Escuela de híbridos

By andyfellon54

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Un regalo. Cuando mi tía me dijo que me iba a dar un regalo pensé en miles de cosas, menos- en un viaje a Pen... More

Conociéndolos
Destino
Pruebas
Descubrimiento
Ignorante
Progresando
Problemas
Disculpas
Equivocación
¿Dulce o truco?
12. Culpa
Chequeo
Confianza
Vida de humana
De salida
Sueños de un bosque
Favor
Niña.
Hogar, ¿Dulce hogar?
Tinta
Bienvenida
Llegar a odiarte
Híbrido
Año nuevo
Entre lágrimas
Venganza
Como era antes
Gloria
Volver a verte
Adiós
Aceptación
Comienzo
Peligro
Conflictos
La invitación
¿Impostora?
Volviendo
Lo inevitable
La promesa
El regalo
Capitulo Bonus:La amo /One-Shot/ James POV
Capitulo Bonus: Guía /James POV/ one- shot
Especial navideño: regalo especial (2016)

La llegada

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By andyfellon54

—Tienes que estar bromeando, esta es la gran sorpresa— dije mientras que veía con los ojos abiertos de par en par el boleto que tenía en frente— ¡no es ni Nueva York, no es los Ángeles… ni siquiera está cerca de las Vegas!— grite desde mi cuarto.

— ¡Ya deja de lloriquear Anya, te dije que íbamos a ir a otro lugar, nunca dije que estuviera cerca de las Vegas!— la tía Celene me regreso el grito, yo tuve que tragarme mis quejas y conformarme con un puchero.

—Pero yo creí que era las Vegas— dije por lo bajo para que Tía Celene no me escuchara.

Escuche pasos en el pasillo, cuando alce el rostro hacia la puerta me encontré con mi tía viéndome rigurosamente.

—Además ya están hechos los trámites, nos vamos a Pensilvania este sábado y no se hable más— dijo ella mientras que se apartaba los rizos color café que caían en tropel sobre su lindo rostro. Debía de admitir que tía Celene era una mujer muy atractiva, con su preciosa cabellera rizada y  preciosos ojos verdes podía atraer a cualquiera con solo una mirada.

— ¡No quiero ir a Pensilvania solo me queda un año en la secundaria!— le grito, ella me mira, sorprendida por cómo le había respondido.

—Anya ya te lo había dicho, hace 10 años que te llevo diciendo que nos mudaríamos cuando cumplieras los 16— me responde de manera cortante.

—Ni siquiera me has dicho a donde nos vamos— señalo el boleto— yo se que vamos a algún lado de Pensilvania pero no me has dicho el donde.

—Eso lo tendrás que ver cuando lleguemos— dijo antes de excusarse de mi pequeño cuarto.

La lluvia caía suavemente sobre la ventana del autobús, mire para afuera y lo único que pude ver eran arboles, arboles y mas arboles.

—No puedo creerlo realmente estoy aquí— pensé con amargura mientras que tiraba de la cremallera de mi chaqueta una vez más. Mi chaqueta era la cosa más vieja que tenía en el armario, la amaba con locura, con su color azul oscuro me volvía loca.

Le subí el volumen a la música mientras que avanzábamos por un puente, lo quede viendo por un largo rato. Tenía una hermosa estructura, un arco perfectamente moldeado para sostener amplios transportes. No era tan colosal como otros que había visto pero tenía su elegancia.

 El agua fluía tranquilamente en el rio que pasaba raudo bajo el puente, me quede hipnotizada por la paz que nos rodeaba hasta que un codazo fue a parar a mi estomago.

—Bájale a la música Anya— susurro mi tía, yo suspire, le baje dos barritas a la música y me volví a la ventana una vez más.

Estaba oscuro afuera, eran las 4:40 am, Tía Celene me había hecho hacer este viaje de madrugada, así que era casi inexplicable la razón por la cual yo aun seguía despierta.

— ¿Tía Celene ya vamos a llegar?— pregunte.

—Es la siguiente parada,  ten paciencia Anya. De todas formas tu no querías llegar— escuche su respuesta sobre la música. Suspire y luego saque un cuaderno del pequeño bolso que llevaba en la mano.

