Ángel de la muerte [TERMINADA...

Autorstwa melissa-lol

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"Lo que nos define es lo bien que nos elevamos después de caer." Evelyn tiene clara su misión, subir a la tie... Więcej

Epígrafe
Duele
Capítulo 1: Al fin
Capítulo 2: Esto será divertido
Capítulo 3: ¿Quién eres?
Capítulo 4: Te reto
Capítulo 5: La cita
Capítulo 6: El ángel
Capítulo 7: Una segunda oportunidad
Extras: Julian
Capítulo 8: Antes que nada
Capítulo 9: Sentimientos encontrados
Capítulo 11: Dixit Daemonium
Capítulo 12: ¿Qué he hecho?
Capítulo 13: ¿Qué estás haciendo conmigo?
Capítulo 14: ¿Reencarnación?
Capítulo 15: No puedo negarlo más
Capítulo 16: ¿Porqué?
Capítulo 17: La encontramos
Capítulo 18: Nuestra hora llegó
Capítulo 19: Necesito respirar
Capítulo 20: Sombras
Capítulo 21: Te invoco
Capítulo 22: Demonios en la Tierra
Capítulo 23: El pacto
Capítulo 24: Tengo que advertirle
Capítulo 25: Las puertas del infierno
Capítulo 26: Poco sabía yo
Capítulo 27: Una explicación
Capítulo 28: Confesiones
Capítulo 29: La muerte
Capítulo 30: Cerrar el pacto
Capítulo 31: Primer jinete
Capítulo 32: Guerra
Capítulo 33: Peste
Capítulo 34: Hambre
Capítulo 35: Ilusión
Capítulo 36: Deseo
Capítulo 37: Su llegada
Capítulo 38: Adam
Capítulo 39: Te escojo
Capítulo 40: Condenados
Capítulo 41: Padre
Capítulo 42: Mandar un mensaje
Capítulo 43: ¿Quién es ella?
Capítulo 44: El sello final
Capítulo 45: La distracción
Capítulo 46: Reencuentro
Capítulo 47: Anticristo
Capítulo 48: El final del comienzo
ESPECIAL NAVIDEÑO 》

Capítulo 10: Te necesito

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Autorstwa melissa-lol

No veo a Julian en todo el día, no sé si esa es una buena o mala señal. Temo que lo de ayer haya afectado todo.

¿Y si descubrió mis razones para estar en la tierra?

¿Y si sabe más de lo que me deja saber?

O lo que es peor. Esta preparándose para atacarme cuando menos me lo espero. La voz de Archer me regresa a la realidad.

—¿Eve?

—¿Ya encontraron algo?—pregunto impaciente.

—Nada aun. Lo malditos escondieron muy bien el arma.

El tiempo corre, en estos momentos los ángeles pueden ya saber de nosotros. Tenemos que hacer esto rápido. Aprovecho que el gusano no esta cerca para usar mis poderes. Sostengo a la primer victima que mi mano pesca y lo obligo a mirarme a los ojos.

—Dime dónde está el cementerio del pueblo.

—En el centro del pueblo, cerca del parque.

—No recordaras nada de esta conversación.

Lo suelto regresando a Archer. El chico parpadea varias veces saliendo de la compulsión. Confundido, sigue su camino por el pasillo.

—Ahí esta nuestra respuesta.

—¿En un cementerio? ¿Estás segura?—frunce el ceño.

—Saben que es el último lugar en dónde buscaríamos. Vale la pena intentar—observo a los humanos asegurándome que nadie nos esta escuchando.—Esperaremos hasta que sea de noche para ir, avísale a los demás.

Asiente no muy convencido. Desaparece saliendo por las puertas de la escuela. La campana suena dando inicio a las clases. Sin ningún ánimo, arrastro mis pies hasta el salón.

¿Qué estoy haciendo?

Sin Julian aquí vigilándome puedo hacer lo que sea, ir a donde yo quiera. No tengo que fingir querer estar aquí.

