Revealing Dreams - Sacrilegio

By ricardomrincon

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Caroline es una hermosa chica inteligente que oculta a sus padres la atracción que siente por su medio herman... More

PREFACIO
Capítulo I: Imaginación.
Capítulo II: Besos a ciegas.
Capítulo IV: Un asesino, pistas lejanas.
Capítulo V: Primer encuentro.
Capítulo VI: Sin escape.
Capítulo VII: Sonata de recuerdos reveladores.
Capítulo VIII: Juego equivocado. Otro destino.
Capítulo IX: Instinto.
Capítulo X: Silueta del pasado.
Capítulo XI: Las tres manecillas del reloj.
Capítulo XII: Cordura.
Capítulo XII: parte II - Entre el bien y el mal
Capítulo XIII: 5 minutos.
Capítulo XIV: Celos en el alba.
Capítulo XV: La cara del asesino en tres tiempos.
Capítulo XVI: Reencuentro confuso.
Capítulo XVII:Lágrimas secas.
Capítulo XVIII: Vendas caídas.
Capítulo XIX: Sacrilegio.
Final Alternativo.
Notas del Autor.
NOTICIA

Capítulo III: En la oscuridad.

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By ricardomrincon

Brian colocó sus pies sobre el suelo frío. Miró su pantalón de algodón y notó que había amanecido erecto. Pensó la explicación más lógica: retener la orina durante la noche era el resultado de amanecer así. Sin embargo, lo que había pasado la noche anterior no tenía que ver con su erección, casi todos los días amanecía así.

Fue al baño, bajó sus pantalones entre dormido y orinó antes de meterse en la ducha. Colocó la cara en el potente chorro, y en su mente volvían las imágenes de aquella chica misteriosa que sólo imaginaba. Cerró la ducha en medio de un suspiró. Abrió las cortinas y notó que había olvidado la toalla, por lo que no le tocó otra opción que salir desnudo.

— ¿Qué pudor tienes en salir desnudo? – dijo nuestro padre, tratando de no mirarle los genitales-. Aprende a pedir las cosas, así tampoco escucharías las quejas de tu madre si te viera así – prosiguió bordeando con sus dedos los bigotes mientras caminaba.

— ¡Entendido mi capitán! – respondió blanqueando sus ojos mientras llegaba a su habitación.

Brian cerró la puerta de su habitación, y se lanzó sobre la cama observando el techo. Se colocó una ropa interior de color azul, luego tomo su laptop; abrió el Word y comenzó a redactar:

Anoche en la oscuridad sentí algo más, sentí el amor sobre una persona sin voz o que quizá me hablaba, pero mis otros sentidos no lo podían transformar, sólo habló su piel. Quizá tenga algún complejo que la haga esconderse detrás de su ropa, o simplemente me vendó los ojos para que no viera lo que realmente es... ¿Tendrá miedo de ser? O ¿Tendré miedo de lo que pueda ser?

No podía imaginar esa sensación cuando piensas en ella o se aproxima y te sudan las manos, simplemente, estaba lidiando con un fantasma, que tan sólo al recordarlo me sofocaba y quitaba mi aliento, aún, sin saber si sintió lo que yo. La indignación o desesperación de esperar y saber que no llegará un mensaje a tu celular para un próximo encuentro era terrible. Sólo recordar lo que no vi sin duda sigue siendo delirante.

Entonces en mi mente no quedará más que recordar e imaginar. Quedarme sin saber, perdurando solo en la oscuridad y en una irrevocable incertidumbre.

Brian se montó en el auto. Mi madre lo llevaría a la universidad, pero él estaba tan perplejo leyendo y acomodando su escrito que se olvidó del mundo. Escribir le aportaba una cierta calma; sin embargo, los recuerdos traían a su cuerpo un sentimiento de angustia y deseos. Los recuerdos también tienden a ser un arma de doble filo, sobre todo cuando el deseo tiene nombre, pero el cuerpo sigue siendo incierto.

Mi madre le habló en todo el camino de las cosas que no le había gustado del matrimonio de Melany, pero Brian seguía en su mundo. Ella se molestó obviamente al hablar y no recibir respuesta alguna, pero trató de calmarse para no entrar en discusión manejando.

Al estacionarse notó todos los jóvenes corriendo a la universidad, y se sorprendió de la población estudiantil tan variante. Creyó que quizá el fin del mundo estaba por aproximarse, sobre todo, al notar las mujeres vestidas con faldas cortas o short con una franela sin mangas que mostraba dejaba al aire libre el ombligo.

Después de quedarse atónita por los jóvenes, trató de sentirse bien de que sus dos hijos no pertenecían a ese extraño mundo de la modernidad; en cuanto a vestimenta se refería. Intuyó que el cuerpo es el templo de cómo las personas se sienten, y si el templo está vestido de una manera incorrecta para ella, entonces su alma seguramente estaba podrida.