El cuaderno era viejo, estaba cayéndose a pedazos pero aun lo utilizaba. Saque el lápiz que estaba en el interior del bolsillo de mi pantalón y me puse a escribir.

Escribir novelas y dibujar anime eran mis pasatiempos, los practicaba a menudo y sentía que cada vez que lo hacía me volvía un poco mejor con los resultados.

La novelas de fantasía eran mis favoritas, el poder jugar con los personajes, con sus poderes en especial, me hacía sentir feliz. Todo era nuevo cada vez que abría aquel cuaderno, todo era diferente a mi realidad.

— ¿Y ahora sobre que escribes?— la voz de mi tía me sorprendió, muy pocas veces dejaba que ella leyera algo y esta sería una de las veces que no se lo iba a permitir.

—Nada— dije, mi voz era firme pero en el fondo sabía que no le quería hablar de aquella manera.

—Por amor de Dios Anya déjame ver— dijo ella con una sonrisa picara, yo volví a apartar el cuaderno— no será que estas escribiendo uno de esos, ¿cómo le llamas?… limón.

La sangre se me subió al rostro, en cuestión de segundos estaba tan roja como un tomate— no estoy escribiendo eso, además no es limón, es lemon— hace algunos meses le preste a mi tía mi primera novela de la que estaba tan orgullosa y ella se paso burlando, diciéndome que estaba enamorada de la idea del amor.

— Y que si lo estaba, aun así sentía que esa novela me había quedado muy bien— pensé en aquel momento.

—Limón o Lemon da igual— ella paso su mano por sus suaves rizos— de todas formas guarda ese cuaderno que esta es nuestra parada— dijo mientras que me daba un par de palmaditas en las mejillas.

Levante mi rostro para ver donde estábamos, fue en ese momento que me percate que no había nadie en el autobús, solo mi tía, el conductor y yo.

—No me había percatado que solo quedábamos nosotras, ¿qué tan largo queda el lugar a donde vamos a vivir?— pregunte con angustia.

—No muy lejos cariño agarra tu maleta, rápido— me insto ella mientras que se levantaba, agarraba la maleta y se iba caminando al frente del autobús.

—Espérame— le grito mientras que me quitaba los audífonos con un rápido jalón, tiraba el lápiz y el cuaderno dentro del bolso y estiraba mi mano para agarrar la maleta que estaba entre mis piernas. Para cuando el bus se estaba deteniendo, yo estaba trastabillando por el angosto pasillo de nuestro transporte, urgiendo mis piernas para moverse más rápida.

Cuando pase al lado del conductor lo voltee a ver, pude notar que era un hombre de edad, canoso y encorvado, le sonreí gentilmente y musite un “gracias” por lo bajo, casi como una disculpa por hacerlo trabajar a estas horas.

Me baje del autobús y lo primero que pise es el lodo, una gran cantidad de lodo—la lluvia se ha detenido—  intento pensar en el lado positivo de la situación pero por más que lo intente no logro poner una simple sonrisa en mi rostro.

—Tranquila Anya todo se va a poner mejor— me dice mi tía, yo la fulmino con la mirada y la mando a callar.

—Eso fue lo que me dijiste cuando comentaste que nos íbamos a mudar y mira a donde estamos— extendí mis manos como muestra de mi histeria— estamos en medio de la nada.

—No por mucho cariño, ahora muévete— ordeno  antes de darme la espalda y comenzar a caminar por el camino de lodo que teníamos frente a nosotras.

Suspire, este iba a ser el día más largo de mi vida.

Las maletas se estaban haciendo picadillo mientras que las arrastrábamos por el camino, el lugar estaba completamente desierto, era un camino recto sin cemento y sin alguna señal de vida a excepción de los esporádicos cantos de los pájaros.

A los lados se encontraban enormes arboles, como centinelas del bosque que guardaban terribles secretos a sus espaldas.

—Tía falta mucho— dije. Temía que ella tal vez se hubiera equivocado de dirección.