*-*-*-*

La gente camina por el parque frente al cementerio. Algunos corren con sus mascotas, otros solo platican de cosas entre ellos y los niños juegan entre ellos sin parar. Me siento en una banca de madera esperando que la noche llegue.

Observo a cada hombre, mujer y niño que hay aquí. Todo parece estar tan calmado. Un perro corriendo con su dueño capta mi atención.

¿Me pregunto?

El perro empieza a ladrar como loco, el dueño trata de calmarlo, pero es inútil, ahora lo controlo yo. Veo lo que él ve, siento lo que él, ahora yo soy aquel animal.

El perro se suelta de su dueño para correr descontrolado por todo el parque, se acerca cada vez más a un bebé que está sentado en una carriola con juegos en sus manitas. Nadie está viendo. Esto será muy fácil y que mejor que un alma inocente y pura como la de él para obtener. Puedo ver a través de los ojos del perro que estamos cada vez más cerca del pequeño, un carro de juguete es lo único que nos separa.

Estoy cerca cuando algo dentro de mí me obliga a detenerme, hay algo en los ojos de ese pequeño que logra desestabilizarme, lucen tan familiares. Sus orbes me miran con asombro y diversión, una dulce risa escapa de su boca, alza sus manitos hacía mi intentado alcanzarme, una nueva y cálida sensación llena mi pecho.

Hago que el perro se siente frente al bebé, ladeo la cabeza a un lado hipnotizada con él. No sé como lo hizo, pero logró que detuviera mi ataque, que detuviera al perro. Nos mira por un momento esperando a que algo pase, su sonrisa se hace aún más radiante cuando me acerco, sus pequeñas manitas apenas tocan mi cabeza dándole pequeños golpecito, su rostro se ilumina emocionado. Siento como mi corazón se aprieta al escuchar su risa. Lágrimas invaden mis ojos sin aviso, murmura cosas que apenas logro entender.

—Boito—logra decir.—¡Boito, boito!—grita emocionado.

No puedo.

No puedo hacer esto.

Hago que el perro regrese con su dueño lejos del bebé. Vuelvo a mí dejando la escena atrás. Tan pronto lo hago siento un cambio dentro de mí, un cambio que no me gusta para nada. En mi pecho se expande un fuerte ardor dificultándome respirar. Levanto la vista buscando alguna explicación, pero no encuentro ninguna. Cierro los ojos concentrándome en mi respiración, inhalo y exhalo hasta que lentamente regresa a la normalidad. Por un momento sentí que estaba asfixiándome.

Me alejo de este lugar sin ver atrás, no puedo estar aquí, no quiero estar aquí. No entiendo que me pasó, y no quiero averiguarlo, no quiero volver a sentir eso en mi vida, por un momento sentí que estaba muriendo.

Camino y camino hasta que la noche al fin llega. Con un nudo en el estomago regreso al parque, ahora deshabitado. Todos están aquí esperándome. Por mi bien espero que la escena de esta tarde no se repita.

—¿Listos?—les pregunto a todos. Asienten mirando el cementerio con una interrogante en sus rostros.

Nos acercamos a la puerta la cual, para nuestra suerte, esta abierta. Mausoleos y tumbas aparecen conforme nos adentramos.

—¡¿Qué buscamos exactamente?!—Trevon pregunta tan fuerte para que todos oigamos.

Lo miro de mala forma para que guarde silencio.

—Perdón—susurra encogiéndose de hombros.

Una silueta capta mi atención, una niña me observa detrás de una lápida, se esconde detrás de ella temiendo que la vean, me acerco a ella sutilmente. Rodeo la lápida para verla, pero ella desapareció. La busco con la mirada, alcanzo a ser su oscuro cabello alejarse. Aparezco frente a ella deteniéndola, sus ojos se abren en sorpresa. Intenta escapar, pero la detengo una vez más.

—¿Vienes por mí?—su voz tiembla, veo el miedo impreso en su rostro.

