Revealing Dreams - Sacrilegio

By ricardomrincon

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Caroline es una hermosa chica inteligente que oculta a sus padres la atracción que siente por su medio herman... More

PREFACIO
Capítulo I: Imaginación.
Capítulo III: En la oscuridad.
Capítulo IV: Un asesino, pistas lejanas.
Capítulo V: Primer encuentro.
Capítulo VI: Sin escape.
Capítulo VII: Sonata de recuerdos reveladores.
Capítulo VIII: Juego equivocado. Otro destino.
Capítulo IX: Instinto.
Capítulo X: Silueta del pasado.
Capítulo XI: Las tres manecillas del reloj.
Capítulo XII: Cordura.
Capítulo XII: parte II - Entre el bien y el mal
Capítulo XIII: 5 minutos.
Capítulo XIV: Celos en el alba.
Capítulo XV: La cara del asesino en tres tiempos.
Capítulo XVI: Reencuentro confuso.
Capítulo XVII:Lágrimas secas.
Capítulo XVIII: Vendas caídas.
Capítulo XIX: Sacrilegio.
Final Alternativo.
Notas del Autor.
NOTICIA

Capítulo II: Besos a ciegas.

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By ricardomrincon

Cuando Brian llegó a casa de Afgan, imaginó que todo sería más calmado, quizá una reunión y no una gran fiesta. No esperó encontrarse con tanta multitud: parejas de todo tipo, bailando música electrónica. Le pareció más interesante de lo que había imaginado. De momento se detuvo a observar si conocía a alguien; su mirada se dirigía a todos lados, pero no encontraba a alguien especial.

— ¡Qué bueno verte! – exclamo Afgan-. Seguro imaginaste lo que no debiste imaginar.

— La verdad pensé que sería...

— ¿Una reunión de tontos? –interrumpió-. ¿Dónde todos hablan de su día a día? Y al rato todos en silencios porque no tienen temas de conversación ¿Eso pensaste?

— ¡Exacto! – exclamó una chica de tez blanca y cabello castaño recogido que se aproximó a ellos con cierto interés-. Algo así como tú... de tontos.

— Me han robado la palabra de la boca - dijo Afgan.

Brian rió. Pasó su mano ligeramente por su cabello, luego cruzó los brazos, y apretó los labios fingiendo una sonrisa.

— ¡Qué mal educado es Afgan! Ni se ha tomado la molestia de presentarnos – dijo la chica, esbozando una sonrisa y seguidamente extendiendo la mano.

— ¡Oh! – Exclamó Afgan-. Espera no se presenten yo los presento. Brian ella es un misterio, mejor conocido como Li.

Brian miró el hermoso antifaz veneciano cubriendo el rostro de la chica.

— ¡Li! – extendió la mano-. Un placer conocerte.

— Brian Vanderhoef.

Li trataba de no mirarlo directo a los ojos. Sentía cierto magnetismo y timidez que podían dejarla en evidencia. Quizá la mirada de Brian le parecía intensa y fuerte.

— Ella es la chica de que te hablé – dijo Afgan guiñando el ojo-. ¿Te acuerdas?

— Sí – afirmó Brian dudando-. Realmente rara – le susurró-.Voy a saludar a Giselle, la acabo de ver.

Afgan lo retuvo y también murmuró cerca de su oído.

— No es tan tímida como parece, me ha impactado su forma segura de ser.

— Sí – suspiró-. Suele pasar ese tipo de situaciones, no te preocupes.

Brian se dirigió hasta su amiga y conversaron, mientras sus pies se movían al ritmo de la música, pero no bailaban como tal. Fue una conversación amena, entre risas, sin haber tomado licor. Un par de horas después las personas fueron aumentando su intensidad en los bailes, ya el sudor recorría por la piel de algunos. Otros se besaban, mientras que Afgan y Li, estaban sentados en una silla observando con gran sorpresa la acción de todos.

Las luces intermitentes le daban aquel toque sensual a los bailes. Habían entrado en una especie de trance, donde sus cuerpos sólo reaccionaban a sus sentidos. Brian fue halado por Giselle a una habitación solitaria y a oscuras. No se escuchaba nada más que la respiración de ambos. Ella vendó sus ojos y lo sentó en la cama, mientras él escuchaba la puerta cerrarse lentamente.