—No, en realidad ya estamos muy cerca, mira— ella alzo el brazo con la misma fluidez con la que yo alce mi rostro— ese es nuestro nuevo hogar.

Más que una casa con lo que se encontraron mis ojos fue algo maravilloso, era una gran verja que se extendía en el horizonte encerrando en su interior tres enormes edificios de arquitectura clásica.

—Esa es nuestra casa— dije sin dejar de sonreír— nuestra casa son tres mansiones.

—No tontita— se rio mi tía— ese es el campus en el que vas a vivir.

Mi sonrisa desapareció en cuestión de segundos— un campus— dije sin poder creer lo que estaba diciendo— no puede ser— deje caer la maleta en el lodo, oficialmente este era el peor día de mi vida.

Poco después estábamos frente a las verjas del colegio, hileras de vigas metálicas negras se extendían por el lugar, formas diagonales e intrincados círculos jugueteaban entres las vigas, la entrada era amplia, me pregunte si por ahí podía entrar una rastra. Era hasta cierto punto majestuoso, pero algo en la manera en que se crispaban las puntas de mental en el horizonte me dio ganas de salir corriendo hacia la carretera y rogar porque me llevaran a un lugar lejos de ahí.

—¿Y ahora qué?— le pregunte a mi tía de mala gana— decimos ábrete sésamo.

—Podríamos intentarlo— sopeso ella la idea— pero porque no utilizamos algo más convencional— ella me sonrió antes de volver su rostro hacia la monumental entrada— ¡Somos las nuevas integrantes del campus!— grito, como si fuera otra alumna del lugar.

Estaba a punto de echarme a reír cuando las puertas se abrieron con un enorme crujido, la risa salió de mi boca como un silbido, mi tía me miro de reojo, como desafiándome a admitir que el campus era un lugar genial.

Le respondí con una mala cara— aun no me impresiona— admití entre un puchero y una sonrisa.

—Querida a ti nunca te impresiona nada— comento Celene mientras que jalaba su maleta a través de la enorme puerta de acero.

—Exacto— dije con decisión mientras que arrastraba con desgane aquella maleta de ruedas, por esa enorme entrada.

El lugar era más enorme de lo que pensaba. El camino de lodo fue sustituido por un amplio sendero de grava que se extendía en tres direcciones, uno al frente en donde se encontraba unas majestuosas escaleras que guiaba nuestra lenta caminata hacia el primer edificio. El segundo sendero describía una amplia rotonda hacia la derecha, en el centro de una rotonda improvisada había una majestuosa fuente  en forma de gárgola, de la boca del animal de piedra salía una impresionante cantidad de agua cristalina que caía por la sinuosa base de la estructura hasta desaparecer en un punto ciego del suelo. De tercero, pero no menos impresionante, era el camino de la izquierda, una caminata recta y sin ninguna ramificación terminaba en una estatua de mármol en forma de un ángel, sus alas se extendían en el aire como si fuera un movimiento fluido de aquella hermosa escultura.

—Si sigues con la boca abierta vas a babear Anya— la voz de mi tía me saco de mis pensamientos, no me había dado cuenta que había estado admirando el lugar con la boca abierta— caminemos más rápido que no están esperando.

Mi Tía se bamboleo con suma velocidad hacia las escaleras, su cabellera se ondulaba con el suave viento de la mañana en Pensilvania, yo la seguí.

Lentamente podía sentir, ante vergüenza propia, que el campus me estaba comenzando a gustar— no hay nadie aquí Tía— le comente mientras que jalaba con mucho esfuerzo las ruedas enlodadas de la maleta por la grava.

—Mira hacia las escaleras— dijo ella, yo levante la mirada y efectivamente, apoyado en la baranda de concreto de la imponente escalera se encontraba alguien. Cuando estuvimos más cerca me percate que era un chico, tal vez un poco mayor que yo.

Él nos volteo a ver cuando estábamos a unos 20 escalones y ni siquiera nos saludo parecía consternado— lo lamento, dejen que las ayude con las maletas.

