Capítulo dedicado a @JerikellBaeza
Capítulo 18| El whisky sabe mejor con el corazón roto.
Esto sucede al mismo tiempo en que James rompió con Melanie.
***
No siento mis pies en el suelo, la verdad es que ni siquiera podía sentir mi cuerpo cuando apenas ella salió por esa puerta sin girarse por última vez. Tal vez si ella lo hubiese hecho, yo, yo la habría alcanzado a decir que todo lo que le dije era mentira, que no deseaba que esto terminara.
Kevin apareció apoyando sus manos en ambos a los costados de la pared mirándome con preocupación y Robert detrás de él esperando a que dijera algo.
¿Por qué no puedo hablar?
¿Por qué no soy capaz de moverme?
¿Por qué?
<< Porque por dentro te estas destrozando...>>
― James.― Habló Kevin, dando un paso hacia mí.
― Ve con ella y llévala a casa.― Le pido, mi mejor amigo no agrega nada más y hace lo que le pido.
Lo único que siento ahora es como un agujero me desgarra el pecho. Me arrodillo desesperado en el suelo llevando mis manos a los lados de la cabeza soltando un grito desgarrador viendo como Robert sin dudarlo se arrodilla a mi lado estrechándome con fuerza en sus brazos.
¿Quién hubiera pensando que viviría esto por segunda vez? Nunca pensé que volvería alejar a Melanie de mi vida y mucho menos de esa manera, sabia perfectamente que no todo dura para siempre pero, pero yo si quería que mi para siempre si fuera con ella, únicamente con ella.
Pero la cagué en grande, debí haberle dicho que me drogaron y que ni siquiera recordaba nada de lo que paso esa maldita noche ¿pero iba a creerme? No, porque las fotos claramente estaban yo y esa chica desnudos en esa cama besándonos.
Pero mi decisión ya estaba tomada y lo mejor era que lo nuestro terminara. Christopher tenía razón respecto a mí, yo no era digno para ser feliz a su hermanita, iba a romperle el corazón y lo he vuelto hacer.
¿Por qué el destino se encarga de volverme a la infelicidad?
Nunca nada bueno me había pasado en esta puta vida, hasta que esa chica de cabello castaño, ojos color avellana y esa sonrisa que me encantaba ver se fue poco a poco metiendo dentro de mí ser. Nunca habría imaginado lo enamorado y loco que iba a estar por ella como lo estoy ahora.
Pero la he vuelto a perder...y sé que ella va a encontrar a alguien mucho mejor.
¿Y yo? Yo debo olvidarla porque hoy fue nuestro adiós.
James.
Al doblar a la siguiente calle puedo a ver a Jayden parado a fuera de su casa junto con unos cuantos amigos, sentados en el césped a oscuras. Son alrededor de las diez de la noche y no puedo creer que yo haya vuelto aquí después de tanto tiempo y mucho menos sabiendo como es Jayden.
Me bajo de la moto, me quito el casco y meto mis manos a los bolsillos de mi chaqueta de cuero. El moreno al verme se levanta del césped y camina hacia mi.
― James Tanner, han pasado ¿tres años, desde la última vez que nos vimos?― Preguntó, pasando su brazo por encima de mis hombros con un porro de marihuana sostenida en su mano.― No me digas que quieres volver a las carreras ilegales, porque déjame decirte que encontramos a las fuera de la ciudad un terreno abandonado que lo hemos hecho nuestro, eh.
Contengo las ganas de apartar su brazo de mis hombros, pero él parece notar lo incomodo que me siento mucho más teniendo eso en su mano.
"Esto siempre será tu único escape, James..."
Jayden es mucho más alto que yo, fue jugador de basquetbol profesional a los veinte años pero luego de que lo descubrieron consumiendo droga y vendiendo dentro de los camarines y no dudaron en echarlo del equipo cerrándole las puertas por completo a seguir con sus sueños.
― No vengo aquí a drogarme, sólo quiero saber si tu hermano aun vende repuestos para bicicletas.― Digo, esta vez quitando su brazo.― ¿Lo hace o no?
― Tenemos marihuana y cocaína.― Me dijo, evadiendo mi pregunta.
Hace muchos años que deje de consumir droga, no puedo permitirme caer de nuevo a esto y volver a perderme. Porque Eich ya no estará para ayudarme, mucho menos ahora que le queda poco tiempo de vida.
― Jayden...
― ¡Helen trae la cocaína!― Le gritó a una chica que estaba acostada con su cabeza apoyada en la pierna de uno de sus amigos, la chica se levanta y cogió un plato de té con cocaína en polvo.
― Creo que fui lo suficientemente claro, te que dije que NO.― Digo, alzando la voz.
La tal Helen llega junto a nosotros y le da el platillo a Jayden.
― Sé que no estás aquí únicamente por esos repuestos de bicicleta, estas aquí porque quieres recordar viejos tiempos ¿no? Vamos, un poco no te hará mal.
