respondiendo de la forma en que él quería. Me aparté un poco para mirar su rostro, él se acomodó de modo que uno de sus codos quedó recargado sobre la cama para alzar su torso. Dejó ir un suspiro y luego de unos segundos prosiguió—. Lo leí hace un tiempo... quizás parezca una tontería pero tiene sentido para mí.

Yo tragué saliva pesadamente.

— Continúa.

— Lo que quiero decir —agregó luego de relamer sus labios—. Mi última experiencia sexual fue un total trauma. Fue violento, fue doloroso y me destruyó por completo... y cada vez que pienso en algo referente al sexo a mi mente se vienen esos recuerdos, pero...

— Comprendo —murmuré.

— ¿En serio? —sonaba escéptico.

— Claro, aunque... ¿Es seguro?

— Eso creo —murmuró—, hay que ser cuidadosos... supongo.

Asentí una sola vez y volví a acercarme a él, esta vez sabía a lo que iba así que todo fue más fácil para ambos. Volví a besar sus labios mientras le ayudaba a acomodarse sobre la cama, y luego llevé mis manos a la parte inferior de su delgado suéter negro. Con torpeza fui empujándolo hacia arriba junto a la camiseta del mismo color que traía debajo, y cuando su pálida piel quedó expuesta supe que desde siempre había querido hacer eso. Volví a besar sus labios y lentamente fui bajando por su barbilla rumbo a su suave cuello, su cuerpo se tensó cuando mis labios fueron a rozar la piel de su torso y luego deposité un sonoro beso en la cima de su vientre. Aun con esto en medio del camino seguía siendo la persona más hermosa ante mis ojos, y quería que él lo supiera. Sus ojos estaban cerrados, lucía tenso pero sabía que estaba luchando contra eso, y que si quería que me detuviera él iba a decirlo.

Así que continué.

Con cuidado retiré las prendas que lo cubrían de la cintura hacia abajo cuando estuvo totalmente desnudo ante mis ojos me acerqué a sus piernas, tomé una de ellas y con suavidad comencé a acariciarle de manera superficial, mis labios fueron a posarse sobre la cara interna de uno de sus muslos y fui subiendo lentamente hasta llegar a su entrepierna. Su miembro estaba erecto, y no pude evitar posar mis dedos en su base y acercar mi boca a él. Lo caliente que se sentía fue lo primero que mi mente procesó, y mientras mi lengua recorría la longitud de su miembro, una de mis manos luchaba contra el botón de mis jeans para liberar mi erección. Con prisa me alcé para desvestirme yo también, el par de tatuajes en mi abdomen fueron vistos por Gerard y sonrió suavemente.

— No sabía que había tinta sobre tu piel.

— Mi plan es añadir la suficiente como para que hayan más tatuajes que piel en blanco —comenté como un niño pequeño, él rió divertido.

Pero no tuvimos tiempo para seguir charlando, al escucharlo reír supe que necesitaba volver a besarlo y eso hice. Me acomodé con cuidado sobre él, mis antebrazos estaban posados a cada costado de su torso y mi cuerpo cuidadosamente posicionado sobre el suyo. Una de sus manos acarició el costado de mi rostro. Nuestras miradas se encontraron por unos segundos y vi sus labios abrirse levemente pero no salió sonido de ellos. Yo volví a besarlo.

Una de mis manos fue hasta mi entrepierna para comenzar a estimularme, pero no era realmente necesario. Gerard sin necesidad de nada me ponía terriblemente. Cuando fue momento de avanzar estuve a punto de pedirle que se girara, pero en último momento decidí que quería ver sus ojos, que sería mucho mejor de ese modo.

Me hice con una almohada y le ayudé a alzar las caderas para ponerla debajo, una de mis manos buscó la suya y enlacé nuestros dedos mientras comenzaba a rondar su cavidad. Con un gemido recibió el primero de mis dedos, sus dedos se apretaron con fuerza contra los míos y solo cuando su respiración se normalizó levemente y me dedicó un asentimiento de cabeza me atreví a introducir un segundo dedo.

— Hm... —se quejó— Frankie...

— ¿Sí? —pregunté, mi voz no sonaba mucho mejor.

— Hazlo, estoy listo —respondió—, te quiero ahora.

No tenía intenciones de responder, ¿qué podía decir, de todos modos? Asentí una vez aunque no estaba seguro de si podía verme y luego quité mis dedos para abrazar sus caderas, acomodé sus piernas a mis costados y me apegué a él, y me guié hacia él, justo antes de entrar me percaté de que era demasiado tarde para ir a conseguir algo de lubricante así que opté por escupir en mi mano y humedecer mi miembro así, el preseminal me ayudó también. Cuando estuve listo me permití entrar en él de manera lenta, aunque la ansiedad me consumía gradualmente. Un pesado jadeo escapó de mi boca cuando finalmente lo hice, se sentía tan apretado y tan delicioso en torno a mí que era difícil creer que, de hecho, estaba haciendo el amor con Gerard Way.

— Frankie... —susurró, mi nombre sonaba tan bien en sus labios.

— Gee —respondí y relamí mis labios antes de comenzar a moverme contra él.

Mi mente se esfumó durante el resto del acto. Nos vi a ambos desde un imposible lugar en el techo, su rostro enrojecido y el delgado camino de lágrimas junto a cada uno de sus ojos, sus labios estaban entreabiertos, pero en lugar de sollozos salían gemidos y uno que otro quejido. Mi nombre fue el único que emergió de ahí, y cuando me apegué más a él sus manos se liberaron para acariciar cuanto alcanzaba de mi torso. Su índice recorrió uno de los tatuajes en mi pecho, y entre susurros volvió a repetir mi nombre una y otra vez hasta que acabó entre nuestros cuerpos. Había algo mágico en el acto en sí, algo que nunca iba a poder olvidar aun si eventualmente la necesidad de borrarlo de mi mente nacía por alguna razón. Gerard le otorgaba belleza a un acto que siempre consideré sucio e incluso innecesario, era como si de pronto la sola idea de tener sexo cobrara valor sólo porque se trataba de Gerard, unir nuestros cuerpos, compartir íntimos minutos en donde sólo existíamos nosotros dos.

Cuando acabé mi cuerpo tembló de pies a cabeza, me aparté de él y quité también las almohadas. Las lancé al suelo y luego me recosté a su lado, uno de mis brazos rodeó sus hombros y fui a besar superficialmente sus labios antes de hacerme con una colcha para cubrirnos a ambos. Estábamos sudados y jadeantes cuando nuestras miradas volvieron a encontrarse.

— Gracias —susurró mirándome a los ojos—. Si mi teoría funciona... cada vez que piense en sexo me acordaré de ti.

— ¿Es una buena opción?

— Es la mejor de todas —respondió él.

Yo sonreí y me acerqué a besar sus labios una vez más. 






Nota: Yo sé que ustedes aman las referencias a ASOTM y yo también las amo.

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