—No te preocupes por mi Chris pero puedes ayudar a mi sobrina— Tía Celene nunca cambiaba, siempre se quitaba del camino para que los chicos solo me vieran a mí, lastimosamente a mí nunca me había gustado ser el centro de atención. Aunque podría jurar que esta sería la primera vez en mi vida que no me importaría ser el centro de atención.

Con las ultimas conjeturas en mente enfoque mi mirada en Chris, era un poco más alto que yo, su cabellera rubia, estaba desplegada desordenadamente sobre su dulce rostro, en el cual, brillaban sus dos ojos color jade.

—Mucho gusto…— él se quedo a media frase cuando se dio cuenta que no sabía mi nombre.

—Anya Cortsen— dije mientras que alzaba mi mano, que ya estaba toda sudada por los nervios, hacia Chris, él la tomo y me sonrió.

—Mucho gusto Anya, me llamo Derek Christophel Strauss — el me sonrió. Me sentí decepcionada por no poder llamarlo por Chris a diferencia de mi tía que parecía tener alguna confianza con él— espero que nos llevemos bien.

—Eso espero— dije mientras que le soltaba la mano, me sentía inusualmente cálida, como si nuestro contacto hubiera encendido una llama en mi interior.

Él alcanzo mi maleta y la alzo hasta su hombro sin ningún problema, en alguna parte de mi mente, me pregunte; como seria el cuerpo de Derek para que pudiera alzar una maleta tan pesada con tanta facilidad, es decir, por sobre su camisa podía notar el cuerpo de un atleta pero nunca me hubiera imaginado que fuera tan fuerte.

—Buenos días— escuche que decía mi tía, por unos segundos mis ojos se apartaron de Derek para alzarse hacia mi tía, ella estaba viendo hacia arriba, en donde terminaban las escaleras y comenzaba la entrada del primer edificio, en ese lugar se encontraba otro joven que no podía describir muy bien por la distancia a la que se encontraban.

—Bienvenida dama Celene— la voz era suave y seductora pero al mismo tiempo tenía un efecto sarcástico que arruinaba las primeras dos impresiones.

Vi por el rabillo del ojo como mi tía caminaba lentamente hasta quedar frente al joven, para luego llevar una de sus manos al cabello de este y desordenarlo — ¡James mírate! Como has crecido— las palabras de mi tía eran dulces, me pregunte cuando había visitado este lugar, me sentía ligeramente celosa de ella.

—Anya— me llamo mi tía— ven aquí, te quiero presentar a alguien.

Camine detrás de Derek mientras subíamos los últimos escalones hacia la plaza, cuando por fin la alcanzamos sentí que por primera vez estaba poniendo atención al edificio que se imponía ante nosotros.

Era enorme. Se extendía hacia la derecha e izquierda como una enorme muralla, grandes ventanales se extendían a lo largo del primer, segundo y tercer piso. Una enorme puerta con preciosos vitrales en el centro conformaban la que suponía era la entrada al edificio. Podía ver a personas amontonándose detrás de las ventanas pero no las podía distinguir con la poca luz de la mañana.

—Anya— la voz de mi tía me llamo a la realidad, me voltee hacia ella, me había olvidado por completo que me quería presentar a alguien.

—Lo siento— dije mientras que me acercaba a donde se encontraba, Derek vino detrás de mí y se coloco al lado del joven que ahora podía ver a la perfección.

Bajo la mortecina luz del amanecer podía ver su majestuosa figura, era alto por lo menos me debía ganar por una cabeza, probablemente le llegaría hasta el cuello. Su cabello color chocolate rayaba con el negro, sus ojos azules estaban fijos en mi tía y su boca se movía lentamente mientras hacia un comentario que yo no estaba escuchando. Bajo su chaqueta y sus vaqueros negros se veía como un ángel caído… —o todo lo opuesto— pensó un parte de mí.

—Tierra llamando a Anya— parpadee un par de veces cuando mi tía chasqueo sus dedos frente a mi cara, odiaba cuando hacia eso—    James esta es mi sobrina Anya.

Con que ese era su nombre— James — bonito, elegante y perfecto para su apariencia.