Él extiende el platillo frente a mis ojos, aprietos mis puños y miles de recuerdos vienen a mi mente, a los quince, dieciséis, diecisiete años. Trago saliva y cogí el platillo entre mis manos.
<< No James...>>
Inhalo la cocaína en polvo con todas las ganas que mi cuerpo me exige, los gritos eufóricos de los amigos de Jayden me hicieron querer consumir mucho más. Entonces de inmediato siento la euforia apoderarse de mi cuerpo también, la adrenalina.
― Mientras más rápida sea la absorción menor es la duración del efecto.― Murmuró la chica.
― No te preocupes Helen, él no es la primera vez que lo hace.― Se ríe y vuelve a pasar su brazo por sobre mis hombros.
Dejo caer el platillo vacío al césped y doy un paso hacia atrás.
<< Qué demonios estás haciendo?>>
― Necesito largarme de aquí.― Dije, jalando mi cabello con los dedos y me doy media vuelta para dirigirme a mi moto.
― Recuerdo que dijiste que nunca ibas a volver, pero lo hiciste.― Me recordó.― La gente como nosotros nunca dejan el vicio del todo, James.
Entonces decido marcharme de ahí de una vez por toda, arrepintiéndome por haber venido. Sabía que volver con Jayden iba a caer nuevamente.
***
Al llegar a casa. Cierro la puerta de golpe tirando las llaves sobre el mueble largo que está a la entrada. Antes de subir a mi habitación me dirijo a la sala y busco en el estante de licores de mi padrastro una botella de whisky, al encontrarla cierro las ventanillas y subo a mi habitación en silencio (aunque tal vez ya escucharon el portazo que di al cerrar la puerta) con la esperanza de que Robert no saliera de su habitación y me viera en el estado en el que me encuentro, por qué esta vez no iba a tener la suficiente paciencia de soportar sus retos como si fuese un niño.
Cuando abro la puerta veo a Kevin salir de su habitación dirigiendo su mirada a la botella en mi mano. No espero a que me diga nada y entro a mi habitación cerrando la puerta con mi pie.
Me acuesto en la cama boca arriba con la botella aun en mi mano mirando el cielo blanco de la habitación. Cierro mis ojos por un momento y la única imagen que viene a mi cabeza es ella, su sonrisa, sus labios, sus ojos.
Mierda...
La puerta se abre de golpe a lo que abro los ojos abruptamente, me incorporo en mi cama dirigiendo mi mirada hacia Kevin viéndome molesto.
Lo que me faltaba.
― Si vienes aquí a regañarme como si fueses mi padre, déjame decirte que estás perdiendo tu tiempo Kev.― Le dije con frialdad, que no pareció sorprenderle.
― ¿En serio vas a volver a esa mierda, James? tan solo mírate.― Apuntó.― Entiendo que estás pasando por un mal momento por tu ruptura con Melanie, pero esa no es la forma.
― ¿He pedido tu opinión?― Me levanto.― Quiero que salgas de mi habitación y me dejes solo.― Replico.
Kevin soltó una risa irónica y me observo con su semblante serio.
― Aun no entiendo como pude dejar a la mujer que amo por seguirte a ti, ni siquiera pareces ser mi mejor amigo.― Espetó y se largó cerrando la puerta.
Suelto un gruñido, dejo la botella sobre el escritorio y busco en los cajones el estúpido cargador de mi celular pero no lo encuentro pero lo que si encontré fue los corazones que hizo Melanie para mi cumpleaños como decoración, trago saliva y cogí algunos.
"Todo sucedió de repente entre nosotros y me gusto".
Una sonrisa temblorosa se curva en mis labios, pase al siguiente corazón escrito. Me hubiese gustado que nuestra historia durara mucho más tiempo, tal vez una vida entera.
"Me termine enamorando de ti más de lo que nunca pensé".
Paso al siguiente corazón.
"¿Me elijes a mi?"
Que tonta...te elegiría mil veces, Wells.
Saco todos los corazones del cajón y no me doy cuenta que estaba llorando al ver como húmedas gotas caen sobre los corazones de papel. Comienzo a romperlos uno por uno con un nudo atorado en la garganta.
<< Debes olvidarte de ella, ¿recuerdas?>>
Tiro los trozos por todos lados ahogando un grito. Lleno de rabia lanzo al suelo todo lo que está sobre el escritorio de madera, trato de contener las lágrimas y sin más suelto un grito de dolor combinado con ira. Alcanzo la botella de whisky y me siento en el suelo a los pies de la cama con mis rodillas elevadas a la altura de mi pecho.
¿Por qué sigo llorando?
<< Porque has perdido lo único que te hacia feliz...>>
Melanie siempre fue y será demasiado buena para mi, ella teniendo mejores partidos que yo, me eligió a mí sin dudarlo.
Maldita sea...
La amo más que a mi propia vida, la extraño, la extraño tanto que no sé si sea lo suficientemente fuerte para arrancármela del pecho.