—No, no he venido por ti.

—Oh—deja salir un suspiro de alivio, se relaja un poco, sus ojos avellana miran a los demás aún buscando algún indicio de la daga.

—Pero si necesito algo de ti.

*-*-*-*

Me acerco al mausoleo que la niña me indico.

—¿Eve?—Archer se acerca a mí lado.

No lo dudo, golpeo la puerta tan fuerte que se abre con fuerza. Entro observando el sarcófago de cemento en medio del lugar. Los demás no tardan en unirse observando todo a su alrededor. La tierra cubre todo el lugar, una cruz con Él colgado descansa en la pared frente al sarcófago, el olor a encerrado no tarda en llegar a mis fosas nasales.

—¿Quién carajos se murió? ¿Un zorrillo?—Trevon cubre su nariz haciendo una mueca de asco. No tarda en fingir arcadas aparentando que esta a punto de vomitar.

—¿Qué estamos haciendo aquí?—Pam me mira con el ceño fruncido.

Sigo con la mirada las marcas en el suelo.

—Muévanlo—les ordeno.

Stephan y Trevon se acomodan a un lado empujando el sarcófago. Una imagen representando el cielo aparece, tiene escritas varias palabras en latín, hay unas en especifico que llama mi atención, "Ego sum el salvator". (Yo soy el salvador)

—Debe de estar aquí.

Stephan y Travon no tardan en romper el suelo con sus puños, el cemento se quiebra en pedazos. No lo aguanto más, me inclino en el piso y los ayudo con las manos a quitar las piezas restantes, busco desesperada alguna señal de esa maldita daga. Todos se congelan cuando mis manos chocan contra una caja de madera decorada con lienzos dorados. La sostengo y en un arrebato la abro.

Sostienen sus respiraciones viendo lo que hay adentro. Muevo el aparato de un lado a otro.

¡Por un demonio!

Arrojo la caja vacía a un lado.

—No lo entiendo, debería estar aquí—Stephan observa el suelo.

Me remuevo en el lugar buscando entre los escombros.

—Claramente no lo esta—Pam me mira con desaprobación.

—Debieron moverlo, Evelyn—Archer dice tratando de calmarme, no lo escucho, muevo la tierra frente a mí desesperada, esperando encontrarlo.—Evelyn, no esta—me detiene poniendo su mano en mi hombro.

Golpeo el suelo perdiendo la paciencia. Volteo a verlo angustiada, solo hay alguien que pudo haberlo movido. Su rostro luce impasible, aunque sé que piensa lo mismo que yo. Julian debió de haberlo movido en caso de que yo supiera de ella y decidiera hacer algo.

—Limpien todo, no dejen rastro de que estuvimos aquí.

Salgo de aquí con los puños cerrados, luchando por contener la ira creciendo dentro de mí.

¡Maldita la hora en que me tope con Julian!

¡Todo esto es su culpa!

Estoy toda sucia gracias a la tierra del lugar, pero no puede importarme menos en este momento. Paso mis manos por mi cabello mirando el cielo.

—Por supuesto que metiste tus manos en esto. ¿No es así?—le grito al cielo segura que Él puede oírme.

Archer me sigue hasta la salida.

—¿Ahora que hacemos?

—¡No lo sé, Archer!—grito frustrada.—No lo sé. Supongo que seguir buscando—estábamos tan cerca de tenerlo, de conseguir traer a todos y sin embargo cada vez parece estar más lejos. Necesito pensar, necesito alejarme un poco.—Ayuda a los demás a cubrir nuestro rastro. Después hablamos.

Le doy la espalda sin darle oportunidad de decir algo más. Ahora todo se ve igual de lejos e imposible como el día en que Adam me contó de este plan. Las luces de un carro me ciegan por unos segundos. El carro se estaciona a mi lado en la calle. Parpadeo varias veces para lograr ver al conductor.