Me voltee ligeramente hacia él y me di cuenta que su mirada había estado posada en mi hacia más de un par de segundos.

—Ah…— intentaba decir algo coherente pero mis pensamientos se disolvían cuando una resolución fluía en mi mente, el me estaba mirando de una manera tan intima, tan rara. Su mirada era abrasadora, como llamas azules que quemaban cualquier palabra que intentaba formar.

Era como si él hubiera entrado en mi mente y cambiado cada una de las ideas que tenia pensada en aquel momento, respire hondo un par de veces y de la nada su mirada se suavizo y se volvió más… política, por así decirlo.

Sus ojos cambiaron ligeramente de enfoque, como un artista viendo un lienzo en blanco en búsqueda de un  “qué hacer con él”, ese momento de duda en su mirada fue suficiente para que yo me lanzara con las primeras palabras que pudieran salir de mi boca— Anya Cortsen un gusto conocerte James.

 James me miro con una mirada que mezclaba lo que podría describir como confusión con un poco de asombro, luego de la primera impresión se repuso y me sonrió con lo único que podía describir como la sonrisa más descarada que había visto en toda mi vida.

Hace unos segundos lo había descrito como un ángel caído, ahora lo podía describir con certeza como un demonio salido del mismísimo infierno— El placer es mío Anya— mi corazón se detuvo por un par de segundos, debía de admitir que para su apariencia descarriadamente bella tenía una voz que era igual de seductora.

Escuche una risita provenir de Derek y me pregunte – ¿que podría ser tan gracioso?— nunca me debí haber hecho esta pregunta porque la respuesta fue cruel, cortante y descaradamente celosa.

Debo de admitir que este edificio era más enorme de lo que pensaba, la entrada principal era gigante, con su amplia puerta y enormes escaleras que se extendían hacia la derecha e izquierda, me hacían recapacitar el concepto de majestuosidad. Además no podía dejar de observar los hermosos vitrales que enmarcaban imágenes de lo que parecían ángeles y demonios saltando en formas audaces e interesantes, me pregunte si aquí la religión se tomaba como un ámbito diario e irrefutable o solo era alguna temática que habían tomado para la entrada.

Síganme por favor mis padres las estaban esperando ansiosamente dama Celene—comento James. Derek caminaba a su lado en este momento, así que no pude evitar fijarme en las diferencias que tenían, James era más alto que Derek, el cabello oscuro de James parecía salido de una portada de modelo mientras que Derek era mucho más desaliñado en este ámbito con sus hebras doradas esparciéndose como escarcha por su frente y no solo eso sino que Derek siempre tenía este porte de despreocupado mientras que James siempre estaba en un estado de misterio perpetuo.

—Parecen Ying y Yang— pensé.

Mientras  ascendíamos por la escalera de la derecha me recordé que no estaba de buen humor, que supuestamente odiaba este lugar con todo mi corazón, aunque debía de admitir que con chavalos como estos rodeándome por todo los flancos era casi imposible odiarlo realmente.

Hice un pequeño esfuerzo para poner la cara de “quiero matar a alguien” y asentarla lentamente en mis facciones, me sentí feliz de saber que mi tía estaba lo suficientemente atenta para crear un pequeño ceño fruncido al ver mi expresión.

Caminamos un par de metros por un amplio pasillo hasta que mire lo que estaba buscando, las aulas. Colocadas al lado opuesto de los ventanales, como sitios de tortura perfectos, se encontraban cerradas puertas de color crema y pequeños rótulos asignaban la enseñanza que se impartían en cada una.

Laboratorio.

Sección I

Sección II

Sección III

Y así estaban colocadas, en un monótono orden de 1,2 y 3.

Aquel pasillo pudo haber pasado desapercibido en mi mente pero la aparición lenta pero perceptible de los estudiantes me hizo volver a la realidad, mis manos sudaban y no sabía que pensar mientras que miraba cientos de ellos amontonándose en el corredor como abejas en un panal.

Mire a mis acompañantes por un poco de ayuda moral pero muy pronto me di cuenta que era caso perdido. James y Derek se habían entablado en una amena charla. Debo de admitir que no creí que fueran amigos pero por lo visto eran más que compañeros de clase.

