Capítulo 9| Lo intenté.
James.
Llevo exactamente una hora esperando a mi mejor amigo a dentro del Pacific Place, tomándome un café moca y con una deliciosa dona con glaseado de chocolate.
¿Para qué demonios me cito a este lugar?
Busco mi celular en el bolsillo de mis jeans y lo saco, enciendo la pantalla para comprobar la hora y ya son las seis de la tarde. Entro a mi bandeja de chat y veo a mi novia en línea.
¿Se habrá olvidado de mi cumpleaños?
No es que me importe porque para mí es un día como cualquiera y la verdad es que para mí todos mis cumpleaños no han sido la gran cosa, no han sido gran cosa pero aun así me importaba mucho que ella lo recordara y me dejara un mensaje o al menos cuando hablamos esta llamada por celular ni siquiera estaba consiente que día es hoy.
<< Tal vez lo olvido...>>
Tal vez lo hizo.
Y ya han pasado dos meses desde que estamos en esta enorme ciudad, las cosas entre nosotros cada día van mucho mejor y eso me gusta, cuando puedo voy a dejarla a la universidad y voy por ella, nos quedamos juntos hasta tarde en su casa hasta que su abuelo prácticamente insiste en que es tarde y debo marcharme y entiendo la indirecta de ya es hora de que te largues criminal.
Ese señor morirá odiándome al parecer.
James:
¿Puedo saber que estás haciendo? Estas un poco extraña desde que hablamos esta mañana.
Le pregunto a mi chica desde el otro lado de la pantalla, notó que está escribiendo pero luego vuelve aparecer en Línea.
James:
¿Me estas ignorando Wells?
Ella ha leído mis mensajes pero no me dado ninguna respuesta, suelto un gruñido y guardo nuevamente mi celular en el bolsillo.
― Señorita la cuenta por favor.― Le doy un último mordico a mi dona, el hambre se me había quitado.
― ¿Cómo desea pagar?― Preguntó la castaña.
― Con tarjeta.― Digo y ella saca la pasa-tarjetas del bolsillo de su delantal negro.
― Deslice la tarjeta e ingrese su clave.― Deslizo la tarjeta como pidió y coloco mi clave, agrego la propina y le doy una sonrisa a la chica.
― Gracias.― Me levanto y cogí mi chaqueta de polar negro que estaba colgada sobre el respaldar del asiento.
Meto mis manos en los bolsillos y salgo del edificio encontrándome de frente con mi mejor amigo. Venía con su cabello desordenado y con la respiración agitada.
― Espero no me mates por llegar tarde...― Dio un paso hacia atrás al ver mi cara de pocos amigos.― Tengo una explicación.
― Sabes que odio la impuntualidad, Kevin.― Me quejo.― Espero tengas una muy buena explicación, te escuchare mientras vamos a casa...
― ¡No!― Me tomó por los hombros.― N-no, no podemos ir a casa.― Dijo y yo lo miro ceñudo.
¿Y a este qué demonios le pasa?
― ¿Por qué no?― Le pregunté realmente con cierta curiosidad.
Robert y Catalina me llevaron a desayunar a fuera por mi cumpleaños e hicimos un video llamada a mi abuela, pero cuando alrededor de las dos de la tarde me dijeron que iban a salir y a quedarse en casa de la abuela de mi hermana menor y fue entonces que Kevin me pidió que me reuniera con él aquí.
― P-porque veras, tengo una cita con una linda chica y le he invitado a casa ya sabes...
― ¿Es en serio?― Él asiente.― Debería golpearte ahora mismo por hacerme perder mi valioso tiempo pero admito que estoy feliz de que puedas darte una oportunidad con otra chica y dejando atrás a Rebeca.
― Sí por cierto, Eich está aquí y está esperándote en el parque.
― ¿Lo llamaste?― Le pregunto esta vez con un tono molesto.
― Vamos James, de todos modos él sabe que hoy es tu cumpleaños y quiere verte.
― De esto se trata tu estúpido plan ¿no?― ÉL traga saliva.― No hay ninguna chica en casa, sino que querías que me reuniera con Eich.― El rostro de Kevin se relajó por completo.
― ¿Lo harás?― Recordé las palabras de mi novia, tal vez si deba hablar con él después de todos estos años.
― Ok, iré con él.