—Sube—Julian me ordena abriendo la puerta del pasajero desde donde esta sentado.

Lo que me faltaba. Hago acopio de todas mis fuerzas para no golpearlo en este momento.

—No es un buen momento.

—Por favor—suplica.—Te necesito.

No sé si es la forma en que me mira, o la manera en que lo pide, pero termino subiendo al carro. Arranca el coche en el momento en que cierro la puerta. El silencio se hace largo e incomodo. Decido ser yo quien rompe el hielo.

—¿Ahora a donde me llevas?

—Necesito que me ayudes en algo.

—¿En que exactamente?

—Te lo explicare todo cuando lleguemos—me mira de reojo.—¿Estas bien?

Miro mis manos y mi ropa un poco sucias. Trato de ocultar mis manos lo mejor que puedo.

—Si—voltea a verme esperando una mejor explicación que esa.—Una noche pesada.

—¿Quieres hablar de ello?

—¿Contigo?—asiente.—No gracias, estoy bien.

—Vamos. Muchos me han dicho que soy bueno escuchando. Además aún falta un poco para llegar.

Lo miro en su asiento entrecerrado los ojos. Claro, ¿por que no decirle todo? Como por ejemplo, estoy buscando una daga, que por cierto, tengo que bañar con tu sangre para poder hacer un portal y traer a todos del infierno aquí, pero al parecer es imposible de encontrar porque alguien la oculto antes de que logrará dar con ella.

—Solo estoy cansada—respondo en cambio.

—Créeme que si esto no fuera importante no te hubiera molestado.

Regresa la vista al frente notablemente preocupado. Giro la cabeza a la ventana observando el mundo afuera. El silencio me hace pensar, recordar. Los ojos del bebé aparecen en mi mente, la familiaridad con la que me miraba. Las palabras salen de mi boca antes de que pueda detenerlas.

—Por enojo y resentimiento—alza la ceja confundido.—Respondiendo a tu pregunta de porque un ángel caído—bajo la vista a mis manos recordando aquel día. El día en que lo perdí todo.—Fue hace mucho tiempo. Mi familia y yo íbamos a un viaje familiar. Recuerdo a mi hermano emocionado por llegar ya. En cambio, yo no dejaba de discutir con mi mamá del por qué yo tenía que ir. Era una costumbre familiar viajar a ver a sus familiares al menos una vez al año. Pensé que no pasaría nada si no iba esa vez.

—¿Por qué no querías ir?

Repaso en mi mente las palabras que voy a decirle.

—Mis amigas me dijeron que el chico que me gustaba iba a estar ahí. Tu sabes. Una típica adolescente enamorada del chico de sus sueños—me encojo de hombros. Un nudo se forma en mi garganta recordando las últimas palabras de mis padres.—Mi madre me repetía una y otra vez que era más importante la familia. Era un viaje que no haríamos pronto y no podía perdérmelo por un simple chico.

>>Una cosa llevo a la otra y empezamos a discutir. Unos hombres se acercaron a nosotros sin darnos cuenta—mi pecho se aprieta, mis ojos empiezan a picar—Intentaron robarnos... todo sucedió muy rápido... antes de que pudiera detenerlo nos estaban disparando.—la herida en mi corazón se abre, lágrimas se escapan de mi ojos cayendo por mis mejillas.—Recuerdo como si fuera ayer los gritos de mi hermano, los gritos de mis padres suplicando por piedad. Sus ojos pidiéndome que los ayudará, la impotencia que sentí porque no podía hacer nada. Cómo la vida en sus ojos se fue apagando, hasta el último te quiero que mi madre susurro antes de que su alma abandonará este mundo.

Su mano encuentra la mía en mi regazo apretándola con fuerza.

—Lo siento.

Sus rostros de dolor y miedo me persiguen desde ese momento, no hay ni un segundo que no piense en ellos. Niego con la cabeza rehusada a sentir. No quiero sentir esto, no de nuevo. Aclaro mi garganta limpiando mis lágrimas. Continuo con mi historia segura que él sigue escuchando.