— ¿Te fuiste? – preguntó extrañado al sentir que se alejaba-. ¿Hay alguien aquí?

— ¡No hables! – ordenó una voz sensual-. Dedícate a sentir.

La voz se escuchaba un poco distante, por lo que Brian intuyó que quizá se estaba desnudando.

Brian sintió unos labios tibios rozando los suyos, estaba algo extrañado. Presentía que no era la misma persona, pero sólo se dejó llevar. Fueron despojándose de su ropa poco a poco. En las ocasiones que él trataba de tocar el rostro, sentía las manos del otro ser apartarlas.

Brian sentía el cuerpo caliente de la otra persona encima de él. No dudó que la contextura delgada pertenecía a una mujer. «Si estoy en casa de Afgan debe ser una persona que él haya planeado para tener sexo conmigo, me conformaré con saber que es una silueta» pensó.

La silueta recorrió las piernas de Brian con gran sutileza. A la vez, lo tomaba de la cabeza sumergiendo sus dedos entre sus cabellos, y así besarlo con agresividad. Se sentó encima de Brian y colocó las manos sobre su pecho fornido.

La silueta pudo sentir la erección indudable de Brian, nunca había tenido tantos deseos. Era su olor varonil, la respiración agitada, e incluso, el temer por tomar el riesgo de tener sexo sin hablar y sin ver a la persona. Lentamente ambos fueron despojándose de su ropa interior. La silueta volteó a Brian e hizo que extendiera sus manos para entrelazarlas con la suya.

Brian cambió de posición a medio lado. La misteriosa silueta sintió los roces del pene sobre sus nalgas, y, empezó a recorrer con sus labios el cuello de su presa. Después de olfatearlo y sentir su piel sobre sus labios, bajó hasta la tetilla derecha para morderla suavemente, provocándole más excitación y una erección segura. Cuando ella sintió que él comenzaba a comportarse de una forma más agresiva, empezó a sentirte complacida por haber logrado su objetivo.

La silueta se fue separando poco a poco hasta alejarse. Él escuchó cierto ruido y pensó que ella se comenzaba a vestir. Al rato sintió la puerta cerrarse con suavidad, entonces se quedó tendido sobre la cama. En ese momento quitó la venda de sus ojos y la echó a un lado, notando que no había nadie más. Brian se quedó unos segundos asimilando lo sucedido, rápidamente tomó su ropa del suelo y no perdió tiempo para vestirse.

Al salir, las personas seguían bailando y disfrutando la música. Se detuvo a observarlos a todos con la esperanza de encontrar a la persona que estuvo con él. Muchos lo miraban con incertidumbre, y era evidente, que quizá el menos obvio era la persona.

— ¿Dónde estuviste todo este tiempo? – preguntó Afgan con incertidumbre-. Tardaste casi una hora, hasta pensé que te habías ido.

— ¿Tú no enviaste a nadie? – preguntó Brian esperando que Afgan le hiciera un guiño o gesto, así saber si fue idea de él-. ¿Una chica? ¿Giselle?

— ¡Okay! – exclamó, esbozado una sonrisa-. Giselle estaba bailando contigo, luego la perdí de vista y al ratico la vi salir de la casa.

— Casi tuve sexo con una desconocida – dijo Brian suspirando-. No estoy seguro, pero Giselle me vendó y se fue.

Brian miró el reflejo de una persona, que se apartaba rápidamente de la ventana.

— ¡QUÉ CARAJOS! – gritó Afgan con cierto asco-. ¿En qué lugar de mi casa llenaste de semen?

— ¡No seas idiota, no acabé! – encogió los hombros y arqueó las cejas-. Sólo fue un coqueteo, era la habitación de tus padres.

— ¡Santo Dios! – exclamó-. Y en la habitación de mis padres ¡Qué descaro!

— Pensé que...

— Yo no iba a dejar que cometieras esa marranada sexy aquí.

— ¿Marranada sexy? – frunció el entrecejo.

