La mala reputación de Andrea...

By TatianaMAlonzo

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La mala reputación de Andrea Evich
Capítulo 1
Capítulo 2
El diario de Andrea. 1
Capítulo 3
Capítulo 4
El diario de Andrea. 2
Capítulo 5
El diario de Andrea. 3
Capítulo 6
El diario de Andrea. 4
Capítulo 7
El diario de Andrea. 5
El diario de Andrea. 6
Capítulo 8
El diario de Andrea. 7
Capítulo 9
Capítulo 10
El diario de Andrea. 8
Capítulo 11
Capítulo 12
El diario de Andrea. 9
Capítulo 13
El diario de Andrea. 10
El diario de Andrea. 11.
Capítulo 14
Capítulo 15
El diario de Andrea. 12
El diario de Andrea. 13
El diario de Andrea. 14
El diario de Andrea. 15
Capítulo 16
Capítulo 17
El diario de Andrea. 16
Capítulo 18
Capítulo 19
El diario de Andrea. 17
AHORA EN FÍSICO
Capítulo 20
Capítulo 22
El diario de Andrea. 18
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
El diario de Andrea. 19
Capítulo 31
Más detalles de El diario de Andrea
EPÍLOGO
El diario de Andrea. 20
Escena extra: Elige un compañero, Andrea.

Capítulo 21

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By TatianaMAlonzo

Lo peor no fue ver muerto a papá o sepultarle, lo peor fue volver a casa e intentar acostumbrarme a estar ahí sin él. Durante años mi rutina se acomodó a sus necesidades. ¿Ahora qué? 

Repito una y otra vez el vídeo que le mostré a Andrea, añorando una vida que no volveré a tener, y pienso: ¿A dónde van los recuerdos? ¿A la cabeza? ¿Al corazón? Que a veces aligeran las penas, pero otras veces duelen y pesan. Porque no me dolería ver esto de no saber que a partir de ese día, mi cumpleaños número siete, todo se va cuesta abajo a la mierda.

Me siento un completo desgraciado.
La muerte de papá y la visita de mamá sacaron a relucir lo peor de mi. Antes de hoy no tenía idea de cuánto odio y rencor guardo dentro. Y ser consciente de ello me hace sentir asqueado. ¿Soy hipócrita?
¿Quién es realmente Oliver Odom?

No me ausento del colegio para guardar luto. Siempre he odiado que la gente sienta lástima por mí, así que trato de demostrar que estoy bien.

Andrea está a mi lado, sostiene mi mano y me ayuda a alejar a personas indiscretas.
Acepté el pésame de la señora Di, pero no más. No más.
No puedo evitar estar a la defensiva. Inconscientemente aún trato de evitar que juzguen a papá.

—Sé que no estoy en tus zapatos —Andrea está regañándome por ser tan duro con mamá—. Pero hay algo que tengo muy claro: Siempre tienes que contar con alguien, Oliver. Y mejor si es uno de tus padres.

—Ese es precisamente el problema. ¿Por qué contar con ella justo ahora? —Ese tema me pone de mal humor—. Nunca ha estado conmigo. Huyó cuando más la necesité.

—Deja que ella cargue con esa culpa.

—Lo hago —digo, molesto.

—Pero no tienes derecho a juzgarla.
—¿Ah no? —hago una mueca de dolor. ¿Quién si no yo para decidir eso?

Andrea intenta cuidar sus palabras. —Ni siquiera le diste la oportunidad de explicarte.

Paso ambas manos sobre mi cara. Me siento cansado de esta situación. Muy cansado.

—Hoy estoy a la defensiva, Andrea —la detengo, intentando ser paciente. No quiero hablarle mal—. Cambiemos de tema, por favor. No hablemos de mis padres.

—Bien.

—Bien.

Le doy un beso en la mejilla para hacerle ver que todo está bien entre nosotros y ella en respuesta me da un apretón de manos. No voy a permitir que mi mierda arruine lo que tenemos.

...

—¿Oliver Odom? —me pregunta un chico de primer año, sosteniendo un pedazo de papel doblado a la mitad.

—Si —digo y él me entrega el papel.

Y se va sin esperar a que yo diga algo.

—¿Qué es? —pregunta Andrea.

—Averigüémoslo —digo, desdoblando la nota.

Te espero en cinco minutos en el salón de computación.

No está firmado.

—Quizás es de Beca —dice Andrea, observando la caligrafía en el papel—. Esa letra es de mujer.

En eso estoy de acuerdo con ella.

—¿Por qué me querría ver a solas?

Andrea bufa. —Sí, es raro siendo ella y yo tan amigas —dice, sarcástica.

Pongo los ojos en blanco y vuelvo a doblar el papel.
—No me interesa —digo—. No quiero hablar con nadie.