— ¡Bájate! – ordenó Eugenia, mientras lo veía con prepotencia.

Tocó la corneta al ver que Brian seguía escribiendo. Él pegó un ligero brinco.

— Dale gracias a Dios que no nos multaron, porque desde que nos montamos sólo estuviste escribiendo estupideces - aferró sus manos al volante-. Ni el cinturón de seguridad te lo colocaste – soltó el volante y cruzó los brazos.

— ¡Lo siento madre! Terminaba un informe para mi clase – mintió, inclinándose para besar la frente de mamá-. Luego me cuentas qué tal les fue en la boda – añadió cerrando la laptop.

— ¡Así será! - dijo con tono sarcástico.

Brian fue caminando hacia la universidad, miró hacia atrás para constatar que nuestra madre se había marchado. Sus pensamientos estaban en otro sitio, pero sus pasos seguían firmes sobre el plantel. Un tropezón hizo que su laptop cayera en la punta de su pie derecho, y, siguiera deslizándose en el suelo hasta los pies de una chica.

— ¡Eres un tonto! - gritó el que lo había tropezado mientras reía a carcajadas alejándose.

— ¡No te preocupes! No creo que eso sea tan cierto – recogió laptop del suelo-. Espero que no se haya dañado por el golpe, aunque por lo que aprecié, no cayó con gran fuerza.

— Afortunadamente le coloqué el pie, pero de igual modo... se deslizó hasta tus pies – respondió tímidamente Brian.

Tomó la laptop. Secó su mano sudorosa con su jean y extendió la mano.

— ¡Me llamo Brian!

— ¡Nicole! – dijo esbozando una sonrisa.

— ¡Oh! – movió la cara de un lado a otro-. Creo recordarte. Estabas cerca de Giselle el día de la fiesta y hablabas con unas chicas.

— ¡¿Sí?! – se silenció de momento-. ¡Oh! Claro, eres el chico que fue seducido ¿Cierto? – afirmó.

Brian tragó grueso, apretó sus ojos y mostró su blanca dentadura abochornado.

— ¡Creo que no!

— No tienes por qué apenarte, suele suceder – replicó Nicole, dándole unas palmada en la espalda de Brian-. Nos vemos luego, tengo clases.

— Por cierto... no sabía que estudiabas aquí – dijo Brian entre dientes, pero era tarde ya se había alejado rápidamente-. Qué tragedia, todos se deben haber enterado de ayer - dijo entre dientes.

Cuando las clases habían terminado y el profesor se había cansado de hablar, Afgan y Brian salieron a conversar en las afueras de la universidad, reían de todo lo sucedido la noche anterior. Brian ocultaba todo lo que quería decir a gritos, sólo inflaba sus cachetes de aire con su aliento, mientras su amigo se desahogaba, para darse cuenta que no estaba siendo escuchado del todo.

— ¡Habla de lo que te pasa! – dijo molesto cruzando sus brazos.

— ¡Lo siento! – se disculpó Brian-. Prosigue, te estoy prestando atención.

— ¡JODER! – gritó entre dientes-. Te conozco perfectamente.

— ¡Vale! ¡Tienes razón! – admitió preocupado-. Necesito encontrar esa silueta.

— ¡¿Really?! – se levantó y manoteó-. Es absurdo, fue algo de momento.

— Pero me interesa. Sabes lo curioso que soy. La única que me puede ayudar es Giselle.

— Fue una noche pasional, seguramente esa chica no quiere saber nada de ti. ¡No sé, digo yo!

— ¿A qué quieres llegar?

— Que si le interesas ¿por qué no dejes que ella tome la valentía y te busque?

— ¿Crees que una mujer asumirá que sedujo a un hombre supuestamente desconocido? Y digo supuestamente, porque ella me ha de conocer perfectamente.

— No lo sé. No he estado en una relación con una mujer, y realmente, no sé como suelen actuar ellas.

— Obviamente.

Brian se levantó del sillón y siguió caminado sin mirar atrás, dándole la espalda a Afgan.

— ¿Y te vas a ir así? – preguntó mientras veía a Brian cruzar la calle-. ¡Espera, dejaste tu laptop!

— ¡Vete al carajo! – gritó levantando su mano dejando sólo el dedo medio a la vista.

— ¡Deberías mejorar tu actitud! - alzó la voz.

Brian escuchó el crujido de un auto intentando frenar, y al instante, sintió un fuerte golpe que lo dejó en el suelo. Su visión empezó a tornarse borrosa y en cuestiones de segundo perdió la noción del tiempo.



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