—Por alguna razón Él vio algo bueno en mí. Me hizo ángel guardián. Pensé que era algo bueno, cuidaría de alguien, era buena en ello—confieso con una media sonrisa.—Sin embargo, nunca supe que pasó con mi familia. Siempre tenía esa duda en mi mente. Los busqué por todas partes, pero nunca los encontré. Cuando le pregunte qué había sido de ellos me dijo que sobrevivieron.

>>Le pedí verlos, pero me dijo que no podía. Él sabía lo que pasaría si lo hacía y estaba en lo correcto. No le hice caso y pensé que lo mejor era bajar a la tierra. Así que lo hice. Baje a la tierra desobedeciéndolo. Los busqué en donde algún día fue mi casa. Resulta que el tiempo pasa más rápido en el cielo que en la tierra. Cuando llegué mi familia ya había muerto. Recuerdo haber estado enojada con Él. Sabía que mi familia había fallecido y no me había dicho nada al respecto. Podía volver a verlos, pedirles perdón por lo que paso, pero Él me lo había negado. Naturalmente, supo lo que hice. Tenía una responsabilidad como ángel guardián y no tenía permitido distraerme.

>>No solo rompí sus órdenes, sino que descuidé a mí persona. Me pregunte por tanto tiempo porque me dejó perderme de todos esos años con mi familia. Porque no me hizo ángel guardián de ellos. En fin, termine dudando de Él. Además de todo el enojo que sentía, lo desobedecí, y eso no esta permitido. No hay segundas oportunidades para nosotros haya arriba. Caí del cielo ese mismo día. Y bueno cabe decir que el resto es historia.

Se queda callado por lo que siento una eternidad. Empiezo a preocuparme de que haya hablado de más.

—No crees que pensó no hacerte ángel guardián de ellos porque sabía que iba a ser muy doloroso para ti. Verlos todos los días sin poder hablarles o abrazarlos. Si ibas a estar con ellos cuidándolos, pero algún día terminarías por desear poder estar verdaderamente con ellos. Tal vez Él tenía algo más pensado para ti.

Lo único que quería era volver a verlos, aunque fuera una vez más, disculparme con ellos. El recuerdo de ese día y todos lo eventos que le siguieron me abruman.

—Tal vez—es lo único que puedo decir.

No es hasta que lo siento acariciar el dorso de mi mano con su pulgar que caigo en cuenta que sigue sosteniéndola. Dejo ir se de su mano acomodándome en el asiento. Estaciona el carro a un lado de la acera. Me inclino hacia delante para ver dónde estamos.

¿Un convento?

Toma una mochila del asiento de atrás antes de bajar del coche impidiéndome preguntarle que demonios hacemos aquí. Bajo después de él viendo el convento "Nuestra Señora de Santa Inés"

¿Qué diablos estamos haciendo aquí?

Julian se para a mi lado viendo mi reacción. Enarco una ceja esperando su explicación para tan inesperada cita. La puerta se abre frente nosotros. Una monja sale bajando las escaleras corriendo.

—¡Julian!—lo rodea con sus brazos en un abrazo.—No sabes como me alegra que estés aquí.

—A mi también hermana—le contesta con una amable sonrisa. La hermana toma un paso atrás para verlo mejor. Voltea a verme a mi.—Ella es Evelyn. Nos va a ayudar con Tom. Eve ella es la hermana Veronica.

—Gracias por venir—la hermana sostiene mis manos en las suyas, dándoles una pequeña palmadita.

—Por favor, pasen—nos invita a entrar.

Entró al convento aún no muy segura de porque estoy aquí. No sé en verdad como yo puedo ayudar a Julian en algo, mucho menos si se trata de un convento. El sonido de unos ruidos extraños viniendo del piso de arriba me pone en alerta. Ahora lo entiendo todo. Estoy aquí por culpa de un demonio.

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