Guie mi mirada hacia mi adorada Tía pero ella estaba demasiado ocupada viendo al frente, sospechaba que lo estaba haciendo de puro gusto porque tenía una descarada sonrisa en el rostro.

Estaba en esto sola, quisiera o no quisiera.

Hice lo primero que se me ocurrió y subí la capucha de mi chaqueta, a continuación agache la cabeza deseando hacerme lo más pequeña posible.

La voces reverberaron en mis oídos mientras que pasábamos por la atenta multitud— no mires solo camina— me dije una y mil veces pero al final la curiosidad me gano.

Como una niña inocente saliendo de detrás de la falda de su madre me permití ver a mi alrededor. Lo que vi simplemente no tenia manera de ser descrito.

Eran cientos de ojos enfocados en mí, pero los que más me llamaron la atención fue un par de ojos rojos carmesí— lentes de contacto— eso era algo nuevo, la idea de que este era un colegio que permitía una expresión personal abierta e interesante me alegro un poco el día.

 Intente no parecer muy interesada mientras levantaba la mirada hacia  la persona que poseía aquellos extraños gustos. Lo que vi no fue lo que estaba esperando.

Ahí, de pie detrás de un grupo de chicos normales, estaba un monstruo de piel escamosa, largas garras y orejas puntiagudas. El olor que provenía de su cuerpo era algo asqueroso que quemaba mis fosas nasales y producía comezón en mi garganta.

Aquella “cosa”, si es que se podía describir de esa manera, era tan asquerosa y tan aterradora que tuve que retroceder. Sentí que mi estomago se volcaba en el preciso momento en que mi espalda tocaba una  pared en busca de  algún lugar de apoyo.

La capucha cayó nuevamente sobre mis hombros y mis piernas comenzaron a flaquear.

Tía Celene, James y Derek se detuvieron y me miraron de diferentes maneras.

Tía Celene me miraba con los labios presionados en una fina línea y un perfecto ceño fruncido, se notaba que estaba confundida por mi expresión. James estaba pálido, se notaba ligeramente enojado y sus ojos me miraban detenidamente con un atisbo de asombro. Derek era el más desconcertante, él tenía una descarada sonrisa en el rostro, parecía divertido por lo que estaba ocurriendo.

—¿Anya que pasa cariño? ¿Te sientes bien?— las preguntas de mi tía sonaban sobre el frenético pitido de mis oídos. Levante mi mano y la dirigí hacia donde estaba aquella asquerosa criatura. Hice un gran esfuerzo por enfocar mi borrosa visión y cuando por fin pude percibir la victoria me lleve una gran decepción.

Lo único que estaba viendo era joven de cabellos negros y confundidos ojos avellana. Me miraba expectante, estaba esperando a que hiciera algún comentario que nunca logre pronunciar.

Tía Celene siguió la dirección de mi mano— ¿Qué ocurre?— pregunto una vez más, no entendiendo lo que le estaba enseñando.

—Nada— dije mientras que mis mejillas se tornaban en rojo, desvié la mirada hacia el suelo y espere que en ese momento me tragara la tierra.  La vergüenza me embargaba, no podía creer que estuviera armando un numerito en mi primer día de clases— creí haber visto algo.

Luego de aquel comentario cuatro cosas ocurrieron simultáneamente.

A Derek se le borro la sonrisa de la cara y puso cara de decepcionado, James retomo su calmada compostura y sonrió un tanto complacido, la gente en el pasillo se comenzó a retirar en diferentes direcciones, parecía que ya los había aburrido. Por último mi Tía agarro mi brazo y me comenzó a halar a lo que supongo que sería el salón de los directores.

Mientras que mi Tía tiraba de mí por el ya más vacio pasillo me atreví a ver hacia atrás, enfoque mi vista a donde antes había estado el chico y sorprendentemente aun estaba ahí, con una sonrisa dulce en el rostro.

Parecía que cambiar de colegio y de hogar le estaba haciendo daño a mi mente, la estaba engañando.

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