—Ve —me pide Andrea—. ¿Qué te acabo de decir sobre siempre contar con alguien? No te alejes de tus amistades por mí o por tus padres.

Porque tiene razón acepto ir a encontrarme con Rebeca.
Aún así, sin muchas ganas, hago mi camino hacia el salón de computación. Lo que es raro es que Beca, conociéndola, hubiera elegido un lugar más formal para reunirnos. Allgo como la biblioteca o la cafetería.

Afuera del salón de computación está Chris. Trato de ignorarlo pero él obstaculiza mi camino.

—Viniste —me saluda.

—¿La nota era tuya?

—Y de Fredo —asiente—. Queremos mostrarte algo.

Abre la puerta del salón y me invita a pasar. Entro, él me sigue y cierra la puerta detrás de nosotros. Me siento tenso. Hoy no estoy de ánimo para sus estupideces. Tendrá que ser claro al decirme qué quiere porque ni él ni Fredo son merecedores de mi tiempo.

—¿Qué quieren mostrarme? —pregunto, cruzando mis brazos.

—Paciencia, campeón —ríe—. Antes es importante ponerte en antecedentes.

Que le den.

—Chris, estoy ocupado —Miro de él a la puerta. En serio quiero irme—, y aún si no lo estuviera...

—Cierra la boca, Odom. Sólo quiero que veas una cosa —advierte. Sus ojos brillan con anticipación. Con maliciosa anticipación.

—¿Qué cosa?

—Ves que quieres a Andrea a tal punto que le regalas rosas y dejas que te vean en público con ella...

Me doy la vuelta dispuesto a irme.

—¡Oye! —se queja, obstaculizando otra vez mi camino.

—No voy a hablar de Andrea contigo o Fredo —espeto, y aunque intento irme, Chris me sujeta por el hombro.

El salón de computación es grande, pero Fredo está a unos cuantos pasos de la entrada principal. ¿Una emboscada?

—Quiero ayudarte, Oliver —Esta vez el tono de Chris es conciliador—. Quiero ayudarte porque no creo, realmente dudo, que tengas claro quién es en verdad Andrea Evich.

—Eso es asunto mio.

—Venga. Sólo te estoy pidiendo ver un video.

—¿Un video?

Mi frente se arruga. ¿Qué tipo de video podrían ellos... El video de Andrea. El entendimiento llega a mí como una bola demoledora. Tengo que largarme de aquí.

—Chris —Intentaré salir de esto sin afectar a Andrea con otro escándalo—, a mí sólo me importa la opinión que yo tengo sobre Andrea, ¿de acuerdo?

Él no se da por vencido. Le indica a Fredo dar Play al video.

—¿Por qué eliges ir por el mundo a ciegas, Odom? —Chris mira hacia donde está Fredo, y después me mira a mí, retándome—. ¿Tanto miedo te da la verdad? Fredo ya lo tiene listo para ti. Sólo son cinco minutos.

No, no quiero ver ese video. Me niego a ser parte de la basura que todos los días cae sobre Andrea.
Retrocedo dos pasos hacia atrás, dispuesto a irme, pero me detengo cuando escucho la voz de Andrea.

Dime qué quieres que haga y lo haré para ti —dice, y, boquiabierto, me vuelvo hacia el ordenador de Fredo.

Y ahí está ella, Andrea, vistiendo únicamente unos vaqueros y un sostén.

No.

El lugar en el que está es una habitación apenas iluminada, y está acompañada de alguien. Por la voz advierto que es un chico. Ella está de pie mientras él la filma con su cámara. Siento... nauseas.

Desnúdate para mi, Didi —le pide él.

Ella mira hacia la cámara con actitud coqueta y lentamente se quita los vaqueros, quedándose únicamente en bragas.

No.

Andrea no está borracha o drogada, o al menos no parece estarlo. No hay manera de justificar frente a Fredo o Chris lo que está haciendo.

Empiezo a hundirme lentamente...

Aún hay demasiada ropa sobre ti, nena —dice el tipo.

Sebastián, recuerdo. Una vez escuché decir a Radio Pasillo que él se llama Sebastián.

No voy a seguir a menos que pongas un poco de música —se queja Andrea con un mohín ridículo. Uno de esos mohines aniñados que yo conozco y amo.

Ya lo tengo —dice él, y de pronto, de fondo, se escucha Like a Virgin de Madonna.

Oh, no.

Y ahí está Andrea, mi Andrea, bailando... bailando casi de la misma forma que bailó I want to break free para mí.