Sin más me dirijo a al parque en donde estaría supuestamente Eich esperándome. La verdad es que no me sentía preparado para verlo otra vez, en volver a ver otra vez al hombre quien cuido de mi desde que era un niño.
Apreté mis puños mientras caminaba hacia al parque de Seattle, recordé todo lo que vivimos juntos como si fuésemos padre e hijo; podía sentir mi corazón apretarse dentro mi pecho de tan solo recordar las veces que me mintió en la cara refiriéndose a lo de mi padre.
¿Pero qué importa ya? Él ya está aquí y no hay vuelta atrás.
Me detuve cuando llegue a la fuente de agua del parque. Después de unos segundos en buscar a Eich con la mirada por fin mis ojos dan con él, estaba sentado al otro extremo de la fuente mirando en mi dirección.
Has cambiado Eich.
Tomo una gran bocanada de aire y soy yo quien va hacia él, en silencio me siento a su lado y busco mi cajetilla de cigarrillos en el bolsillo trasero de mi pantalón.
Me llevo uno a la boca y lo enciendo cubriendo un poco con mi mano para que el frío viento no apagara el fuego.
― Sigues fumando, eh.― Dijo rompiendo el silencio.― Has cambiado mucho desde ese último día, niño.
Niño...
Solía llamarme así siempre cuando él quería sabiendo mi nombre, nunca tuve la ocasión en preguntarle porque me llamaba de esa manera cuando mi nombre se lo sabía perfectamente.
― Ya no fumo tanto como antes.― Le contesto.― ¿Pensabas que iba a quedarme estancado ahí?― Le pregunto, refiriéndome al jardín delantero de mi abuela cuando él me dijo la verdad.― La vida continua y yo he seguido con ella a pesar de todo.
― Eso está bien, por lo que sé pudiste darte una nueva oportunidad con esa chica.― Asiento.― Me alegra mucho de que puedan estar juntos, sé lo mucho que te dolió dejarla.
Le doy una calada a mi cigarro y miro al hombre sentado junto a mí, no podía ver su cabello porque está cubierto con su capucha negra, sus ojos lucían cansados y las ojeras eran demasiado notorias a la vista de todos, estaba más delgado de lo que lo recuerda y llevaba puesto un cubre boca negro.
― No voy a preguntarte cómo es que sabes de eso pero si quiero preguntarte una cosa.― Le doy una calada y suelto todo el humo por la nariz.― ¿Por qué estás aquí? Cuando te dije perfectamente que no quería volver a verte en mi vida e incluso te amenace para que no regresaras.
Eich miro hacia el cielo iluminado por las luces de la ciudad, puedo ver una leve sonrisa curvarse en sus labios y lo oí suspirar.
― Porque no quería irme sabiendo que tú, que eres la única razón por la que he me mantenido en pie sigue odiándome.― Me respondió.― No merezco tu perdón porque sé que te hice daño ocultándote la verdad, pero si lo hice fue...
― Para protegerme.― Finalizo por él.― ¿A qué te refieres con irte, irte a dónde?― Eich comienza toser de una manera exagerada, se quitó el cubre boca y comenzó a escupir sangre a lo que me pongo de cuclillas frente a él.― Eich, Eich, ¿estás bien?― Él no es capaz de mirarme, se cubrió su boca con su antebrazo y sus ojos estaban fijos en el árbol de al lado con sus ojos cristalinos.
― Lo intenté niño.― Dijo, sin quitar su antebrazo de su boca.― Muchas veces intenté armarme de valor para poder venir a buscarte, muchas veces lo intenté por ti.― Se quedó en silencio.
No me gustaba la manera en cómo me estaba hablando en estos momentos, de tantos años que le conocía era la primera vez que lo veía así...tan vulnerable cuando siempre fingía ser de piedra.
― No te odio Eich.― Le digo con sinceridad.― No puedo odiarte cuando siempre estuviste conmigo, cuidándome y protegiéndome.― Él aparte su antebrazo y sangre caía de su labio inferior, estaba pálido y entonces Eich se quita la capucha.― Tu cabello...
Estaba calvo ¿Cómo es que no me di cuenta apenas lo vi?
― Tengo cáncer de pulmón, niño.
¿Qué acaba de decir?