Brian dio algunos pasos hacia atrás y manoteó, luego torció los ojos y dirigió la mirada a Afgan fijamente.

— ¡Es creativo y sexy! – aseguró Afgan.

— ¡Claro! – exclamó-. Y me quedaré toda una vida pensando quién pudiera ser la personaje incógnita... la silueta – acomodó un botón de su camisa-. Pensé que era una idea perversa tuya en complot con alguien que quería tener sexo.

— ¡Idea perversa! – exclamó Li-. ¿De qué hablan? – preguntó tratando de indagar con interés-. Por cierto, estabas desaparecido.

— Tuve...

— ¿Se te agotaron las excusas? – preguntó de manera sarcástica.

— ¡No! – negó con la cabeza, y luego cubrió su rostro con su mano totalmente abrumado. Al bajarlas la miró con timidez-. Solamente tuve una conversación inusual con una amiga, muy extensa por cierto – mintió.

— ¡Sí, claro¡

Brian miró el hermoso antifaz con gran atención.

— ¡Chiffon!

— ¿Chiffon? - preguntó Li confusa.

— Eso dice en un borde tu antifaz - sonrió-. Seguramente ha de ser el artista que creo tan hermosa obra.

— Seguramente – carraspeó.

Brian se quedó observando el antifaz.

— Siento que antes he visto ese antifaz - trató de recordar-. Quizá he visto alguno similar por internet o no sé.

Li se quedó en absoluto silencio.

— Bueno Afgan, gracias por invitarme, pero debo irme ya, porque mis padres están por llegar... y fue un placer conocerte, chica enmascarada o Li.

— Hasta luego Brian – dijo extendiéndole la mano-. ¡Qué pases una buena noche!

— Gracias – respondió temeroso-. Espero verte pronto – se espabiló-. ¿Por qué no te quitas la máscara o antifaz?

— Prefiero mantener el misterio, además no quiero que me reconozcan – encogió los hombros-. Pueden ir a decirle a mis padres y estaría en serios problemas – respondió dándole la espalda.

— Espero lograr coincidir contigo en...

Li se detuvo.

— Será sólo en sueños - lo interrumpió-. Cuídate.

Brian recapituló toda su vida sexual y amorosa en el trayecto a casa. Realmente le iba mejor en la sexual, porque no tendría que despejar su soltería, y, podía satisfacer sus ganas, sin tener que llamar a las chicas horas después para indagar sobre sus sentimientos, pero esa noche se sentía completamente diferente y frustrado.

Al llegar a casa se lanzó sobre su cama y miró al techo, ni por un instante dejaba de pensar en lo que había sucedido en esa habitación. Trató de imaginar el rostro de la persona, pero sólo conseguía confundirse más.

La silueta misteriosa lo besó de tal modo que, por primera vez, pudo sentir algo más que un simple deseo pasional. Por otra parte, se hizo la idea que sería un reto difícil poder develar la identidad de ella.

Se hizo infinidades de preguntas que trataba de buscarles respuesta una y otra vez: ¿Por qué no se dejó ver? ¿Por qué no habló? ¿Por qué yo? veía las horas pasar desde su celular mientras escuchaba: The xx - Angels.

Como típico curioso, no descansaría hasta encontrarla. Aunque no conocía su rostro, tenía en su piel algo más: su olor, la suavidad de sus manos y el sabor de sus besos. Cuando el sueño parecía vencerle, ya el sol se empezaba a filtrar por los bordes de la ventana, avisando que el amanecer finalmente estaba llegando.

Los rayos del sol se filtraron por la hendija de la ventana de su habitación. En el suelo quedaba el sendero de la luz mortecina, que terminaba de extinguirse hasta la ropa tirada en el suelo. Brian desvió la mirada en dirección al Blue Jean, notando un papel sobresaliente de su bolsillo. La curiosidad lo hizo levantar, tomó el papel y al abrirlo notó que decía: Gracias por esta noche. La silueta.

Por un momento se quedó perplejo mirando el dorso del papel. Aunque no encontró nada más, tenía una prueba que delatara a la persona... su letra.



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