No puedo apartar los ojos de ella. Estoy intentando reconocerla. Esa chica en el vídeo es casi la misma Andrea que me tomó de la mano hace diez minutos. Lo único diferente en ella es su cabello. En el vídeo Andrea luce una larga cabellera rubia, no el estilo Bob despreocupado de ahora.
Y siento asco.
Estoy intentando pensar en algún motivo que la haya obligado a hacer eso, pero no sé cómo justificarlo.

¿Por qué, Andrea?

Siento el apretón amistoso de una mano sobre mi hombro, pero la repelo. No quiero la compasión de nadie. Apenas puedo respirar y lágrimas que lastiman empiezan a saltar de mis ojos al suelo. Soy un imbécil. Quiero desmayarme, dormirme o morir aquí. No me importa, lo que sea para ya no sentir.

Andrea finalmente se quita el sostén y las bragas, y de forma provocativa camina hacia Sebastián para instalarse sobre él y la cámara. 

Esto es demasiado.

¿Ya viste lo duro que me tienes? —le pregunta él, acariciándola.

Me repugnan.

Quiero besarte completo —gorjea ella de manera ridícula y besa la cámara, después besa el pecho de él...

Es suficiente.

Consigo darme la vuelta para ya no ver nada. No obstante, me doy cuenta de que Fredo, Chris y yo ya no somos los únicos dentro de la sala de computación.

—Lo siento, Oliver —dice Joseline, acompañada de Karla y Melanie. Las tres me miran con lástima—. Pero no podemos permitir que Andrea te engañe.

Escucho a Sebastián gemir a causa del placer que le está dando Andrea y mi mundo termina de colapsar. Caigo de rodillas sintiéndome miserable. Totalmente destruido. Como Chris y Joseline querían verme.

—Andrea no te merece, Oliver. Ella es sucia, barata y mezquina...
—Tapo mis oídos para ya no escuchar los gemidos de Sebastián y el parloteo de Joseline—. Entre más alejado estés de ella, más a salvo estarás.

Joseline extiende su mano hacia mí esperando que yo la tome. Pero la repelo. No quiero su lástima. No quiero la lástima de nadie. Sólo quiero morirme. La chica que amo es... Es...

—¡Oliver! —escucho gritar a Andrea. Incluso parece estar pateando la puerta del salón de computación, pero esta no cede—. ¡Oliver, abre por favor!

—¡Abran la maldita puerta! —grita también Aaron y continúan las patadas.

Lentamente me pongo de pie e intento hacer mi camino hacia la puerta, rechazando una vez más la mano traidora de Joseline. Voy a abrir la puerta y voy a enfrentar a Andrea. Quiero saber por qué.
Simplemente quiero saber por qué.

—Oliver —me intenta detener Joseline, con la misma actitud de falsa consideración hacia mí—. Bótala como la basura que es —me aconseja. 

La puerta finalmente cede y Aaron y Andrea entran. Ella corre hacia mí.

—¿Estás bien? —me pregunta preocupada, acariciando con ternura mi rostro.

No, no estoy bien. Quiero morirme. Y ahora que la tengo frente a mí, no quiero verla. Me repugna verla

—Oli, mírame —ruega, llorando.

Ella sabe cuánto odio verla llorar, pero justo ahora estoy roto por dentro. 

Finalmente los gemidos de Sebastián captan su atención y sus ojos van de mí al video en el ordenador, y del video a Joseline.

Escucho risas.

Entonces Andrea me libera y camina furiosa hacia Joseline.

—¡TÚ, MALDITA PERRA EGOÍSTA! —grita, su voz es un grito de guerra, y se lanza sobre Joseline, cogiéndola del pelo. 

Los gritos de Joseline me sacan de mi estupor y corro.
Salgo huyendo del salón de computación. Huyo de todo y todos. Corro unos cuantos metros por el pasillo y decido esconderme en el baño de chicos que está a pocos metros de distancis del salón de computación. Ahí busco el tercer cubículo, me meto dentro y me dejo caer en el piso. Estoy llorando. Siento un dolor tan grande y desgastante que no lo soporto dentro. Mi alma no soporta más.

Papá, mamá... y ahora Andrea.

Estoy temblando. Estoy colapsando. Estoy gritando... Puedo morir aquí.
Es lo que quiero en realidad. Estoy deseando morir. ¿Qué me queda?

Levanto mi mirada pidiendo piedad al Dios en el que supuestamente no creo y la veo, ahí está pintarrajeada la leyenda Andrea eBitch folló aquí.
Y eso es todo.

No puedo más. Golpeo con mis puños la puerta y enloquezco.

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué todo tiene que irse a la mierda al mismo tiempo?


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Me encanta recibir sus opiniones, sus vídeos y edits :) Por lo que una vez más los animo a unirse a mi grupo de lectores. Nos encuentran en el buscador de Facebook como: Tatiana M. Alonzo - Libros

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