Me enderezo y retrocedo por inercia meneando la cabeza en negación una y otra vez. Entonces fue que ciento de imagines vinieron a mi cabeza; mi madre en sus quimioterapias, cuando lloraba de dolor, sus palabras de aliento y de despedida.
<< Estamos destinados a ver a la gente a quienes amamos irse de nuestro lado...>>
― Eich...― Se levantó y camino hacia mi tomándome el rostro entre sus manos.
― No espero a que me tengas lastima y cuides de mi.― Sonríe.― Soy lo bastante fuerte para hacerlo yo mismo. Lo único que voy a pedirte es que cuando yo no esté aquí no vayas a verme como me entierran, no quiero que vayas al cementerio ¿oíste?― Sus manos están frías como el hielo, trago saliva porque estaba aún asimilando todo esto.― Escúchame, este es un castigo que la vida me dio, sé que hice mucho daño no sólo a la familia de la mujer que amas, sino que también a muchas personas más.― Apreté mis puños en los costados de mi cuerpo.― Y lo único que lamento de todo esto y el peor castigo que me ha dado la vida no fue esta enfermedad. Sino que fue perderte a ti niño, perder tu confianza...ese fue mi único castigo. No quiero que llores, no lo merezco.
― Basta, Eich.― Digo, dolido.
― Quiero que seas muy feliz.― Cerró los ojos por un segundo.― Y que nadie se interponga en tu camino porque donde yo este no dudare en acabar con todos y cada uno de ellos.― Juntó su frente con la mía y se echó a reír, esa risa que cuando niño me molestaba porque parecía un anciano con asma al reírse pero ahora...ahora no me molestaba.
― Siempre estuviste cerca ¿cierto?― El simplemente sonrió.
― Bajo las sombras, cuidándote siempre niño.
Sonrío también y por primera vez de muchos años compartiendo con este hombre frente a mi, lo abrazo, lo abracé ocultando la tristeza en mis ojos.
Te perdono Eich y gracias por ser un padre para mi.
Melanie.
Horas antes.
Son casi las doce del día y yo aún seguía tirada en mi cama pensando que hacerle a James por su cumpleaños. Me siento mal por no haberle dicho feliz cumpleaños apenas hablamos por celular esta mañana temprano pero es parte de mi plan que crea que lo he olvidado.
<< ¡¿Qué plan!?>>
Me siento en la cama de golpe apenas la puerta se abre dejándome ver a Luna entrar con dos bolsas cargando en sus manos con las cosas que le encargue.
― Sigo diciendo que deberías regalarle una noche apasionada a tu hombre por su cumpleaños.― Dijo la rubia, apenas cerró la puerta de mi habitación.
― No le daré sexo por su cumpleaños.― Le digo, ella deja la bolsa con encargos sobre la cama.
― No sé porque estas tan nerviosa, bueno la verdad no se cumple veintiuno todos los días.― Se ríe.― Pero tranquila que todo te va a quedar perfecto para cuando él llegue.
― Eso espero.
Reviso las bolsas y está todo lo que pedí, los globos rojos, los globos de letras doradas y las velas de cumpleaños para cuando le dé el pastel.
― ¿Ya dibujaste los corazones?― Yo asiento.― Pues pongámonos a escribir lo que tengas que decirle al hombre que amas.
Y así fue, Luna me ayudo a escribir en los corazones rojos que recorte para colgarlos en la habitación de mi novio. No suelo ser muy detallista y mucho cuando trata de regalos o sorpresas de este estilo pero quiero que sea diferente no sólo para mi sino que también para James.
Llevamos dos meses ya en esta ciudad y he podido acostumbrarme a este nuevo cambio, mis padres vinieron a visitarnos hace un par de día y vinieron con la compañía de mi adorada sobrina quien por cierto hablaba con más fluidez. James y yo estamos de maravilla y me gusta que las cosas estén yendo mucho mejor desde la última vez.
Con Kyle bueno lo he saludo las veces que hemos concedido, se ha quedado a charlar un rato conmigo y con Luna pero nada más que eso. He acompañado a Diana a su terapia con la psicóloga de la universidad y nos hemos vuelto más cercana pero al parecer a Luna le cae muy bien.
― Yo sigo insistiendo, Mel.
― Luna...
― ¿Cuándo fue su ultima vez?― Preguntó, siento mis mejillas arder no suelo hablar de esto con alguien que no sea Rebeca.