<< Debiste haberla escuchado cuando te lo pidió...>>
Sí, sí, sí...
Por mis malditos celos, por mis malditas inseguridades no lo hice, yo no la escuche. Ella cree que lo que hice fue por venganza, pero no jamás hubiera hecho algo para dañarla, no soporto verla llorar.
<<Pero tú mismo te has encargado en romperle el corazón por segunda vez, ¿esperas hacerlo una tercera, James?>>
Abro la botella de whisky con desesperación y comienzo a beberla como si de agua se tratase. Oí la puerta abrirse lentamente, ni siquiera me moleste en mirar porque sabía que era Robert (Kevin no volvería a entrar mucho menos cuando decidí echarlo).
Él se sienta a mi lado, con sus brazos y manos estiradas sobre sus rodillas. Robert decide guardar silencio hasta que aparto la botella de mi boca.
― El whisky sabe mejor con el corazón roto, ¿sabes?― Musité.
No sé en qué momento comencé a mostrare vulnerable ante él, ante todos. Y no era así, nunca lo fui.
<< Ella te hizo cambiar, te demostró lo mucho que importas...>>
― El ron sabe mucho mejor.― Comentó.― ¿Es la cuarta botella de la semana?― Esta vez siento sus ojos clavados sobre mí y yo asiento como respuesta, dándole un nuevo sorbo a mi nueva amiga.― Me gustaría poder decirte que todo va a estar bien pero...
― Nada va a estar bien.― Repetí.― ¿Al-alguna vez quisiste divorciarte de tu primera esposa?― Le pregunto.
Robert inclina su cabeza hacia atrás con una sonrisa.
― No, pero ella sí.― Admitió.― Cuando estaba recién comenzando a sustentarnos como una familia ella y yo. Estaba estresado, cansado, no dormía, me amanecía trabajando para poder darle lo mejor a ella pero Analía siempre me regañaba.― Se ríe.― Me la pasaba viajando a reuniones de trabajo con mi hermana y ella comenzó a sentirse sola, no salía con sus amigas, tampoco salía de casa. Cuando regrese de México ella me pidió el divorcio ¿y sabes cómo me sentí?― Meneo la cabeza sin aun mirarlo.― Me sentí desbastado, todo el mundo se me vino abajo. Después Analía comenzó a dormir en otra habitación, la oía llorar y nunca me atreví a entrar cuando la oía.― Giré la cabeza hacia él, sus mirada estaba puesta en algún punto de la habitación.― Me pregunté: ¿Qué estaba haciendo mal? Tarde en encontrar la respuesta hasta que lo hice, ella no quería los lujos que yo le ofrecía, ella no quería dinero, ella quería a su esposo y yo no lo estaba.― Noto como sus ojos le brillan de pronto.― Deje mi trabajo un tiempo para dedicarme a mi esposa, no te imaginas lo feliz que ella estaba. Y durante nuestra reconciliación bueno, no enteramos que Catalina venía en camino y basto para nunca más separarme de ella hasta qué...partió definidamente de nuestras vidas.
― Debió ser una mujer increíble.
― Lo fue al igual que tu madre, James, y créeme que fui el hombre más feliz de mundo estando al lado de esas dos mujeres.
¿No teme enamorarse otra vez al perder al perder ya a dos mujeres?
― ¿Y por qué la vida se encarga de hacerme a mi infeliz?― Robert me mira.― Mírame Robert, la vida me ha quitado mucho y me he vuelto un imán de desastres. Perdí a Melanie, la he vuelto a dejar.
― Yo sí creo en el amor que se tienen, sé que ella y tú cometieron un error pero de los errores se aprenden para crecer como personas. Somos humanos y todo el mundo nos equivocamos, nadie nació siendo perfecto por qué si en el mundo hubiesen personas así de perfectas e intachables. Tal vez hubiese menos hipocresía y daño en el mundo.
Robert me quita la botella y la sostiene, para pasar su brazo por sobre mis hombros.
― Debo dejarla ir.
― No es lo que quieres.
― Merece a alguien mejor que yo, alguien con un pasado menos cruel.― Suspiró.
― ¿Por qué no le dijiste que esa noche te habían drogado?― Sabía que iba a preguntarme.
― Porque no iba a creerme, la conozco Robert.― Solté una risa amarga.― Me quedare con la idea de que ella y yo no estábamos destinados a estar juntos.
Robert y yo nos quedamos así, a oscuras en mi habitación siendo iluminados por la luz de los faroles de la calle que entraban por la ventana. Estaba agradecido de que estuviera aquí, desde que llegue a formar parte de su familia me ha visto como un hijo más y se ha preocupado de mí.
Algo bueno debía ganar de todo el dolor por el que tuve que pasar ¿no?
Tenerlo a él, mi hermana, mi abuela, Kevin y a Eich...son las únicas cosas buenas que me ha dado la vida.