Pero ahora que ella lo pregunta no hemos tenido intimidad de hace unos dos o tres meses ¿por qué? Porque aquí están mis abuelos y no tenemos mucha privacidad y en casa de James bueno es lo mismo.
<< Pero existen esos lugares privados para hacerlo...>>
No iré a ninguno de esos sitios.
¡Oh Dios mío espero que n este desesperado!
Tomo mis pastillas y todo pero es cierto, no hemos tenido un tiempo para nosotros.
***
Estaba en casa de Robert, por suerte él estuvo de mi parte y me apoyo con la sorpresa que le tengo planeada en hacerle a James. Le había pedido dos días antes con anticipación si podía darnos un momento a solas a lo que él acepto con la condición de usáramos condón ¿y lo peor? Es que lo dijo frente a mi abuela pero lo más gracioso a mi parecer es que luego ella me dio algunos tips en como seducir a mi novio pero obviamente hice caso omiso a sus tips.
Creo que también él piensa que James y yo vamos a tener sexo esta noche.
<< ¿Y no es así?>>
No.
Ya son las seis de la tarde y James acaba de enviarme un mensaje.
James:
¿Puedo saber que estás haciendo? Estas un poco extraña desde que hablamos esta mañana.
Lo siento mi amor, no quiero arruinar la sorpresa.
Sigo ambientando la habitación con lo que había comprado hasta que nuevamente mi celular vuelve a sonar.
James:
¿Me estas ignorando Wells?
Lo siento.
Pero sí, te estoy ignorando sólo por este momento.
― ¡Melanie ya traje el pastel!― Gritó Kevin desde la planta baja.
― ¡Ya bajo!― Grité de vuelta.
Cierro las cortinas y doy un paso hacia atrás comprobando que todo estuviera perfecto. Esto es realmente cursi pero quería la menos una vez que James disfrutara de su cumpleaños y juntos.
Bajo corriendo por las escaleras encontrándome con Kevin todo nervioso. Me toma por los hombros sacudiéndome un poco.
― James va a matarme.― Dijo.
― Lo siento.― Llevo mi mano sobre su hombro.― Pero hiciste lo correcto en ayudarme.
― ¡Sabes que odia la impuntualidad!― Se quejó.― Ok, debo pensar en una excusa.
― Dile que querías estar a solas con una chica.― Me apresuró en decir.― ¡Sí dile eso!― Lo obligo a girarse y lo arrastro hacia la puerta mientras este gruñía.
― ¡Al menos me déjame pastel!― Gritó y yo abro la puerta.
― Sabes que lo haré, así que adiós.― Lo empujó hacia a fuera y cierro la puerta.
Fui a buscar el pastel de fondant, dos platos y un cuchillo a la hora de partir el pastel. Voy subiendo con cuidado por las escaleras hasta que mi celular comienza a sonar provocándome un susto y entonces pensé:
¿Mi vida o el pastel?
Para mi mala suerte tropiezo y logro afirmarme al barandal de las escaleras y fue entonteces que el pastel salió volando y me siento en uno de los escalones.
Me llevo la mano al pecho y saco mi celular de bolsillo para contestar y suelto unos cuantos improperios al oír el llamado.
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Me llevo las manos al rostro y suelto un suspiro, ni siquiera sé en dónde demonios cayó el cuchillo pero gracias a Dios que no fue en mi cabeza.
― Adiós ahorros de dos semanas...― Suspiro.
Me apresuro en recoger y limpiar el desastre que provoque, cuando ya está todo en orden voy a la pastelería de la vuelta a comprar un pastel sencillo y llego como un rayo a la casa dirigiéndome a la sala.
Melanie:
¡Estuve a punto de morir! Le debo dos platos a Robert y un cuchillo al parecer.
Bueno el cuchillo saliendo volando y cayó sobre uno de los maseteros grandes de la casa.
Kevin:
Dime que el pastel está bien Melanie.
Melanie:
¡Gracias por preocuparte por mí! pero no, el pastel no sobrevivió a mi casi muerte.
Kevin:
¡Estuve esperando dos malditas horas por ese bendito pastel! Me siento mal en estos momentos, creo que me desmayare Wells.
Este chico realmente es dramático cuando quiere serlo eh.
Melanie:
¡Sólo avísale a James que venga idiota!
Kevin:
De todos modos él ya para allá.
Okay es hora de la acción.